Libros = majara

Cuatrocientos años de la muerte de Cervantes. Como es natural, el soldado, el dramaturgo, el novelista fallece sin que apenas doblen las campanas y cuatro siglos más tarde la sensación que siente es la misma porque mucho don Miguel por ahí, mucho don Quijote por allá… pero no flota en el ambiente ni el primero ni el segundo, lo que flota en el ambiente es otra cosa… Comercios abiertos, actividades por todas partes, más curiosos que no hacen nada en la calle aunque igual compran. 

A título particular, no ha tenido un buen Día del Libro, pero se obliga a salir a la calle y observar el ambiente… y que si patatín y que si patatán.  

Ya no quedan Quijotes –bueno, los niños son otra cosa– y tampoco Sancho Panzas, solo una nube de personas que da codazos para mirar ofertas en uno de los puestos instalado en la plaza del Príncipe de la capital tinerfeña. 

Después y al llegar a casa una, ay, amarga tristeza.

Y es inevitable ponerse a llorar pero lo rescata de la oscuridad un libro –toca, y más un día como hoy– en el que Juan Belmonte cuenta su vida y le presta su voz a un periodista de dimensiones insólitas en este país: Manuel Chaves Nogales.

Y lee la vida de un torero que es leyenda y él, que de niño asistió a alguna plaza, siente como le crece un respeto enorme por Belmonte. Un hombre que soñó lidiar con temperamento a la muerte. 

Y lo hizo.

Y escucharlo de su propia voz es un milagro, porque uno se hace una idea muy aproximada de cómo tuvo que ser el matador.  Y esto, se reitera, es un milagro y el milagro toma forma gracias a los libros. 

¡Ah, los libros!

Ya ni me acuerdo de cuándo me volvieron majara. 

¿Se han dado cuenta?

Libros = majara…

La misma fiesta que combinó don Miguel de Cervantes hace cuatrocientos años.

Saludos, qué cosas, desde este lado del ordenador.

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