Un americano tranquilo: Frank Yerby
Viernes, Octubre 10th, 2008Hubo un tiempo, antes de que irrumpieran las pasiones desatadas a lo rico también lloran de Harold Robbins, que dos de los grandes reyes de la novela comercial en España (con permiso de Vicky Baum) fueron dos escrtiores curiosamente con el mismo nombre pero curiosamente de distintas razas: Frank J. Slaughter y Frank Yerby. Estos dos autores, despreciados por la crítica y por lo tanto con una amplía legión de lectores tras sus espaldas, fueron publicados con sorprendente regularidad por una de las mejores colecciones de todos los tiempos en España, Reno de Plaza y Janés, por lo que hoy me apetece comentar (a modo de humildísimo homenaje) las historias de Yerby.
Frank Yerby nació en los Estados Unidos y está considerado como el primer escritor afroamericano que llegó a la lista de los más vendidos. Murió en Madrid en 1991, y su desaparición conmovió el corazón de sus numerosos seguidores entre los que se encontraba el que esto les escribe.
Todavía recuerdo la primera novela que leí de Yerby. El capitán rebelde, ambientada en la Guerra de Secesión norteamericana que es un periodo histórico, perdónenme ustedes que lo diga, que me interesa bastante. El libro, editado en la colección de bolsillo de Reno lo conservo todavía y formaba parte de la extraordinaria biblioteca de mi padre, que fue un señor como deben de ser todos los señores: un hombre serio con un extraordinario y muy peculiar sentido del humor.
Lo primero que me llamó la atención de esta novela fue su portada, en vivos colores y en la que se muestra a un destacamento de hombres del ejército de la Unión. Una vez abierto el libro, me dejé sumergir en su aventura, en la que el protagonista además de desafiar el bloqueo de la Guerra vive tres relaciones amorosos de esas que sólo parecen que se vive en los grandes libros… ¿comerciales?
Más tarde, y por recomendación de un excelente amigo que hoy vive en el exilio, devoré La canción de la cabra: La guerra del Peloponeso, cuya acción, obviamente, transcurre en la Antigua Grecia, y que deslumbra por lo exquisitamente documentada que está, aunque resulte bastante moralina para los tiempos que corren. Yerby dejó además otras extraordinarias novelas como Mientras la ciudad duerme y La risa del diablo, que transcurre durante otro de esos periodos históricos que me llegan a los más hondo del alma: la Revolución Francesa, por lo que no es aventurado decir que fue un escritor de novelas históricas, aunque en contra de la novela histórica actual, más preocupado por sus personajes que por la época en la que se desarrolla la acción. Lo que es de agradecer, porque sus novelas cuentan casi siempre muy buenas historia independientemente de la época histórica en la que transcurran. Lo recomiendo, y sin sonrojos de ninguna clase, aunque insisto en lo de siempre, hoy resulta bastante raro, raro, raro encontrar algunas de estos títulos en las librerías porque se trata de uno de esos escritores a los que insólitamente ha enterrado el paso de los tiempos nmás por desidia que por otra cosa.
No es descabellado vaticinar que dentro de algunos años habrá algún editor inteligente (que alguno hay, de verdad) y se atreva a levantar la pesada losa que hoy ha enterrado su nombre al menos en España, con la intención de recuperarlo para otros miles de lectores que lo exigirán como lectura de evasión para los tiempos que corren. Estoy prácticamente seguro, porque pasa siempre así con los mejores… Además, Yerby es de esos autores inclasificables, ajenos a escuelas y generaciones. Toda su vida profesional cosnitió en ser un hacedor de ficciones, de muy buenas ficciones, que para unos será un descubrimiento y para otros un feliz redescubrimiento. Quizá haya envejecido un tanto, vale, pero pongo a Dios por testigo que el resto, probablemente el 95 por ciento, continúa igual de novedoso que siempre. Y esa es la clave, la materia que hace que un escritor y su obra sea conocido (pasado el tiempo y superado los prejuicios) como todo un clásico.