Archive for Marzo, 2019

Hija de revolucionarios, un libro de Laurence Debray

Lunes, Marzo 25th, 2019

“Mi padre salía cabizbajo de la cocina y se enfrascaba, aliviado, en sus libros y manuscritos; al menos estos no tenían estado de ánimo. En esas circunstancias, preveía un pollo demasiado hecho para la cena y una crisis de lágrimas a la hora de acostarse. Las veladas con el Che en plena selva debieron ser menos complicadas que aquellas noches con su hija recalcitrante y su cocinera temperamental. Cuando nace un bebé, no viene acompañado de un manual de uso. Y sin manual de uso, mi padre estaba perdido”.

(Hija de revolucionarios, Laurence Debray. Traducción: Cristina Zelich, colección Panorama de narrativas, Anagrama, 2018)

Resulta cuanto menos curioso y extraño según el parecer de cada cual que los hijos de la revolución hayan cambiado las ideas de sus padres por una nube en la que se mezcla un poco de todo, liberalismo y socialismo más de derechas que de izquierdas con el que, a su manera, han terminado más que por matar, por desembarazarse de las ideas del padre aunque no tanto de las enseñanzas de la madre.

Hija de revolucionarios, de Laurence Debray, es uno de esos títulos, título de notable interés para entender cómo han envejecido los que una vez lucharon con la palabra y las armas por la venida de un mundo que creían sería mejor.

Hija del intelectual marxista Régis Debray, que acompañó al Ernesto Guevara por las selvas bolivianas y quien, tras ser detenido y torturado por el ejército fue otro más de los que reveló que el comandante Ramón no era otro que el Che Guevara, el libro describe cómo fue desvelando la casi prohibida historia del pasado como revolucionario de su padre con el fin de conocer el fondo y la forma de un hombre al que parece que devoraron sus impetuosos años en los que intentó cambiar el mundo.

Criada prácticamente por sus abuelos, una buena parte de la obra narra cómo fue gracias al trabajo realizado por los padres de Régis Debray y la presión que ejercieron para que la república francesa mediara en su liberación, para que éste, finalmente, saliera de la cárcel boliviana. Al mismo tiempo, la escritora relata cómo su padre se convirtió desde ese momento en una persona marcada tanto para las derechas como para las izquierdas, lo que le obligó a permanecer en una especia de purgatorio hasta que fue nombrado asesor del presidente Miterrand.

Las conclusiones de este libro no se enmascaran, lo que dice mucho de su autora, una mujer, hoy madre pero también hija, que no quiere hacer sangre sobre los suyos aunque sí que muestra, en ocasiones de refilón, las contradicciones de su progenitor, un Régis Debray que pertenece a la burguesía francesa de izquierdas y que como tal y, probablemente a consecuencia de su fracasado proyecto por convertirse en un auténtico revolucionario, terminó por acatar las normas de su sociedad y contagiarse de sus vicios una vez que regresó a Francia años después de la muerte del Che en La Higuera, Bolivia, en octubre de 1967.

El libro no indaga de todas formas lo suficiente en estos hechos que conmovieron al mundo, pero sí que retrata cómo oxidó las relaciones de una familia instalada hasta ese momento en cómodos algodones.

La traición de Debray al hombre que a partir de ese momento se convirtió en icono de la revolución es, en este aspecto, el gran eje de un testimonio en el que se repasa con un lenguaje que huye del efectismo porque pretende ir al grano, cómo afectó a su niñez la ausencia de un padre que estuvo marcado desde ese entonces por un lado y el otro del espectro político con el estigma de Caín.

No obstante, no deja de sospechar al lector iniciado en las revoluciones y, concretamente, en la cubana y en el espectral viaje al corazón de las tinieblas que realizó el Che Guevara con sus guerrilleros en Bolivia, que Laurence Debray se ha dejado muchas cosas, claves, en el bolsillo probablemente por pudor. Se intuye que en todo caso lo que persigue es dar su perdón y el perdón de todos al padre. A su padre. Un padre que no fue el traidor que pintan sus adversarios de izquierdas y derechas sino la víctima involuntaria de una causa que ya no despierta atractivo alguno para sus hijos.

Saludos, ¿patria o muerte, venceremos?, desde este lado del ordenador

Tenerife Noir. Actos del lunes 25 de marzo

Domingo, Marzo 24th, 2019

La IV edición del Festival Atlántico de Género Negro Tenerife Noir xomenzó este fin de semana en la Librería de Mijeres, bases de operaciones de las c harlas y debates de un encuentro que se prolongará hasta el domingo 31 de marzo. La agenda para este el lunes 25 de marzo es la siguiente:

En el punto de mira: Mejor la ausencia, entrevista a Edurne Portela por Izaskun Legarza. A partir de las 19.00 horas.

Cinefórum noir: El reino (2018), dirigida por Rodrigo Sorogoyen. Goyas para la última película española negrocriminal. Modera: Manuel Díaz Noda. Participan: Manuel García de Mesa (abogado y director del Foro de Justicia y Cine) y Gladys García Acosta (abogada). 20:30 horas. Sala Audiovisuales TEA.

De pruritos

Viernes, Marzo 22nd, 2019

Reproducimos a continuación el texto que firma el traductor José Aníbal Campos en el que contesta a una de las respuesta que el escritor austríaco Wolfgang Hermann planteó a una de las preguntas de la entrevista que subimos ayer, jueves, a este su blog.

Con sorpresa, y no poca decepción, he leído las declaraciones de Wolfgang Hermann acerca de mi traducción (en proceso) de su poemario Sombras en el camino de un bosque de ámbar. Sorpresa, porque jamás pensé que, aun legítimamente defraudado por no haber visto aún materializada la publicación de su libro, Hermann optase por ofrecer datos falsos en una entrevista que yo mismo animé. Decepción, porque acusarme de que he «estado tomándole el pelo» es, como mínimo, una calumnia.

Pero entiendo a Wolfgang Hermann. Entiendo ese prurito (que no llamaré vanidad) de autor, para el que la publicación de un libro propio está por encima de cualquier otra consideración. Ese prurito de autor (vanidad en muchos) que tan bien conocemos los traductores cuando trabajamos con ciertos escritores vivos. (No era para mí el caso de Hermann.)

Porque el descubrimiento de la poesía de Wolfgang Hermann (y las primeras traducciones de cualquier texto suyo al castellano) tuvo lugar en La Habana, hace ya más de veinte años, cuando traduje y publiqué dos poemas en una revista cultural dedicada íntegramente a la literatura austriaca contemporánea. Porque mi apasionamiento con su obra (especialmente la poética) se ha materializado en una labor (callada, muchas veces) de recomendación a otros escritores, poetas o traductores, de publicaciones parciales, de establecimiento de contactos para que esa obra sea más conocida.

Cuando en el 2015 Wolfgang Hermann visitó Tenerife, coordiné un encuentro en la Librería de Mujeres al que fueron invitados autores de la isla, entre ellos el extraordinario poeta Iván Cabrera (que más tarde escribió una hermosa nota en el diario La Opinión), y un traductor que ahora se encarga de la traducción de un nuevo libro suyo.

Pero entiendo a Hermann. Para él lo que cuenta es la publicación de su libro, no tanto lo hecho en favor de que su obra se conozca lo mejor posible. Dice en su entrevista, en cambio: «Muchos libros que merecerían ser leídos [...] no llegan a conocerse. A no ser que un traductor interesado descubre un libro y se lo recomienda a una editorial comprometida».

Supongo que al referirse a «traductores interesados» Hermann habla (con razón) de quienes han conseguido que un libro suyo se publique. A mí, que traduzco hace sólo 3 años (en ningún caso 5) el poemario de marras, aún inédito, me atribuye más bien el intento de una «tomadura de pelo».

Pero entiendo a Wolfgang Hermann y su prurito (aún no lo llamaré vanidad) de autor. Entiendo su desconocimiento de lo que implica traducir, de la situación penosísima de la profesión del traductor en España (y más específicamente en Tenerife), de la lucha que muchos hemos emprendido para trabajar en mejores condiciones, para obtener paga por nuestro trabajo, para garantizar el máximo de calidad y sentar precedentes que eliminen de una vez y por todas la falta de profesionalidad, el clientelismo tantas veces reinante en nuestra vida cultural. Wolfgang Hermann, en sus apresuradas atribuciones, ignora que un libro de poemas no se traduce como se fríen churros, que un traductor a tiempo completo sólo puede dedicar un tiempo limitado a un trabajo de filigrana poética por el que, en el caso de ese contrato que menciona el autor, ni siquiera se preve el cobro por su trabajo, porque la subvención otorgada al libro fue muy reducida.

Ignora Hermann, por lo tanto, que la demora se debe a cuestiones que incluso le benefician: la búsqueda de mejor financiación y mejor distribución para el libro, de una publicación que garantice sus derechos (y los derechos del traductor).

Wolfgang Hermann ignora algo más: que en España no es necesaria la excelencia para figurar en cualquier corrillo como «poeta», como «escritor» o «intelectual». Ignora, quiere ignorar, que este, su traductor, ha luchado y seguirá luchando contra eso, y que esa lucha no le trae amigos en un entorno donde la mediocridad es el caldo de beneficio de todos, o de tantos, y es tapada por todos, o por tantos, porque a todos (o a tantos) conviene.

En junio del pasado año, en el Templo de Teseo vienés, tuve junto a Wolfgang Hermann un recital de poemas suyos. Otro evento para el que propuse su obra. Un amigo y colega me escribía luego que «una amiga traductora [...] había quedado impresionada por [mis] traducciones de la poesía de Wolfgang  Hermann. La amiga traductora tiene oído y sapiencia».

Hermann afirma que yo «nunca traduciré este libro», y añade que su poemario «no existirá en español». Su profecía, ahora, habrá de cumplirse, pero sólo en parte. Completaré esa traducción, aunque nunca se publique. Porque, a fin de cuentas, yo me debo a esa colega y lectora «impresionada» muchísimo más que al prurito (¿o será vanidad?) de un simple autor.
Colegio Europeo de Traductores (Straelen), marzo de 2019

Wolfgang Hermann: “Escribir tiene muchos rostros”

Jueves, Marzo 21st, 2019

El escritor Wolfgang Hermann (Bregenz, Austria, 1961) cuenta de momento con un solo libro traducido al español, Despedida que no cesa (Periférica, 2016), obra que, por otro lado, centró el debate que el pasado 26 de febrero sostuvieron con él en el Ateneo de La Laguna Sandra Santana y Rafael-José Díaz, poeta y escritor al que le agradecemos la traducción de esta entrevista.

- ¿Quién es Wolfgang Hermann?

“Wolfgang Hermann es alguien que debe leer para mantenerse erguido”.

- ¿Y cómo llega a la literatura, qué fue lo que le incitó a ser escritor?

“Al principio no leía, hasta que a la edad de once años fui atropellado por un coche. Permanecí dos mesese en el hospital y mi tío me surtió de libros. Descubrí que podía cabalgar con Gerónimo a través de la tierra de los Apaches mientras yacía en mi lecho de enfermo. A partir de ahí quise también escribir libros”.

- Despedida que no cesa es el primero de sus libros que se traduce al español aunque pronto se publicarán también en nuestra lengua Sombras en el camino de un bosque ámbar y París Berlín New York. Transformaciones. ¿Qué va a encontrar el lector español en estas dos obras?

“El traductor de Sombras en el camino de un bosque ámbar me ha estado tomando el pelo desde hace cinco años. Nunca traducirá este libro, a pesar de haber firmado un contrato de traducción. Así pues, este libro no existirá en español. En cuanto a París Berlín New York, cuenta las transformaciones por las que pasa el narrador mientras se mueve entre estas tres ciudades”.

- ¿Ha mantenido contacto con los traductores de ambos libros? Y, si es así, ¿cuál ha sido su relación con ellos?

“Sí, con Richard Gross, el traductor de Despedida que no cesa, mantuve estrecho contacto. Me planteó preguntas que intenté contestar con la mayor exactitud posible“”.

- Y, como traductor, ¿cuánto cree que se va a perder en estas traducciones del contenido original?

“Mi español, por desgracia, no es lo suficientemente bueno como para juzgar las traducciones. Pero varias personas cuya opinión me merece confianza me han dicho que Richard Gross tradujo Despedida que no cesa maravillosamente bien”.

- ¿Qué significa para usted escribir, expulsar a sus demonios personales?

“Escribir tiene muchos rostros. Es, entre otras cosas, un ancla que nos sujeta al mundo, una orientación interior, a la vez que ofrece un espacio para vivir otra vida. Ensancha, en cierto modo, nuestra vida”.

- En sus obras, ¿a qué da más importancia: al lenguaje, a la historia, a la estructura del relato?

“Sigo la imagen interior que me lleva de una frase a otra, de aliento en aliento”.

- Su literatura se ajusta al formato corto, ¿por qué?

“No soy realmente un autor épico. Mis libros surgen más bien como series de imágenes. No divago, busco la imagen precisa, en el fondo como un poeta que escribe prosa”.

- Nos gustaría que nos contara cómo fue el proceso de escritura de Despedida que no cesa.

“Esperé muchos años antes de poder escribir este libro. La muerte de mi hijo abrió en mí un abismo que no toleraba palabra alguna”.

-¿Qué autores lo han influenciado, han marcado su carrera como escritor?

“Hay muchos nombres, no sé por dónde empezar. Juan Carlos Onetti, Marcel Proust, los primeros románticos, Goethe, Kleist, Hölderlin, Peter Handke, René Char… tantos nombres que significan para mí muchísimo como lector”.

- Leo que lo califican como un escritor de ficción filosófica, ¿se siente cómodo con esta etiqueta?, ¿qué es un escritor de ficción filosófica?

“Los críticos se refieren con ello sobre todo a mis novelas sobre el señor Faustini, que con los ojos abiertos percibe las cosas y los seres humanos, como si los viera por primera vez”.

- Llega a cuentagotas a España lo que se escribe actualmente en los países de habla alemana, imagino que sucederá lo mismo en esas naciones con la literatura que se escribe en la actualidad en español. ¿Cómo se podría resolver esta situación?, ¿hay falta de interés en lo que se produce creativamente fuera de las fronteras de nuestros respectivos países?

“La literatura no es generalmente un “negocio” y se vende lentamente al margen de los bestsellers. Muchos libros que merecerían ser leídos por un buen número de lectores no llegan a conocerse. A no ser que un traductor interesado descubre un libro y se lo recomienda a una editorial comprometida. No debe olvidarse que cada vez hay más libros y menos lectores”.

- Por último, dice que siempre le ha gustado ser un extraño, un extranjero… ¿por qué?

“Escribir significa para mí liberarme completamente y asomarme al mundo para asimilar dentro de mí su sound e intentar anotarlo. Esto he podido hacerlo sobre todo cuando he estado de viaje, cuando he sido un extranjero en una pequeña habitación desde la que me he asomado al mundo”.

Saludos, la paz sea con vosotros, desde este lado del ordenador

Los Multicines Millennium reabren sus puertas

Martes, Marzo 19th, 2019

En unos tiempos donde se está convirtiendo en habitual asistir al cierre de librerías en esta región alejada de la mano de los dioses, se recibe con entusiasmo la próxima reapertura de los multicines Millennium en Los Llanos de Aridane el viernes 29 de marzo.

Este milagro ha sido posible gracias al esfuerzo combinado de una empresa familiar de la Isla y a la dirección de Francisco Melo Junior, uno de los grandes conocedores del negocio del cine a este lado del Atlántico y a quien le agradeceremos siempre su trabajo al frente de los Multicines Price, más tarde Renoir, en la capital tinerfeña.

Así que no todo está perdido porque pese a que todo es cerrar y adiós para siempre, en los últimos años han reabierto en Santa Cruz de Tenerife el Víctor y los Price y ahora en Los Llanos de Aridane el Millennium, elementos de un mismo conjunto que demuestra que en estas islas todavía hay esperanza para ver cine en las tripas de un cine.

Saludos, afortunados son los del Valle, desde este lado del ordenador

El laberinto griego, la última novela de Bernie Ghunter

Lunes, Marzo 18th, 2019

La última, porque fue la última novela que Philip Kerr escribió de la serie protagonizada por el detective berlinés Bernie Gunther, no acaba de ser el testamento que algunos seguidores de la saga esperaban sobre tan peculiar como atractivo personaje, aunque no deja de ser una novela, como las anteriores doce, notable y en la que Kerr se vuelve más negro y pesimista consigo mismo y el mundo que le rodea.

En Laberinto griego expresándolo a través de la descripción descarnada de cómo nació la Comunidad Económica Europea, viciada desde sus cimientos originales; la transformación de una nueva Alemania, la República Federal de aquel entonces, construida en gran parte por algunos nazis que apenas cumplieron condenas al finalizar la guerra y la brutal ocupación alemana de Grecia y el exterminio de los judíos, la mayoría sefardí, de Tesalónica. Bajo este escenario, se cruza también una historia de amor que termina mal como terminan mal muchas de las historias de amor de la literatura y que cuenta con una despedida que narra bajo la inspiración cinematográfica de El tercer hombre: Dos amantes se cruzan en la calle como si de dos desconocidos se trataran.

La novela como las anteriores de la serie nos la cuenta el mismo Bernie Gunther en primera persona, aunque ya no es Gunther sino otra persona a la que el azar lo lleva a ser contratado por una compañía de seguros que lo envía a Atenas para comprobar la reclamación por un barco hundido, propiedad de un alemán.

Estamos a finales de los años cincuenta y Europa está recuperándose del zarpazo de la guerra mientras mira con asombro el reconocido como milagro alemán y la paulatina conquista económica que Alemania inicia para propagar su influencia en Europa. Una guerra silenciosa y expansiva que ya no necesita de la violencia de los cañones.

Como en otras de las novelas protagonizadas por Bernie Gunther nada es lo que parece, aunque esto no es suficiente para que el detective privado con pasado nazi a su pesar, tropiece una y otra vez en la misma piedra. Los hechos reales se confunden, como sucedió en otros libros, con los que son resultado de la imaginación del autor, quien sabe crear ambientes que resulten creíbles para un lector con algunas nociones de Historia y de historia de los años en los que se desarrolla la novela.

El relato policial pasa a un segundo plano aunque esté continuamente presente pero muy al fondo, donde no haga demasiado ruido. Lo interesante, como en otras novelas protagonizada por Bernie Gunther, es la amplia galería de secundarios que rodea a un hombre con corazón roto y empeñado e inmolarse para pedir perdón como alemán de los asesinatos que cometieron los nazis no tanto por intentar creerse que eran miembros de una raza superior sino para enriquecerse apoyándose en la legalidad criminal de ese régimen.

Grecia, el país en el que transcurre gran parte de la historia, es una geografía que refuerza la crítica que vuelca Kerr en el libro hacia los alemanes que están participando desde las grandes empresas y la banca en un nuevo rapto de Europa así como denuncia la hipocresía con la que se construyó la CEE. Mientras tanto, en la tierra donde nació la democracia las cosas andan realmente mal en aquellos años de la postguerra. No dedica lo que se dice palabras amables a los griegos, un pueblo que duerme en sus laureles y fácilmente corruptible aunque esta visión xenófoba se va mitigando a medida que avanza el relato, un relato con tibio paisaje a lo Eric Ambler aunque en el que se impone Philip Kerr, un escritor que conocía la época en la que sitúa las historias.

En Laberinto griego hay continúas alusiones a la II Guerra Mundial pero estos hechos no hacen retroceder al lector al pasado sino que se cuentan de manera dispersa claves para hacerse una idea de la brutalidad de los nazis en la patria de la democracia. Alrededor de Bernie Gunther opera mientras tanto una legión de secundarios entre los que se encuentran sus aliados griegos, una veterana agente del Instituto, el Mossad, los servicios secretos israelíes; y nazis que viven dentro como fuera de Alemania sin sombra de arrepentimiento que les moleste la existencia.

Sí, quizá no termine por redondearse Laberinto griego y quizás resulte un tanto complicada si se quiere seguir el caso que se cuenta pero donde radica su grandeza, la grandeza de Philip Kerr es que supo cincelar en cada una de las trece novelas que dedicó a este personaje autenticidad aunque acabe triste, solitario y final.

Saludos, Unos y otros, desde este lado del ordenador