Los rápidos y los furiosos

Un tipo que está regateando con un caballero que vende tornillos de todas clases en el Rastro de la capital tinerfeña no deja de hablar entusiasmado, casi a gritos, que Vin Diesel va a venir a Canarias para rodar una película de coches.

La película a la que hace referencia es la sexta entrega de The Fast and the Furious (A todo gas) en la que el actor norteamericano que se ha hecho un hueco en Hollywood asumiendo el rol de macarra, vuelve a repetir con un personaje que, como todo futurista que se precie, representa ”el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.”

El hombre máquina que vindicara el loooco de Marinetti.

Lo que ignora el tipo, y tampoco soy nadie para decírselo, es que además de macarra en The Fast and the Furious, Triple X y esas dos curiosas cintas de c/f que son Pitch Black y Las crónica de Riddick, es que detrás de ese cuerpo modelado en gimnasios se encuentra un buen actor cuando cae en manos de un buen director como fue Sidney Lumet en su aún desconocida Find Me Guilty (Declaradme culpable, 2006), donde Diesel interpreta con mucha convicción y toneladas de maquillaje al gángster Jackie DiNorscio.

Les recomiendo que la vean si no la han visto.

Lo curioso del caso, volviendo al Rastro, es que quien intenta venderle los tornillos no sabe quién es Vin Diesel, aunque coincide con el informante en que si se trata de una película de carreras –así, “de carreras”– “tiene que estar guapa.”

Nunca fui un seguidor del subgénero. Aunque reivindico un título –con la misma pasión con la que reivindico el Ecce Homo restaurado por Cecilia Giménez– como es La carrera de la muerte del año 2000 (Paul Bartel, 1975). Cinta que no ha tenido su remake pero sí su reboot y el reebot su precuela. Lo del reboot es la última fórmula que se han sacado de la manga en la Meca del Cine para explotar lo que parecía inexplotable: un reinicio o relanzamiento de una historia como sucedió también con Carlitos Brigante antes de que Brian de Palma lo liquidase a balazos en la estupenda Carlitos’s Way (Atrapado por su pasado, 1993)

Dejo al entusiasmado fan de Diesel esta mañana soleada de Rastro en busca de libros. Y como siempre, encuentro alguna cosa apetecible. Entre otras, Lulu en Hollywood, un volumen que recopila recuerdos escritos por una de las mujeres más bellas que jamás proyectó la pantalla silente y sonora.

Me refiero a Louise Brooks. Una modelo y actriz de la que me estoy enamorando inoportunamente al repasar su vida en los felices años 20 pero sobre todo un ejemplo de coraje y sinceridad que, defiende ella en este volumen, caracterizó su existencia en ese lugar donde “te pagan mil dólares por un beso, pero te dan cincuenta centavos por tu alma” (1).

El mundo ha cambiado mucho desde entonces, querida Louise y querida Marilyn, porque Hollywood ya ni siquiera paga tanto por tu alma.

Escribo esto un pesado domingo, como son todos los domingos, en los que hago repaso de los días calcinados y procuro averiguar como serán los aún parduscos pastos que me quedan por devorar en este itinerario que es la vida.

Barajo el riesgo.

El riesgo es salir de casa y meterme a ver Madrid Days, de José Luis Garci. Pero la diosa de la razón se impone y me ordena que ahorre el dinero porque no está la cosa para malgastarlo y encima te entren ganas asesinas por degollar a ese fumador empedernido que presentó Qué grande es el cine.

Veo en la red el tráiler, pero me niego en redondo a leer comentarios y críticas de una película donde, curiosamente y por lo que he podido contemplar, Sherlock y Watson hablan un perfecto español de Valladolid y hace un cameo ese político estirado y marciano que es Alberto Ruiz-Gallardón. Dicen que como Isaac Albéniz. Dios nos coja confesados.

Después de lo que Garci le hizo a Benito Pérez Galdós con El 2 de mayo, si hubiera justicia en este país lo hubieran exiliado al islote de Perejil.

Nunca he entendido el entusiasmo que aún le profesan algunos aficionados al cine que perpetra este señor.

Claro que deben ser cosas mías porque no tolero el exceso de azúcar, y la mayoría de sus películas, pero en especial Canción de cuna, fue como zamparme una bandeja entera de tocinitos de cielo… Será que a mi me gustan más los dulces borrachos. Y de eso no entiende ni el cine del señor Garci ni el que se rueda en este país.

Un país, ahora mismo, que pretende que alguien le explique como la abundacia de la que disfrutó hace unos años resulta ahora un inquietante espejismo. O un mal chiste.

Tarea compleja, porque obliga a pensar.

Eso explica, sin embargo, lo que se está haciendo: despistar al españolito que ya está en el mundo sacando lo peor que lleva dentro y que se pregunte, como si la vida le fuera en ello: ¿por qué está triste Ronaldo?

Penélope Cruz, súper Pe, por otro lado, desmiente un titular publicado por La Stampa y que ha contribuido a hacer un poquito más grande la zanja que está separando a los ricos y famosos (sean de derechas como de izquierdas) de los pobres y desgraciados españolitos (sean de derechas como de izquierdas) que estamos en el mundo.

Titular malintencionado: “Produciré un par de cintas al año en España para dar trabajo.”

Respuesta de súper Pe: “se han manipulado mis palabras.”

Lo único bueno de todo esto, del brutal movimiento sísmico que nos está haciendo bailar a casi todos el mal de San Vito antes de que caigamos dentro de las grietas profundas que se abren bajo nuestros pies, es que yendo al Rastro de la capital tinerfeña puedo escuchar a un chaval loooco de contento porque el Vin Diesel vendrá a Canarias a rodar la última entrega de una película cuyo título, curiosamente, se me antoja como inquietante metáfora de estos tiempos que me han tocado vivir:

El rápido y el furioso.

Elijan ustedes quienes es el rápido y quien está furioso.

(1) Marilyn Monroe, una rubia que al parecer no fue tan tonta.

(*) La ilustración que acompaña este post corresponde al cuadro La calle ante la casa (Umberto Boccioni, 1911).

Saludos, ¿es que nadie  se acuerda de La Roca?, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Los rápidos y los furiosos”

  1. JAVIER HERNÁNDEZ VELÁZQUEZ Says:

    Hay tantas Rocas y tantas versiones. Hay tantas aspirantes a Marilyn que al final la copia evolutiva nos lleva al sucedaneo (Madonna… Marta Sánchez… la vecina del quinto…). Para Roca, la versión de Alcatraz del gran Clint Eastwood (antes demócrata, ahora republicano, aunque me da que es un hombre sin ataduras y las políticas Obama le ha defraudado).
    El problema de CR 7 es escoger entre la bella Irina y la chispeante presentadora de los telediarios portuguesa.
    Pitch Black y Las crónica de Riddick me parecieron dos pelis como las calificas de curiosas, diferentes en un celuloide tan uniformado. Creo que intentan encontrar en él al nuevo actor de pelis de acción, el problema es que no le dan guiones lo suficientemente ricos para que pueda brillas (por ej. Acorralado de Stallone o la primera entrega de La jungla de cristal Bruce Willis…).
    Pdata.- Adoro a Garci, pero ahorrate el dinero.

  2. Daniel León Lacave Says:

    Pitch Black me entusiasmó. Me pareció el Alien de los 90, y fui ilusionado a ver Las Crónicas de Riddick y… raramente suelo abandonar la sala antes de que acabe la película, pero esa vez poquito me faltó.
    Me pareció un truñazo en toda regla, un truñazo que partía de un error: Creer que el éxito de Pitch black estaba basado en el personaje y no en el planeta de los tres soles y su trama de eclipses y bichos “oscurios”.

  3. admin Says:

    No he vuelto a ver ni Pich Black ni Las crónicas de Riddick aunque no resultan títulos ingratos en lo que aún conservo de memoria…

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