La de cosas que piensa un enfermizo lector compulsivo…

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¿QUÉ PASÓ ENTONCES?

Ha sido una extraña sorpresa. Devoro en cuestión de días un libro y cuando voy a colocarlo en la librería me doy cuenta estupefacto que ya lo había leído porque me encuentro en la estantería con el mismo libro pero publicado en otra editorial.

No sé si alguna vez les habrá pasado, pero el shock que me produjo hará historia en mis gastadísimas neuronas. Fue como una extraña mezcla de alegría y desánimo placentero.

Alegría porque había disfrutado como un político con dinero ajeno en las manos. Desánimo porque me pregunté como un idiota cómo diablos no recordaba que lo había leído. Intenté justificar la sorpresa diciéndome a mi mismo que su lectura anterior la hice no sé cuánto tiempo atrás, pero ni con esas. Vaya, que no.

¿Qué pasó entonces?

Pues entonces pasó que cuando leí por primera vez ese libro fue como quien lee una receta. No te enteras de nada.

Eso me hizo pensar en la cantidad de cosas que habré leído en mi vida sin enterarme de lo que me estaban contando. Lectura compulsiva y enfermiza, para que me entiendan.

¿RECUERDAS?

Es una cantinela tan antigua como el oficio más antiguo del mundo que no tengo muy claro cuál debe de ser pese a que la mayoría diga lo contrario. Pero he tenido etapas en mi ya agitada vida de marinero lector en la que he devorado libros sin que me quedara muy claro de que iba la cosa.

Vamos… que me preguntan ¿has leído noséqué? y si bien sé que lo he leído no tengo pajolera idea de que iba.

Me imagino entonces que esta falta de memoria nos acompaña a todos los que tenemos la manía de pasar el tiempo leyendo mientras la vida pasa ante nuestras narices sin que nos demos cuenta, pero así son las cosas. Al menos en mi caso.

MÁS ALLÁ DEL VALLE DE LAS MUÑECAS

Esto me lleva a otra divertida reflexión cuando me encuentro con colegas lectores.

Siempre brota el tonto juego de citar nombres de escritores a la espera de sorprender al contrario. Es casi como una partida de ajedrez pero inocente y cansina. Cansina porque ya estoy acostumbrado a que cuándo pregunto: ¿has leido Humillados y ofendidos de Dostoyevski?” y me responden que sí, sé si ese es de verdad o de mentira. Eso sí, ni sé me ocurre preguntarles de que iba. O el nombre de los protagonistas (y mucho menos sin son de novelas rusas, salvo quizá el Raskólnikov de Crimen y castigo) porque si bien me la leí hace un porrón de años y apenas recuerdo algo de ella, sí que tengo presente que me tocó el corazón pese a que apenas pueda ahora contarles en líneas muy generales su argumento.

Les cuento todo esto porque me parto la cabeza intentando entender porque cuando hablo con otros colegas lectores me mienten diciéndome que han leído tal o cual libro cuándo no es verdad.

ZOOQUETES

Soy del caso que cuando no he leído un libro y ni siquiera conozco al escritor lo suelto como si de un escupitajo se trarata. Pero eso no funciona, porque enseguida te responden los que forman parte de esa fauna enjaulada: “¿pero cómo, no has leído a quién ustedes quieran?”

Me molesta, igualmente, los que van a todos sitios con su libro debajo del brazo como quien lleva al perro a pasear. Mi sexto sentido me dice que esa especie (mayoritariamente de machus estupidus) no se ha leído ese libro que parece que lleva para que tome el fresco.

¡Allá ellos! Porque no suelen hacer daño aunque considere que lo que hacen es una aberración. Y destaco lo de aberración porque un libro se lee o no se lee. Y si se pasea es para leerlo en los tiempos muertos que salpican tu existencia diaria en la calle. No con el fin de que la gente te vea con él.

Agradezco no obstante a uno de estos especímenes que gracias a esa anomalía me descubriera recientemente a Sándor Márai. De hecho, creo que fue el fantasma de Márai quien me gritó mientras ojeaba el ejemplar que me pasó ese mismo tipo que lo sacó a la calle a pasear lo de “¡¡¡estoy vivo!!!”

Y tan vivo que estaba. Fue leer la primera frase de sus Confesiones de un burgués y caer bajo su hipnótico hechizo.

Eso sí, le devolví el perrito, digo el libro a la bestia que lo paseaba y corrí a hacerme con un ejemplar como quién corre detrás del secreto de la vida…

Demonios, ¿por qué cuento todo esto?

Y ahora, sólo ahora al hacerme esta pregunta, comienzo a entender los ¿por qué? volví a leer ese libro de cuentos que ya tenía en mi biblioteca.

Saludos, oh hermanos de la costa, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “La de cosas que piensa un enfermizo lector compulsivo…”

  1. Una aficionado Says:

    ¡Bravo, señor editor! yo también soy víctima de los machus estupidus.

  2. editorescobillon Says:

    Pues acabemos con ellos!!!

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