Archive for Julio, 2015

La llamada de África

Sábado, Julio 25th, 2015

William Walker fue un mercenario norteamericano que en la segunda mitad del siglo XIX logró ser presidente de Nicaragua respaldado por un ejército de heterogéneo de soldados que se denominaban así mismos Los inmortales. La primera vez que llegué a este personaje fue a través de la película Walker (Alex Cox, 1988), protagonizada por Ed Harris, pero el filme resulta muy irregular sobre un personaje que es fruto del capitalismo más salvaje. Para una mejor aproximación al mismo, recomiendo la lectura de Pura vida, de Patrick Deville, en el que la sombra de Walker resulta bastante alargada y justifica el esfuerzo de este escritor y viajero francés ya que ofrecer un peculiar retrato de Latinoamérica como continente mestizo e indómito.

Hace apenas unos días terminé Ecuatoria, libro en el que Deville plantea más o menos los mismos objetivos que en Pura Vida solo que en esta ocasión centrado en el continente africano y en los blancos (Stanley, Brazza, Livingstone, entre otros) que recorrieron su geografía en un fascinante intento de recrear las vida paralelas de Plutarco, aunque el carácter de estos personajes reales, que en manos de Deville se convierten en carne de ficción, resultasen en muchos de los casos radicalmente diferentes y opuestos en sus fines e intenciones.

Guste o no guste, se quiera o no, entiendo los libros de Deville más como novelas que como libros de viajes en su sentido más estricto y si quieren comedido. El escritor juega con los tiempos, al viajar al pasado para narrar las aventuras de esos hombres blancos que abrieron caminos al andar, y en tiempo presente, momento en el que cuenta cómo son los escenarios que en su día recorrieron estos exploradores. Heterodoxos a los que animaba el espíritu de la fortuna en muchos de los casos y en otros un desarmante humanismo.

En este aspecto, algunos de los capítulos de Ecuatoria son de una belleza que hace salivar el paladar del lector porque participa junto a ellos en su itinerario por una selva densa y rodeada de peligros detrás de un sueño. Un sueño que puede ser el de conquista o el de dar pasos hacia adelante porque no existe en su diccionario la palabra retroceder.

El eco de Conrad resuena en cada una de las páginas de esta novela sobre iniciados. De hombres que forman parte de la historia de una geografía que a lo largo del siglo XIX se repartieron las potencias europeas al dibujar con tiralíneas sus fronteras.

Deville combina estas intrahistorias para configurar un fresco en que se confunde política colonial, biografías e incluso apariciones estelares como la de Che Guevara, quien apoyó los movimientos revolucionarios congoleños en 1964 y vivió ahí, en pleno corazón africano, el primero de sus fracasos guerrillero apenas unos años antes de su muerte en Bolivia.

El resultado es un texto en el que algunos de sus visitantes más famosos se fusionan con aquel entorno y en el que se defiende la idea de que cualquiera “se puede convertir en Kurtz o en Schweitzer”.

Entre los mensajes que se desparraman por Ecuatoria es que hoy apenas queda nada de aquellos hombres y sí bastantes de esas fronteras que tanto contribuyeron al caos africano. Otro de los resultados funestos de una colonización en la que participaron gentes con honor y otras gentes que jamás entendieron el sentido de esta palabra.

Conquistadores, al fin y al cabo, por su tenacidad en alcanzar metas mientras se introducían en una jungla espesa e inhóspita para expoliar sus riquezas o con la intención de protegerla del  espolio de los advenedizos. Todos, sin embargo, unidos en su búsqueda de un destino.

¿Destino?

En Ecuatoria el destino se convierte en una realidad que tejen los sueños. Y ese sueño tiene un nombre: África, un extenso territorio que aún contaba con zonas en blanco en los Atlas del XIX, y que escritores que apenas tocaron con sus pies, utilizaron como paisaje de algunas de sus novelas.

¿Un nombre? Julio Verne.

Verne, de hecho viene a decir Patrick Deville fue uno de los involuntarios culpables que empujaron a muchos de sus lectores contemporáneos a explorar aquellas manchas ignotas para descubrirlas a una civilización que como la occidental se abría camino en nombre del progreso. Ese mismo progreso, escribe Deville, responsable de matanzas y generar una complejísima miseria que aún hoy se ceba en el continente.

Para el hombre blanco la llamada de África –escribe Patrick Deville– es una llamada individual.

O una llamada existencial.

Conrad lo puso en boca de su misterioso Kurtz:

“El horror, el horror”.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

A sangre y fuego

Jueves, Julio 23rd, 2015

“Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban en España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos lo sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtibérico los absorbió ávidamente. Después de tres siglos de barbecho, la tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez y la crueldad ancestrales. Es vano el intento de señalar los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.” 

(A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, Manuel Chaves Nogales, Prólogo del autor. Espasa Libros, 2011)

Varios

Miércoles, Julio 22nd, 2015

* Este jueves, 23 de julio, a las 20, se proyectará en TEA Tenerife Espacio de las Artes tres cortometrajes de Adrián G. Fuentes: Todos duermen, Rinfall y La espera. La entrada es gratuita previa retirada de las invitaciones en la taquilla del centro de arte contemporáneo del Cabildo de Tenerife. La sesión comenzará con Rinfall (5:21), en la que Jessika Rojano y Pancho Lorenzo protagonizan una historia en la que toda la narrativa fue creada a partir de la canción Rembihnútur de la banda islandesa Sigur Ros. Seguidamente se exhibirá La espera (3:30). en la que intervienen Pancho Lorenzo, Rafa Rojo, Ainara Oleaga, Julián Mingo, César Yanes, Jessika Rojano, Isabel Klein, Yurena Perdomo, Mickaelly Rocha, Noelia Fernández y Laura Cabrera. Una historia que se inicia cuando Pancho Lorenzo le plantea al director la idea de hacer un corto para La Laguna Plató de Cine. Por último, Todos duermen, con una duración de poco más de cinco minutos de duración, cuenta en blanco y negro la historia de dos vagabundos que tienen una irrelevante conversación nocturna. Pancho Lorenzo y Kiko Castro protagonizan este trabajo.

* El salón de actos de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC) acoge este jueves, 23 de julio y a las 20 horas, la presentación del libro Desde la oscuridad. Algunos cuentos cortos, de Pablo Bethencourt. Acompañarán al autor de estos relatos Carlos Santamaría y Ánghel Morales y leerá algunos textos del volumen la actriz de doblaje y recitadora del grupo Retablo Mayte Domínguez.

Saludos, hace calor, desde este lado del ordenador.

¡Muchas felicidades, Hemingway!

Martes, Julio 21st, 2015

INTRO

Ernest Hemingway pertenece a una estirpe de escritores que gusta o se detesta sin términos medios. También se trata de un personaje que estuvo por encima de su obra literaria, un escritor, en definitiva, que conocen casi todos sin haberlo leído. A ello contribuyó su poderosa presencia física, su sentido del riesgo y la necesidad de construirse un otro yo a través del cual relatar su vida imaginada como aventurero.

Se habla, de hecho, de su carácter para definir a un hombre bronco pero civilizado que quiere sentir la llamada de la selva pero se olvida, sin embargo, otras constantes que planean en su obra, léase el amor y el sexo, que son términos que en sus historias van inevitablemente unidos, así como las mujeres, la mayoría de ellas fuertes y en ocasiones apoyo inevitable de sus individualistas protagonistas masculinos.

Para los iniciados en la obra de Hemingway resulta muy difícil escoger una novela para invitar al profano a iniciarse en su universo aunque cuenta con títulos que no me canso –y no creo que me canse– de leer lo que me quede de vida. Uno de ellos es Adiós a las armas y otro Islas en el golfo. Me gustan, y mucho también, sus cuentos, que fue un territorio en el que se manejó bastante bien y menos, bastante menos, la novela que lo consagró durante un tiempo en su país: Por quién doblan las campanas, donde da una pobre visión de la Guerra de España, casi como si de un cartón pintado se tratara.

En cuanto a su España, una España ebria y violenta y lo suficientemente indómita para despertar el espíritu, apostaría por Fiesta, y no porque se desarrolle en Pamplona y en pleno San Fermín, sino por el grupo heterogéneo de personajes que presenta.

Encasillado en la que se conoce como Generación Perdida, y en la que compartió juergas de alcohol y sexo con escritores como Francis Scott Fitzgerald, de quien dibuja un atractivo retrato en su libro París era una fiesta pese a que dedique palabras maldicientes a la esposa del autor de El gran Gatsby, Zelda; la obra literaria de Ernest Hemingway dio origen a numerosas películas antes y después de que se pegara un disparo en la cabeza.

Abrupto final para un escritor que en los últimos años de su vida fue investigado por el FBI, abrazó con entusiasmo el triunfo revolucionario castrista e intentó vivir hasta el límite sus existencia. Y todo eso tras recorrer los campos de batalla de España y Europa; cazar animales salvajes en África y refugiarse del mundanal ruido en Cuba, isla a la que le regaló una de sus grandes obras: El viejo y el mar y en la tomó como modelo a un pescador de origen canario, Gregorio Fuentes.

La siguiente lista de películas no recoge todas las adaptaciones al cine que se han realizado sobre sus novelas –omitimos porque no la hemos visto Punto de ruptura  (Michael Curtiz, 1950),  y ningunea conscientemente todas aquellas que han querido inspirarse en algún momento de su vida o en las que aparece como discreto secundario (ver la irregular Los modernos, de Alan Rudolph y la deliciosa Medianoche en París, de Woody Allen, entre otras).

Se trata de un listado de filmes que dejaron huella a los escobilloneros y en muchos de los casos contribuyeron a que se refugiaran en sus libros tras haber disfrutado de su versión en celuloide.

LAS PELÍCULAS

Adiós a las armas (Frank Borzage, 1932).- Hay mucho que descubrir en el cine norteamericano rodado en los años treinta, una de sus épocas doradas y singularmente más revolucionarias. Entre los cineastas destacados de esa década está Frank Borzage, quien dirige una atractiva y romántica historia de amor ambientada en el frente italiano durante la I Guerra Mundial. Helen Hayes y Gary Cooper son la pareja protagonista. A finales de los cincuenta, Charles Vidor dirigiría una nueva versión con Rock Hudson, Jennifer Jones y Vittorio de Sica en el reparto.   

Por quién doblan las campanas (Sam Wood, 1943).- No, no es una de las mejores películas de su director, el siempre correcto Sam Wood, ni un título a destacar en la filmografía que se ha realizado sobre la Guerra Civil Española, aunque cuenta con dos actores protagonistas –Gary Cooper e Ingrid Bergman–  que forjaron sus leyendas en este filme que nos revela que cuando suenan las campanas, es que suenan por ti

Tener y no tener (Howard Hawks, 1944).- La leyenda cuenta que Hawks desafió a Hemingway al sugerirle que rodaría una gran película de una de sus peores novelas. La novela resultó ser Tener y no tener, y en el guión se encuentra, entre otros, William Faulkner. Tener y no tener es una de las grandes películas de su director, también de su pareja protagonista: Humphrey Bogart y Lauren Bacall, sin olvidarnos, claro está, de ese colosal actor de reparto que fue Walter Brennan. Una frase legendaria de la película: “Si me necesitas… silba”. 

The Killers (Robert Siodmak, 1946).- Nunca un relato corto, Los asesinos, ha resultado tan explotado, y para bien, cinematográficamente hablando. The Killers es una versión en clave negra de un cuento muy corto y contó con Burt Lancaster y Ava Gardner para dar credibilidad y consistencia a la historia de un errante. Donald Siegel rodaría en los años sesenta su peculiar versión. Versión en la que da más protagonismo a los asesinos en su impecable e implacable Código del hampa (1964). El filme está interpretado por unos sobrios Lee Marvin y Clu Gulager con traje y corbata. Uniforme profesional que inspiró a Quentin Tarantino para vestir a su pareja de liquidadores (Travolta-Jackson) de Pulp Fiction. Mención especial a Angie Dickinson, John Cassavettes y Ronald Reagan en el que quizá fue el mejor papel de su irregular carrera cinematográfica. 

Las nieves del Kilimanjaro (Henry King, 1952).- Basada en un relato del escritor norteamericano, quien apuntó que lo mejor de esta película era una de sus protagonistas, Ava Gardner, actriz por otra parte tan unida a Hemingway, Las nieves del Kilimanjaro propone un largo flash back en el que un escritor norteamericano que ha sido herido en África reflexiona sobre las mujeres que conoció y las batallas en las que luchó, entre otras alguna de la Guerra Civil Española defendiendo los colores de la II República. Junto a Gardner y a ese actor tan fundamental en la filmografía por otra parte excelente de King, Gregory Peck, trabaja Susan Hayward

El viejo y el mar (John Sturges, 1958).- La película no es la novela. Una novela, por otra parte, muy compleja de adaptar al cine pese a que su protagonista fuera Spencer Tracy. Como ya adelantamos, Ernest Hemingway se inspiró en Gregorio Fuentes para su pescador que lucha solo contra los poderes del mar.

Cuando se tienen veinte años (Martin Ritt, 1962).- La película reúne las historias que Hemingway dedicó a su alter ego literario, Nick Adams y cuenta con una legión de seguidores entusiastas. Mucho encierra esta historia de iniciación en la que se recorre la juventud de un joven inquieto e hijo único que viaja a Nueva York para conseguir trabajo y termina alistándose  en el ejército italiano para enamorarse y conducir una ambulancia. ¿Les suena?

La isla del adiós (Franklin J. Schaffner, 1977).- La película está basada en una de las novelas más injustamente olvidadas del escritor norteamericano, Islas en el golfo, y contó con George C. Scott como protagonista en esta aventura que se desarrolla en los cayos que salpican las costas de las islas del Caribe durante la II Guerra Mundial. No he vuelto a verla desde que recibí la revelación, allá por los setenta, pero en lo que me queda de de memoria la recuerdo con agrado, casi el mismo que me ha animado a escribir este listado de sugerencias, de películas con las que combatir el calor que nos invade y de paso –y a modo de excusa– celebrar el cumpleaños de tan formidable como vilipendiado escritor norteamericano. 

Saludos, larga vida, desde este lado del ordenador.

Los amigos del crimen perfecto, una novela de Andrés Trapiello

Lunes, Julio 20th, 2015

“Yo creo en el destino, pero dentro de un orden, o sea, de un caos. Porque es verdad que sin destino no hay Crimen Perfecto, pero sin caos no hay novela ni literatura.  Ahora todo el mundo quiere ser como Bogart en el cine, pero al mismo tiempo hacerse millonario, tener una casa en Beverly Hills y ponerle un pisito a Lauren Bacall para hacer con ella, los fines de semana, escalibada con ajitos tiernos y sepia a la plancha, en la cocina. Se podía ser detective y cultivar rosas, pero ¿dónde se han visto detectives con el mandil puesto? Hemos degenerado como bizantinos. Se han roto las reglas. Somos de otro tiempo. Además, en todos estos años yo no he dado con un personaje como Dios manda. He tenido buenos casos, no lo niego, pero los han resuelto malos personajes. En este negocio depende todo del detective. Los crímenes son poco más o menos todos igual en todas partes y en todas las épocas. Se mata por amor, por dinero o por poder. Lo que varía es el modo de resolver los casos.”

(Los amigos del crimen perfecto, Andrés Trapiello. Ediciones Destino, 2004)

Andrés Trapiello obtuvo el premio Nadal 2003 con Los amigos del crimen perfecto, una novela que pese a los años transcurridos todavía conserva la frescura y la ironía con la que fue escrita y texto en el que su autor rinde un irónico homenaje a la novela policíaca en todas sus variantes.

No es así el tributo, precisamente, el rasgo más determinante de un libro en el que planea algunas de las constantes del universo narrativo del escritor. En sus capítulos se disemina y dejan rastro muchas de las constantes que definen su corpus literario, como Miguel de Cervantes y los fantasmas de la Guerra Civil, muy presentes estos últimos en esta novela que se desarrolla en los años ochenta y, en uno de sus tramos, en los momentos más graves e intensos de la por aquel entonces aún joven democracia española como fue la intentona de golpe de Estado de febrero de 1981.

No obstante, y para el aficionado a la novela negra y criminal, Trapiello construye un tapiz en el que el lector iniciado en esas letras puede sentirse identificado.

Los amigos de ese club que acoge una de las mesas del café Comercial de Madrid se hacen llamar con nombres simbólicos como si de una logia masónica se tratara. Así, entre sus protagonistas se encuentra Sam Spade, en su vida órdinaria un tal Francisco Cortés que se dedica a escribir novelas policíacas con pseudónimo anglosajón; Marlowe, Maigret, el padre Brown, Poe, Perry Mason, Miss Marple, Scherlock Holmes, Nero Wolfe o Miles, la dama de negro, entre otros. El club cuenta, además, con su propio anagrama: “Una circunferencia con intrincados viales”, parecido a “esos ideogramas que se ven en los letreros de los restaurantes chinos”. “Un laberinto que no desemboca en ningún lugar, sino que acaba en el mismo punto del que se parte.”

Lo interesante de esta emotiva y sutil aproximación al universo policíaco visto con distancia y sutilísimo sentido del humor –casi como si estuviera escrita por un Chesterton travestido en español– es que lo policíaco no es lo más importante aunque un crimen aparentemente perfecto sea el peso que sostiene la trama.

Lo significativo, el elemento distintivo del libro es su amplia red de personajes y las motivaciones que hacen avanzar a todos ellos en unas páginas en las que además de hablar sobre posibles crímenes perfectos, se reflexiona sobre el amor y los muertos provocados por una guerra cuyas heridas –ni unos ni otros– quieren que se cierren.

Da que pensar por lo tanto Los amigos del crimen perfecto ya que si bien parece un libro de consumo rápido e ideal para leer en la playa, cuenta con otras capas que obligan a una lectura más sosegada y si quieren profunda. Entre otras, que el crimen perfecto no deja de resultar –en el caso de esta historia– un acto de justicia.

Novela muy medida, y en la que también se medita sobre la importancia como entretenimiento que guarda el género criminal y de misterio como vía de escape, si por algo sobresale Los amigos del crimen perfecto es por cómo describe su autor la evolución de unos personajes que, en ocasiones, están unidos por lazos que van más allá de la amistad.

Personajes, los principales, marcados por un pasado que ha dejado demasiadas huellas en la forja de su carácter. Ahí la grandeza de un texto tan sencillo de leer, de un relato que cuenta con numerosas bifurcaciones que al final terminan por confluir en un mismo espacio, en un mismo lugar.

Una aventura, en definitiva, que no dejará indiferente a nadie. Y cuando escribimos nadie nos referimos a los que buscan una historia con tintes policíacos como a todos aquellos que desean entregarse a un libro que habla de ellos mismos.

Y es precisamente ese ellos mismos la clave de una novela redonda, que aún respira un excelente estado de salud y que consagra a Andrés Trapiello como uno de los mejores escritores españoles de la actualidad.

Saludos, lecturas de verano, desde este lado del ordenador.

Basado en hechos reales

Domingo, Julio 19th, 2015

Viernes.- Coincido con un amigo en TEA Tenerife Espacio de las Artes para ver White God, del cineasta Kornél Mundruczó, no confundir con la película de Samuel Fuller White Dog, aquella que adapta la novela de Romain Gary. No tengo más información de la película de Mundruczó salvo la que he recogido por Facebook, donde alguien sube el tráiler. Un tráiler inquietante en el que una niña, montada en bicicleta, es perseguida por una jauría de perros con muy malas pulgas. Así empieza esta película que luego pasa a un matadero en el que observo como destripan a un ternero. La imagen hace revolver las tripas. 

Sin embargo, de pronto –y pienso en un primer momento que será cosa del director– los diálogos comienzan a repetirse hasta que te das cuenta que algo va mal…. Se encienden las luces y alguien tiene la gentileza de informarnos que la copia de White God está defectuosa.

Con las luces encendidas se produce un diálogo de sordos entre los espectadores. De hecho, una señora propone verla en silencio y con subtítulos.

- Pero cómo vamos a verla muda.- exclamo.

- ¿Sabe usted húngaro?- dice.

- Pues no he tenido el gusto.- respondo desconcertado.

Una voz  llama a la calma y propone que se repartan invitaciones para la sesión de las nueve y media pero no se asegura que se arregle la copia. Otro exige que nos devuelvan el dinero.

Soy de los que apuesta por la devolución, aunque hay gente que se queda en la sala, dispuesta a ver la película con esos diálogos que se repiten como un eco. Algo realmente majareta.

Sábado.- Veo la versión de Joseph Von Sternberg de Crimen y castigo, una adaptación muy poco fiel de la novela de Fiódor Dostoyevski. Lo mejor de esta película del año 1935 son los diálogos y la interpretación de ese tremendo actor que fue Peter Lorre. Lorre, Lorre, Lorre… hoy nadie daría un duro por un actor con esa presencia tan cercana a la de un batracio lovecraftiano.

Domingo.- Se nota que ha llegado el verano. Lo digo porque se puede caminar cómodamente por el Rastro de la capital tinerfeña que se disemina por los alrededores del mercado de Nuestra Señora de África. El inconveniente es que apenas hay pocos puestos, y por lo tanto pocas cosas que pescar si lo que buscas son libros usados.

Tengo la suerte, no obstante, de toparme con una edición de los años sesenta de Las praderas del cielo, de John Steinbeck aunque el que me la vende me advierte que desconfía de la traducción. Le agradezco el aviso.

Ese mismo día leo en la prensa local una entrevista con el nuevo director insular de Cultura del Cabildo de Tenerife, José Luis Rivero Plasencia, pero poco o casi nada dice el entrevistado que recién estrena el cargo, lo que resulta lógico por otra parte.

No obstante, casi parece que parte a Siberia lo que me hace recordar Mis chistes, mi filosofía, de Slavoj Zizek y en una historia que cuenta de la difunta República Democrática Alemana:

“Un obrero alemán consigue un trabajo en Siberia; sabiendo que todo su correo será leído por los censores, les dice a sus amigos: “Acordemos un código en clave: si os llega una carta mía escrita en tinta azul normal, lo que cuenta es cierto; si está escrita en rojo, es falso”. Al cabo de un mes, a sus amigos les llega la primera carta, escrita con tinta azul: “Aquí todo es maravilloso: las tiendas están llenas, la comida es abundante, los apartamentos son grandes y con buena calefacción, en los cines pasan películas de Occidente y hay muchas chicas guapas dispuestas a tener un romance. Lo único que no se puede conseguir es tinta roja”.

Y eso todo… O casi todo.

Saludos, otra semana, desde este lado del ordenador.