C.S. Forester, un inmortal
Hace apenas unos días, en concreto el sábado pasado, 27 de agosto, hubiera cumplido años C.S. Forester, un escritor que probablemente no conozca demasiada gente aunque si les digo que gracias a él el cine pudo unir a dos actores tan radicalmente distintos como Humphrey Bogart y Katharine Hepburn en La reina de África quizá despierte el interés entre los que lo ignoraban hasta hoy.
E ignorar a C.S. Forester es una gigantesca canallada. Un ejercicio de ignorancia al que se debe poner remedio porque el escritor fue modélico en cuanto a la recuperación de la literatura de aventuras cuando el género no estaba viviendo sus mejores momentos. Y se escribe bien, literatura, porque todo en la obra de este escritor es literatura a secas aunque toque y en ocasiones profundice en géneros tan populares como el de… la aventura, que ya se dijo.
C.S. Forester fue autor además de una extraordinaria saga de novelas marineras, la serie Hornblower, Honorato Hornblower, protagonista de once libros y algunos relatos que se desarrollan en el mar fundamentalmente durante las guerras napoleónicas, y libros que para los que somos confesos marinos de agua dulce pero que sin embargo nos encantan las aventuras en la mar océana, le proporcionó gratos momentos de lectura. De hecho, y si me preguntaran, soy más de las novelas con Hornblower como protagonista que de la saga creada por Patrick O’Brian con el capitán de la Armada británica Jack Aubrey y Stephen Maturin y cuyas aventuras se desarrollan también en el mar durante las guerras napoleónicas.
Pero además de Hornblower, C.S. Lewis escribió otras novelas y en alguna de ellas se permitió incluso tantear otros géneros como el de suspense o la novela psicológica (Los perseguidos) para componer extraordinadios retratos de carácter. Uno de ellos, es el personaje que describe en The General, que se tradujo al español en los años 50 con el título de Un militar del 14. Se trata de un libro desmitificador sobre la vida militar, y de cómo hacer carrera cuando estalla un conflicto de la escala de la Gran Guerra. Paralelamente, el escritor nos muestra la grisácea vida privada del protagonista. pero que, a la larga, resulta mucho más interesante que observar a su personaje en los frentes donde el destino de la Gran Bretaña lo conduce.
La novela más conocida de Forester seguirá siendo sin embargo La reina de África. Su adaptación al cine hizo que su autor disfrutara durante algún tiempo de fama y una seguridad económica que marcó el posterior devenir de su carrera como escritor. Alguiien, se aprecia a partir de ese momento, más sosegado en sus trabajos literarios, un hombre que ya nio está apremiado por el tiempo de entrega y que puede, incluso, recomendar al sello editorial con el que publicaba, que dieran una oportunidad a un joven escritor llamado Roald Dhal, sí el maestro de la literatura infantil y juvenil y también de la literatura para adultos con sus cuentos, casi todos ellos caracterizados por contar con un finall sorpresa.
Sí que se le puede criticar a Forester algo en lo que cae la mayoría de los escritores británicos de su tiempo e incluiso en tiempos actuales como son los nuestros, y es su exaltación de los valores del imperio británico que leído desde la distancia resultan algo cómicos pero decisivos como columna vertebral de las novelas militares (por decirlo de alguna forma) que dejó escritas. A mi, particularmente, no es algo que me irrite ni enoje, solo me hace sentir envidia de que esa literatura cuente con voceros del nivel de Forester, lo que se dice un patriota que no dudó en poner su talento al servicio de su país cuando éste entró en guerra.
Es una pena que haya sido poco y mal traducido en España. Salvo la serie Hornblower, que sí que cuenta con una edición en español cuidada, otras de sus novelas se puiblicaron en el otoño de los tiempos y no han sido vueltas a reeditar. Suele aparecer en el mercado, que sepamos y muy de tanto en tanto, nuevas ediciones de La reina de África pero no tantas como uno quisiera.
Saludos, nubes, muchas nubes en el cielo y calor,mucho calor, desde este lado del ordenador