David Llorente: “Cuando escribes una novela solo piensas en ella”
David Llorente (Madrid, 1973) es un escritor y dramaturgo que presentó en el marco de Tenerife Noir. Festival Atlántico de Novela Negra Madrid frontera, por la que recibió el Premio Valencia Negra a la mejor novela de 2016 y el Premio Hammett que concede la Semana Negra de Gijón en 2017. En este contexto, Llorente representó en el Salón de Grados de la Universidad de La Laguna Gregor Samsa, una obra con referencias kafkianas. El escritor reside en la actualidad en Praga, República Checa.
- Dice que no se siente cómodo con que lo definan como escritor de novela negra…
“El caso es que me pongo a escribir una novela porque se me ocurre una historia que tiene características en su trama y en los personajes de novela negra pero soy un autor que escribe una de género porque considera que éste se adapta mejor a esa historia aunque antes de estas novelas tengo otras que no tienen nada que ver con lo negro. Me siento a escribir y si me sale negra es negra como si me sale rosa es rosa”.
- En su novela Madrid frontera plantea una ciudad, Madrid, rodeada de mar. Un mar, sin embargo, negro y poblado de sirenas.
“Ese marco digamos que distópico me resultaba interesante porque al margen de derivar hacia la ciencia ficción que, personalmente, era lo que menos me interesaba, lo que pretendía escribir aspiraba ser un reflejo político y social de la actualidad y se me ocurrió, mientras escogía las cosas que más me molestaban y que más daño me hacían desde esos puntos de vista, contarlos uno detrás de otro, acción sobre acción que imaginé en un marco más cercano a la ciencia ficción y que tuviera un contenido metafórico y simbólico: Madrid rodeado de un mar negro como la tinta en el que nadan sirenas que son terribles porque en sus canciones convencen a la gente a para que salten con el fin de que revienten contra las rocas de los acantilados de Madrid. Hay además una serie de personajes que intentan sobrevivir en un contexto muy difícil porque las sirenas siempre están ahí, invitándolos a tentar, a que se rindan”.
- La novela no cuenta con un solo personaje sino que son muchos los que narran la historia.
“Cuando escribes una novela te das cuenta de lo que funciona y de lo que no. No sé cuántas versiones escribí de Madrid frontera pero deben de ser como unas veinte y no exagero hasta que un día, probando, tuve la idea y pensé que esa misma idea funcionaba. En cuanto a los personajes, cuando surgen las historias me aparecen muchos. Madrid frontera tiene 80, y todos ellos contribuyeron a que canalizara la historia y la llevase hacia donde quería”.
- Es una técnica complicada, ¿cómo hace para no despistarse con todos ellos?
“Tengo claro algunas cosas. Por un lado, sé el tono que va a llevar la novela, el ritmo y, por otro, tengo más o menos definido lo que quiero contar pero no soy un escritor que haga antes escaletas ni apuntes previos sino que me pongo a escribir. Llega, no obstante, un momento en el que tengo que parar para volver a empezar lo que significa que rompo todo lo anterior que he escrito y comienzo desde cero otra vez hasta que descubro hacia donde quiero ir. Hay como una intuición, un algo que no está cristalizado pero que va saliendo. Escribir una novela es un proceso de obsesiones tan grande que el mundo real desaparece porque solo piensas en tu historia, en los personajes. Sueñas y te enfadas con todos ellos”.
- Al parecer, le gustan los autores que arriesgan. ¿Cómo arriesga David Llorente en sus novelas?
“Creo que no todas las historias se pueden contar de la misma manera ni utilizando la misma técnica narrativa. No me gusta repetirme si bien admito que se repitan temas, estructuras y personajes. En mi caso, cuando escribo una nueva novela me someto a un proceso de desintoxicación, lo necesito para escribir algo nuevo”.
- ¿Y cuánto suele durar ese proceso?
“Necesité de entre seis a siete meses con la última novela”.
- El barrio de Carabanchel, en Madrid, es protagonista de algunos de sus libros. ¿Es el barrio que conoce o recurre a él como un territorio mítico, un espacio en el que poder fantasear relatos?
“Quizá ambas cosas aunque el que reflejo en Te quiero porque me das de comer, que se desarrolla entre 1993 a 2003 más o menos sí que existió. Fueron años en los que creció el consumo de la heroína y cómo la droga puso las cosas al revés en el barrio lo que hace que muchas de las cosas que cuento parezcan mentira pero no lo son por muy extremas que resulten. Ese Carabanchel del que escribo existió. Mi infancia la pasé allí, y en ese entonces el barrio era violento y peligroso aunque actualmente no es así”.
- Usted es un escritor que se preocupa mucho por el estilo y la estructura de sus obras.
“Pienso que se trata de una deformación pese a que la primera novela que escribí fue más un apasionamiento que otra cosa. He cambiado porque ya no lo hago así. Cuando tienes un poco de oficio sabes qué personaje se va, que tiempo verbal usarás. Ganas en experiencia lo que pierdes en frescura. Soy muy obsesivo corrigiendo porque no me gusta que sobren cosas y sí ir directamente a lo que me interesa para contar una historia muy compleja y complicada en unas doscientas páginas y no cuatrocientas”.
- Escribe novela, teatro… ¿cuentos no?
“No sé escribirlos, ese género no lo manejo bien”.
- Pero escribe teatro que no tiene nada que ver con la novela.
“Precisamente por ello, porque no tiene nada que ver con la novela escribo teatro. Por ejemplo, con la novela no suelo hacer esquemas previos pero cuando escribo teatro sí o sí porque antes de empezar con la obra debo tenerlo todo claro. Tengo que imaginarme el espacio donde se representará, la escenografía… Me exige que me divida en múltiples facetas”.
- ¿Le resulta entonces más difícil escribir teatro que novela?
“Sin duda pero hay que tener en cuenta que cuando escribo teatro lo escribo para una acción que dura unos 70, 80 minutos y una novela no”.
- ¿Es usted un escritor que piensa que para escribir es necesario tener disciplina?
“Escribo por las tardes en una cafetería porque necesito escuchar el murmullo de la gente, me acompaña y me obliga a concentrarme. Intento escribir todos los días pero también hay días en los que no escribo nada. No tengo en todo caso disciplina para escribir siempre a una determinada hora pero hay veces en que escribo aunque no tenga nada que escribir porque suele haber ideas que igual te valdrán para más tarde”.
- Su última novela es Luna cangrejo.
“Se trata de un proyecto de Javier Manzano, editor de Black & Noir, que consiste en que a través de los móviles descargues una aplicación para acceder a una novela por entregas que se escribe en tiempo real, lo que no me deja tiempo a quitar o añadir nada al texto, sino que sale tal cual lo que significa una locura, un suicidio aunque como me lo propuso Manzano, que es una persona muy arriesgada, me pareció bien y asumí el reto. Luna cangrejo empezó siendo una cosa y ha terminado por ser otra muy diferente y va sobre un hombre al que le diagnostican un cáncer y en los momentos de mayor dolor y angustia con las secuelas de la quimioterapia, se transforma en hombre lobo. Hay un cáncer interno porque cuando se transforma en lobo se convierte en un cáncer social, que es el que el hombre lobo ataca y que tiene mucho que ver con la manada y la violencia machista. Cuando se transforma en lobo, el protagonista intenta ajustar cuentas y a medida que actúa contra el cáncer social su cáncer físico va remitiendo. El texto recoge una tradición literaria que viene del norte de Europa que es la del desdoblamiento de la personalidad y me agarré a ella para crear este personaje que cuando se transforma se convierte en una especie de justiciero social”.
- Vino a Tenerife para representar también la obra Gregor Samsa, un personaje al que conozco y con el que me levanto cada mañana. Al margen de bromas, ¿que pretendió hacer con esta obra?
“Gregor Samsa es un personaje que está solo, un automarginado que tiene una deformidad física y un trauma psicológico. Vive aislado aunque conoce a una joven que tiene también traumas, traumas familiares y que se encuentra con este monstruo con el que no sabemos si quiere empatizar, tener un amigo o, por el contrario, lo que desea es terminar por machacarlo. Son dos personajes extremos, marginales y muy violentos y tiernos a la vez. Gregor Samsa, el protagonista de La metamorfosis de Franz Kafka, descubre que la chica lee ese libro y no sabe si lo que cuenta es verdad y si Kafka es Dios. Cuando finaliza la obra mucha gente se pregunta qué ha visto y eso me gusta, que el público se quede con la incertidumbre y la ambigüedad porque no quise cerrarla como sí he hecho con otras y pensé que sería buena idea representarla en un festival de estas características porque es teatro negro, teatro que no tiene nada que ver con el género porque cuando hablamos de lo negro en el teatro se refiere a lo interior, a la oscuridad que el ser humano lleva dentro”.
- ¿En qué está trabajando ahora?
“Me animaron a que un personaje de Te quiero porque me das de comer, Maximiliano Luminaria, un sociópata, un asesino en serie y un excelente gastrónomo, volviera a ser protagonista de una nueva novela y estando trabajando en mi último libro me di cuenta que uno de los personajes era el hijo de Maximiliano, que no es mejor que el padre y que cuenta la historia, una historia criminal. La novela empieza con ese género pero deriva a otros que son completamente diferentes para regresar al del principio”.
Don Juan (versión 8.0) es una obra en la que David Llorente intentó deconstruir al célebre calavera del teatro español. Quiso, explica el autor, reflexionar sobre un personaje que reúne más facetas que las del seductor. “Es un pecador, “un criminal que no se arrepiente de nada. Es satánico en el sentido que se enfrenta a Dios. Le da igual si muere o no. Lo más banal del personaje es que seduzca a mujeres”, dice. “Hasta que aparece una mujer fatal, pero fatal porque representa su destino, la muerte. Por eso tiene que perseguirla, ella representa su final. Mi Don Juan es un personaje grotesco porque el propósito era deconstruir su faceta de seductor, una faceta que reducido solo a ella le resulta “ridícula”
OTROS ÁMBITOS
David Llorente es un escritor y dramaturgo que vive en Praga, República Checa, desde hace unos años, ciudad en la que además de impartir clases dirige una compañía de teatro en español. Llorente reconoce que vivir en Praga ha afectado su manera de escribi porque ha encontrado aquí otras realidades que puede poner en sus novelas. De Praga, cuenta, le sorprendió cuando llegó “el frío y la falta de luz, pero te acostumbras al frío pero no a ver una niebla congelada. Y esto hace que el imaginario literario sea más rico”.
Saludo, se ha dicho, desde este lado del ordenador