¡¡¡Viva el Rey!!!
Mi primer encuentro con Stephen Edwin King (Portland, Maine; 21 de septiembre de 1947) fue con La hora del vampiro, editado por Pomaire, a finales de los años 70. Tiempo después descubriría que la novela se trataba de Salem Lot pero, qué quieren que les diga, a mi me parece mil veces mejor La hora del vampiro que el título que le puso King. Eso me pasa sobre todo con algunas películas que en este país ya perdido para siempre tuvo la costumbre de españolizar sus nombres como Centauros del desierto por el original The Searchers y Cuando el destino nos alcance por Soylent Green.
La novela, que cogí digamos que saliendo de la adolescencia, me dio un puñetazo de los gordos en el estómago y por una vez, tras el Drácula de Bram Stoker, sentí miedo cuando leía sus páginas. Por aquel entonces, Stephen King comenzaba a despegar en España como escritor de novelas de miedo, que me parece un término mucho mejor que terror, y Carrie, la película de Brian de Palma que adapta la primera novela de King, era un éxito en los cines aunque yo por edad leí primero el libro y luego vi la película y como pasa con algunas historias del escritor llevadas al cine, el cine mejora el final del libro. Pasa con Carrie y pasa también con La niebla.
La segunda novela que leí de Stephen King fue así Carrie, también en Pomaire. En Pomaire leí Insólito Resplandor, título que me parece mucho mejor que el original, El resplandor. Más tarde vi la película de Stanley Kubrick, y como el escritor me cabreé porque salvo el hotel y los protagonistas, el resto no tenía mucho que ver con la película. He vuelto a ver desde ese entonces varias veces el filme de Kubrick, y la película ha terminado por enloquecerme, lo que no me pasa con la novela. Y no digamos ya de su presunta segunda parte, Doctor Sueño. Sí que reconozco que en su momento el libro me inquietó y que subrayé una frase que reproduzco:
“El mundo no nos quiere pero tampoco nos odia”.
En esta misma editorial leí El umbral de la noche, un libro de cuentos que no he vuelto a leer aunque sí que recuerdo algunas de sus historias. Por ejemplo la que inspira la portada, una mano con cinco ojos en sus dedos…
Desde ese entonces, Stephen King ha escrito no sé cuentas novelas, libros de relatos y hasta ensayos, dos de ellos no buenos sino muy buenos: Mientras escribo y La danza de la muerte. Con esto quiero decir que sigo leyéndolo y que sigo una carrera fecundísima, tanto, que a veces no tengo tiempo para terminar una y comenzar otra.
Es verdad que el escritor cuenta casi siempre la misma historia, pero se mueve muy bien tanto en el territorio de la novela como en el del cuento. Carrie y Cementerio de animales son cortas pero a mi juicio dos de las mejores obras de su carrera. Por cierto, Cementerio de animales cuenta con un final esta vez sí que terrorífico.
Creo que esta semana se publica en español su libro más reciente (Cuento de hadas) ya que con King está prohibido decir el último porque si te atreves a pronunciar la palabra ya han aparecido en el mercado una nueva. Y así hasta el infinito. La espero con el mismo entusiasmo que con sus otras novelas aunque ya conozca digamos que medianamente bien sus constantes y la galería de personajes recurrentes con que puebla sus historias pero es que con todo, aunque el final el tocho no termine de convencerme, es verdad que el resto del camino lo he hecho sin apenas interrupciones, esas que provoca el aburrimiento y te hace pensar en otras cosas cuando lees un libro.
Y sí, vuelvo a confesar que Stephen King es un escritor al que sigo. Y sé que sigo a un excelente escritor que no solo cuenta historias de miedo sino otras de miedo, pero miedo real. Es tanta su fama y su producción estajanovista, que incluso se tuvo que revelar que un tal Richard Bachman era un pseudónimo utilizado por Stephen King porque no vendía como King. Una vez que se supo la verdad y aunque la novela la firmase el tal Bachman, las obras de Richard han multiplicado sus ventas. El alias le ha dado además un filón en el que explotar historias en las que reflexiona sobre el proceso de creación y la autoría, lástima que sus finales no respondan a lo que uno esperaba con materiales tan imaginativos.
En el campo de la fantasía ha aportado su granito de arena con espíritu renovador. Nos ha sumergido en lagunas que habitan vampiros, muertos vivientes, criaturas lovecraftianas y demonios. Solo que esos demonios son personas de carne y hueso. Sus historias automáticamente se convierten en películas. Muchas de ellas muy malas, y la que se lleva la corona es Maximun Overdrive, que dirige el mismo King con resultados de espanto, pero no un espanto de miedo sino de malo a rabiar, pero también hay otras películas que son buenas o muy buenas como Carrie, El resplandor, La zona muerta, Christine, Cuenta conmigo, La milla verde y la primera Cementerio de animales entra las que ahora recuerdo… Se han hecho series de televisión por lo que existe un mundo King que supera al mismo Stephen King. Gracias a su éxito, este tipo de literatura tuvo un renacer a finales de los 70, y su estela logró que aparecieran nuevos escritores del género tan sobresalientes como Peter Straub, con el que ha colaborado, y recientemente uno de sus hijos, que firma como Joe Hill, que ha hecho que esta literatura se instalara definitivamente en los estantes de las librerías y ocupara los primeros puestos de los libros más vendidos.
Por eso y aprovechando que hoy es el cumpleaños de un tipo que me ha alegrado tanto las noches poniendo fin a tantas pesadilla, mi sincero agradecimiento por tener tan claro eso de que escribo porque me hace feliz. Escribo porque me hace estar vivo.
Viva el rey.
Saludos, un tanto monárquicos, desde este lado del ordenador