Mircea Cărtărescu: “El Nobel no está en mi mente”

Llegó, vio y convenció, este podría ser el resumen de los días que pasó en el Puerto de la Cruz el candidato años va y año viene al Premio Nobel de Literatura Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), que estuvo en la isla como invitado del ciclo Puerto de letras. Escritura en diálogo, y al que acompañó durante su estancia la traductora de sus textos al español, Marian Ochoa de Eribe.

El escritor rumano, un confeso lector compulsivo, se encuentra en estos momentos trabajando en la que será su nueva novela. Una novela que anuncia será diferente a las anteriores que ha escrito porque se trata “de una falsa novela histórica”. Mientras tanto, continúa leyendo a los clásicos en latín, que son los autores que sedimentaron la literatura de un autor que se hace preguntas. Muchas de ellas sin respuesta posible.

- ¿Cuándo se despierta en usted la necesidad de escribir?

“Tengo una memoria extraordinaria así que todo lo que escuchaba en verso de pequeño lo aprendía de memoria. Mi madre recuerda que cuando era un niño reunía a mi alrededor a los amigos para recitarles poemas. Después vino la lectura. No sé si soy un buen autor pero me considero un gran lector. La lectura ha sido la pasión de mi vida. No puedo verme en ningún momento del pasado sin un libro entre las manos. Al igual que Mallarmé tengo la sensación de que he leído todos los libros y al leer tanto, sentí la necesidad de escribir. Esto vino a suceder cuando tenía los catorce años, que es la edad en la que comencé a escribir mis primeros poemas y relatos que eran muy ingenuos y poco profesionales. En el instituto tuve la suerte de tener acceso a un círculo literario muy bueno y cuando llegué e la universidad empecé a escribir de verdad. Éramos un grupo de jóvenes escritores que queríamos revolucionar la literatura rumana y en cierto sentido lo conseguimos. Entonces eran los años 80, al final de la dictadura rumana, y las condiciones de vida eran extraordinariamente malas pero nosotros amábamos la literatura por encima de todo, sobre todo la poesía, así que pasamos esa etapa de una manera digna”.

- ¿Cuáles fueron sus primeras lecturas? ¿Y cuáles son las actuales?

“Soy un lector omnívoro y no solo en lo literario ya que me interesan todos los ámbitos, todo el conocimiento, la filosofía, las matemáticas, la teología, las ciencias y, por supuesto, mi favorita, que sigue siendo la poesía. No puedo imaginarme sin leer, tengo siempre libros conmigo y quizá los que más me han influenciado en mi personalidad y mi literatura sean los clásicos. Leo mucha literatura griega y latina –puedo leer en latín– así que algunos de mis autores favoritos son Petronio, Apuleyo y como poetas Catulo y Safo, que son mis grandes favoritos. Después de ellos hay escritores de todas las épocas que han influenciado en mi literatura pero es la modernidad anglosajona la que ha sido más determinante. Ahí están Virginia Woolf, Ezra Pound y otro tipo de modernidad como la vienesa con escritores como Kafka y Musil, entre otros. Para mi, todos ellos son los escritores más importantes así que me considero su modesto discípulo”.

- En esta relación no cita a ningún escritor rumano.

“En mi mente la literatura rumana y la universal están en compartimentos distintos. En la literatura rumana me siento como pez en el agua y de hecho la mayoría de los autores que me gustan son rumanos y aunque no sean conocidos en occidente para mi son fundamentales. Hablo de Mihai Eminescu y Nichita Stănescu, entre otros. Actualmente ya se han traducido autores que han alcanzado cierta fama como Max Blecher, al que han llamado el Kafka rumano, o Mihail Sebastian que fue una especie de revelación en todo el mundo gracias a su diario. Soy profesor universitario y he dado clases de literatura rumana a lo largo de todas sus etapas, desde la medieval hasta la contemporánea”.

- ¿Y qué es lo que siente cuándo escribe?

“En primer lugar soy autor de un diario, un diario personal, íntimo, así que prácticamente escribo todos los días. Ya he publicado varios volúmenes de este diario y de este diario han surgido las diferentes ramas de mi escritura. Para mi la escritura tiene motivaciones muy complejas. Es una necesidad diaria y una gran alegría pero también una gran tortura. Creo que todo escritor verdadero siente lo mismo porque cuando escribes estás al mismo tiempo en el paraíso y en el infierno”.

- Entiendo entonces que la literatura le sirve para expulsar sus demonios.

“Creo que estos demonios no deben ser liberados ya que son los que producen la literatura. Son necesarios para el escritor. Un poeta escribió que sabía donde tenía luz el rayo, así que todo autor necesita unas raíces de sufrimiento interno que, en cierto modo, catalizan y producen la escritura y, como los demás escritores, también tengo mis heridas interiores, heridas que odio pero que al mismo tiempo son necesarias. Todo lo que escribo está provocado por experiencias dolorosas”.

- ¿A qué experiencias dolorosas se refiere?

“Cualquier lector lo encontrará en mis textos, son recurrentes y aparecen en los libros. Debo decir que algunas son aceptables y otras inaceptables pero aparecen a través de la transparencia del texto. No puedo ni quiero señalarlas porque puede que no sea consciente de alguna de ellas. Hay varios estudios sobre mi obra que han detectado determinados complejos freudianos y de otro tipo de los que no tenía juicio pero que he tenido que aceptar”.

- ¿Cuál de sus libros recomendaría para todo aquel que quiera iniciarse en su literatura?

“Creo que en mi escritura se puede entrar a través de cualquiera de mis libros, en la poesía, la prosa, los ensayos. No obstante, recomiendo siempre que se empiece por Nostalgia, que es mi primer texto escrito en prosa y que siendo un libro de juventud, es el más sincero y genuino. Mucha gente en Rumanía considera que es el mejor de mis libros y y en cierto sentido tengo tendencia a apreciarlo pero veo sus defectos porque si lo volviera a escribir lo haría de distinta manera. Es de mis libros el más leído y traducido”.

- ¿Busca ser honesto en su literatura?, ¿y busca la honestidad en la obra de otros autores?

“La sinceridad es una cosa en la vida y otra en el arte. En el arte la sinceridad es un efecto literario, uno de los más difíciles de expresar. Por ejemplo El guardián entre el centeno, de Salinger, tiene un aire de sinceridad total pero cuando analizas el libro te das cuenta de cuánto le costó a Salinger conseguir esa honestidad porque el arte es fundamentalmente ilusión y una ilusión sincera es una paradoja. Es una ilusión elevada a la segunda potencia. Siempre he sido honesto conmigo mismo cuando escribo. No acepto modas. He escrito siempre lo que he sentido como una necesidad interior y para mi eso significa que un autor es sincero consigo mismo”.

- Ha dicho que sus mejores textos son aquellos que explotan su lado femenino. ¿Cuál es su lado femenino?

“En general el artista es un andrógino, por lo demás como todo el mundo pero tiene algo más. En mi opinión no existe dualidad masculina y femenina, hay una graduación entre los dos polos y cada uno de nosotros se sitúa en algún punto de esa graduación. Este tema lo expliqué en una novela breve, Travesti, que en España se llamó Lulú, porque en cierto sentido es una exploración de la sexualidad adolescente. Es mi única novela que es verdaderamente el estudio de un caso de psicoanálisis. El adolescente no tiene un esquema erótico bien fijado, es un ser ambiguo y el artista es un eterno adolescente donde esa ambigüedad se expresa mejor. Elliot habla en La tierra baldía de un andrógino que fue hombre y luego se transformó en mujer al que esta transformación le confiere el poder de ser profeta. Creo que el profetismo de los escritores viene de esa ambigüedad. Muchos de los personajes que hablan desde el yo en mi literatura son mujeres y esta perspectiva me gusta especialmente así como cuando era joven me gustaba escribir con la voz de un anciano. Es una provocación y un intento de explorar los propios límites”.

- ¿Qué le parece que le dieran el Nobel de Literatura a Bob Dylan?

“Traduje la obra de Bob Dylan al rumano y escribí en el prólogo que iba a ganar el Nobel de Literatura en un momento en el nadie hablaba de Dylan en esos términos y al cabo de los tres años lo recibe. No voy a comentar si lo merecía o no porque Bob Dylan merece todos los premios”.

- ¿Y qué opinión tiene de los premios literarios?

“Los premios literarios y otras distinciones forman parte del juego literario que es un juego social, y los escritores se ven obligados a participar en ese juego. Desde el punto de vista del escritor puro, el propio hecho de publicar ya es un compromiso. Siempre he soñado que el escritor no tuviera ningún tipo de compromiso sino que escribiera para sí mismo y no participara en ningún tipo de vida literaria pero este personaje es un ideal. Pocos escritores lo han conseguido. Incluso Kafka quería publicar y recibió un premio y leía con mucho placer sus textos a sus hermanos. En este sentido, hay que participar en el mundo cultural y literario y está bien recibir premios aunque a partir de un momento sientas inferioridad y te amargues, lo que no está bien. Los premios son cuestiones internas pero no carecen de importancia. En mi caso, me alegro cuando alguien que escribe recibe un premio merecido. Salté de alegría cuando Mario Vargas Llosa se llevó el Nobel”.

- ¿Y está en su mente recibir el Nobel de Literatura?

“El Nobel no está en mi mente, no tengo recursos para pensar en eso porque todos los que tengo están al servicio de la escritura. El Premio es algo exterior a mi”.

- ¿Recuerda el primer libro que le impactó?

“Más allá de los libros de la infancia cuando era alumno del instituto, a los 16 años, descubrí Dr. Fausto de Thomas Mann y me identifiqué con el personaje central, Adrian Leverkühn. Creo que nunca me ha gustado tanto un libro. Tanto, que un día vi a un compañero del instituto con el Dr. Fausto de Mann bajo el brazo y sentí celos, como si me hubieran quitado a la novia. Hasta entonces tenía la sensación de que Thomas Mann había escrito ese libro para mi. Conté esta anécdota durante el discurso de aceptación del Premio Thomas Mann de Literatura y en cierto sentido es el libro que tengo en mente cuando escribo porque Mann es uno de mis autores favoritos”.

FOTO: Fran Pallero

Saludos, Mulțumesc!, desde este lado del ordenador

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