Fallece el profesor Enrique Fernández Caldas
Ha muerto el profesor Enrique Fernández Caldas (Mazo, La Palma, 18 de septiembre de 1923-Santa Cruz de Tenerife, 8 de diciembre de 2013), catedrático de Edafología, rector de la Universidad de La Laguna en los años setenta y consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias entre 1986 y 1989.
Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de La Laguna, trabajó como investigador y profesor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, así como en la British Council y para el Instituto Internacional, además de participar como investigador invitado en las universidades de Arizona, Colorado y Wisconsin, entre otras. Fue, además, uno de los impulsores del Centro Asociado de la Universidad de Educación a Distancia, institución que dirigió desde sus inicios. En el terreno político, Enrique Fernández Caldas ejerció como procurador en Cortes en la X Legislatura y como miembro del Consejo Nacional de Educación.
Para los que lo conocieron, Enrique Fernández Caldas era un humanista y un hombre de principios. También un maestro que nunca perdió el entusiasmo ni el interés por continuar aprendiendo.
Muchos son los que aún recuerdan su gestión al frente de la Universidad de La Laguna. Tarea que emprendió en 1973 y que terminó en 1976 cuando autorizó un concierto del cantautor Lluis Llach en el Paraninfo universitario.
Lluis Llach tenía previsto ofrecer dos recitales en el teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife a finales de febrero, aunque fueron prohibidos por la policía. Entonces, recuerda el cantautor, una comisión de profesores de la Universidad de La Laguna le ofreció en nombre del rector que celebrase este concierto, un domingo, en el Paraninfo.
Lluis Llach aceptó la propuesta mientras el rector Enrique Fernández Caldas recibía la orden del jefe superior de la policía de prohibirlo. No se amilanó Fernández Caldas, quien justificó su celebración porque el acto era “competencia exclusiva de las autoridades académicas”.
El jefe de la policía le advirtió que, en ese caso, las fuerzas del orden lo impedirían lo que obligó a que tanto el rector como la junta de gobierno de la Universidad de La Laguna presentase su dimisión y que el 1 de marzo Lluis Llach fuese expulsado de Tenerife por la policía siguiendo una orden verbal del ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne.
Por aquel gesto, el cantautor Lluis Llach se puso en contacto con Enrique Fernández Caldas para expresarle personalmente su agradecimiento.
Al frente de la Consejería de Educación Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, las políticas de Fernández Caldas fueron igual de intensas y avanzadas para su tiempo.
Supo rodearse de un buen equipo de profesionales y desde su cargo diseñó y dotó de fondos lo que más tarde sería el actual campus universitario de Guajara –la nueva universidad–. Apostó también por presentar la candidatura de La Laguna como Ciudad Patrimonio de la Humanidad a través de su gran amigo, Federico Mayor Zaragoza, por aquel entonces presidente de la UNESCO.
Como consejero, nombró a Juan Manuel García Ramos como director general de Cultura, quien lo sustituiría al frente de esta responsabilidad entre 1989 y 1991. Durante su gestión, Fernández Caldas apoyó la promoción de la cultura hecha en Canarias en todas sus áreas.
Quienes lo conocieron insisten en calificarlo como un “ilustrado”. Un hombre con “visión de futuro y muy preparado”. Un profesional que siempre trabajó “por y para los intereses de Canarias”.
Quien sabe si precisamente por eso, los últimos años de Enrique Fernández Caldas transcurrieron apartados del mundanal ruido.
Era un hombre feliz en su finca de Guamasa, donde cultivaba naranjos y aguacates junto “a la mejor mujer del mundo”, su esposa Rosa Rodríguez Galván, hija de Corviniano Rodríguez López, hermano de Heliodoro Rodríguez López, y profesora de Inglés en la facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna hasta 1990. Con ella tuvo cuatro hijos.
Con Enrique Fernández Caldas desaparece uno de los hombres más singulares y destacados del archipiélago. Un profesor, curiosamente ninguneado en los Premios Canarias, a quienes califican sus alumnos como el maestro. Un hombre, en definitiva, que se preocupó en enseñar y en ser enseñado.
Entre otros reconocimientos, Enrique Fernández Caldas –nombrado Hijo Predilecto de La Palma en 2002– fue distinguido con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y la Gran Cruz al Mérito Militar. También fue miembro de la Orden de Andrés Bello de Venezuela; Caballero de la Orden de Las Palmas Académicas de la República Francesa y en marzo de este año, XIII Premio Alonso de Nava y Grimón que concede la Universidad de La Laguna.
(*) En la imagen retrato de un joven Enrique Fernández Caldas por Pedro González.
Saludos, fundido a negro, desde este lado del ordenador.