Una señora llamada Milagros…¡¡¡qué nadie se mueva o no sale en la foto!!!

Lo de la Curtura en Canarias daría para escribir varios tomos. Tomos cada uno de ellos que contaría la verdadera historia de una curtura fabricada por las instituciones del Gobierno canario o en cabildos y ayuntamientos que, como es el caso del de Santa Cruz de Tenerife, apuesta más por el carnaval (qué también es curtura, que me dirán) que por otra cosa. Es decir, qué va uno a esperar de unos gestores a los que no les tiembla el pulso dejar en pañales actividades como la feria del libro infantil o encuentros como el de los editores y sí gastarse dinero en otras cosas pese a que clamen que no tienen, que las arcas están vacías… estos señores y señoras deben pensar que somos un pueblo de magos. Y si bien no renuncio a la parcela de mago o paleto como dicen en España que forma parte de mi espíritu nacional (o canario, como quieran llamarlo), me niego en redondo a que me tomen por un lisiado mental. Que ellos lo sean es una cosa, pero este que les escribe está lisiado en otras cosas menos en saber lo que le gusta y lo que no le gusta culturalmente hablando. Y culturalmente hablando se sube por las paredes ante los atentados a la cultura que hacen en esta tierra en nombre de la dichosa curtura. Ahí está el Víctor, el barco sin rumbo del teatro; los cineastas que ponen la mano y cierran la boca con una sonrisa cómplice; los artistas plásticos que no ven más allá de la Facultad de Bellas Artes; esa danza que lucha desesperadamente por hacerse un sitio, que una diga que el TEA le suena a té en inglés y que era más bonito lo de IODACC sin valorar la importancia extraordinaria de esta obra faraónica; o la panda de escritores que publican libros para que lo lean cuatro gatos. Gatos que generalmente suelen ser sus colegas, colegas que no se cansan en poner a parir esa obra cuando el autor de turno se da la espalda…

Pero lo mejor, lo mejor, no son todos estos colectivos que pese a sus miserias intentan hacer algo creativo. Lo mejor de este disparate nacionalista son los políticos que no se cansan de repetirles que ojito, porque el que se mueva no sale en la foto. Eso vino a decir más o menos esa señora que se llama Milagros Luis Brito en la clausura de las jornadas de Fuencaliente.

Milagritos hizo su discurso de pie y sin leer papeles, que para algo tiene escuela. Que para algo es una veterana en lidear en casi todo tipo de frentes. Pues bien, amigos y amigas, llegó la Milagros y se dio un discurso de esos que te suena a llegó el comandante y mandó a parar. La máster del universo les vino a contar a los curturetas y pocos culturetas ahí reunidos que abrieran el ojo. Que no está el horno para bollos, que si la crisis y que si patatín y que si patatán. Que si un artista de esos se le vuelve protestón, pues que se olvide porque no le tocará subvención. Pretenda el proyecto lo que pretenda, como si eleva el nombre de estas islitas y sus islotes al mundo mundial… Y lo mejor es que los creadores y creadoras cerraron la boca, ni siquiera se mirararon entre ellos de reojo como si quisieran decir “pero qué diablos me cuenta la loca ésta”… Nanay de la china. Todos cerraron la boca porque en bocas cerradas no entran moscas, que son animales bastante molestos y por lo tanto tan parecidos a las personas. No, todos los artistas se callaron y aplaudieron el ultimátum de esa consejera que parece que estudió para la lucha libre. A mi me pareció a la maestrita horrible que tenía en clase cuando uno era pequeño y más inocente. Era aquella señorita que te sacaba de clase por la oreja si te pillaba dibujando en el cuaderno mientras te explicaba que América no la descubrió Colón sino los indios…O cosas de esas. Era la profe que había logrado dominar a todos los alumnos usando la técnica del terror. Ponerte ceros por la cara, independientemente supieras ortogtrafía. El caso es que le caías mal y te expulsaba del aula como Dios expulsó a esos dos hippies de Adán y Eva del paraíso… Ahh, todas esas reflexiones me las provocó Milagritos. Y de milagro fue que no tuviera pesadillas esa noche.

En fin, que cada día me siento más cautivo y desarmado. Y en mi soledad hasta pienso que nuestra nueva bloguera Dulce Xerach Pérez lo hizo muy bien. Muy bien…¿me estaré volviendo loco?, ¿será una señal de que estoy majareta? 

Corto y cierro. Y un saludo desde este lado del ordenador.

Y ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

No Responses to “Una señora llamada Milagros…¡¡¡qué nadie se mueva o no sale en la foto!!!”

  1. ruborizado Says:

    Estoy de acuerdo en algunas cosas que usted pone en esta reflexiónsobre la Curtura en Canarias Señor Rojas. Pero me pregunto, si usted estuvo allí como nos cuenta, como es que no dijo nada al respecto¿? cómo es que no le preguntó o le cuestionó esto a la Viceconsejera¿?? para cuándo una entrevista suya con la Viceconsejera de turno con todo este planteamiento¿??

    Atrevase

    Muy bien la reflexión pero estaría bien que hiciera algo si es que le interesa como parece…

  2. editorescobillon Says:

    Yo más que ruborizado estoy encarnado. Ahora, te responderé, mi situación actual ha cambiado digamos que radicalmente desde finales de octubre, por lo que en estos momentos estoy aterrizando en otro planeta. No viene al caso a que planeta me refiero. Y descuida, que sí que preparo una entrevista con la consejera (no viceconsejera) y con el viceconsejero mientras el cuerpo aguante. Gracias por estar ahí.

  3. Bruno Mesa Says:

    Me alegra que al final publicaras estas palabras. Alabo tu valentía. Sólo una corrección: ¿estás seguro que todos los que estaban escuchando a Milagros la aplaudieron? Yo estaba escuchándola, y ni moví un dedo. A mi lado había una señorita que tampoco estaba por la labor. Al final de la arenga de Milagros sentí náuseas y tuve que salir. Seguro que te acuerdas. Una pena que saliera: me perdí la lectura del manifiesto, esa obra maestra de los lugares comunes.
    Sí, amigo Eduardo, alabo tu valentía, pero recuerda que no todos los artistas invitados aplaudieron. Para empezar la mitad de los invitados al congreso del Septenio no entraron en la sala esa noche hasta que no le vieron la jeta a Lipovetski.
    Me alegra tu valor casi tanto como tu imprecisión. Sobre todo porque un par de horas después, en la cena, estábamos todos descuartizando verbalmente a la Milagros. Y si no recuerdo mal, tú estabas en esa cena.
    Te equivocas si piensas que muchos de los que estábamos allí nos callamos la boca. Otra cosa es que haya alguien en estas islas, cosa que dudo, dispuesto a preocuparse por nuestras palabras.
    Pero claro, yo no soy periodista, y la sátira es un género que se lee poco.
    Firmo con mi nombre, amigo Eduardo, para que empieces a sumar excepciones a tu tabula rasa de cobardes.

  4. editorescobillon Says:

    Estimado amigo Bruno, de las pocas cosas buenas del encuentro está el hecho de haberte conocido (en off música de violines) y los gratísimos momentos (en almuerzos y cenas) que compartimos con Mariajo y ese maestro de periodistas que es Cé. Es más, si hago balance de todo aquello siempre le estaré agradecido a este encuentro el que hayamos compartido mesa y mantel. Y que sirva de corrección, bendito sean los que como tú se ahorraron el discursito. Y no,amigo, no es una cuestión de valor (¿acaso me van a fusillar al amanecer por esto?) es simplemente transmitir lo que vi.
    Un abrazo fuerte. Y espero, de verdad, que nos veamos pronto para hablar de cosas nuestras (libros y todo eso).

  5. angeles alonso Says:

    Estimado Eduardo, (estimado Bruno), también yo me siento un poco asombrada de tu arrojo y de este arrebato de pasión que leo. No estaba allí en el discurso de Milagros, pero no creo que hubiera increpado o levantado la mano para preguntar nada, pues la timidez normalmente me impide hacer ese tipo de manifestaciones, pero no creo -y tú me conoces- que hubiera aplaudido mucho, y aunque me llena de estupor lo que cuentas de lo que se dijo en voz alta, no me extraña, pues he sido objeto de alguna que otra colleja por no saber estar calladita. Tiene razón Bruno cuando dice que duda que haya alguien que se preocupe por lo que los afectados de estas políticas culturales (curturales) que se aplican tienen que decir, lo único que les preocupa es que bajemos la cabeza y nos demos la vuelta… la cuestión es decidir finalmente si dejamos que ganen la batalla o si somos capaces entre todos de hacer un frente común y no tener miedo a las consecuencias. A mi, por los comentarios que hice hace un par de días ya me mandaron recado… madre mía lo que me espera cuando aún no empecé! Gracias.

  6. Nicolás Says:

    Queridos Eduardo, Ángeles, Bruno; los políticos son coyuntura, sus logros y desaguisados se estrenan en forma de película, por ejemplo, para que se haga la foto su sucesor. Lo que sí dura y perdura en la cultura son los creadores. También muchos editores y productores y galeristas y… Los políticos culturales pasan. Por mucho que alguno pretenda que nadie se mueva si no quiere salirse de la foto, está claro quién, tarde o temprano, se va a salir solito. Así que no veo la razón para el temor. Lo mejor es tratar de generar un clima de colaboración con ellos. Si no es posible, que sea por ellos; buscar un lugar desde el que poder seguir haciendo el mejor trabajo posible dentro de las posibilidades, sin dejar de denunciar lo que no se hace porque el político “de turno” no genera las posibilidades.
    Un abrazo
    Nicolás Melini

  7. elintenso Says:

    Definitivamente te estás volviendo majareta. Qué bonita palabra. Majareta. ¿No había un ciclista legendario vasco que se apellidaba así? ¿Política cultural? ¿Proyectos culturales en Canarias? Utopías. Teorías.

  8. Nicolás Says:

    Querido intenso, no sé si lo del cariñoso majareta va por mí o por Eduardo, pero no importa. Lo que me interesa comentar de tu comentario es otra cosa. Partiendo de la negación de la posibilidad de la existencia de proyectos y políticas culturales en canarias, es muy difícil hacer nada. Y menos impulsar a que los políticos culturales hagan algo. Sin aceptar la posibilidad de que haya vida en Marte no vamos a descubrir si hay vida en Marte. Me temo que, si queremos mejorar las cosas, vamos a tener que ser más didácticos. Señalar los errores, argumentar por qué lo son, exigir que se corrijan. Es más sencillo de lo que parece. Que lo haga cada uno en lo que conozca y le toque. Se supone que los políticos deben tomar las riendas y liderar ciertos aspectos de nuestra vida, pero cuando no lo hacen, o lo hacen rematadamente mal, nos toca decirles por dónde es, con el voto y con lo que haga falta. Seamos intensos, pero no en el camino de la negación. Que la cosa está mal, a mí me vas a contar.

  9. elintenso Says:

    Si la culpa del estado lamentable de la cultura en Canarias no es de los políticos, la culpa es de la gente de la cultura, esa que pone la mano y cierra los ojos. ¿Victimismo? Nunca. Obviamente, tenemos lo que nos merecemos. “Se supone que los políticos deben tomar las riendas”, debes tener muy buenos amigos políticos…

  10. Nicolás Says:

    Jajajajajajaja. Pues no, no tengo ni uno solo. A lo mejor es por eso.

    Pero, creo que sí, se supone que lo tienen que hacer, tomar las riendas, y, si no lo hacen, más nos vale intentar que lo hagan, porque son las riendas de lo nuestro.

    Querido Intenso, desde aquí tengo la sansación de que en Canarias hace tanto tiempo que las cosas funcionan mal, que hemos perdido la perspectiva. Ya no sabemos cómo es que funcionen bien. Nos miramos entre nosotros y nos echamos las culpas sin saber cuál es la solución.

    Un buen ejemplo el que has puesto: dices que la culpa no es de los políticos sino de la gente de la cultura que pone la mano y cierra los ojos.

    Clientelismo, ¿no? Y el clientelismo no es culpa del político, según tú.

    Yo creo que, más bien, sí. El clientelismo institucionalizado es culpa del político. En cultura resulta devastador. Según tengo entendido, la UE (otros políticos) estaban poniendo cartas en el asunto, obligando a que los fondos públicos se adjudiquen adecuadamente, cupliendo normativas y requisitos, y no dándose al que ponga la mano.

    La cultura es también una actividad económica. Todo ese dinero mal invertido (o dado para satisfacer sólo las necesidades del político, mantener bocas calladas y conseguir que le voten), no supone sólo un empobrecimiento cultural, sino económico. Ese dinero mal invertido no rinde, no sólo para los artistas canarios, tampoco lo hace para el conjunto de la sociedad canaria.

    Dices que no te victimizas, pero en tus dos comentarios no das ni un atisbo de esperanza de ningún tipo. Tenemos lo que nos merecemos, según tú, y todo está jodido.

    Yo no lo veo así.

  11. Ernesto González Says:

    Queridos Nicolás, ¿de verdad te crees ese mundo mágico y de colores? Si es así, no vivimos en las mismas islas.

  12. Nicolás Says:

    Querido Ernesto. Apostaría a que coincidimos en el diagnóstico. No sé si en la actitud también.

    En cambio, yo no veo dónde están los colores que dices.

    Si te parece, dime cómo lo ves tú. Explícate, por favor, para que nos entendamos.

  13. Ernesto González Says:

    Querido, es probable que hayas tenido más suerte que yo presentando proyectos (porque habrás presentado proyectos) a los inútiles de Canarias Cultura en Red, y digo inútiles no ya por haberme tumbado un par de proyectos y subvencionarme otros (sí, chaval, también soy de los que puso la mano), pero he visto cosas realmente enojosas y no sé si vienen al caso. Baste decir que existe el “enchufismo” y los recomendados y recomendadas. Vamos, que lo de menos es que tu proyecto sea bueno o malo sino con que amigos cuentas dentro de la casa. Igual la cosa ha cambiado, porque hastiado decidí un buen día hacer las maletas y buscarme el pan en otro sitio, pero créeme, chaval, lo que vi no le he visto en otros lados. Canarias, ahora que la veo desde la distancia, es territorio casi comanches. Ahí o eres de una tribu o vete. Y yo, que no soy de ninguna tribu, pues me fui.
    Salut!

  14. editorescobillon Says:

    Hola Ernesto, no creo que la solución sea la de irse de aquí, tampoco esoy de acuerdo en que todos los trabajadores de Canarias Cultura en Red sean unos inútiles. De hecho, conozco a bastante gente que trabaja ahí dentro y te aseguro que pueden ser cualquier cosa menos inútiles. Es gente que hace su trabajo, y muy bien. Respecto a los “enchufismos” y de que hay que tener amigos hasta en el infierno pues no sé… habría que demostrarlo ¿no? Y yo, que no pertenezco a ninguna tribu (en todo caso podría ser un mestizo, un media sangre de esos) vivo meridianamente feliz en estas islas, consciente –eso sí– de su plácida e infinita ignorancia.
    Un abrazo.

  15. Nicolás Says:

    Querido Ernesto, pues va a ser que compartimos una cosa muy importante: el dolor. Es un dolor que cada vez resulta más común entre la gente que hace cultura en Canarias. Dices que has puesto la mano como si te abrieras las carnes y fuese algo terrible: permíteme decirte que el malo de la película no eres tú. No hay nada de malo en pedir dinero para sacar adelante un proyecto. Lo malo es que te obliguen a hacerlo clientelarmente. No eres tú el que funciona mal. El que funciona mal es el político clientelista. Otros muchos optan por inhibirse y no presentar nada, lo cual es sangrante. El que se ve obligado a arrimarse para conseguir algo es tan víctima o más que el que se autoexcluye por vergüenza o es excluido por no ser cariñoso con el que gestiona el dinero.

    Lo terrible del dolor que muestras, en cualquier caso, es que basta que salga el tema este para que aparezca el complejo culpable (sí, yo también) y la acusación a los congéneres (habrás tenido mejor suerte que yo). Es terrible porque no apuntan en la dirección que deben, apuntan a ti mismo y al que se encuentra en tu mismo dilema, no al verdadero causante de ese dolor, los responsables del mal funcionamiento. Sobre todo, el político clientelista y las políticas clientelares. Fustigarte y fustigarme no creo que sirva de mucho.

    Tampoco creo que debamos enzarzarnos aquí en un debate sobre casos concretos o particulares (a mí me tumbaron unos proyectos), porque hay cosas generales, de mal funcionamiento integral, que requieren nuestra atención.

    Pero mira, yo creo que lo mejor es que, con el permiso de Eduardo, anfitrión y moderador del diálogo, cuelgue en un siguiente comentario un artículo sobre el tema en el que creo que se explica con algunos matices mi postura.

    Eduardo, te animo a publicarlo en papel.

    Un abrazo
    P.D. Ah, y, Ernesto, tío, no me jodas, eso de chaval te ha sobrado un par de veces, qué debatirá eso de chaval.

  16. editorescobillon Says:

    Nicolás, envía ese comentario.
    Un abrazo.

  17. Nicolás Says:

    EL EFECTO DEVASTADOR DEL CLIENTELISMO
    Nicolás Melini

    Los políticos electos por nosotros tienen el deber y la obligación de administrar bien el dinero nuestro e invertirlo de manera que rinda al máximo y revierta sus beneficios sobre el conjunto de la sociedad. Este es un axioma sencillo y nítido, más claro que el agua, que no podemos permitir que se nos aparte ni por un instante de nuestra cabeza, y menos dejar que lo olviden quienes tienen que aplicarse en su actividad diaria para conseguirlo.

    En Canarias (hablaré sólo de cultura, que es lo que conozco apenas, pero que cada cual saque sus conclusiones) vivimos en régimen más o menos de clientelismo desde que yo recuerdo, la cosa apenas ha cambiado en veinte años, y tampoco tiene muchos visos de cambiar.

    El clientelismo cultural consiste en que el político encargado de gestionar “la cultura” administra nuestro dinero según unos criterios que sólo a él benefician: esto es, otorgando ayudas a sus afines –o a quienes llegan de la mano de sus afines—, cuando no a proyectos que, por alguna razón, el político piensa que le va a granjear cierta popularidad entre sus posibles votantes. Y esto lo perpetra el político clientelista con nuestro dinero, desde un sillón que ocupa porque nosotros hemos querido y que, hay que recordar, no le pertenece. El clientelismo cultural consiste en la utilización del presupuesto que debería invertirse en el estímulo del bien común y la actividad económica que es la cultura, en beneficio, sin embargo, de los intereses del político y su partido: favoreciendo a los creadores y sectores culturales que le votan, se muestran cariñosos con su desempeño del poder o, directamente, colaboran con él para que conserve él su puesto y su partido el gobierno; y, si no, invirtiéndolo en lo que comúnmente conocemos como “hacerse una buena foto”.
    Esto, que la ciudadanía deplora más cuando lo perpetra el político representante de un partido equis que cuando lo hace el político representante del partido que “le gusta”, tiene unos efectos devastadores que se extienden como un sutil tsunami en múltiples aspectos de la sociedad, generando una suerte de régimen político no muy diferente, en ciertos aspectos, de los peores y más nefastos regímenes políticos que La Historia ha visto.

    Para empezar, el creador con un proyecto cultural se ve obligado a llevarse bien con los políticos de la ocasión, si acaso quiere existir. Se establece así una relación indigna, en la que el político perpetra una humillación al creador por activa y por pasiva, ya que a éste no le queda más remedio que acudir a él si necesita algo de financiación para sus proyectos: si lo hace y se muestra afín y cooperador con los objetivos del político, podrá hacer cosas, si no, desaparecerá. Pero si lo hace, queda en evidencia ante el resto de los creadores (y de la sociedad entera), como cómplice del político, como partícipe del clientelismo, si no como fomentador de éste. Se trata de una quiebra moral. El político responsable de esto utiliza su poder para humillar precisamente al grupo de ciudadanos a los que más tendría que servir (en su obligación contraída democráticamente).

    Ante este panorama, muchos creadores optan por la inhibición. Muchos son los que prefieren no hacer nada o sacar adelante sólo aquellos proyectos que no precisen o precisen el mínimo de la colaboración del político clientelista. La inhibición es una de las peores lacras provocadas por esta pésima política cultural. El clientelismo empobrece culturalmente a la sociedad toda. No nos preguntemos cuántos proyectos culturales salen adelante en el régimen actual, preguntémonos cuánto no se ha hecho ni se hará en estas circunstancias. Tan víctimas del clientelismo son aquellos que se arriman al poder para sacar adelante sus trabajos, como quienes se ven excluidos o se autoexcluyen; unos consiguen sacar alguna cosa adelante; y otros no consiguen hacer nada, o consiguen hacer lo mínimo. Pero la quiebra moral se produce en todos los casos sin excepción, y el único responsable es el político.

    Y sin embargo, siendo el político el único responsable, lo que se consigue es un clima de frustración y desconfianza entre los creadores. Unos miran a los otros, examinan quién consigue y cómo y por qué; envidian, recelan. Es parte de la quiebra moral. Basta hablar en confidencia con los creadores canarios para descubrir un panorama desolador, lleno de rabia, frustración, miedo. Muchos son los que no quieren significarse políticamente porque temen las represalias, que les ninguneen, que les aíslen, que les injurien, que les insidien. El primer peligro al que se enfrenta el creador que ose protestar públicamente ante el clientelismo, es el aproche de los suyos, que le acusarán de que él también, porque si no, no sería quién es ni habría sacado adelante su propio trabajo. El que se atreva a decir algo sobre este asunto, se pone en el centro de los focos, más bien para mal que para bien, sus actos pasados y futuros serán analizados con lupa, a ver cuándo ha contradicho todo lo que dice o cuándo lo contradecirá. Forma parte de la quiebra moral perpetrada por el político clientelista sobre los creadores. Un pacto de silencio forzoso. La obligación de callar o quedar en evidencia ante la sociedad. Una mordaza que produce aún más frustración, desconfianza, miedo, y, por supuesto, la impunidad del político clientelista.

    En Canarias llevamos tanto tiempo inmersos en este régimen (¿alguna vez no lo estuvimos?) que ya no sabemos cómo es que deberían funcionar las cosas para que funcionen bien. Y sin embargo, el sistema para que las cosas funcionen medianamente bien está inventado. Pero además, está inventado para que funcione dentro del marco democrático. Se consigue simplemente con elementos de regulación, convocatorias públicas, abiertas, según unas bases claras, en las que se formulen unos criterios para otorgar la ayuda económica, pensados estos para estimular la creación de las mejores obras posibles (que el dinero público produzca riqueza cultural), pero también el estímulo y mejor rendimiento de la actividad económica que es la cultura (que el dinero público destinado a cultura no sólo beneficie a los artistas y al sector cultural o relacionado con la producción cultural, sino al conjunto de la sociedad).

    En el sistema actual, mayoritariamente clientelista, el dinero beneficia a creadores y sectores culturales de manera totalmente aleatoria, sin control posible, sin análisis de resultados viable. Por medio de ayudas reguladas y transparentes, se obliga el político a hacer los deberes, reunirse con el sector en su conjunto, en todas sus disciplinas, analizar dónde están las necesidades y dónde el dinero público puede ser productivo, establecer las bases, convocar a la participación, dejar que finalmente decida una comisión políticamente independiente (esto es fundamental). Pero lo mejor de todo es que año a año, convocatoria a convocatoria, se pueden analizar los resultados de las políticas, cambiar las estrategias, corregir los errores, y es esto lo que hace que una sociedad avance. Hay una diferencia abismal entre que un creador aborde a un político para decirle que quiere hacer tal o cual cosa, y la buena opción: que elabore un proyecto detallando todos los aspectos necesarios del mismo para presentarse a un concurso público en competencia con otros. Los propios productores culturales se ven obligados a profesionalizarse. El político se libra de sospechas. Si se produce un error en el funcionamiento del sistema es fácil de detectar y corregir. El político puede hacer mejor su trabajo de tratar de emplear mejor el dinero. Y, dada la debida transparencia, los usuarios tienen mucho más fácil la posibilidad de detectar cualquier tipo de fallo y denunciarlo.
    Desde el punto de vista de los creadores, todo esto es absolutamente deseable, además, porque se lima la aspereza de la desconfianza, la desazón del arribismo, la comezón entre exponerse denigrantemente para sacar un proyecto adelante, o la inhibición; por no decir que desactiva la frustración infligida por el poder sobre la persona; el que no se presente será porque no quiera, y no por una cuestión de dignidad.

    No hay nada indigno en hacer un proyecto y presentarse a unas ayudas. Son muchos los que ponen el grito en el cielo cuando observan que se da dinero público a proyectos culturales; son muchos los que se escandalizan de que escritores, pintores, cineastas, etc., reclamen inversión pública en sus proyectos, pero lo cierto es que en esta sociedad prácticamente todos los sectores económicos reciben dinero del Estado; y si recibe dinero el plátano, por qué no el productor cinematográfico; y si el ganadero sí, por qué no el editor para sufragar parte de los gastos de la edición de un libro. Tan sector económico es el ganadero como el cultural, y en función de los puestos de trabajo y la riqueza que generen deben recibir el consiguiente apoyo económico.

    Muchas de estas voces críticas con las ayudas a la cultura se apagarían si todos observásemos que, en vez de a dedo, por amiguismo y de manera arbitraria, el presupuesto de cultura se otorga de manera regulada. Es otra de las quiebras morales que el político cultural clientelista inflige a los creadores y productores de cultura: el daño de la sospecha de ser un pedigüeño, un gandul, el que chupa del bote.

    También hay muchas voces que se mofan de la actitud derrotista, del talante negativo y desesperanzado, del victimismo de muchos creadores canarios. Pero hay que comprender que la situación, reiterada a lo largo de los años, es verdaderamente grave, sangrante, insufrible. Muchos son los creadores y empresarios culturales que se han marchado de las islas. Otros muchos lo harán. El hartazgo, el hastío y la frustración que se puede sentir entre las personas que quieren hacer cultura en Canarias es dolorosamente legítimo, y requiere actuación ya.

    Ojalá que estas palabras vertidas aquí no sean utilizadas para esparcir el daño, ni para ajustes de cuentas, ni para que nadie señale a nadie. Lo deseable es que estas palabras sirvan para que la sociedad tome un poco de conciencia del problema, algunos políticos comprendan la necesidad de corregir su actitud, y creadores y productores culturales encuentren la manera de exigir que se les trate con un mínimo de dignidad.

  18. David Delgado Says:

    Estimado Eduardo, hace tiempo que no comento nada porque no me encuentro muy animado para ello, pero leo casi religiosamente tu blog y los comentarios. No puedo estar más de acuerdo con muchos de los comentarios que he leído últimamente sobre “la cultura” en estas tierras (y lógicamente con tus artículos). Los de Nicolás Melini me han parecido muy lúcidos, cosa que me ha empujado y animado a comentar brevemente. Así es que se lo agradezco. Tampoco yo, tal y como decía más arriba Bruno Mesa, quiero estar en la lista de los cobardes.
    ¡Salud para todos!

  19. David Delgado Says:

    Por cierto, me he permitido el lujo-placer de poner un enlace de todo esto en mi humilde blog-sentimental. Estas no son horas de andar trasteando por estos lares, pero cuando se trabaja hasta tan tarde casi no cuesta.
    Saludos

  20. editorescobillon Says:

    David gracias por tus palabras de aliento y créeme cuando te digo que yo tampoco estoy pasando un buen momento, pero tengo mis refugios (todos ellos muy sanos aunque para otros no lo sean tanto) como el cine (el que veo en casa porque el que hay en cartelera…) libros y este bendito blog. Es un lujo contar con gente como ustedes. En fin, me pongo tontorrón y sentimental. Un abrazo a todos.

  21. Nelly Says:

    Hola,

    No entiendo lo de Ernesto de “yo también puse la mano”. No sé a qué rama de la cultura se dedica pero es que en España la cultura (todas las ramas y en todas las Comunidades Autónomas) se financia con dinero público.

    ¿Cuál es entonces la razón de decirlo como si le hubiese quitado el pan de la boca de algun enfermo? Es absurdo. También se dan subvenciones para el aceite de oliva, la remolacha…enfin.

    Lo único que hay que hacer es publicar (eso es, hacer pública) unas bases claras y que la gente presente sus proyectos en bases a éstas. siempre habrá algún descontento pero que, en general, que se vea y se note un clima de tranparencia y de honestidad.

    Vamos, no creo que sea imposible. Funciona en muchos sitios fuera de Canarias y en todos los ámbitos socio-económicos.

  22. editorescobillon Says:

    Nicolás, mis más sinceras felicitaciones por tu artículo. Excelente.
    Nelly, ojalá te escuchen quienes deben de escucharte. Comisiones transparentes, que sigan con atención los proyectos que subvencionan y que no pase, como está pasando, que muchas de esas ideas “bendecidas” por cerebros grises sin neuronas nunca se estrenen. Un abrazo.

  23. NARUTO Says:

    Creo que el principal problema es que nos han engañado.
    Hoy en día todo artista tiene que pensar como un gestor cultural y todo gestor cultural como un político. Yo, como artista, como creador, no deseo otra cosa que disponer de tiempo para poder hacer lo que me nace y conseguir aproximarme a mi ideas y conceptos lo más posible. Es un trabajo que requiere otro tipo de dinámica y actitud mental. Es un proceso individual, vital y poco reconocido. A veces no se valoran los resultados intangibles.
    Cuando uno se acerca a un gestor, en lugar de hacer posible que los ciudadanos (yo no los llamo público) que puedan estar interesados por mi trabajo artístico lo conozcan, intentan convencerme de que me adapte al público (ahora sí) que ellos conocen o al que pueden llegar fácilmente. Además, como tienen que vender su gestión a un político, si consigo interesar a la gran mayoría, mejor. Así seré más popular, más famosos…pero quizá deje de ser un artista.
    Sinceramente, creo que hay muchos artistas frustrados en esto de la gestión, mucho político inculto y mucho interesado en obtener poder y reconocimiento social utilizando al creador.
    También hay mucho artista que no sabe crear sin que le digan lo bueno que es.

  24. jorge Says:

    Como siempre Nicolás Mellini da en el clavo y además lo remacha.
    Gracias Don Eduardo, siga usted con su blog que algunos leemos, ya de forma casi religiosa, todos los días.
    El aire fresco nos viene bien en este peñasco tan podrido por quienes todos sabemos.

  25. editorescobillon Says:

    Gracias don Jorge, es usted demasiado generosa con nuestra modesta labor, pero comentarios así nos animan a seguir y a seguir y a seguir hasta que el cuerpo aguante.

  26. Ernesto Suárez Says:

    Estimados/as,

    Hay una cuestión que regularmente se desliza fuera del debate cultural cual es la posición política (ideológica) del/a artista. Ese deslizamiento es aún más evidente cuando el debate tiene que ver con las políticas culturales (en plural). Es distinto considerar la acción artística como sector económico o como práctica cultural, y la gestión política del asunto debe contemplar ambas dimensiones, como también debe hacerlo quien quiere actuar como actor del mismo. Damos por “natural” la visión “socialdemócrata” de la cultura. Es decir, asumimos que somos agentes en un sector económico “ordenado” por el estado: promovido, subvencionado, ¿planificado?, ¿dirigido?. Empleo los interrogantes porque es ahí, precisamente, donde se fija el límite en ese modelo político. Las subvenciones a proyectos (o culaquier otra iniciativa pública) han de ser consideradas como elementos de esa planificación estatal (sea el estado, nación, ayuntamiento que sea). Todo esto viene a cuento si hacemos un alto en el camino y tratamos de responder(nos) las siguientes preguntas: ¿realmente nuestros/as políticos/as asumen esta concepción planificada de la cultura o, quizás, están más cerca del neoliberalismo?; ¿será que, antes que derecho ciudadano, contemplan la cultura como mera “oportunidad económica”?; ¿cuáles son los límites en el ejercicio de “ordenar” desde la administración pública el sector (económico) de la cultura?. Según sean nuestras respuestas la visión obtenida de nuestros políticos y de nosotros mismos puede verse modificada. Si los autores/artistas son empresarios emprendores (de sí mismos como marca al estilo Murakami) o si son agentes antisistema implica, a su vez, consecuencias y formas de concebir las relaciones con lo público muy distintas. ¿Dónde nos situamos? Tengo la impresión que la mayoría de nosotros nos sentimos muy cómodos en el papel de “artista con mecenas (público)” sin considerar que eso puede suponer que el administrados administre (neoliberalmente) a su capricho e interés. ¿O es que queremos a un mecenas que haga lo que nosotros consideremos “mejor”? Si queremos ser agentes activos en la cosa pública debemos asumir responsabilidad pública. ¿Estamos dispuetos? Gracias, Nicolas, Eduardo, por sus reflexiones. Este largo mensaje es fruto de las dudas (incómodas) que generaron en mí.

  27. editorescobillon Says:

    Interesante reflexión, Ernesto.

  28. Cautivo (y desarmado) Says:

    Mi abuelo solía decir que al mago, cuando te invita a comer hay que darle con el plato en la cara. Como todos estos nacionalistos son unos magos de mil pares de cojones, magos y cuñadas de magos, pues eso recomiendo a los “artistas” con cierta dignidad. Que cuando te inviten a comer, les des con el plato en la cara. Quizá algún día haya libertad y se les pueda fusilar en nombre del pueblo, pero de momento, es suficiente con escupirles en la cara.

  29. editorescobillon Says:

    Bestia tu comentario. No creo en la violencia (mira lo que está pasando en Gaza y en otros rincones machados del planeta), y sí en el diálogo y en el respeto.

Escribe una respuesta