Pancho Guerra, ¿Día de las Letras Canarias 2012?

Parece que tras el tropezón abisal de respaldar por unanimidad la Proposición No de Ley de dedicar el Día de las Letras Canarias 2012 al físico Blas Cabrera,  la Mesa de la Cámara ha mostrado su “aval” a que la candidatura del próximo año sea para el escritor y periodista Francisco Guerra Navarro, Pancho Guerra, creador de Pepe Monagas, a quien la Mesa considera “sin duda uno de nuestros mayores exponentes de la literatura popular y el periodismo comprometido del pasado siglo.”

En una nota de agencia se informa que el presidente de la Fundación Pancho Guerra, Miguel Guerra, ha mostrado su satisfacción por la decisión de la Mesa del Parlamento y ahora confía en que “el Gobierno de Canarias haga suya esta propuesta”.

Quien les escribe confiesa que desconoce prácticamente las historias de Pepe Monagas, pero sí que tiene fresca en su memoria un librito de páginas muy machacadas que uno de mis tíos (grancanario) cuando lo cogía entre sus manos hacía que se partiera de la risa.

En más de una ocasión intenté comprender el por qué de aquella carcajada echándole un vistazo al librito pero no había manera de que arrancara ni una miserable sonrisa de mi boca. Probablemente, entiendo ahora, fuera a que era muy joven…

Pepe Monagas, si no me equivoco, fue el protagonista de una serie de animación que creo emitió Televisión Canaria y su autor, Pancho Guerra, ya fue objeto de una Proposición No de Ley en el Parlamento de Canarias apoyada por unanimidad en 2009 para que en 2010 fuera conmemorada la figura del escritor y periodista grancanario.

Saludos, será cuestión de leer los cuentos de Monagas, desde este lado del ordenador.

8 Responses to “Pancho Guerra, ¿Día de las Letras Canarias 2012?”

  1. bartolo Says:

    Muy buenos. Impecables. Uno de los nuestros que valen la pena. Juan Rulfo, pero en luminoso y vitalista.

  2. Mastro Pancho Says:

    El dibujo es obra de Cho Juaa, Eduardo Millares Sall. Otro artista del que todavía esperamos que se celebre algún día en esta nacionalidad canaria una exposición antológica para conocer una obra extraordinaria en arte y en humor

  3. Pilar Says:

    Leer aquí.
    http://mdc.ulpgc.es/cdm4/item_viewer.php?CISOROOT=/MDC&CISOPTR=69578&CISOBOX=1&REC=9

  4. Emilio González Déniz Says:

    MÁS INTERESANTE QUE LA RECOPILACIÓN COSTUMBRISTA DEL HUMOR RURAL Y CAMPESINO TRASLADADO A LA CIUDAD, ES EL TRABAJO DE CAMPO QUE REALIZÓ PANCHO GUERRA SOBRE EL HABLA DE NUESTRAS ISLAS, PUES FUE UN ADELNATADO EN LA INDAGACIÓN EN ESA VERTIENTE. ES MUY INTERESANTE SU TRABAJO SOBRE LÉXICO CANARIO, QUE LUEGO HA SIDO SUPERADO POR TRABAJOS RIGUROSOS Y UNIVERSITARIOS, PERO ÉL FUE EL PIONERO. EN CUANTO A SU CONDICIÓN DE ESCRITOR ES IMPEPINABLE, Y EN ASUNTOS DE CALIDAD SE PUEDE DISCUTIR SU OBRA, COMO LA DE CUALQUIER OTRO ESCRITOR.

  5. pancho Says:

    ¿Me conoces Regoritooooooo??????…….

  6. Míchel Jorge Millares Says:

    Este es el discurso que presenté en el acto sobre Pancho Guerra Periodista que celebramos en el Club Prensa Canaria el 2 de diciembre de 2009. También intervinieron Pepe Alemán y Guillermo García-Alcalde.

    Francisco Guerra Navarro, Pancho Guerra… Escritor, compositor, actor, lexicógrafo… y periodista. Periodista de casta y cronista de referencia. El hombre cuya muerte conmocionó a todos los canarios, como sucediera años antes con el fallecimiento de Néstor Martín Fernández de la Torre, otro artista integral, multidisciplinar.
    Así, casi cincuenta años después de su fallecimiento y cien años desde que naciera, podemos comprobar la pervivencia de su obra y su espíritu en nuestra sociedad. Una presencia no debida –precisamente-, a la labor o interés de las instituciones, ya que es obvio su desinterés por recuperar, revisar y divulgar sus obras (salvo en honrosas ocasiones). La presencia de Pancho Guerra se debe, precisamente, a que el espíritu que implantó en su obra y personajes es el espíritu del canario que, a pesar del paso del tiempo, de la globalización, de la influencia de los medios de comunicación de masas y las tecnologías de la comunicación, pervive en nuestra sociedad. Eso sí, en franco peligro de extinción.
    Poco se ha escrito sobre el espíritu o psicología del canario. Poco y en gran parte erróneo, como es el caso de la obra de Manuel Alemán, cuya ‘Psicología del hombre canario’ sobrevalora el trauma de la colonización en la forja de la identidad o carácter del canario del siglo XXI, mientras Juan Rodríguez Doreste nos acerca más a ese carácter de Pepe Monagas en la obra ‘Raíz y estilo del alma canaria’. Rodríguez Doreste nos explica que “La socarronería del isleño es proverbial. Es la forma que toma su espíritu cómico, que se asemeja más al humor, de origen galaico, emparentado lejanamente con el inglés, que a la gracia andaluza, juego de espíritu que tiene más del esprit francés, pues humor y esprit son en sustancia las dos formas que asume el sentido cómico del hombre”.
    Y es que, si poco se ha estudiado el ser canario, el vacío es aún mayor en el análisis del humor del isleño, salvo honrosas excepciones como los “Apuntes para una historia del humor gráfico en Canarias” de Frank González, una obra que refleja la gran tradición pública y privada del dibujo humorístico entre los canarios.
    Los mismos problemas encontramos al indagar sobre el humor en la literatura o en el folclore de Canarias. Quizás gran parte de culpa de esa ausencia de estudios, y el hecho de que gran cantidad de la obra humorística sea anónima o haya quedad en el ámbito privado, tengan que ver con la represión religiosa y política en nuestro país a lo largo de su historia. De hecho, en el corazón de la Edad Media, se desató un intenso debate en torno a si debía levantarse la prohibición de algo tan natural como reír. Esta polémica enfrentó durante cerca de mil años a la jerarquía eclesiástica (que argumentaba que Cristo nunca había reído), con el pueblo llano (dado a celebrar, de forma ruidosa y desordenada, toda clase de festejos).
    En aquellos orígenes del humor encontramos los carnavales, fiestas de locos y jolgorios humorísticos. Burlas con una gruesa carga sexual, o de crítica social, que tomaron como víctimas a tullidos, obispos, homosexuales, burgueses o judíos. Fiestas con las que se hacía política explícita -bajo las narices del poderoso-, gracias al anonimato que ofrecía la multitud o la máscara (ver: ‘Burla, escarnio y otras diversiones: Historia del humor en la Edad Media’, de Xavier Theros)
    No obstante, algunas piezas de grandes literatos canarios han llegado a nosotros para acercarnos a ese espíritu humorístico. Por ejemplo, en el siglo XVIII encontramos el poema que Tomás de Iriarte dedicó a un mujeriego:

    Casado con tres mozas de Granada
    al mismo tiempo un pícaro vivía.
    La justicia mandó que castigada
    fuese en un burro tal poligamia.
    Por las calles la plebe lastimada
    preguntaba el delito; y él decía:
    “Señores, me han sacado a dar doscientos
    ¿por qué? Por frecuentar los sacramentos”.

    O su coetáneo Graciliano Afonso, cuyo humor queda plasmado en el soneto ‘El chasco’:

    Amaba Don Dieguito a una doncella,
    y él en su doncella tal fe tenía
    que muy más que la muerte sentiría
    si esta flor no llegara a poseella:
    Era Nice gentil, discreta y bella;
    y aunque un esculapio revestía,
    en sus inquietos ojos relucía
    de Capricornio la ominosa estrella:
    Llega el momento de la unión dichosa;
    los conduce Himeneo al blando lecho,
    y el paraíso franqueó la hermosa;
    y aunque el camino, dicen, que es estrecho,
    él maldice mil veces a su esposa
    que lo abrió carretero y sin derecho”.

    Los tinerfeños Iriarte y Afonso, darían paso en el siglo XIX a figuras como La Perejila, Agustina González Romero, poetisa grancanaria de gran valía pero mujer de vida propia de culebrón que hizo de su capacidad literaria un arma escatológica e irreverente para con quienes trataban de insultarla, como en este verso titulado ‘Un viento’

    A Magdalena, la hermosa
    un ‘viento’ se le escapó
    y Serafín preguntó:
    - ¿Qué fue eso, Magdalena?
    - ¡Ay, Serafín! No lo sé
    un aire fétido fue
    de las regiones mierderas
    que como son tan ligeras
    se me escapó para usté…

    En la literatura canaria de comienzos del siglo veinte también encontramos obras con un denominador común: El humor. Libros como Canariadas de antaño, Diario de D. Antonio Bethencourt (ambos de los hermanos Millares Cubas), Recuerdos de un noventón, de Domingo J. Navarro, o el humor británico de Alonso Quesada entre otros, siguen la estela de literatura con toques de humor.
    Y así, siguiendo el hilo cronológico, nos encontramos con el gran artífice del ‘Humor Canario’. Pancho Guerra es la consagración del Humor Canario que se nutre del análisis del comportamiento y el lenguaje popular. Un escritor que también es cómplice de los creadores del humor gráfico y del mundo artístico de las Islas, participando activamente en la Escuela Luján Pérez y clausurando en diciembre de 1944 la Primera Exposición de Humoristas Canarios, con una ‘Charla sobre humorismo’. Esta exposición es una sorprendente iniciativa en la postguerra y en medio de la peor etapa de la Segunda Guerra Mundial que no se entendería sin la red de complicidades en torno a Felo Monzón, los Amigos del Arte Néstor de la Torre y la familia de Juan Millares Carló.
    El humor canario va tomando forma gráfica y literaria en torno a un prototipo de canario llamado Pepe Monagas, gracias a la aparición de las obras de Pancho Guerra y otras iniciativas como las tiras cómicas elaboradas por Eduardo Millares Sall en Diario de Las Palmas bajo el título ‘Humor isleño’ que proseguirían tras la muerte de Pancho Guerra.
    En esta línea de estilo humorístico se consolida y aglutina nuevas adhesiones hacia finales de la dictadura, en Canarias, a través de otra iniciativa en Diario de Las Palmas que moviliza a la sociedad en torno al Humor Canario: el suplemento El Conduto, llevado por Cho Juáa, el alter ego de Eduardo Millares Sall, en el que numerosos periodistas, dibujantes como Pastino (pseudónimo de Faustino García Márquez) y profesionales de todo tipo colaboran para que el suplemento se consolide durante doce años, entre 1968 y 1980. El Conduto es otro hito que trasciende su territorio pero que ha sufrido la desidia local, sin que se haya reeditado la colección o una selección comentada de sus mejores momentos.
    Eduardo Millares y Pastino, continaron la línea iniciada por Diego Crosa en 1900 con sus ‘magadas’ y seguida por Manuel Verdugo, Francisco González Padrón, José Hurtado de Mendoza, Juan Millares Carló, Alberto Manrique de Lara o Narciso Aleguín, creando “uno de los tipos iconográficos más importantes del humor gráfico en Canarias. Si inicialmente el mago es el objeto de burla, pronto se dará un proceso en el que el mago pasará a representar al concepto de ‘pueblo’ para, en los años cincuenta y sesenta, alcanzar la consideración de mito de resistencia cultural de la mano de Eduardo Millares”, según refleja Frank González en su trabajo sobre el humor gráfico.
    Esa presencia e influencia –incluso simbiosis- de Pancho Guerra con los humoristas gráficos, como costumbrista, colaborador teatral, versionador, compositor, dramaturgo, filiofilólogo de canarismos…, nos sirve para entender la influencia que ejerció como periodista y escritor a pesar de la diáspora hacia Madrid, ciudad en la que ejerció el periodismo en sus distintos géneros, principalmente la crónica de tribunales, el reportaje y la crónica social, en las páginas del periódico Informaciones y en Diario de Las Palmas. En el primero de dichos periódicos con un gran dominio de la jerga y técnica judicial, sin menoscabo de una narración próxima y completa, pedagógica y educadora de conciencias, con brillantes e hilarantes artículos, algunos dignos de llevar al cine como la sorprendente historia del polígamo y estafador José Farrás Maluenda –y cito-: “el gran amor varió en recelo y luego en desprecio y asco. Al tiempo que la esquilmaba, Farrás cometió un error que ninguna mujer perdona nunca: paseó el prestigio trasnochado de algunas aventureras, como Rosanna, por ante los ojos estupefactos y doloridos de la sensible y enamorada colombiana”. El caso Farrás daría para cuatro artículos sensacionales que pudieron originar una novela o una serie de televisión, pero que tuvieron que adaptarse al espacio de las galeradas de prensa sin que por ello perdieran viveza, ingenio y una carga de ironía socarrona, con perdón de los afectados.
    La crónica de tribunales permite a nuestro paisano ser analista de su tiempo, sociólogo y psicólogo, para recorrer el submundo de una sociedad que intenta sobrevivir con las dificultades económicas y la miseria de un país herido por una guerra civil y aislado en el mundo. Un país sin libertad de prensa, aunque Pancho Guerra la ejercita a través de sus artículos con precisión, criticando una realidad social, económica, política y cultural con franqueza, a través de personajes que cruzan los pasillos de los juzgados.
    En ocasiones, Pancho Guerra no reprime su desazón por su experiencia cotidiana con la causalidad y la casualidad que hace que muchos ciudadanos se transformen en delincuentes o reos de causas de lo más peregrinas. Así afirma que: “los tristes ambientes de esta casa de la Justicia, donde a diario se representa la farsa de la vida en toda su gama, desde el sainete más risueño hasta la tragedia más impresionante y penosa…”. Esa relación con el día a día de los sucesos y su enjuiciamiento le lleva a sentirse una pieza dentro del morbo nacional, de la necesidad de dar a los lectores un motivo para comprar el periódico y tertuliar sobre las miserias escritas en sus páginas, una sociedad ávida de crónica negra sin la que el diario matutino o vespertino apenas tenía valor y atractivo, como reconoce cuando publica que: “Los casos de sangre son cada día más escasos y los de sangre gorda se dan de uvas a brevas. Esto, que acusa una evolución, una merma de los instintos en beneficio de la civilidad, no es buena cosa para el cronista, que, sin embargo, se alegra de que al corro de vecinas y al romance del ciego le falte ‘materia prima’”… Todo ello en un Madrid que, para el periodista que firmaba con el pseudónimo de Doramas, “no tiene clima para los atracadores”.
    Hay otros artículos en los que se refleja la conciencia, creencias o tópicos asumidos por la sociedad de entonces. Algunos de sus textos no podrían ser publicados hoy día sin que su autor fuera acusado de machista o racista… Así, podríamos calificar algunos artículos sobre los gitanos, o los asesinatos de mujeres (que no son nada nuevo traído de la mano de la globalización) por maridos que no sufrirían condena tras ‘coser a puñaladas’ a su esposa a causa de –y cito- “los celos, el mayor monstruo… se cegó, ofuscado, arrebatado… Ocurrió luego algo sorprendente: el hombre sintió un profundo arrepentimiento”… El tribunal absolvió al reo al estimar que “no hubo intención de matar”.
    Pero su labor en Informaciones también abordó los problemas sociales y económicos, en particular el “pavoroso problema de la vivienda” agravado por los “anémicos sueldos nacionales”, una sociedad en la que, según Pancho Guerra, “las casas de comida de las que dan un plato fuerte para empezar y uno anémico para cerrar boca”. Un pueblo que entendía la sisa como un recurso comúnmente reconocido, del que no se libraban ni los objetos de “la España de pandereta”, donde se mide el grado de castigo de un borracho “desde el punto de vista de la Ley es la impertinencia, contumacia o emperramiento”
    La preocupación social es una constante en la trayectoria del periodista, en particular destaca su interés por la dramática estadística de mortandad infantil en el país, donde “la rutina, los prejuicios, la indiferencia materna se confabulan para matar prematuramente a un montón impresionante de criaturas”.
    Pero también nos deja hermosas transcripciones del habla popular en casi todos sus textos, fruto de su vocación casi científica por recoger la expresión en su aspecto más puro y vivo, como cuando entrevista a unas gitanas cuyas casas cueva se han convertido en un atractivo turístico y ofrecen un folclore puro, al igual que su expresión: “Lo antiguo, de la antigüedá de antes. Se conjunta del cante y er baile que hasemo cuando roban a la novia y nos casamo. ¡Ná de cademias! ¿Sabusté? É de la sangre nuestra, que nos sale”.
    Su interés por lo puro, el patrimonio, lo tradicional le lleva redactar trabajos sobre personajes históricos, como la vida de Juana La Loca, y a realizar varias series sobre establecimientos y actividades como los antiguos cafés que ya en la época de Pancho Guerra han dejado de ser “una necesidad”, o las farmacias, o los antiguos establecimientos de comidas y posadas, e incluso un restaurante clásico como Lhardy… Ese afán por dejar escrito un acta periodística de su tiempo, no le impide reflexionar sobre el futuro tecnológico y de ficción, señalando –en los años cincuenta- que las máquinas sustituirán a los cafés y otras actividades de tertulia y encuentro.
    En sus últimos años de vida recupera la colaboración con Diario de Las Palmas, un medio en el que narra la actividad del amplio grupo de canarios que suelen celebrar encuentros en Madrid, a la vez que despliega sus análisis e impresiones sobre su “tierra de jameos y fuego”, ese terruño que le provoca “magua por la tierra” y de la que destaca a grandes personajes como Néstor Martín Fernández de la Torre, de quien afirma que “apagó el tono gris en que se desenvolvía nuestra vida”, el artista que “murió con su obra de atracción inacabada. Sabía mejor que nadie que los dones no se podían brindar en bruto. Empezó a montar la escenografía precisa de tanta calidad -¡cómo no!-, a sacar del olvido las viejas canciones y las antiguas danzas”. Un liderazgo, el de Néstor, sobre Pancho Guerra que le conduce a apostar por un turismo que desarrolle a unas islas que necesitan de otros recursos ya que “… con sólo plátanos -que ya ni futbolistas- y el displicente ofrecimiento de una anécdota subtropical, el mismo y lamentable complejo [del isleño] pervivirá. Lo siento, amigos locales, pero esta denuncia me parece constructiva y por eso la hago”.
    Ese interés por el canario, por el espíritu o identidad que le distingue, lo encuentra también en su reacción ante una fiesta tan ‘nacional’ como los toros: “Nosotros, hombres de blando clima y de esperanzadoras orillas, hombres capaces de sacar leche de una alcuza, que es lo que en definitiva hemos hecho poniendo a verdear como por magia los pardos y encampanados serrijones de nuestra geografía, nosotros creemos que vale la pena vivir. Hasta ahora somos un pueblo con el paladar y la sangre en vilo, a diferencia de Castilla, ancha tierra negada, de desencantados pueblos y desencantadas gentes, donde el dolor no cuenta y donde se puede morir porque no se muere”.
    Pero las diferencias no las reconoce sólo entre isleños e ibéricos, sino también entre grancanarios y tinerfeños, aprovechando su artículo sobre la tauromaquia para señalar que “a propósito de toreros. Quizá ya sepan ustedes que hay gente en esta ibérica y templada profesión lidiando becerros malamañados y toretes de bastante sangre. Es gente de Tenerife. La verdad es que no concebimos un torero grancanario. Las dos islas están bien cerca, pero también en esto nos parecen profundamente diferentes”.
    Portada del tomo I de los cuentos de Pepe Monagas con un dibujo de Cho Juaa

  7. Alfonso González Jerez Says:

    Lo mejor de La Perejila — lo único bueno, la verdad — eran las improvisaciones contestando a insultos y pullas, como dice Míchel. Una vez un tipo la zahirió en la calle y después se dirigió a ella parodiando La Verbena de La Palma:

    – ¿Donde vas con mantón Perejila,/ donde vas con vestido chiné?
    – Voy al Parque a ver la verbena/y a cargarme en las barbas de usted.

    Pancho Guerra estaba (y aun está) muy bien. Lo del compararlo con Juan Rulfo me ha dejado traspuesto. Hace falta desconocerlos muy profunda y equitativamente a ambos para soltar semejante burrada.

  8. Regorito Says:

    Aniversario de la muerte de Pancho Guera: http://www.elcloquido.com/2011/08/03/pancho-guerra-50-aniversario-de-su-muerte/

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