Estamos vivos

Veo hace poco Están vivos (John Carpenter, 1988), una película de inquietante actualidad aunque la primera vez desconcertó por su radical mensaje y me hizo sentir algo muy parecido al pálpito de otras películas de anticipación como Cuando del destino nos alcance y Rebelión en el planeta de los simios. Eso explica que sacuda la cabeza como un chimpancé porque al recuperar Están vivos continúa sin lastimarme su indigencia presupuestaria y conmueva su subversiva actualidad.

Imagino que a estas alturas toda criatura bien nacida conoce lo que cuenta Están vivos… Sí, esa misma película de invasores extraterrestres en la que los extraterrestres ya están entre nosotros. De hecho, se mezclan entre nosotros.

A los otros, a los extraterrestres, solo los puedes detectar si llevas puestas unas gafas de sol –más tarde lentillas– que te hacen ver y entender lo que quieren realmente: un mundo en blanco y negro poblado de consignas.

El héroe de Están vivos es un tal John Nada (Roddy Pipper), un buen hombre que solo busca su camino pero al que las circunstancias empujan no a liderar, sino a poner fin él y un colega (Keith David) –que hace del inevitable negro que decíamos entonces–porque ambos han descubierto la verdad.

Los dos están vivos y se rebelan contra un mundo en blanco y negro repleto de consignas del tipo Creced y Reproducios, Obedece, Duerme, Este es tu Dios, Consume y cosas así…

El filme de John Carpenter juega con caprichosa ironía con esta idea.

En pantalla John Nada acribilla con una escopeta a un puñado de ciudadanos que él, y solo él, sabe que son extraterrestres. Lleva puestas las gafas.

Es insólito el sentido del humor que despierta la guerra de guerrilla que emprende en solitario el héroe. Un tipo que, probablemente, no ha leído un libro en su vida, y que confía más en la fuerza de sus puños que en la de su cabeza. La espada machaca a la pluma en John Nada.

La película se ríe porque se toma así mismo muy en serio.

John Nada en un Banco despacha a cuatro ejecutivos y a un par de policías a balazos … La gente grita a su alrededor. Hombres y mujeres igual de humanos que John Nada pero que no saben que Nada lleva razón porque lleva puestas las puñeteras gafas y observa quién es quién.

Cuidado con ese lobo de Wall Street ¡es un extraterrestre!

El filme cuenta con otros momentos igual de intensos y ambiguos.

Hay una larguísima escena de pelea entre Nada y su futuro colega porque Nada quiere que se ponga las puñeteras gafas y contemple la verdad.

- ¡Ponte las gafas!- exclama mientras le hace una llave.

- ¡No quiero!- responde el negro.

En otra escena, una turbadora presentadora de televisión (Meg Foster) lo echa de su casa de una patada. Nada cae entre medio de una lluvia de cristales rotos a la terraza, rebota en un toldo y rueda colina abajo…

En Están vivos los extraterrestres que están entre nosotros emplean la televisión como vehículo para sedar, dormir, a la idiota humanidad.

Que la gente duerma y obedezca.

¿De qué me sonará esto?

Por eso Nada se empeña en dinamitar la antena.

John Nada, un tipo que no sabe donde se mete, un nihilista que está vivo.

Así que ya saben…

Estamos vivos.

Saludos, ¿duermen?, desde este lado del ordenador.

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