¿Nombre? Pedro Perdomo Azopardo

Eliseo Izquierdo lo recuerda en Periodistas Canarios, y poco o nada es la información que he podido recabar de un puñado de compañeros que ni siquiera, comentaron algunos, conocían ni de nombre a este periodista y escritor que merece ocupar otro espacio no solo en el maltrecho universo de la prensa canaria sino en el literario que se cocina a este lado siempre agitado del Atlántico.

¿Nombre? Pedro Perdomo Azopardo, de quien he leído hasta la fecha dos libros que rompen la regla de lo que se escribe en este archipiélago abandonado de la mano de los dioses, y en el que su autor propone una mirada muy personal –de ahí que apenas sus obras hayan sufrido el arañazo del tiempo– a la literatura de viajes.

Estas narraciones, hoy muy difíciles de encontrar salvo si se buscan en librerías de ocasión o rastros donde los libros se queman al sol, llevan por título Mussolini. Análisis de un dictador y La vida golfa de Don Quijote y Sancho.

En el primero de los volúmenes, Pedro Perdomo Azopardo escribe un periplo en el que mezcla lo histórico con el paisaje tras las huellas del dictador italiano.

El punto de partida, que para unos puede parecer estrafalario, se convierte pronto en un turístico viaje por Italia para visitar los lugares en los que Benito Mussolini marcó los pasos de su destino y muestra, de paso, como la sombra del primer camisa negra sigue estando presente de una u otra forma en el país de la bota.

El itinerario se refuerza con una serie de reflexiones sobre la fascinación que ejerce el poder y rastrea la huella mussoliniana por Italia, un país en constante transformación a finales de los ochenta, años en los que Perdomo Azopardo realizó el viaje, organizó sus notas y terminó escribiendo esta rareza, este insólito recorrido por los espacios en los que se forjó como político el Duce.

El libro comienza su andadura en la Piazzale Loreto, Milán, plaza en la que acabaría colgado Mussolini, su amante, Clareta Petacci, y otros jerarcas fascistas en abril de 1945. Entonces, escribe Azopardo, no había plaza sino una estación de servicios. Hoy, en un pequeño jardín, se recuerda que en ese mismo lugar, meses antes los fascistas habían ajusticiado a un grupo de patriotas partisanos.

Pedro Perdomo Azopardo visita también el lugar en el que estuvo cautivo Mussolini antes de su ejecución, ya cadáver sería trasladado a Milán donde sería objeto del escarnio público.

El libro está estructurado en diferentes apartados, algunos, sobre todo los primeros, se escoran más hacia lo histórico mientras que los de la mitad y finales reflexionan sobre la permanencia del fascismo no solo en la sociedad italiana y muestra con notables descripciones, fotografías convertidas en palabras, distintos paisajes que marcaron la vida y la obra del Duce.

Sin embargo, y a título personal, destacaría de este libro escrito sin apasionamiento y vocación de no zozobrar en el maniqueísmo, buenos y malos hay en todas partes, la frustrada entrevista que el periodista y escritor grancanario pretende mantener con donna Raquelle, la viuda de Benito Mussolini, en su Villa Carpena. En este segmento, el hombre ya no juzga la Historia sino que aspira a estar frente a frente con ella. El empeño, sin embargo, no llegará a buen puerto por la edad de la mujer, le dice la pequeña corte que rodea a la que fue la primera dama del régimen fascista. Respuesta que asume con resignación y casi diría con alivio el periodista ahora convertido en escritor. Es la primera gran derrota de su largo y entretenidísimo periplo por una Italia en cuyas catacumbas se sigue rindiendo culto al dictador.

Pedro Perdomo Azopardo comenzó su carrera profesional en el Diario de Las Palmas, donde trabajó hasta 1977. Es autor además de los dos libros citados, de Italia roja y negra, lo que pone de manifiesto el interés que sentía por este país al que intentó comprender con las armas que emplea el periodista.

El humor, un humor en ocasiones cruel como la vida misma, inunda las páginas de la novela viajera La vida golfa de Don Quijote y Sancho, en la que actualiza a la universalmente conocida pareja cervantina en una obra donde el caballero de la triste figura no combate, curiosamente, contra molinos de viento sino una sociedad que pierde como quien no quiere la cosa muchos valores heredados del pasado.

No tiene el atractivo histórico de Mussolini. Análisis de un dictador, pero muchas de sus páginas conservan una frescura que no hace demasiado titánica su lectura.

La novela se desarrolla en Madrid en los años setenta y si bien su protagonista se llama don José, o don Pepe, se le conoce en el barrio como el Quijotes, así, con ese. Es el dueño de una tienda de comestibles en los alrededores de la plaza de toros de Las Ventas, y lo ayuda en los quehaeceres un empleado de raza gitana que se llama Sancho. Aparecen, además, otros personajes de la inmortal novela de Cervantes como Sinforosa (Dulcinea), una vecina de Vallecas y Rocinante, una motocicleta que compró en un cementerio de automóviles de Carabanchel.

El libro traduce con cierta originalidad muchos de los momentos más conocidos y celebrados del Quijote original a los tiempos en los que se desarrolla esta nueva versión, aunque afortunadamente Pedro Perdomo Azopardo no insiste mucho en el asunto porque sabe, es consciente, que resulta imposible imitar la genialidad del maestro. Con todo, y una vez que se olvida de parodiar la obra que nació aparentemente como una parodia y sátira de los libros de caballería, La vida golfa de Don Quijote y Sancho se deja leer con una sonrisa. Es decir, que se trata de un libro escrito con muchas ganas de cachondeo y con ánimo, muy tímido es verdad, de desacralizar al clásico cervantino. No hay voluntad, en todo caso, de hacer mal alguno sino de utilizar una obra de referencia de nuestra literatura para contar con cierta mirada ácida la realidad de su tiempo. Un tiempo, se recuerda, que son los años setenta del pasado siglo.

La edición que tengo está firmada por el autor a un amigo. La data, leo o mejor traduzco, en 1977. El libro cuenta con la biografía más extensa a la que he tenido acceso hasta la fecha de su autor. Por ella me entero que Todo el bronco sabor de la existencia fue una novela inédita que resultó finalista al premio Menorca, que se llevó finalmente Carmen Laforet por La mujer nueva y en el que participaron también escritores cuya carrera ya estaba consolidada como Tomás Salvador, Mercedes Ballesteros y Francisco Alemán Sáinz.

Con todo, y como se dijo al principio, la obra literaria de Pedro Perdomo Azopardo continúa olvidada. Y eso que apenas escribió tres o cuatro libros a lo largo de una vida en la que estuvo condenado a la máquina de escribir para contar historias de su tiempo bajo la forma de noticias.

Un amigo, periodista también, me dijo en cierta ocasión que tenía alguna referencia del personaje que ocupa estas líneas pero apenas tenía nada que ver con las que me ofreció otro que, incluso, llegó a decirme que había hablado personalmente con él. Al final no hice caso a ninguna de las versiones por lo que Pedro Perdomo Azopardo ha quedado diluido en mi fantasía, fantasía en la que solo toma cuerpo como autor de un original libro de viajes, Mussolini. Análisis de un dictador, y de una novela viajera en la que humor y sátira se dan la mano con oficio.

Saludos, ay mi cabeza, desde este lado del ordenador

4 Responses to “¿Nombre? Pedro Perdomo Azopardo”

  1. Huevo de Oro Says:

    Recuerda este misterioso asunto a la figura de Salvador Sagaseta, que tambien estuvo por esos mismos andurriales y ese Azopardo , asi a bote pronto, suena un poco a pseudonimo. No deje por favor de informar si tirando del hilo llega a puerto. Saludos. Gracias

  2. admin Says:

    Créame usted, el Azopardo no es pseudónimo

  3. Cremonese Says:

    En efecto no lo es. Tal vez le interese saber o quizas lo sepa ya, que existe una violinista de primer nivel mundial residente actualmente en Brooklyn, ignorada en su tierra y que ni siquiera lleva su apellido por razones que no vendria a cuento aqui exponer.

  4. admin Says:

    ¿Cómo se llama esa violinista?

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