“Los jesuitas me enseñaron a no creer”

El catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, Javier Sádaba (Portugalete, Vizcaya, 1940), impartió hace unas semanas en Tenerife la conferencia ¿Por qué hay que saber ética? con motivo de la celebración de la Fiesta de Arte que organizó el Ateneo de La Laguna, un encuentro que acogió el teatro Leal y cuyo acento musical lo puso la pianista Sophia Unsworth.

La ética, el filósofo austriaco Wittgenstein y la religión estructuran el núcleo duro de las observaciones de Sádaba, quien ha volcado sus reflexiones en libros como Saber vivirDiccionario de Ética,  La Vida BuenaPrincipios de bioética. Este año ha publicado, además, tres nuevos libros, uno de ellos memorias y otro dirigido al público infantil y que llevan por títulos La religión al descubiertoMemorias comillenses¿Van los perros al cielo?

- ¿Qué caminos le llevaron a la ética?

- Uno acaba normalmente siendo un cúmulo de casualidades, no hay una línea que te lleve, por lo menos en mi caso y en la mayoría de los casos, así que estoy donde quiero estar y me encanta. Fui un buen estudiante y mi padre, que fue el clásico maestro represaliado y tenía una gran tradición intelectual, me pasó un día un libro de Kant, editado por Juventud, y me encantó su lectura pero aún no había definido lo que iba a hacer. Es probable que hubiera terminado una carrera técnica que era lo que se hacía entonces en Bilbao pero me decidí a entrar en la Universidad de Comillas por, pienso que primero un exceso de infantilismo intelectual al plantearme que lo más importante en la vida era salvar el alma, una etapa que coincidió con el resurgir del cristianismo que se produjo en Europa al finalizar la II Guerra Mundial. No obstante, llegué a Comillas –una universidad en la que todos los obispos menos uno habían estudiado en aquellos años– sin tener demasiada vocación porque estaba lleno de dudas religiosas, aunque continué los estudios porque desde un punto de vista teórico estaba muy bien y aprendí letras clásicas pero me veían excesivamente racionalista y dubitativo; poco adaptado a la disciplina de los jesuitas y marché a Salamanca por mis estudios eclesiásticos y de allí a Roma en unos días en los que comenzaba a contar con un núcleo propio, Wittgenstein, y viajé a Alemania donde hice el doctorado.

- Pero ¿cuándo llega a la ética?

- Para Wittgenstein la ética es lo que importa. Mi tesis estudia a Wittgenstein y el lenguaje religioso, y el lenguaje religioso es, antropológicamente, el centro del ser humano para entender cómo funciona. El año que pasé en Alemania fue uno de los más importantes de mi vida porque fue allí, además, donde conocí a mi mujer, que era española, y que tras su muerte ha dejado un vacío grandísimo en mi vida. Pero volviendo a la pregunta, terminé en Madrid porque Carlos París creó esos años un departamento en la Universidad Autónoma de Madrid, y me reclamó en unos días en los que estaba muy metido en filosofía lingüística pero sin abandonar la ética y llegó el momento en que alguien tenía que darla e impartí ética y sociología hasta que salió la cátedra. La verdad es que me interesa mucho la filosofía y ahora me interesa la bioética y una ética que sirva para la calle y que hable de los problemas reales de la gente.

- Dice que ahora le atrae la bioética.

- Viene de lejos. Pasa cuando lees la obra de Aristóteles, quien al principio es muy metafísico y después lo que le interesa es la historia de los animales y lo empírico.

- ¿España es un país de filósofos?

- En España lo que se da es mucha filosofía del engrudo, que es la filosofía vacía, interpretativa, hermenéutica que no sabe lo que dice y que entontece a la gente. En mi caso, empecé a observar problemas decisivos, tantos que el setenta por ciento de los problemas que vamos tener serán sobre células madres, clonación, que van a provocar serías modificaciones que obligarán a cambiar el paso de nuestra cultura pero que al mismo tiempo nos conducirá a grandes cambios de la naturaleza y eso nos va a llevar a profundas transformaciones y plantea problemas tremendos como hasta que punto cambiará nuestra identidad, la de los sujetos, por lo que la ética, además de los problemas que aborda siempre, se ocupará también de éste porque nos estamos jugando nuestro papel como sujetos y la bioética es la reflexión que la ética ejerce sobre los grande avances de las ciencias, sobre todo la genética.

- Es un asunto que preocupa y que tiene su espacio en los medios de comunicación.

-Yo me quejaría porque si bien se da bastante información en los medios casi siempre es en clave sensacionalista y unas veces se hace bien y otras mal. Somos muy pocos los que trabajamos la ética en este país, casi se pueden contar con los dedos de una sola mano. Así que quitando a Camilo José Cela Conde, un gran especialista en teoría de la evolución y José Luis Velázquez, hemos tardado mucho en que se hable de ella con conocimiento. Lo más importante, no obstante, es que la gente no pase hambre y que se viva en una sociedad justa, pero ahora hemos entrado dentro de nuestra propia alma.

- ¿Y cómo transmite ese pensamiento en sus libros?

-  He escrito trabajos muy académicos como Lenguaje religioso y filosofía analítica, en el que hay que saber bastante lógica para meterse en él, hasta que en un momento determinado reflexioné que había que hablar a la gente, traducir la filosofía porque en ella se plantean lo problemas para intentar ser feliz, y eso interesa. Einstein decía ‘voy a ser lo más claro posible, más no’ y como consecuencia en mis últimos libros procuro escribir de la vida buena, lo que implica una comunidad que sea realmente democrática en la que los políticos actúen como recadistas de los problemas de la gente y no de otra forma. Por otro lado, me sigue interesando mucho la religión porque es una forma, sino la forma, más importante para conocer al ser humano en cualquier cultura.

- ¿Se considera cristiano?

- No. Y fue un proceso porque siempre tuve mis dudas, así que no fue una adhesión porque las adhesiones conducen inevitablemente al fundamentalismo. En mi caso, comenzó cuando me resultaron increíbles los evangelios, que fueron escritos doscientos años más tarde de la muerte de Cristo. La religión plantea la lucha del bien contra el mal y aquello me parecía increíble. De alguna manera, los jesuitas me enseñaron a no creer porque era gente ilustrada, y un ilustrado no se cree nunca las cosas del todo, no es un dominico.

- Es curioso como las tres grandes religiones del planeta, todas ellas monoteístas, han terminado a lo largo de la historia y por el fanatismo de sus creencias en convertirse en amenazas.

-  Y en este tema hay que ser lo más sincero posible. Procuro ser lo más libertario y tolerante que puedo porque creo que hay solo dos o tres principios que hay que llevarlos a rajatabla y uno de ellos es que nadie imponga nada, sobre todo si emplea el engaño con un más allá. Los evangelistas están arrasando ahora en América del Sur y en España, donde han penetrado en zonas muy pobres y es una especie de resurgir del espiritismo y eso es un atraso porque idiotiza a la gente. Por otro lado, y si bien el catolicismo en España se ha secularizado, aún cuenta con grupos ultras que son muy ultras, y poder desactivarlos resulta muy difícil y, por último, la amenaza más peligrosa de todas es el Islam. Si se lee el Corán, es terrible, es peor que las peores partes de la Biblia y esto hay que decirlo, pero sin caer en fobias ni, cuidado, en el pensamiento correcto, que es siempre incorrecto y de derechas.

- Y puestas así las cosas, ¿no le preocupa que desaparezca la filosofía de las universidades?

-  La han dejado en un tercio en Bachiller. La ética, por ejemplo, es opcional y la historia de la filosofía es la única que se mantiene por lo que poco se puede enseñar. En las facultades y con lo de Bolonia la tendencia es unir, y no me parece mal que la filosofía se impartiera con las ciencia porque filosofía es saber decir que no, dar la vuelta a las cosas, interrogarse, por lo que si se elimina solo se va a fomentar la memoria de pez.

- ¿Qué utilidad tiene la filosofía?

- La filosofía te hace repensar por lo menos dos veces una cosa y es una de las víctimas de esa ofensiva mundial que ha iniciado el liberalismo a favor del dinero y el éxito por encima de cualquier cosa. Y eso hace que se pierda el saber científico y el humanismo.

- ¿Y cómo se aplica a los nacionalismos?

- Escribí no hace mucho un artículo con el título de Ser vasco en Madrid en respuesta a otro artículo en el que se ponía a caldo todo lo que fuera nacionalismo vasco y me harté. Si el nacionalismo es una nación que tiene derecho a tener un estado soy antinacionalista y entre los nacionalismos que conozco el más extremo es el de la Constitución española, cuyo artículo segundo dice que la Constitución se basará en  la indisoluble unidad de la nación española. Por otro lado, hay un nacionalismo benigno que valora las cosas propias y que poco a poco se abre a todo lo universal. En mi caso, quiero que se conserve el euskera y ciertos deportes y formas de vida de un país que tiene muchos defectos pero que, a veces, y siendo tan pequeño, tiene también grandes aciertos, y ese es un nacionalismo más que respetable. Políticamente tiene que estar en Francia y España pero si a Escocía se le ha permitido y se hace democrática y pacíficamente ¿por qué no? La gente no distingue entre autodeterminación e independencia cuando son dos cosas distintas. Autodeterminación es yo quiero que me pregunten, y en Euskadi a lo mejor estamos a favor de la autodeterminación un 60 por ciento y de la independencia un 30.

- Este año ya ha publicado tres libros, ¿está escribiendo otro?

- Me he quedado muy seco. Respecto a esos tres libros, mis memorias de Comillas, Memorias comillenses, en parte es memoria histórica porque está escrito para recordar como era España en aquellos años; La religión al descubierto es académico pero se lee bien y el tercero, ¿Van los perros al cielo?, y que a lo mejor es el que más éxito o menos fracaso va a tener, es la religión hecha critica y mentalmente explicada a niños de 10 a 12 años, un trabajo que personalmente ha sido muy bonito y en el que muestro cómo hay otros tipos de religiones para que aprendan y sepan cuál escogerán.

Saludos, cuando se ejerce un oficio que, a veces, te brinda modestas recompensas, desde este lado del ordenador.

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