Una charla con Diego Galán

INTRO

De esto hace ya muchos, demasiados años… Imaginen a un adolescente que descubre a través de Ángel Fernández Santos y Diego Galán en las páginas del diario El País que escribir críticas de cine podía y puede ser otra cosa. Algo diferente, más cerca de la literatura que del comentario despiadado o agradablemente mesmerizado tras el visionado de una película.

Y digerir, bien es cierto que bajo la influencia de Fernández Santos, que por otra parte fue un excelente escritor, que la de Galán, que la crítica podía decir más cosas que las que, supuestamente, se escribía y en otras se notariaba, esta última una tendencia que ha monopolizado hoy prácticamente el buen uso de discernir y sobre todo argumentar lo que nos parece un filme… Por aquel entonces, aquel adolescente aún sostenía que la crítica podía abrir lo ojos al espectador si dentro de su cabeza comenzaba a sembrarse la semilla de la sospecha, de aprender a juzgar por sí mismos.

Estas y otras cosas las recordaba estos días tras enterarme de la muerte de Diego Galán, a quien entrevisté en la segunda semana de octubre de 1995 (¿de verdad existió ese año?) para La Gaceta de Canarias.

Diego Galán se encontraba esos días en Santa Cruz de Tenerife para impartir la conferencia El cine español de nuestros pecados, un acto organizado por la Fundación Pedro García Cabrera cuando esta Fundación se preocupaba por organizar cosas y significó para un servidor la oportunidad de hablar con uno de sus referentes y de paso conocer cómo se sentía al asumir la dirección del Festival de Cine de San Sebastián.

En la entrevista se habló además de cine español y aproveché la ocasión para preguntarle que sintió cuando Fernando Trueba le arrojó el contenido de un cubo de agua por encima en protesta por una de sus críticas.

* FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

- ¿Cómo afecta a un festival de estas dimensiones la realidad política vasca?

“La realidad vasca es compleja, respecto a manifestaciones se ve alguna durante el festival y merma la calidad del mismo pero no se realizan en señal de protesta por nosotros. Si alguna vez ha habido manifestaciones, éstas vienen precedidas por un acontecimiento exterior al Festival aunque es cierto que la realidad vasca influye en el trabajo pero como influiría la realidad canarias si se celebrase aquí, aunque con adjetivos distintos”.

- En el hipotético caso de que los socialistas dejaran el Gobierno, ¿cómo cree que afectaría al Festival?

“Parasán muchas cosas suba quien suba. Afortunadamente, en la estructura del Festival hay cuatro socios de instituciones políticas diferentes y ninguno tiene más poder que otros salvo si uno diera más dinero que el otro. De momento, y es la experiencia que tengo del Festival, jamás se han metido los políticos para defender aspectos del mismo”.

- ¿Qué aporta el Festival de Cine de San Sebastián a otros que se celebran por el mundo?

“Con respecto a Cannes todos son distintos porque es el mejor y el más grande y es un supermercado de un volumen y una tradición que ningún otro festival posee. En cualquier caso, San Sebastián aporta una preocupación paralela por las películas de la gente nueva y sí que invitamos a los espectadores a que se arriesguen, sobre todo en las retrospectivas que organizamos. Es esa apuesta por lo más arriesgado lo que nos diferencia un poco de los demás festivales, que juegan con cartas más marcadas que con las que juega San Sebastián”.

* FERNANDO TRUEBA Y EL CUBO DE AGUA

- Y Fernando Trueba le tira un cubo de agua…

“Debo puntualizar que Trueba intentó tirarme un cubo de agua pero que lo esquivé a tiempo”

* INICIOS COMO CRÍTICO

- ¿Cómo era hacer crítica en los años 60 en España?

“En esos años había dos grupos de críticos que nos movíamos en torno a dos revistas: Nuestro Cine y Film Ideal. Según nuestro punto de vista, los de Nuestro Cine éramos los representantes de la izquierda y tratábamos de valorar en cada película el contexto histórico en el que se producía y militar, de alguna forma, en defensa de un cine determinado, que en esa época era el de los independientes, el difícil de ver y en contra del cine comercial norteamericano., que era analizado de una forma más crítica. En Film Ideal sucedía lo contrario, es decir, que Antonioni era lo peor del mundo y Raoul Walsh lo mejor, aunque sus películas pudieran ser fachas. Más tarde se incorporó una tercera rama que era la que representaba la crítica de extrema izquierda y en la que incluso nosotros, la gente de Nuestro Cine, éramos unos mamarrachos y unos fantoches”.

Saludos, paz y prosperidad, desde este lado del ordenador

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