La narrativa que se escribe en Canarias tiene también acento fantástico

Canarias cuenta, poco a poco, lentamente, con esa modorra característica de las gentes que habitan estas tierras, con autores especializados en literatura fantástica. Escritores que comienzan a asomar la cabeza y que insisten, y con relativo éxito, en plantear historias según las claves de un género que invita a la evasión y en muchos de los casos a la creación de universos alternativos poblado de extrañas criaturas sin renunciar en algunos casos al desafío de ambientar sus relatos sobrenaturales en una geografía reconocible como es la de las islas y que en el caso de Tomás Felipe y Ángel Luis Marrero Delgado adquiere proporciones inquietantes.

El primero desarrolla la acción de Extraño en su mundo y Pasa la tormenta en El Hierro y en una ciudad de Las Palmas de Gran Canaria futurista y repartida en distritos que funcionan como compartimentos estancos. Con Ecos, hasta la fecha su último libro publicado, Tomás Felipe explora la literatura de fantasmas con resultados más que notables al proponer una clásica historia de espectros en una finca próxima a La Laguna, que habitan esos espectros, los Ecos que dan nombre a esta novela.

Ángel Luis Marrero rinde un sobresaliente homenaje a los escritores norteamericanos Edgar Allan Poe y H. P. Lovecraft en La extraordinaria narración de Peter Pendulum, en la que su protagonista llega a un archipiélago canario en el que viven seres grotescos y monstruosos; y con influencias de Washignton Irving, El vampiro de la puñeta, en la que un no muerto aterroriza a los habitantes de La Puñeta, una aldea perdida en el macizo de Anaga hasta que…

Ganadores del premio Minotauro son Elio Quiroga y Víctor Conde, pseudónimo tras el que se encuentra Alfredo Moreno Santana, por sus novelas Los que sueñan y Crónicas del Multiverso, respectivamente.

En este caso, mientras Quiroga simultanea su trayectoria como escritor con el cine, Conde mantiene una fidelidad al género desde que, prácticamente, comenzó a publicar.  La originalidad de estos autores es que manejan situaciones diversas, en el caso de Elio Quiroga con más gusto al terror, aunque visto en ocasiones con agradecida ironía y en el de Víctor Conde hacia la ópera espacial. La exploración de otros planetas y galaxias en historias que se caracterizan por la complejidad de sus tramas y personajes.

Azote y reivindicador del género es Pedro Jorge Romero, viejo conocido del fándom nacional y autor de varias novelas de ciencia ficción, la última de ellas El tríptico de Dios, escrita en colaboración con Miguel Barceló.

Cultiva el género, aunque en su variante más barroca e inquietante, Jonathan Allen quien propone una interesante revisión a la novela de fantasmas en su sentido más clásico en Julia y la guillotina y Sangre vieja, en la que aporta una nueva criatura al panteón de criaturas fantásticas y que en esta novela son algo así como resultado de un mestizaje entre el príncipe de los vampiros de Stoker con los de la mente de Dan Simmons.

Félix Díaz es también un escritor cuya producción literaria está cuajada de novelas de ciencia ficción y fantasía como Titanes y Aislados, entre otras y Ana Joyanes es autora de la curiosa Noa y los dioses del tiempo, autores que ponen de manifiesto que los que cultivan el género como los que lo tantean en Canarias explotan prácticamente todas las temáticas del fantástico. Citamos a Víctor Doreste y su Faycán. Memorias de un perro vagabundo y un fantástico que se vende como más literario es el que cuaja muchas de las novelas que Víctor Álamo de la Rosa dedica a su peculiar mundo imaginario de Isla Menor y Sabas Martín con la serie de novelas que ubica en Nacaria, así como en su Ritos y leyendas guanches yen  ese divertimento de novela popular de ciencia ficción que es La isla interior.

Escriben fantasía Carlos González Sosa y Rayco Cruz, quienes desarrollan relatos en clave de fantasía épica con libros como Los Señores de los Siete Tronos o La Tierra Negra, y en fantasía juvenil Sandro Doreste Bermúdez (saga La Caída del Submundo), Mélani Garzón Sousa (saga Dominadores de Almas) y Jessica Herrera (saga de Sangre) sin olvidar a Leandro Pinto, David Melián Godoy y Miguel Aguerralde en títulos como Pandemonio, Compendio de Mundos o Caminarán sobre la Tierra, respectivamente.

Sin caer en un fantástico radical pero sí bordeando la difusa lineal que limita su territorio, aún conserva su frescura original El don de Vorace, de Félix Francisco Casanova y Las espiritistas de Telde, de Luis León Barreto. Por otro lado, En tierra de demonios, de Elizabeth López Caballero propone una historia que no termina por definir si las alucinaciones que sufre su protagonista son de verdad o fruto de la imaginación, problema en el que cae también Jonás Meneses en Salacot, y Gustavo Reneses en Ucanca, en la que se sirve de una geografía real como es la del valle Ucanca (Tenerife) para ubicar un poblado de majaras que parece sacado de una novela de Jim Thompson.

Otros escritores que han tanteado con lo fantástico son Mariano Gambín, quien introduce en algunas de sus novelas elementos cuanto menos sobrenaturales como en La casa Lercaro y el Viento del diablo; Gerardo Pérez Sánchez con El peso del tiempo, Antonio Martín en Lonitas negras; David Galloway en La cueva de las mil momias y el tristemente fallecido Pompeyo Reina en varias de sus novelas enigmas que desarrolla en La Laguna.

Ya puestos, puede tener una lectura fantástica La otra vida de Ned Blackbird, aunque la pretensión de Alexis Ravelo se escore más hacia el experimento literario que otra cosa; algo similar a lo que hace Santiago Gil con Yo debería estar muerto, y fábula con influencias a La colina de Watership, de Richard Adams al estar protagonizada también  por conejos El cazador de la inocencia, de María Candelaria Pérez Galván.

Suena tanto la fantasía que se escribe en las islas que tres editoriales canarias como 23 Escalones, Aguere/Idea y Mercurio se han especializado en el género o, como es el caso de las dos últimas, cuentan con colecciones exclusivamente fantásticas.

Ediciones Aguere/Idea ha publicando novelas como La fortaleza al borde del tiempo, escrita por Edward T. Riker, pseudónimo de un “autor que ha dedicado su vida al mundo de la fantasía”, se lee en la reseña biográfica; El resurgir de la esperanza. Caballero del Odio 1, de Yauci Manuel Fernández; La última galaxia, de Ángel Curiá Martínez. Alayón y Cuento mágicos de Iván Morales Torres, así como la antología de relatos Trece gramos de gofio estelar, la primera compilación que tengamos noticia de cuentos fantásticos y de ciencia ficción cien por en canarios, y en el que participan con desiguales relatos Sergio Barreto, Moisés Cabello, Jesús R. Castellano, Eduardo Delgado, Agustín Díaz Pacheco, Miguel Ángel Díaz Palarea, Félix Díaz, Ramón Herar, Olga Márquez, Iván Morales, Víctor Ramírez, José Rivero Vivas y Juan Ignacio Royo.

Uno de los autores de esta antología, Sergio Barreto, obtuvo por Vs el premio Benito Pérez Armas, título que recuerda asegura el jurado “a la narrativa de autores curtidos en el género, como Cormac MacCarthy”. Habrá que leerla, no obstante, para observar su estamos de acuerdo o no con ellos.

A modo de conclusión, somos concientes que nos dejamos títulos en el tintero pero si no aparecen es porque no contamos con referencias sobre ellos. La voluntad de este artículo ha sido la de orientar y llamar la atención sobre un fenómeno que está sucediendo, que está ahí, delante de nuestras narices y que supone solo la vanguardia de una tradición genérica que, pese a las encendidas voces que están en su contra, se está haciendo un hueco no solo en la literatura que se crea en Canarias sino más allá de sus fronteras insulares.

Galdós exploró también con el fantástico

Aunque siendo muy joven se trasladó a la península y, una vez establecido en la capital de España, se convirtió en el indiscutible escritor de Madrid de finales del siglo XIX, Benito Pérez Galdós fue un escritor prolífico que cultivó casi todos los géneros. De hecho es autor de al menos doce cuentos que están adscritos al fantástico y que en su momento fueron recopilados por Alan E. Smith en un libro editado por Cátedra que lleva por título, precisamente, Cuentos fantásticos. Este volumen reúne los relatos Una industria que vive de la muerte (1865); La conjuración de las palabras (1868); La novela en el tranvía (1871); La pluma en el viento (1873); La mula y el buey (1876); La princesa y el granuja (1877);  Theros (1883); Celín (1889); Tropiquillos (1890); ¿Dónde está mi cabeza? (1892); El pórtico de la gloria (1896) y Rompecabezas (1897). El interés de Galdós por el género hay que encontrarlo, sin embargo, en sus comienzos como escritor en La sombra y mucho más tarde con El caballero encantado (1909), en el que reflexiona sobre las posibilidades literarias del doble.

Saludos, hijos de la noche, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “La narrativa que se escribe en Canarias tiene también acento fantástico”

  1. Ana Says:

    Apunto tímidamente a estos títulos el mío propio: “Leyendas de la Tierra Límite”, presentado en sociedad por el mismo Víctor Conde y que lleva 10 ediciones vendidas en España y Latinoamérica. Es juvenil, pero fantasía. Una juventud lectora lo ha permitido :)

  2. admin Says:

    Gracias.

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