Cine leve, ¿leve?

Decíamos ayer

Sesión de cine leve en TEA Tenerife Espacio de las Artes.

La sala no está abarrotada pero parece que flota en el ambiente buenas vibraciones. Esto me hace suponer que todos los que están saben de qué va esto del cine leve. Es decir, que son espectadores avisados, que conocen las carencias y pretensiones de hacer este tipo de cine cuyo mayor mérito es que continúa latiendo pese al estado moribundo en el que se encuentra el cine español y, por extensión, el que se hace en Canarias.

La sesión incluye tres piezas: El hijo de Pasolini, de Pedro García; Naturaleza viva, de Josep Vilageliu, y El último plano, de Daniel León Lacave.

Se apagan las luces. Y yo, que soy de culo inquieto, me pregunto cuantas veces voy a moverme en la butaca.

El primer corto que perfora la pantalla es El hijo de Pasolini, de Pedro García. En la presentación, Vilageliú advierte a los espectadores lo que nos espera. Anima más o menos a que el espectador se deje llevar por las imágenes. A que no arme una historia en su cabeza… El hijo de Pasolini quiere ser así, pienso, un trabajo de sensaciones.

Una pareja juega (Rubén Darío y Marine Discazeaux) en lo que, supongo, fue un ingenio hoy abandonado de caña de azúcar. No pasa nada. Bueno, la pareja parece que tontea.

La pareja se encuentra ahora en una habitación. Él lee, ella parece que escucha. En off se recita en italiano un poema del director de esa obra maestra del cine verdad que fue y es Saló o los 120 días de Sodoma.

Para los que desconozcan el idioma de Papini, Malaparte, Buzzati o Moravia, se agradecen los subtítulos en castellano que traducen los versos.

El problema es que, como espectador, disfruto más de las palabras del maestro que de las imágenes que, presuntamente, quieren hacerle justicia.

Fundamos a negro.

El segundo cortometraje de la jornada es Naturaleza viva. Lo firma Josep Vilageliú, el padre fundador de este movimiento que se autodefine como cine leve.

Vilageliú es tan productivo cinematográficamente hablando como lo fue literariamente hablando Benito Pérez Galdós. Su constancia, los cortos y largometrajes que presenta con una periodicidad que resulta abrumadora se caracterizan así por un sello, un estilo que es cien por cien Vilageliú.

Por ello, y a estas alturas, ya no me siento engañado por lo que veo en pantalla. Casi parece como si el cineasta rodara una y otra vez la misma película. Asumo así sus claves, que esconde a través de pudorosas metáforas.

En este sentido, Joseph Vilageliú construye poemas visuales –que lo son–  en cualquier escenario. En esta ocasión, propone una nueva relectura a sus constantes en torno al universo del vino y la fruta que lo genera: la uva.

Protagonizado por Verónica Galán y José Sosa, Naturaleza viva hay que verla como un ballet en el que la mujer invita al hombre a soñar en el gozoso disfrute del sexo y en el que el hombre intenta atrapar a la mujer iniciándola en el gozoso disfrute del vino.

Dividida en dos tiempos, o estaciones: verano e invierno, quiero entender Naturaleza viva como un emocionado canto erótico al vino: a la vida.

Y todo ello narrado a través de dos protagonistas que se acercan y que se alejan mientras la cámara recorre las entrañas de una bodega.

Sin embargo, y a mi juicio, El último plano, de Daniel León Lacave, es el cortometraje más agradecido en esta noche de cine leve.

También está protagonizado por dos actores –Lamberto Guerra y Penélope Acín–, pero en contra de El hijo de Pasolini y Naturaleza viva hay diálogo.

Me desconcierta El último plano.

Sabe a reencuentro amargo y a una tierna declaración de amor a los que hacen cine por amor al arte.

El corto me hace reír pero también me hace emocionar por el carácter crepuscular que tiene.

De demoledor, por resignado, se acabó esto de soñar.

El último plano respira una tierna verdad que desarma. Y es un vigoroso homenaje a todos esos locos que arriesgan el poco dinero que les queda en la cuenta corriente por intentar creerse el sueño del cine.

Es el primer cortometraje canario que se molesta en rendir homenaje a los cortometrajistas canarios independientes. Un tributo en el que además de nostalgia hay un agradecido e insólito sentido del humor para todos aquellos hombres y mujeres que siendo capaces han visto frustradas sus esperanzas cuando llegaron a la conclusión que es inútil confiar en la subvenciones si no perteneces a la familia. A esa endogamia, comenta resignado y con desarmante sentido del humor el personaje que interpreta Guerra –en la ficción hoy un hombre con trabajo estable– que vuelve a ser tentado por el veneno del cine cuando se reencuentra con su Eva.

Feroz zarpazo el que Lacave hace a lo que ha terminado –sugiere– el cine canario que respalda el miope Gobierno regional y los festivales que solo recompensan –da a entender con esa irónica mirada a cámara que hace la pareja protagonista– el trabajo de los de siempre.

Los que tienen nombres y apellidos.

El último plano es así, y a su peculiar manera, un poema.

O una reflexión personal de cine dentro de cine ¿leve? cuya sinceridad, profunda y para nada leve, desarma.

Saludos, espero que no sean leves, desde este lado del ordenador.

7 Responses to “Cine leve, ¿leve?”

  1. Daniel León Lacave Says:

    mmmm… ¿dónde está la habitual jauría de capitanes de la sardina anónimos? ¿Habrán madurado?

  2. admin Says:

    Con la que está cayendo, yo diría más bien que se han retirado.

  3. cautivo y desarmado Says:

    No sé cómo son las películas, pero la crítica es brillante, atinada y, por momentos, muy hermosa. Felicidades señor editor.

  4. cabo chusquero Says:

    A los pies de Usía mi General

  5. admin Says:

    ¡Ar!

  6. lester freamon Says:

    Veo que hay consenso. Esto ya no es lo que era…

  7. admin Says:

    Leñe, Lester, es que ya no se respeta ni a los clásicos…

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