Hambre española
La frase de la semana, del mes y el año, probablemente, es la que pronuncia Pablo Casado, presidente del Partido Popular, la semana pasada en el Congreso de los Diputados. La recojo de un titular de El País, y cuanto menos llama la atención porque se empeña en sacar de sus tumbas otra vez los fantasmas de la contienda fratricida española. La perla sin cultivar dice así: “La Guerra Civil fue un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia”.
Si lo que quería Pablo Casado era imitar a Winston Churchill con una frase ingeniosa tipo Sangre, sudor y lágrimas lo mejor que podía haber hecho es callarse la boca porque Churchill solo hay un. Además, sugiere con lo que dice que no hubo nada bueno entre los que quisieron una democracia sin ley (¿la II República, incluidos comunistas, socialistas y anarquistas así como republicanos a secas?) y una ley sin democracia (¿los rebeldes, con monárquicos, carlistas, falangistas y derechas en general?) Y la verdad es que, es que, es que no se puede ser más tonto.
Como a muchos y por razones familiares (un tío abuelo al que desaparecieron por anarquista y pena de cárcel por masón para el abuelo) aquella Guerra a la que mala puñalada le den siempre estuvo presente en casa. De hecho, mi padre era lector de libros de Historia y novelas sobre “nuestra Guerra”, “vicio” si quieren que heredé.
A pronta edad, sentí por dentro que pertenecía al lado de los que la perdieron e intenté aproximarse a aquel conflicto con la objetividad con la que me educó padre, un hombre, por cierto, que más que socialista fue negrinista toda su vida.
Como en toda guerra, y como en toda guerra vil que es la que libran hermanos que de repente dejan de serlo, en los dos bandos se cometieron tropelías y desmanes así como rasgos generosos y si me apuran heroicos. Formo parte de lo que llaman una tercera España que es esa especie de purgatorio donde al final caemos todos los que nos negamos a estar de un lado y del otro, los que continuamos hablando con gente de un lado y del otro aunque a veces el diálogo sea de sordos porque ni unos ni otros admiten otra opinión que no sea las que tienen sobre una república idealizada, una guerra que a todas luces resultó inevitable y una postguerra que sufrió, como siempre, la gente de a pie.
El hambre no tiene ideología, y este país aquellos años y los que vinieron después pasó mucha, demasiada hambre.
Mi padre tenía la convicción que el hambre precisamente fue lo que marcó el carácter de los que sobrevivieron a aquella Guerra, y que ese anhelo que Escobar materializó en sus tiras cómicas en la persona de Carpanta sigue estando presente en el disco duro de nuestra memoria.
Como muchos españoles nací y crecí en una familia donde no se tiraba la comida. La comida había que comérsela. Y esa lección todavía forma parte de mi vida. No puedo tirar comida. Me sienta mal tirar la comida.
En casa sin embargo nunca me educaron para odiar a nadie. Y mucho menos por opiniones e ideas. Podía estar equivocado o el otro o la otra errar en sus argumentos pero no por ello íbamos a llegar a las manos… Dice un dicho español que el que calla otorga pero me quedo con aquel otro que dice a palabras necias, oídos sordos.
Todo esto y un poco más me asaltó cuando mis ojos tropezaron con ese subtítulo. Subtítulo que abrió la caja de Pandora que llevo dentro porque la Guerra, ya dije, me acompaña desde hace mucho tiempo. Y comienzo a estar cansado tanto de unos como de otros. De los que dicen que son de izquierdas como de derechas y no admiten la duda por respuesta. Allá ellos, aunque mis fantasmas que ya creía enterrados reaparecen en mi memoria cuando me tropiezo con frases como las que dicta Pablo Casado.
Una frase gratuita, mentirosa y muy peligrosa porque la cicatrices de “nuestra Guerra” no han cerrado. Supuran pus porque los vivos, los nietos y bisnietos de aquella generación que sí vivió “nuestra Guerra” continúan empeñados en mantenerla abierta mientras retuercen el dedo en la llaga para que la paz no llegue nunca.
Pasan las horas y… ¿todo esto a cuenta de qué? Ah, sí, la frase chulesca no churchillesca que pronunció Pablo Casado en el Congreso de los Disputados Diputados…
Hace calor, los rayos del sol cascan las piedras y los lagartos asoman la cabeza.
Saludos, hambre española, desde este lado del ordenador