¡Tekeli-li!
“Dios me perdone; pero entonces, en el primer instante, un pensamiento relampagueó en mi mente, un pensamiento que no mencionaré, y sentí que avanzaba un paso hacia el resto ensangrentado. Miré de frente y chocaron mis ojos con los de Augustus, que tenía una expresión tan intensa y ansiosa que me hizo recobrar enseguida mis sentidos. Me precipité hacia adelante con un hondo suspiro y tiré aquello al mar”.
(Narración de Arthur Gordon Pym, Edgar Allan Poe. Traducción: Emiliana Lapuente, Colección Trébol, Edival Ediciones, 1978)
Es probable que fenómeno semejante se haya producido en alguno de ustedes. En mi caso, si hay un título que me zarandeó hasta espabilarme fue Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, novela en la que el autor de cuentos macabros y de misterio como El gato negro y El corazón delator dio lo mejor de sí mismo. Lo que no explica, sin embargo, que continúe siendo uno de sus trabajos literarios menos reivindicados. Menos celebrados por sus seguidores.
La razón quizá se deba a que se trata de una novela, la primera y única del escritor, que aún desubica a los aficionados a Poe.
Yo, que también me considero aficionado a Poe, encuentro en Narración de Arthur Gordon Pym muchos de los elementos que contribuyeron a que su nombre todavía continúe latiendo con la misma intensidad que cuando fue escrita su primera y única novela.
Hace ahora exactamente 175 años.
Es decir, casi dos siglos que se dice pronto y que parece que no son nada…
Leí por primera vez Narración de Arthur Pym cuando huía de la adolescencia.
Ya había caído en mis manos la doble antología de relatos del escritor editada por Alianza Editorial traducidas y con prólogo de Julio Cortázar, y tras impregnarme del oscuro universo del escritor, ese escritor que según H. P. Lovecraft “inventó el relato corto en su forma actual”, llegó a mis manos por casualidad la Narración de Arthur Gordon Pym en una colección para jóvenes editada con exquisito cuidado por Edival Ediciones que incluía además El cuervo con ilustraciones de Gustave Doré.
Recuerdo de Narración de Arthur Gordon Pym su impacto. El golpe brutal que significó la puñetera primera vez.
Ese delirio que desde ese entonces tan difícil me ha sido encontrar en otros tantos libros leídos, digeridos, asimilados en el centro de operaciones de mi caprichoso cerebro.
Tanto, que desde ese día Narración de Arthur Gordon Pym forma parte de mi biblioteca de cabecera. Un título al que ocasionalmente recurro cuando deseo evadirme de la realidad para enfrentarme, precisamente, a ella.
No sé si entenderán esta última clave, pero es de las pocas historias que releo y me parece otra siendo la misma.
En su estupendo ensayo El horror en la literatura (colección El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial, traducción: Francisco Torres Oliver, 1983), el ya mencionado H. P. Lovecraft explica que la grandeza de Poe radica en que comprende “el mecanismo y la fisiología del miedo y de lo extraño: los detalles esenciales que hay que subrayar, las incongruencias y supuestos imprescindibles, preliminares o concomitantes al horror, que hay que seleccionar las incidencias y alusiones exactas que hay que dejar caer inocentemente de antemano como símbolos o prefiguraciones de cada paso importante hacia el espantoso desenlace posterior, los meticulosos ajustes de fuerza acumulada, la precisión inequívoca para el ensamblaje de las partes que hace perfecta la unidad a lo largo de todo el relato, y la atronadora efectividad del momento culminante, los delicados matices de valor escénico y paisajista que escoger para crear y mantener el talante deseado y vitalizar la deseada ilusión”.
Pero lo insólito del caso es que, además de esa calculada estrategia para generar inquietud, la lectura de Narración de Arthur Gordon Pym continúa resultando igual de fascinante que la primera vez por otras muchas razones.
Es decir, que funciona también como novela de aventuras y horror.
En este sentido, el relato está trufado de momentos críticos: un motín y una carnicería a bordo del bergantín de bandera norteamericana Grampus en su travesía por los Mares del Sur. Se describe también la dolorosa reconquista del barco, su posterior naufragio y los horribles sufrimientos que entre los sobrevivientes causa el hambre. Más tarde, Pym cuenta el rescate de los que aún quedan por la goleta británica Jane Guy.
Pero hay más.
Aún hay más.
Pym relata el breve crucero que inicia la Jane Guy por las inhóspitas aguas del océano Antártico y el descubrimiento –en tierras que jamás ha pisado el hombre– de un territorio donde nada es blanco y, mucho más allá, de un ¿continente? donde todo es blanco que puebla una raza de gigantes envueltos en sudarios y aves de níveo plumaje que custodian una catarata de niebla misteriosa…
Narración de Arthur Pym se interrumpe con la última anotación que su protagonista escribe en su diario, 22 de marzo –“múltiples pájaros gigantescos, de una blancura fantasmal, volaban sin cesar viniendo de más allá del velo blanco y su grito, mientras se perdían de vista, era el eterno ‘¡Tekeli-li!’”– aunque Poe añade una nota final para ¿aclarar?, más bien afirmaría que para confundir, lo que pudo suceder a su protagonista.
Son tantas las preguntas metafísicas que sigue generando esta obra maestra de la literatura universal que generó entusiastas continuaciones en su momento.
Entre las más populares, citaría la que firmó Julio Verne en 1897 con el título de La efigie de los hielos, probablemente una de las novelas más extrañas del escritor francés; así como el que, a mi juicio, es uno de los mejores relatos de H. P. Lovecraft, En las montañas de la locura, título en el que explota el universo encontrado por Poe en su Narración de Arthur Gordon Pym.
En las montañas de la locura narra una expedición de carácter científico por los por aquel entonces escasamente explorados territorios de la Antártida. Continente de hielo en el que los protagonistas de la historia descubren rastros de una civilización primigenia y unas extrañas criaturas en un aparente estado de hibernación.
En las montañas de la locura es una ¿novela corta? en la que Lovecraft sigue al pie de la letra lo que podríamos ya considerar como canon Poe: calculada estrategia para inquietar.
Se trata además de un texto en el que el escritor de Providence (Rhode Island) se revela como maestro –pese a su caprichosa lentitud narrativa, en ocasiones desarmante– dentro de un género en el que fusionó con talento ciencia ficción y terror.
Escribe: “Estábamos indudablemente en uno de los rincones más extraños y fantásticos del globo terrestre. De todas las tierras existentes aquélla era infinitamente la más antigua.”
La más antigua.
Michel Houllebeq, en su más que recomendable ensayo H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida (Libros del tiempo, Siruela, 2006, traducción de Encarna Castejón) resalta: “Los héroes de Lovecraft se despojan de cualquier signo de vida, renuncian a cualquier alegría humana, se convierte en menos intelectos, espíritus puros que aspiran a una única meta: la búsqueda del conocimiento. Al final del camino les espera una espantosa revelación: desde las marismas de Louisiana a las mesetas heladas del desierto antártico, desde el corazón de Nueva York a los sombríos valles de Vermont, todo proclama la presencia universal del mal”.
Un mal que procede de los Antiguos.
Claro que primero lo intuyó Arthur Gordon Pym.
Edgar Allan Poe.
(*) La imagen que ilustra este post corresponde al filme A la conquista del Polo, de Georges Méliès, 1912)
Saludos, es lo que hubo, es lo que hay, desde este lado del ordenador.
Agosto 12th, 2013 at 22:26
como siempre, genial en sus análisis y apreciaciones, sr. rojas
Agosto 13th, 2013 at 18:43
Gracias, amigo. Un abrazo.
Agosto 14th, 2013 at 16:01
Me alegro muchísimo que dediques este texto a explicar las virtudes y maravillas que depara Arthur Gordon Pym, del gran Poe, a quien siempre preferí como narrador antes que como poeta: cómo olvidar “La caída de la casa Usher” y tantos otros relatos magistrales que Borges y Cortázar seguro leían y releían. Me parece especialmente interesante que destaques un elemento crucial y ciertamente novedoso de Gordon Pym: el que sea, a la vez, una novela de terror y de aventuras (bizantina). Yo creo que a Poe, desgraciadamente, hoy no se le lee o no tanto como se debiera, igual que le ocurre a Julio Verne, que tanto o más que Poe, Salgari, Twain, etc., formaron mi adolescencia entusiasmada con el terror y la aventura del cine y los libros. Hablas de “La esfinge de los hielos”, sí, y a mí me fascinó también “El castillo de los Cárpatos”, “Dos años de vacaciones”, “Viaje a la luna”, “Viaje al centro de la tierra”, etc., que mi padre tuvo la buena idea de comprarme y recomendarme. Un saludo hoy muy agradecido desde este lado del espejo líquido.
Agosto 14th, 2013 at 19:01
Imagino, Iván, que leerías las novelas del maestro Verne en aquella inolvidable colección Molino… La tengo casi completa, como la que le dedicó en su día a otro maestro, el inevitable Salgari. Igual me da por escribir un día de estos un post sobre ellos, así como de Stevenson, Dumas, Sabatini, Karl May, Curwood, P.C. Wren, London,… ¡¡¡Dioses, qué infancia lectora más venturosa tuvimos!!!
Agosto 14th, 2013 at 20:21
Pues siento disentir de este fervor por Poe. Lo mejor de Poe, para un servidor de ustedes, son las narraciones breves y su teoría literaria. Las aventuras del señor Pym -aventuras se llamaba en la edición que leí, hace muchos años- me parecen un ejercicio imaginativo desbordante. Sin embargo, Poe era un pésimo prosista, con un estilo más bien pobre, y en lo que era realmente bueno es en el corte y confección de las historias. Bajo la luz de mi vela, Poe conoce y domina los entresijos de la novela fantástica, de acción, de aventuras, trepidante, pero hay que reconocer que sus traducciones mejoran muchísimo su prosa y que la lectura de los originales deja mucho que desear. Sin embargo, elevado ya a la categoría de mito, esto suena a sacrilegio, pero no son pocos los eruditos que han escrito sobre los defectos de la prosa de Poe. Esto no quita para que esté entre mis autores de aventura favoritos. Un abrazo animoso, desde este lado de la literatura.
Agosto 15th, 2013 at 3:32
Bueno, en realidad leí esas novelas de Julio Verne y Emilio Salgari en una amplia colección que editó Planeta con títulos en formato bolsillo y tapa dura con el reclamo de novelas de aventuras. Ojalá escribas ese post sobre ellos: lo merecen porque fueron tenaces, brillantes y meticulosos en su oficio de escritura (¿Recuerdas el homenaje de Rohmer a Verne en “Le rayon vert”? Stevenson, Dumas y London, cómo nó, cómo olvidar “La isla del tesoro” y “Doctor Jekyll y Mr. Hyde” o “La llamada de la selva”, entre muchas otras. También recuerdo con mucho cariño algunas novelas de Dickens (David Copperfield sobre todo), Walter Scott (El pirata o Robin Hood), Arthur Conan Doyle (Aventuras de Sherlock Holmes), Rudyard Kipling (El libro de la selva), T. E. Lawrence, Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver), Joseph Conrad (lo primero que leí fue Lord Jim), etc. Gracias por el recuerdo y un abrazo.
Agosto 15th, 2013 at 16:14
Gracias Anónimo escribidor y gracias Iván por reflexiones tan interesantes. Iván, respecto a todos esos autores que marcaron un tiempo, se me olvidó citar un fijo: H. Rider Haggar. Cuenta al menos, con dos novelas fundamentales: Las minas del rey Salomón y Ella.
Agosto 15th, 2013 at 18:28
Cierto, yo también pensé en él.
Octubre 22nd, 2016 at 17:02
Acabo de leer la Narración de Arthur Gordon Pym, y pese a que me gusta mucho Poe, no la había leído hasta que empecé a leer Los mitos de Cthulhu. Estoy leyendo los mitos en el orden en que fueron publicados y justo después de leer La sombra sobre Innsmouth es cuando he leído la Narración. Y creo que leer la Narración, independientemente es una lectura que ningún aficionado a Poe se debe perder, pero leerla, integrada en los Mitos de Cthulhu, justo antes de En las Montañas de la Locura, que es el que me estoy leyendo ahora, es algo que creo totalmente acertado.
Las últimas páginas de la Narración y las primeras de En las montañas de la locura te hacen sentir como si simplemente hubieses empezado el capítulo 26 de la Narración. A los que no la hayan leído todavía pienso que les resultará por lo menos curioso si la leen como parte de los Mitos de Cthulhu.
La Narración en sí es un buen libro de aventuras y, aunque puede ser lento en algunos momentos, en los que Poe da descripciones muy precisas utilizando el lenguaje de los navegantes de la época, es justo eso lo que le da una gran sensación de realidad a lo que estás leyendo. Un gran libro.