Juan José Rastrollo: ““Lo que me interesa de esta novela es que narra cómo se escribe esa misma novela”

Berlín-Barcelona Kabarett (colección Púrpura Salto de Página, 2018) se trata de una novela con ímpetu metaliterario que se ambienta en estas dos ciudades europeas durante el período de entre guerras y que tiene ecos a otras obras que se desarrollan en la misma época aunque Juan José Rastrollo (Elche, 1968) aún reconociendo esta influencia ha construido un artefacto literario original en el que explora géneros muy diversos que van, entre otros, del epistolar al folletín.

Juan José Rastrollo obtuvo con esta novela el premio Unamuno en su segunda edición. Un certamen que convoca el Cabildo de Fuerteventura y que está dotado con cuatro mil euros más la edición de la obra.


- Su primera novela obtiene el premio Unamuno, que concede el Cabildo de Fuerteventura. ¿Berlín-Barcelona Kabarett?

“Cuando piensas el título de un libro buscas un poco el efecto melódico aunque lo propio, cuando surge la idea de la novela, la idea inicial de Berlín-Barcelona Kabarett viene de la lectura de Los cuadernos de Fritz Kocher, de Robert Walser, en un año, el 2014, en el que leo y estoy muy interesado por la narrativa alemana. Los cuadernos de Fritz Kocher lo protagoniza un muchacho que escribe una especie de diario íntimo que su madre encuentra tras su fallecimiento y en el que expresa la voluntad de su publicación y a mi me pareció una idea atractiva y a partir de ahí surge el protagonista de Berlín-Barcelona Kabarett así como la ida de conectar dos ciudades durante los años treinta del siglo XX”.

- Una de las características de la obra es la ambientación de ambas ciudades.

“Se dieron una serie de circunstancias que coincidieron con la lectura de Berlín Alexanderplatz, de Alfred Döblin, varias estancias en la ciudad y mucho cine, sobre todo cine de la época como Berlín, sinfonía de una gran ciudad, el documental de Walter Ruttmann de 1927 que contribuyeron a que me interesara mucho por ese Berlín y que intentara conectarlo con una Barcelona de los años treinta aunque, en cierto sentido, se trata de una novela arriesgada porque lo más normal durante aquellos años era que el español que se iba a estudiar al extranjero se fuera a París pero mi protagonista, que es seminarista, quiere formarse como escritor en Alemania. Y visita los cabaret de Berlín porque no solo son salones de baile sino espacios de reflexión política en los que se encuentran muchos de los escritores e intelectuales alemanes de aquel tiempo”.

- Además de su protagonista, español y seminarista, construye un triángulo en el que interviene Úrsula, una cabaretera y su amante, un joven de origen ruso. Llama la atención que adentre a este aspirante a sacerdote en los antros de perdición del Berlín de los 30.

“El personaje de Delfín Barroso es muy del 98 en el sentido que es el tipo de hombre que se deja arrastrar por las circunstancias. Tiene conciencia de clase, es de familia acomodada catalana y duda sobre su vocación religiosa aunque forzado por la madre ingresa en el seminario. Delfín Barroso solo siente fascinación por la literatura y quiere ser escritor. En cierto sentido, se trata de una novela psicológica en la que el protagonista escribe un diario para conocerse a sí mismo y en el que registra momentos en los que se sorprende a sí mismo pero como quiere ser escritor y contar su vida, su vida antes de Berlín no es demasiado novelable sino más bien gris, escribe en ese diario lo que descubre en esta gran ciudad como su encuentro con Úrsula, la cabaretera, que está inspirado en el personaje femenino de Adiós a Berlín, la crónica novelada de Christopher Isherwood que inspiró el musical Cabaret, y que me ayudó a conectar dos mundos, como es el de ella, una mujer sin prejuicios, con el de él, cohibido pero con ganas de vivir experiencias y al que se suma el amante ruso de Úrsula, lo que establece, me han comentado, una relación de poliamor. Por otro lado, lo novedoso es cómo vive Delfín una noche de locura y orgía con la pareja, pareja para la que no representa nada porque está acostumbrada a montarse estos tríos”.

– Un atractivo de la novela es el estilo que ha escogido para contarla: diario, cartas, tercera persona…

“Me tomé con bastante calma la escritura de la novela, una novela que se fue construyendo a base de fragmentos tras perfilar al protagonista y los escenarios en los que se desenvolvería: Berlín y Barcelona. A partir de ahí no tuve muy claro hacia dónde iba con el relato pero sí que me interesaba recrear determinados escenarios y mezclar y al mismo tiempo romper la estructura de los géneros. Me interesaba construir una novela que no fuera solo novela sino poema y que combinara la epistolar, folletinesca con la romántica con el fin de transparentar todos los mecanismos de la ficción narrativa. En este aspecto, lo más interesante de escribir la novela fue que cuenta la historia de cómo se está escribiendo esa misma novela. El protagonista quiere escribir un libro pero no acaba de hacerlo y narra cómo lo está escribiendo”.

- El ambiente de Barcelona de los años treinta que describe en la novela recuerda al de la actualidad.

“Recuerdan a la actualidad y algunos de los hechos que se han producido recientemente demuestran que la historia es un bucle y que se repite, parece que hay un guión escrito. Cuando empecé con Berlín-Barcelona Kabarett en 2014 el proceso soberanista empezaba y no se podía perfilar entonces lo que iba a pasar después pero corrobora también que no aprendemos de los errores aunque Delfín Barroso no está implicado políticamente ya que solo le interesan las prostitutas y no los feligreses pero es inevitable que sufra los vaivenes de su tiempo porque, como decía Miguel de Unamuno, la Historia es la posibilidad de los espantos y si uno quiere espantarse, la Historia demuestra con claridad que podemos llegar mucho más allá. La otra vuelta de tuerca del proceso soberanista es que no es más que un cúmulo de situaciones que ya se produjeron en el pasado”.


- Uno de los personajes secundarios de la novela, Magnus Hirschfeld, existió realmente…

“Fue un sexólogo que dirigió un instituto de la sexualidad y que consiguió algo muy importante y es que la homosexualidad no se contemplara como una enfermedad. Para ello, presionó a grandes intelectuales y personajes importantes de su época para que firmaran un manifiesto en el que se decía que la homosexualidad no era una enfermedad y logró que en Alemania al menos mucha gente a raíz de este texto dejara de considerarla como tal”.

- Como escritor se permite algunos anacronismos en la novela, como incluir frases de películas que no se rodaron en la época en la que desarrolla la historia.

“Me permití algunas licencias que pueden chirriar pero al escribir la novela, y partiendo de la base de que no entiendo Berlín-Barcelona Kabarett como una novela histórica, lo que quise fue establecer puentes entre el presente y el pasado. Los anacronismos que aparecen, y cuyo texto se distingue por la cursiva, son citas directas de Johnny Guitar, El último tango en París y El padrino. Lo que me interesaba demostrar es que esos diálogos son eternos, de todos los tiempos”.

-La novela pasa de puntilla por el aspecto político.

“No me interesaba que el lector buscase la verdad de la Historia pero sí que reflexionase sobre su transcurso. En el caso del protagonista, ve pintadas y gestos supremacistas de los nacionalsocialistas que son las mismas pintadas y gestos que observa cuando regresa a la Barcelona de su época”.

- Sin embargo, ¿cómo llega a sentir eso una sociedad aparentemente culta y liberal?

“Pues de la misma manera con que lo observa Delfín Barroso, es una realidad que está ahí, que se ha ido gestando, pero ante la que se vive de espaldas. Y eso pasa en la actualidad en la Cataluña en la que vivo, donde muchos no nos creemos realmente lo que está ocurriendo porque le hemos dado la espalda a ciertas situaciones políticas que no acabamos de creer”.

- Llama la atención la importancia que tuvo Berlín en aquellos años de entre guerras.

“Berlín tuvo en aquella época unos cuatro millones de habitantes. Era una ciudad muy moderna por lo que pese a que la mayoría de los estudiantes extranjeros se marcharan a París, muchos también lo hicieron a Berlín en busca de una cultura alternativa. En mi caso me interesaba además estudiar la efervescencia y el ambiente de aquella ciudad en años tan disparatados y convulsos como fueron los 30”.

Saludos, conversamos, desde este lado del ordenador.

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