Por sus ’santos cajones’

En el que a mi juicio fue el más animado debate de la segunda edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA), y que tuvo lugar este sábado, 25 de septiembre, entre el escritor Juan Tomás Ávila Laurel con el periodista Alfonso González Jerez, el narrador de Guinea Ecuatorial contó una experiencia que visualiza el pulso de las letras de un continente todavía injustamente desconocido.

Laurel relata de forma atropellada, casi como si escupiera las palabras, como llevó a una de sus tías y a su niño a un hospital de su país para que los médicos se ocuparan del bebé. El padre, explica, no puede estar con ellos porque se encuentra trabajando en una plataforma petrolífera. Tras varias horas en la sala espera sale una enfermera para comunicarles la terrible noticia: el niño ha muerto. Acto seguido, se les hace entrega del cadáver del pequeño que el escritor recoge entre sus brazos para llevarlo al domicilio de la madre, quien se encuentra destrozada.

En la calle buscan un taxi, pero el primero y el segundo que paran no quiere llevarlos por el pequeño bulto que lleva el escritor abrazado. Así, con el cadáver a cuesta, la desolada pareja atraviesa la ciudad hasta llegar a su casa, donde ya pensarán qué hacer con el cuerpecito sin vida. Mientras caminan por la urbe, el escritor piensa: llevo un trozo de muerte entre mis brazos.

Escribo esto porque como comprenderán regreso a Santa Cruz de Tenerife con la cabeza llena tras pasar cuatro días demasiado intensos en el Puerto de la Cruz con motivo de la segunda edición del SILA. Un encuentro –tengo la sensación– que crece con paso seguro porque sabe dejar huella.  Tantas, que en mi cabeza revolotean como mariposas enloquecidas los debates a los que he asistido, los escritores a los que he entrevistado…

El SILA además, supo reaccionar y limar algunas de las  notables imperfecciones del año pasado. Entre otras, que apenas te dieras cuenta de la extraordinaria torre de Babel en la que se convierte el Salón gracias al excelente equipo de traductores simultáneos.

Son muchas las sensaciones que me asaltan ahora que escribo este comentario sobre un encuentro que, a mi entender, si por algo se caracteriza es por sus objetivos: promocionar las literaturas africanas desde Canarias. Convertir al archipiélago en punta de lanza de unas escrituras en la mayor parte de los casos aún desconocidas y ofrecer la oportunidad de ver y escuchar a algunos de sus protagonistas.

Me sorprende por ello la casi nula asistencia de escritores canarios a unas jornadas de estas características. Salvo tres o quizá fueran cuatro, el resto de los poetas y narradores de las islas que van por la vida mostrándonos sus redondos ombligos no hicieron acto de presencia en un encuentro en el que podían haber compartido experiencias. También  aprender como se escribe desde la nada. 

Me sorprende, reitero, que estos creadores no hayan sido capaces de  aprovechar una oportunidad como SILA para mejorar y abrirse al mundo. A construirse como escritores y poetas conociendo otras literaturas que van más allá de Amos Tutola.

Claro que vivo en unas islas de plácida ignorancia rodeadas por el negro mar del infinito.

Al margen de SILA, el encuentro con los editores ha resultado igual de interesante por el tema que ha servido de tronco común a todas las mesas: el futuro del libro. Ya subí el otro día un comentario en este mismo blog donde ponía de manifiesto lo que pienso sobre los nuevos y revolucionarios formatos digitales que se plantean como alternativa al papel. Y de verdad que ha sido muy provechoso. Porque allí se abordó el futuro de la edición y parcialmente cómo afectará a los libreros, a los autores y a los resignados lectores.

SILA es una iniciativa que se ha puesto en marcha por los santos cajones de sus organizadores, gente que no ha parado la pata a lo largo de los días en los que se desarrolló la segunda edición del Salón. Su profesionalidad se materializó así en un encuentro que sin divismos pero sí debate, acoge a invitados e interesados con un desarmante carácter familiar.

En SILA lo mismo estás conversando sobre la situación de los escritores de Guinea Ecuatorial como recibiendo información de lo que se está cociendo literariamente hablando en Camerún o Mozambique. De la poesía de Senegal o la novela en Angola como sumergido en encendidas charlas con apocalípticos e integrados del libro digital.

Y la cabeza te bulle. La maquinaria del cerebro te va a mil y te llevas una gratísima sorpresa porque una amiga a la que no veías hace años se viene desde La Palma para asistir a estas jornadas mientras te preguntas por qué ella sí (profesora) y no los escritores canarios. Debe ser, reflexiono, porque este colectivo se siente más satisfecho lamentándose de sus soledades… Aunque esperas, con paciencia, que todos ellos dejen prejuicios a un lado y se quiten la venda que les tapan los ojos. Que aprovechen esta oportunidad que nace para enriquecernos todos.

Mientras tanto el público –formado por profesores, fontaneros, amas y amos de casa, chavales que vienen de la playa, mecánicos, abogados y médicos…– salen del castillo de San Felipe con la grata sensación de que son un poco más sabios culturalmente hablando gracias a lo benditos y dichosos santos cajones de los que organizan esto que llamamos SILA.

Saludos, habitando en una hipotética Z Town cultural canaria,  desde este lado del ordenador

7 Responses to “Por sus ’santos cajones’”

  1. Alguien que se dice escritor Says:

    Perdone usted que me camufle en el anonimato pero es que soy escritor y canario para más señas, y si bien confieso que no estuve en SILA le garantizo que no fue por dejadez ni mirarme el ombligo… me hubiera gustado asistir, pero es que no vivo en Tenerife y mi trabajo (el que me da de comer, para nada literario) hizo imposible que me escapara a Tenerife.

  2. elintenso Says:

    Primero, enhorabuena a los organizadores por llevar a cabo tan buena idea que nos reconcilia con las posibilidades de la literatura, y la cultura en general y más en una población como el Puerto, cuna del cosmopolitismo y la Ilustración canaria.
    No pude asistir, por eso agradezo al editor de este blog su afán por trasladarnos por los pelos a ese imponente Castillo San Felipe.

  3. Un lector Says:

    Hay que ver el ego que tienen algunos. Me refiero al señor del comentario número uno. Dice que se camufla en el anonimato porque es escritor canario. Vamos a ver, señor escritor canario: no hace falta que se camufle. Primero, porque no pasa nada por decir quién es, ya que su comentario posterior es tan vacío como inofensivo; no ha aportado otra cosa que no sea decir que no fue al SILA. Y segundo: porque los escritores canarios son tan poco conocidos (la mayoría con justicia) que aunque usted hubiera escrito su nombre nadie tendría ni idea de quién es.

  4. salustio Says:

    Como no tengo otro medio aprovecho este para comunicarle que ya se han publicado las resoluciones sobre ayudas al audiovisual por parte de canarias cultura en red.

  5. Daniel Says:

    Eduardo, un lujo conocerte en persona y una pena no haber conversado más. En lo referente a los escritores canarios (y no canarios), cada cual es libre de ir o no ir, igual que muchos docentes de la universidad a los que me hubiera gustado ver también por allí, y también ayudarían a sumar en un evento que este año ha dado un salto tremendo. Creo que estamos de enhorabuena y hay motivos para celebrar el éxito del SILA y augurarle larga y próspera vida. Con toda seguridad el año que viene habrá más autores canarios que se acerquen a compartir esta fiesta, y quien quiera excluirse, está en todo su derecho y quien no pueda ir, pues siempre puede seguirlo en la distancia si le apetece. Todo bien, todo bien.
    Saludos

  6. vaya tueste Says:

    El SILA por los santos cajones o ¿por las santas subvenciones? Si la nueva teta no fueran los fondos europeos destinados a África, con Canarias como puente, por supuesto, seguro que estaríamos hablando de otra cosa. Por ejemplo, del Salón de las Energías Renovables, del Salón de la Agricultura Ecológica o cualquier otro fin ligado a los objetivos del milenio, la paz mundial o las viviendas bioclimáticas. A ver cuándo nos quitamos el humo de los ojos o dejamos de esparcirlo para camuflar lo que realmente hay detrás de las cosas. Claro que los escritores africanos son aire fresco para la ombliguista y pequeña visión insular, pero en la raíz del Salón hay mucho fresco y no precisamente por el airecito. ¿Cuándo vamos a dejar de seguir alimentando el paripé, apuntalando los decorados sin fondo? Triste es que, ni siquiera en un medio tan supuestamente libre como Internet y en un pequeño y modesto blog en medio del ciberespacio las letras sigan tan cargadas de complacencia con lo establecido, tan faltas de valentía. Una pena.

  7. admin Says:

    Gracias por su mefistofélica aportación y por aproximarse a esta pequeña patera que navega por el tormentoso océano de la red…

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