Librerías, ¿qué haría yo sin ellas?

Si hay sitios donde me siento muy cómodo y en los que puedo perder perfectamente una mañana son las librerías. A mi esto de coger libros, olfatearlos, leer por capricho cualquier página intentado imaginarme cómo será la historia que guarda dentro es una de las emociones más gratificantes que aún me quedan tras calcinar otras tantas en este sendero que es la vida.

Algo pues tienen los puñeteros libros que me hacen muy feliz.

En mi ya largo historial como visitador de librerías –y escribo visitador y no comprador– no me he topado sin embargo con demasiados libreros como Dios manda.

En Santa Cruz de Tenerife recuerdo con mucho agradecimiento la labor desarrollada por el responsable de la librería La internacional, que estaba ubicada en la calle del Pilar y que tenía un vago parecido con Julio Cortázar. Aquel buen hombre recomendaba libros y le encantaba charlar con sus clientes aunque estos resultasen adolescentes con nada mejor que hacer que pasar la tarde en su establecimiento mientras exploraban títulos y títulos en las estanterías.

A él le debo mi afición, entre otros tantos escritores, de Ray Bradbury. Un día me recomendó El hombre ilustrado y descubrí algo así como el cielo.

Otro gran librero con el que me topé en aquella edad de misteriosa inocencia dirigía la Antonio Machado en Sevilla. Comenzó a hablar conmigo de literatura fantástica y a recomendarme autores –entre ellos el gran Joseph Sheridan Le Fanu– que me hizo muy doloroso dejar la capital andaluza (por aquellos días agitada por la celebración del Mundial de Fútbol en España– para regresar a esta isla de extrañas indiferencias.

El tercer librero al que puedo llamar librero con todas sus letras fue Paco Camarasa, responsable de la librería barcelonesa Negra y Criminal y a quien tuve la oportunidad de entrevistar en Los Cristianos, Tenerife, donde se encontraba para participar en un foro sobre novela policíaca. Tras apagar el magnetofón, hablamos y hablamos de esa literatura que tanto nos gusta y le pregunté si no tendría en los fondos de su librería un ejemplar de los cuentos cortos de Marc Behm que editó en su día la Semana Negra Gijón. Afirmó con rotundidad, me pidió mis señas y al cabo de las semanas me llegaba el ejemplar a casa. Leer este libro de Bhem, tras tantos años de fatigosa búsqueda, me hizo sentir que había nacido de nuevo.

Otra gente que llevaba una librería como debe llevarse una librería fueron los responsables de la ya mítica El Escribidor. Primero al mando de Fernando Senante y más tarde de Antonio Vizcaya y Maruchi Suárez. Aquel espacio se convirtió en una especie de oasis cultural en una capital que carecía de oasis culturales. Además de responder con celeridad a tus peticiones, Vizcaya y Suárez promocionaron las letras canarias con actividades tan marcianas en aquellos años como recitales de poesía y presentaciones de libros.

Gracias amigos por vuestra extraordinaria generosidad. No saben cuanto contribuyeron a hacerme feliz en unos días que ahora recuerdo en incómodo blanco y negro.

Las librerías que hoy se diseminan por la geografía tinerfeña ya no son como las de antes. Ya no hay libreros sino un atento personal que busca en un ordenador el título que deseas. Con esas, sin embargo, yo sigo teniendo un amor muy especial por las librerías y los libros. Por eso me da escalofríos cuando se habla de librerías virtuales y libros electrónicos… Tengo la sensación que no será lo mismo.

Viene todo esto a colación porque este viernes, 25 de noviembre, se celebra por primera vez en España el Día de las Librerías, día que nace con la pretensión de repetirse anualmente el último viernes de cada noviembre. A la fiesta se han sumado las librerías tinerfeñas. Así lo anunciaron el director insular de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo Insular, Cristóbal de la Rosa, y la presidenta de la Asociación de Libreros de Tenerife, Remedios Sosa, quienes informaron que esta iniciativa de conmemorar el Día de las Librerías parte de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL).

Para conmemorar la fiesta se celebrarán diferentes actos en todos estos espacios, como encuentros con autores, presentaciones de libros, debates, conferencias y cuentacuentos hasta las 22 horas.

No se indica en ningún lado, sin embargo, si adquirir un libro este día costará algo menos, pero es una idea que suelto para que la acaricien los organizadores.

No vendría mal.

CEGAL ha elaborado un decálogo, que regalarán a modo de marcapágina.

Que ustedes lo disfruten.

Y dos enlaces de interés:

El cineasta canario Roberto Pérez Toledo estrena también este viernes Seis puntos sobre Emma.

Y el Gabinete de Crisis propone al Gobierno de Canarias un más que razonable recorte del 30 por ciento en los presupuestos de Cultura para el 2012.

Saludos, masticando mi pasado, desde este lado del ordenador.

11 Responses to “Librerías, ¿qué haría yo sin ellas?”

  1. Víctor Conde Says:

    Por fortuna, Eduardo, eres de esas personas a las que les gusta ir más allá de la “mesa de los más vendidos” para olfatear en el polvo de los volúmenes del fondo, como el Carlino de Herzog. Ojalá todos fuesen así.

  2. Rafael-José Díaz Says:

    Yo recordaría a Noemí, la estupenda librera de El Paso lagunero, o Nano, el no menos simpático de El Paso santacrucero. También, lamentablemente desaparecida, la genial Al-Faro, comandada por la incombustible Ana Lima. Recuedo con gran afecto una librería que duró unos pocos años en la Rambla de Pulido, no recuerdo cómo se llamaba, pero sí que en sus anaqueles pasé horas evaporadas y porosas; también la mítica Goya, en la calle Viera y Clavijo, cuya planta alta era un santuario de literatura canaria: allí descubrí a los fetasianos, a los modernistas, a los vanguardistas, a los poetas del mediosiglo, a tantos y tantos olvidados pobladores de “Santa Cruz la nuit”. Y, como ha recordado Eduardo, la maravillosa El Escribidor de los tiempos de Vizcaya y Maruchy, memorables. Un saludo.

  3. admin Says:

    Creo que te refieres a la Librería de Fran, Rafael. O quizás a Rodin cuando se trasladó a Rambla de Pulido. Imperdonable, por otra parte, mi olvido de Goya. Gracias por recordármelo.

  4. admin Says:

    Y gracias Víctor por tan generosas palabras.

  5. Rafael-José Díaz Says:

    Creo que más bien debía de ser la Rodin. Recuerdo que tenía una gran cristalera y dos plantas. Debió de durar un par de años. Un lugar que, en cambio, creo que está hasta cierto punto desperdiciado (por la chatura y el amateurismo en la mayoría de las actividades allí organizadas) es la Librería del Cabildo. El espacio es estupendo y podría dar mucho más juego. No sé qué opinarás tú, Eduardo.

  6. admin Says:

    La librería del Cabildo por lo menos se mueve. Y cumple, me consta que contra viento y marea, sus cometidos. El espacio me gusta, aunque demasiado pequeño ¿no?

  7. Rafael-José Díaz Says:

    Sí, es un poco pequeña. Hubo, si no me equivoco, una propuesta del Cabildo en su momento (creo que en los tiempos de la inefable consejera D. X. Pérez) en el sentido de restaurar todo el Teatro Baudet para destinarlo a espacio cultural. Supongo que ese proyecto está durmiendo, como tantos otros, el sueño de los justos. A veces pienso que somos una tierra en permanente estado de desmantelamiento y provisionalidad.

  8. admin Says:

    Y el parque Viera y Clavijo continúa también cerrado. Y eso solo en Santa Cruz.

  9. Patrick Says:

    El teatro Baudet creo que es propiedad del cabildo y el proyecto de remodelación está hecho, pero como siempre sin presupuesto para realizarlo…

  10. cautivo y desarmado Says:

    Que gran espacio sería. Como se echa de menos a Dulce, en todo. Tanto que la criticamos… Uno vendrá que bueno te hará…

  11. Alfonso González Jerez Says:

    Cómo se echa de menos a Dulce?
    Lo que hay que oír…

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