“Disculpe, ¿tiene usted un cenicero?”

Atención, pregunta:

¿Qué serie solía comenzar revelándonos como un señor o una señora (el sexo lo dejo a su elección) asesinaba a otro (el sexo también lo pongo a su elección) para a continuación contarnos como descubría al culpable un tipo desaliñado vestido con una gabardina arrugada que fumaba un puro?

Daré una pista.

Su nombre empezaba por C y en todos los capítulos siempre mencionaba a su santa esposa con un “cuando se lo diga a la señora C…”

No les confundo más: Ha muerto Peter Falk.

O lo que es lo mismo, ha muerto Colombo.

Llorad pues conmigo la desaparición de Falk y Colombo. Porque Colombo es Falk y Falk fue algo más que Colombo para los que nos alegrábamos al descubrirlo como eficaz secundario en películas como Un gángster para un milagro (Frank Capra), La carrera del siglo (Blake Edwards), Un cadáver a los postres (Robert Moore), La princesa prometida (Rob Reiner), Maridos (John Cassavetes), La batalla de Anzio (Edwad Dmytryk) y Cielo sobre Berlín (Win Wenders), entre otras tantas.

Sin embargo, seamos serios: Falk, Peter Falk no hubiera pasado de ser un eficaz actor de reparto si no es por la serie Colombo. Su forma de interpretar al impresentable teniente de policía ha hecho historia en la historia de la televisión.

Su caracterización del aparentemente despistado investigador le debe a Colombo la popularidad que alcanzó no solo en nuestro país.

En Expaña emitieron sus capítulos como uno más del equipo de investigadores que bajo el título de ¿en español se llamaba Estrenos TV? (Mystery Movies, NBC) nos regalaba el último día de la semana dosis de misterio enlatado a finales de los setenta y principio de lo ochenta.

Sentía debilidad por Colombo y también por Banacek, que interpretaba George Peppard. Pero al contrario que me pasaba con Colombo, si me gustaba Banacek no era por Peppard sino por los extraordinarios casos que resolvía. Tan aparatosos como los trucos de magia de David Copperfield.

Creo recordar que en el mismo espacio se emitían  las series McMillan y esposa con un maduro Rock Hudson y Susan Saint James, y McCloud, que interpretaba Dennis Weaver, el protagonista de la aún inquietante Duel (El diablo sobre ruedas) la primera película de un tal Steven Spielberg (¿alguien conoce al tal Spielberg?).

Pero no sé a ustedes, a mi quien me gustaba de esa galería de detectives era Colombo. Y no por sus tramas que capítulo tras capítulo solían ser las mismas solo que desarrolladas en distintos espacios y protagonizadas por actores diferentes, sino por ver a Falk interpretado un personaje con el que parecía sentirse como pez en el agua.

Encarnaba como Colombo a todos esos tipos que llevan pegado en la frente la etiqueta de idiotas. Aunque el idiota no resulte tan idiota.

El asesino o la asesina capítulo tras capítulo se transformaba en su amigo. Colombo, en el lugar de los hechos mientras tiraba ceniza al suelo, preguntaba como quien no quiere romper un plato: “Disculpe, ¿tiene usted un cenicero?”

Por eso para alguien que nació viendo televisión como quien les escribe la muerte de Peter Falk le sabe amarga, como la repentina desaparición de alguien de la familia al que querías bastante porque durante unos años no dejó de visitarte y divertirte los fines de semana.

Luego lo veías en películas y en vez de reconocerlo como Peter Falk exclamabas algo así como que ese que hacía de compinche de Jack Lemmon en La carrera del siglo era Colombo y no Peter Falk.

Creo que a mi tío Peter Falk no le hubiera molestado.

Esas cosas pasan.

Así que el mejor homenaje que puedo hacerle es recordarlo vestido con gabardina y un puro entre los dedos.

O como el abuelo que le lee a su nieto el fascinante relato de La princesa prometida.

O como el gángster que siguiendo las órdenes de su jefe contribuye al milagro para que una tan Annie Manzanas haga su sueño realidad.

O como el detective duro pero con buen corazón que interpreta en esa extraordinaria comedia negra y felizmente absurda que es Un cadáver a los postres.

O como…

… Son tantos los comos que solo puedo escribir una vez más

Gracias tío Falk.

Gracias, teniente Colombo.

Saludos, ¿alguien de ustedes tiene un cenicero?, desde este lado del ordenador.

One Response to ““Disculpe, ¿tiene usted un cenicero?””

  1. pacucnu Says:

    ¡Fantástico artículo que me ha hecho volver a sentarme en el sillón familiar de una Barcelona en 1974! Me encantaba cómo este tipo hacía creer a todo el mundo que era idiota, y al salir de la habitación y decía aquello de “Por cierto…”, entonces al malo, que ya se estaba sirviendo una copa como anticipo de una victoria que no sería, se le cambiaba el jeto ante la pillada del bueno de Colombo. A mí, particularmente, me encanta verle haciendo de sí mismo en “El Cielo Sobre Berlín”, una de mis preferidas. La escena en la que reconoce al ángel desertor, porque él también lo fue…¡Emocionante y bella!
    Lo dicho: Gracia spor el artículo y a Peter por haber existido.

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