¿Sin embargo?

 

Los jóvenes necesitan variedad –decía López–,  pero también los hombres de cierta edad. En el caso de la juventud es la curiosidad de la ignorancia, en el caso de los viejos  lo que necesitan es refrescar el apetito.  Nadie puede servirle mejor que yo, porque he estudiado su carácter, señor Venell. Usted no es cubano: para usted la forma del trasero de una chica tiene menos importancia que cierta suavidad en el comportamiento…

- Me ha interpretado mal –advirtió Wormold.”

(Nuestro hombre en La Habana, Graham Greene. Traductor: Ana Goldar. Alianza Editorial, 1982)

(*) En la imagen Alec Guinness, como Wormold en Nuestro hombre en La Habana (Carol Reed, 1959)

Saludos, ¿dónde vas, Domitila, dónde vas?, desde este lado del ordenador.

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