‘Algo’, llamémoslo ‘alma’
Domingo, Marzo 4th, 2012INTRO
No sé si la narrativa que se escribe en Canarias está viviendo uno de sus momentos más afortunados como pregonan algunos ni desafortunados como se empeñan en asegurar otros. Lo que sí tengo meridianamente claro es que cada vez son más los libros que, editados aquí o allá, están configurando un puchero en el que con los que ya estaban y las nuevas aportaciones que aparecen, se guisa un plato que, por si algo se caracteriza, es por la variedad de sus ingredientes.
Y si bien no todo lo que se está publicando supera el suficiente, digamos que de tanto en tanto el lector con hambre, sin ataduras a tontainas y resentidas endogamias, puede encontrarse con novelas y cuentos que sin resultar sobresalientes están escritos con lo que quiero llamar alma, así como con una notable necesidad por reflejar la inquietante nada cotidiana que significa para sus autores vivir en este archipiélago.
¿Casualidad?, ¿coincidencia? Los dos títulos que a continuación reseñamos cuentan con frases del escritor Roberto Bolaño abriendo sus propuestas narrativas.
EN EL CAMINO
Llega a mis manos dos curiosas novedades firmadas por escritores nacidos a finales de los setenta y principio de los ochenta en las islas que, pese a su aún retardado proceso de maduración carbónica, me han resultado productos vitales. Vehículos de entretenimiento en los que encuentro ese alma que apuntaba más arriba. O las claves de un universo que a base de trabajo y constancia, pero sobre todo de aprendizaje vital, podrían revelarnos en un futuro no muy lejano a escritores de verdad. Independientes, gente que escribe por sus santos cojones.
Entiendo así Cuaderno afortunado, de Eduardo Delgado Montelongo, como un entretenido relato de búsqueda con ecos a En el camino de Jack Kerouac. Una novela más de viaje que de carretera en la que su autor emprende un curioso itinerario por estas islas disgregadas del Atlántico buscando sus raíces. Algo que lo ate con la tierra que lo vio nacer.
Cuaderno afortunado es eso, un irregular pero intenso diario de viaje en el cual el lector irá conociendo a través de su protagonista los mitos, y también las contradictorias sensaciones que esos mitos le suscitan, sobre y de Canarias.
La narración se inicia con el regreso de su protagonista a Tenerife, quien tras almorzar con su madre y sentir la dulce tentación de recuperar la tranquilidad del líquido amniótico en el que nadamos la mayoría de los habitantes de estas islas, apuesta por rebelarse e ir más allá.
Es decir, la de salir –que no escapar– con lo puesto y conocer la geografía de una tierra en la que aspira a reconocerse.
“¿Por qué volver? No había una respuesta clara para esa pregunta, más bien muchas a la vez dándose la razón unas a otras. En el fondo, ¿qué más daba un lugar que otro?, ¿no eran los lugares sus gentes?, ¿y no había gente en todas partes, buenos, malos, mujeres de las que enamorarse? En efecto, en ocasiones las preguntas dicen más que las respuestas.”
Y es precisamente a través de la geografía humana con la que el personaje de Cuaderno afortunado explora un territorio (in)felizmente aplatanado para aprender a ser una persona que siente la necesidad por reencontrarse con un pasado muerto y al que se ha hecho tontamente legendario como es el de los primeros pobladores de estas islas para toparse con otra realidad que, si bebe de aquellas fuentes, es para vindicarlo bajo la mirada del folclore.
Esto me hace pensar que hay que leer Cuaderno afortunado como una curiosa novela de aprendizaje, y dejarla digerir con la asombrada inocencia con la que está escrita. Una inocencia sin imposturas, que desarma por su sinceridad.
Y precisamente por eso, por su sinceridad, Diario afortunado es, a mi juicio, un relato con alma.
PIENSO, LUEGO ¿EXISTO?
Con Paréntesis, Hosmán Amin Torres, mezcla relato y poesía con un atractivo leiv motiv existencial en el que vendría a decir algo así como estoy vivo, sí, pero la vida mientras tanto se me escapa de entre las manos.
Estructurada en siete bloques (Recuerdos abruptos; Hipocresías, cinismo y otras incomodidades; Pesadillas y sueños; Pasiones, convivencias e inseguridades; Hastío preñado de rutinas; Cuentos de bares de barrio y Retazos de sangre) Paréntesis, pese a tratarse de un volumen irregular que pedía a gritos más esfuerzo y coherencia, incluye una serie de relatos que por su audacia, por su frescura, por sus ganas de contar, revela a un narrador que con más paciencia podría significar una agradable sorpresa para el desnortado panorama narrativo que se escribe en estas islas.
El libro se inicia con un relato en clave fantástica que sin estar lo redondeadoo que debiera, sí que me supo a agradable aperitivo.
Se titula El brujo, y pese a que no termina de estar bien cerrado, logró convencerme para que continuara leyendo un volumen en el que se detecta alma. Incluso en sus historias más enojosamente cursis y por lo tanto fallidas.
El relato que da título al libro, Paréntesis, se deja leer porque su autor tiene capacidad para describir ambientes y reflejar en unas pocas pinceladas las miserias de una serie de personajes que viven porque en esa gigantesca lotería que es la vida les tocó el Gordo de venir al mundo para reírles las gracias al Jefe.
En Mira siempre al frente, Hosmán Amin Torres tiene la cintura suficiente para convertir una situación cotidiana en inquietante, aunque le falte fuelle para circularla como exigía mi estómago hambriento.
Elementos que tampoco sabe explotar en el que, a mi juicio, es el mejor relato del libro, Habitación para un desconocido. Una pieza con ecos cortazianos que, mientras la leía, imaginé convertida en uno de esos cortos canarios si los chiripitifláuticos cineastas que dirigen cortos canarios volvieran su mirada a lo que está escribiendo la pibada que forma parte de su generación.
En esta misma línea, resalta también el cuento titulado Una noche, y el desolador, por lo que implica, Visita inesperada. Un cuento cruel, cuyo inicio: “La tarde transcurría tranquila en la oficina. La música murmuraba de fondo, a un volumen que no permitía distinguir con claridad los que mis oídos escuchaban” no hace presagiar el final de la historia.
Consciente de que ni Cuadernos afortunado ni Paréntesis de, respectivamente, Eduardo Delgado Montelongo y Hosmán Amin Torres son libros acabados, redondos, continuo sosteniendo que tienen algo.
Ese alma al que me refería al principio.
Ya que se tratan, a mi parecer, de obras escritas con pulsión, con latido.
Esbozos en los que se detecta necesidad por expresarse.
Por ello, creo que hay que leerlos como audaces y desprejuiciados ensayos de lo que estos dos autores –si continúan explotando el camino de la escritura– podrían ser capaces de mostrarnos en un futuro que necesariamente no tiene que ser tan lejano.
Tienen algo.
Y yo a ese algo lo quiero llamar alma
Saludos, y no es baladí, desde este lado del ordenador.