Mikel Santiago: “En mis novelas mantengo mejor la tensión criminal que la sexual”

Mikel Santiago Garaikoetxea (Portugalete, 8 de septiembre de 1975) es un escritor que vende. Y en muchas ocasiones algunos de sus título se estampan en la lista de los Best Sellers en un país en el que no se lee, dicen, pero que cuando lee, lee como si se tratara de un fenómeno. Y Mikel Santiago sin llegar aún a convertirse en uno de ellos sí que vende en un negocio, el editorial, donde lo importante es que los libros se vendan.

El escritor vasco, que avanzó en esta entrevista el interés que algunas productoras cinematográficas tienen en adaptar algunas de sus novelas, sigue explotando una fórmula que lo ha hecho relativamente famoso en la república de las letras españolas aunque la crítica sigue observando su producción literaria por encima del hombro porque, entre otras cosas, vende. Y es que vender a veces parece que se convierte en una maldición para los que escriben y opinan sobre lo que hacen otros. No se han parado a pensar que los libros de evasión llevan detrás un trabajo de cocina creativa tan laborioso como el que se arriesga y publica libros para minorías.

Sobre novelas que venden y literatura de género hablamos mucho con Santiago, también del arte de escribir como un juego, un juego sobre todo en la novela enigma que es la que cultiva con éxito el escritor vasco, un escritor que, confesó, si le tiene miedo a algún crítico no es al que reseña en los periódicos, revistas y blogs sino a su compañera sentimental, Ainhoa, la mujer que primero lee sus originales y que le recomienda que cambie eso y sustituya lo de más allá.

- ¿Recuerda cómo fueron sus inicios como escritor?

“Recuerdo que les escribía cuentos a mis padres y que dibujaba aquellas historias. Les ponía título, una portada y un precio: un duro de aquel entonces. Creo que en esos años ya tenía alma de escritor, también de negociante. Así empecé, escribiendo aventuras infantiles, cuentos… Fui un niño muy creativo y esa energía, esa especie de pulsión por hacer cosas me ha perseguido desde siempre y no solo cuando escribo sino también cuando programo vídeo juegos o escribo canciones. Siento el impulso de estar a solas delante del ordenador o rasgueando una guitarra o programando cualquier cosa”.

- ¿Y cómo termina escribiendo novelas de suspense?

“Uno hace lo que puede. Es decir, que intenté escribir novela erótica pero no me sale y mira que lo he intentado pero no hay manera. Creo que con la literatura erótica y en el caso de los escritores que no de las escritoras, tenemos la costumbre de pasar enseguida a la acción ya que no somos capaces de aguantar la tensión. Con los años, me he dado cuenta que en mis obras mantengo mejor la tensión criminal que la sexual”.

– El escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez dice que se toma la literatura como un juego. ¿Cómo se la toma Mikel Santiago?

“Pues igual ya que yo también me la tomo como un juego. De hecho, sigo con los juegos de rol, que son juegos narrativos, casi como un teatro donde soy el que inventa las historias. Y juego, mucho juego tiene la novela enigma. Por un lado está el lector y en el otro el escritor y en este proceso juega un papel esencial la imaginación, una imaginación participativa con la que reconstruir lo que como escritor propongo. Este toma y daca queda muy enfatizado en este tipo de literatura ya que plantea preguntas que buscan respuestas. Y ahí el lector tiene que responderlas o al menos intentarlo. Hay lectores que quieren ir más rápido que los personajes y reconstruyen ese misterio en la cabeza para encontrar posibles soluciones. En la novela enigma el personaje avanza con revelaciones y con epifanías. Va descubriendo cosas mientras el lector teje una estrategia con la decidir que uno de los personajes es el criminal aunque al final no lo sea. Se trata, si quieres, de un juego metanarrativo con los lectores que a mi me resulta muy divertido. Hay gente incluso que lo disfruta más conscientemente y otros que lo hacen de manera más discreta. A mi me gusta ganar siempre en este juego porque si no tendría que devolver el dinero a los lectores”.

- Sus novelas están perfectamente estructuradas pero ¿se deja a veces llevar por la improvisación?

“Sí y no, todo a la vez. Hay cosas que necesitan estar estructuradas pero también hay un flujo natural de los acontecimientos. Creo que fue el cineasta norteamericano John Ford quien dijo que un director de cine debía de tener sentido común y yo añado que un escritor también. En La última noche en Tremore Beach, por ejemplo, en una escena donde acababa de ocurrir algo terrible en la siguiente debía llegar la protagonista y producirse un momento romántico que, cuando llegué a la escena, me di cuenta que no funcionaba así que improvisé otra”.

- Tengo la sensación que le da mucha importancia al arranque en sus novelas.

“Creo mucho en el arranque ya que dice mucho de todo. El gran artista, el gran payaso que sube a un escenario y el escritor saben que hay que convencer y engatusar desde el inicio. En mi caso desde las primeras líneas del texto. El arranque tiene que ser prometedor y suscitar expectativas, que dé que pensar al lector. Más adelante se trabajan otras cosas como jugar con los ritmos, definir el carácter de los personajes…”

- El mentiroso, En plena noche y ahora Entre los muertos forman la trilogía de Illumbe… Pero ¿será una trilogía o tetralogía o pentalogía…?

“A las editoriales les encanta la palabra trilogía, con esto quiero decir que cuando comencé la historia de Illumbe fue solo para ambientar la novela El mentiroso porque estaba cansado de saltar de escenarios, escenarios internacionales y quería crear algo de aquí. Me di cuenta que si organizaba las claves de mis novelas anteriores se repetían cosas como el duelo, las escenas familiares… Así que el cuerpo me pedía otra cosa, otro escenario e Illumbe funcionó con El mentiroso, una novela que además no fue mal en ventas lo que me ayudó para volver a utilizar la localización en En plena noche, que no está relacionada con El mentiroso y ahora irrumpe Entre los muertos que se desarrolla también en Illumbe con una mujer como protagonista, Nerea Arruti, que es agente de la Ertzaintza y que aparece como secundaria en las otras novelas solo que ahora es la protagonista, una mujer establecida que, cosas de la vida, se mete en un lío sentimental. Ahora estoy escribiendo una nueva novela que discurre también en Illumbe pero no sé de momento que va a pasar con este lugar en próximos libros”.

- ¿De dónde viene Illumbe?

“Pues se inspira en Mondaca, un pueblo entre Guernica y Bermeo, en Vizcaya. Mondaca es el prototipo que me ayudó a construir Illumbe y tiene bares que existen en realidad así como la iglesia. El caso es que no quería identificarlo como Mondaca y pienso que al no hacerlo le da cierta plasticidad a mi creación. De momento, va a aguantar varias novelas más. Muchas de las carreteras, el acantilado, la vieja escuela de estilo gótico no existen realmente pero sí en mi Illumbe, un experimento que funciona”.

- Usted viene del mundo de la música, ¿hasta que punto cree que está presente en sus novelas?

“¿La música?, pues mucho. En La última noche en Tremore Beach se cuenta la historia de un pianista y en la segunda, El mal camino, el protagonista es un rockero que está en la Provenza francesa porque quiere grabar un disco en un estudio subterráneo. En El extraño verano de Tom Harvey se trata de un saxofonista y solo en la cuarta, La isla de las últimas voces y en El mentiroso no hay una historia relacionada con la música pero sí En plena noche, que es un relato más o menos autobiográfico”.

- ¿Y como músico se enfrenta a la escritura de sus novelas como si se tratara de una canción?

“Más que una canción lo organizo como un repertorio y entre medias voy buscando bancos de arena, la manera de encajar las piezas”.

- ¿Qué escritores le han marcado como novelista?

“No soy consciente de los escritores que me han marcado pero de pequeño me gustaba mucho Stephen King, Agatha Christie, Patricia Highsmith, Edgar Allan Poe… En el caso de King me atrae la manera que tiene de tratar la fantasía, que resulta muy ambigua y simbólica en sus obras. En el camino hay mucha gente que lees y en algunos casos me veo diciendo qué bien resuelve el caso, qué estilo, qué prosa, y todo eso pienso que se te va pegando”.

- ¿Y qué tal se le dan los títulos?

“No los pongo yo solo porque soy muy malo titulando mis novelas. La combinación de un buen título con la portada del libro es esencial porque casi, casi, se trata como del portal de una casa. El título tiene que tener sonoridad, empuje”.

- Y se atreve en Entre los muertos con una mujer, una mujer policía.

“Me resultó muy difícil contarla en primera persona. La idea surgió cuando un compañero me dijo que los protagonistas de mis novelas eran casi siempre los mismos por lo que decidí cambiar radicalmente de personajes en la siguiente. A Nerea Arruti la conocemos en la primera escena de El mentiroso y fue ganando espacio en los dos siguientes libros porque hay personajes que se ganan el sueldo ya que te tienen reservado para algo grande mientras otros no viven y todo lo que tenías planeado para ellos no sirve. Literalmente te dejan tirado. Arruti es una mujer inteligente y con un pasado. Un pasado en el que se mezcla la biografía robada de mucha gente que conozco”.

Saludos, si pudieras verme ahora, desde este lado del ordenador

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