Dean Marin, That’s Amore!!!

Dean Martin (Steubenville, Ohio, 7 de junio de 1917 – Beverly Hills, California, 25 de diciembre de 1995) fue además de un sobrasaliente cantante un notable actor aunque muchos no lo crean. Me remito, para destrozar la leyenda que dice lo contrario, a dos grandes películas que protagonizó en su carrera en el cine: Como un torrente y Río Bravo.

En las dos interpreta a dos personajes radicalmente diferentes, alejados de ese otro yo que construyó para aparecer primero en los escenarios y más tarde en las películas: el de tipo hedonista, simpático y caradura que se metía en el bolsillo tanto a ellos como a ellas.

Si lo ven en Como un torrente descubrirán sin embargo a otro Dean Martin, o Dino como también lo conocían. En esta película olvidada de Vincente Minelli y sirviendo de apoyo a su protagonista, que no es otro que Frank Sinatra, se acostumbrarán a querer a un tahúr que nunca se quita el sombrero de la cabeza salvo… vean la película y lo averiguarán. También descubrirán la capacidad que tiene Shirley McLaine (la única chica del clan Sinatra) de romper el corazón no solo a los dos gigantes que la acompañan (Sinatra y Martin) sino al espectador sobrado, aquel que no llora en el cine.

Decir que Dino (Dean Martin) está en su salsa en Río Bravo es decir muy poco. Interpreta en este gran clásico del cine del oeste a un sheriff que se dedicó a ahogar sus penas en alcohol cuando su chica lo abandonó.

Al lado de John Wayne y Walter Brennan, también de la estrella de rock Ricky Nelson, detendrán a un grupo de vaqueros que, asalto tras asalto a la cárcel donde están cercados los héroes, demostrarán al mundo que en el viejo oeste de Howard Hawks los amigos nunca están solos ante el peligro.

Es tan grande la interpretación de Dino que oscurece la del mismo Wayne como Brennan. Basta observar el temblor de sus manos, como se frota la barbilla. Como mira con ojos de cordero degollado la botella de whiskie que está encima de la barra del saloon. Luego, cómo se reconstruye el personaje, el proceso de redención de un fracasado que andaba perdido hasta que descubrió el camino que debía de transitar… En fin, quién diga que Dino no sabía actuar le recomiendo que vea esta película no una sino varias veces. Bastará, pongo la mano en el fuego, para convencerlo que estaba en un error. Que Dino, además de un prodigioso cantante (Everybody Love Me), fue también un actor prodigioso. Y con un sentido del humor único e intransferible. Nadie soltará diálogos tan descacharrantes por cool como él. Es inimitable por mucho que lo intentara en su versión paródica Jerry Lewis en El profesor chiflado.

Y atención, cuidado, porque Dino fue pareja cinematográfica de Lewis en más de una decena de películas que siguen teniendo su gracia. El payaso tonto que interpreta Jerry con el payaso guapo que interpreta Dino es una combinación que aún resiste el paso del tiempo porque estos dos fueron, son, inmortales.

Miembro honorario del Rat Pack, ese grupo de hedonistas que reunió Sinatra como si fuera una corte, lo colocó con Sammy Davis Jr a la diestra y la siniestra de la estrella que nos enseñó a hacerlo a nuestra manera y los tres, y otros miembros del Rat Pack como el estirado de Peter Lawford, rodaron una serie de películas que sin ser nada del otro mundo sí que tienen mucho de éste como es ver a un grupo de camaradas pasárselo muy bien mientras planifican cómo robar un casino de La Vegas (La cuadrilla de los once), vestir el uniforme azul mientras mantienen la ley y el orden en el viejo oeste (Tres sargentos) o juegan a ser lo que fueron en otras gamberradas cinematográficas donde se fue cimentando el mito de Dean Martin.

Porque aquí donde lo ven, Dino es todo un mito. Una estrella. Un gigante, un tipo que lo mismo hacía de súper agente con licencia para amar como Matt Helm que como parodia de sí mismo en Bésame tonto, una de Billy Wilder si quieren menor pero brutalmente cómica y descarnada. Con esa visión tan poco pudorosa que se tuvo del sexo cuando aún la especie humana no se había idiotizado como ahora…

No, nunca le gustaron The Beatles. Y no, no era un borrachín a pesar de que en sus espectáculos en directo apareciera en pantalla con un vaso de whiskie en las manos. El contenido de ligero color amarillo que baila en el recipiente era zumo de piña. O de manzana, qué más da. Que el público pensara que aquello era alcohol formaba parte del show.

La muerte de uno de sus hijos hizo que Dino se encerrara en su casa durante diez años sumido en una depresión que se mantuvo incluso cuando Sinatra le hizo homenaje y lo reconcilió con Lewis en el escenario.

Ambos, Dino y Jerry se miran a la cara durante un rato que parece eterno y luego se funden en un abrazo mientras se preguntan porqué dejaron de hablarse. Las ovaciones del público no dejan escuchar lo que conversan pero que más da. El caso es que volvían a estar juntos.

Después, Dino regresó a casa y no volvió a salir hasta su muerte. Ese día en que la música murió con permiso de Buddy Holly.

Cuentan que cuando se hizo público su deceso las luces de Las Vegas se apagaron y que durante unos segundos esa inmensa ciudad en medio del desierto del Mojave se sumió en las tinieblas por Dino. El único, el irrepetible, el gigantesco Dean Martin.

That’s amore!

En la imagen, el actor en Río Bravo (Hiward Hawks, 1959)

Saludos, bravo, bravo, bravo, desde este lado del ordenador

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