Muchas gracias, don Domingo…

La verdad es que leer un libro como Entrada y salida de viajeros le hace a uno reconciliarse con este archipiélago nuestro. Claro que está escrito por uno de esos hombres fundamentales (y quizá por ello insólitamente castigados en nuestra realidad isleña) como Domingo Pérez Minik, un intelectual que debería ser punto de referencia para todos los que nos ahogamos en esta bendita pero también maltratada tierra.

Reeditado por CajaCanarias en su notable labor por recuperar la producción literaria del maestro en la colección que lleva su nombre, y comentado con revelador y juicioso acierto por Daniel Duque, Entrada y salida de viajeros es uno de esos libros que una vez te has leído te hace sentir mejor persona y, lo que es casi mejor, orgulloso del entorno que te rodea. Y es que con gente como don Domingo la condición insular se lleva casi como si de un título universitario se tratara, lástima que quienes deben de leerlo no lo hagan. Me refiero, claro está, a los administradores de la cosa pública, más preocupados en mirarse el ombligo que en otra cosa pública.

Entrada y salida de viajeros es uno de esos libros que no tiene desperdicio. Además, está escrito con un lenguaje claro y sencillo, tremendamente periodístico, en el que su autor nos ofrece retratos de ilustres que alguna vez pisaron esta tierra. Ignoraba yo que tantos ilustres hubieran pisado esta tierra, pero es que Tenerife fue escala de viaje, y allí en el muelle solía esperarles ese humanista venerable que fue don Domingo. Hombre de vastísima cultura que pide a gritos un homenaje que nunca le llegará por el característico aplatanamiento de mi pueblo. Cosas peores he visto y mucho me temo que veré.

Si tuviera la energía suficiente algún día escribiría la historia de cómo éste y otros grandes personajes han marcado el devenir intelectual de unos pocos, marginales que se creen todavía que hacen bien leyendo un libro. Es probable que mi tiempo ya no sea el actual, y que como uno de esos vaqueros crepusculares me pregunte qué le ven a un automóvil cuando todo era más auténtico a lomo de un caballo, pero es el signo del progreso, que estimula la astucia y capacidad técnica que todos llevamos dentro pero menos –por no decir nada– el intelecto y las pasiones que se desatan dentro de nuestro corazón.

Este comentario es sólo un aviso para los que les importa un poco más conocerse a sí mismo y también al entorno en el que viven. Leyendo a don Domingo uno descubre que no está mal Tenerife, sobre todo porque pienso que si esta tierra fue capaz de generar hombres de su altura intelectual no huele tanto a podrido en mi tierra como suponía.

Un libro gigantesco por su sencillez y honradez. Y una obra necesaria para comprendernos como personas, como pueblo y como islas que no deben de navegar a la deriva. Un libro, en definitiva, que me hace sentir orgulloso de ser de esta tierra porque afortunadamente aquí todos no queremos ser como Pepe y al menos unos pocos sí como don Domingo y los suyos.

En fin, que muchas gracias, don Domingo…

Y ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

No Responses to “Muchas gracias, don Domingo…”

  1. Fran González Says:

    Grande Eduardo.

  2. editorescobillon Says:

    Grande Fran.

  3. Fernando Says:

    Uno de los grandes. Y yo tampoco quiero ser como Pepe.

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