Galdós y Buñuel, dos gigantes y un destino

Benito Pérez Buñuel es un proyecto largamente acariciado por su guionista y director, Luis Roca, escritor y periodista que, literalmente, es además de un galdosiano, lo que le viene de familia, un seguidor del cine de Buñuel forjado a través del paso de los años, de quemarse las pestañas viendo películas del genial cineasta, un hombre cuya obra trasciende la pantalla y a la que parece que el paso del tiempo apenas envejece.

La influencia que tuvo la obra del escritor Benito Pérez Galdós en su cine es uno de los grandes temas que aborda este documental, ya lo avisa desde su título, Benito Pérez Buñuel, pero también trata otros temas siempre vinculados a este binomio genial, lo que da más atractivo a un trabajo que no renuncia a sus ambiciones, ambiciones que a lo largo de todo el filme se sabe canalizar sin estridencias salvo algunas descartables ocurrencias para que, como espectadores, entendamos que este documental, que este hermoso homenaje a dos grandes de España (Galdós y Buñuel) unidos tanto sentimental como espiritualmente afectó también la vida de otros. Y uno de esos otros es, precisamente, Luis Roca.

Por eso, Benito Pérez Buñuel debe verse y debe entenderse como una película que no solo va a contar (y en ocasiones revelar) cómo los elementos de la literatura de Galdós penetraron en el imaginario del cineasta, sino también cómo su director llegó primero a Galdós a través de su madre, Yolanda Arencibia, catedrática de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y autora de Galdós. Una biografía, por la que recibió el XXXII Premio Comillas 2020, y que es una de las mayores expertas en la vida y en la obra del autor de Fortunata y Jacinta.

En el documental, Luis Roca explica esta relación con Galdós dejando entrar al espectador en la casa de sus padres, donde se observan bustos del escritor. En este ambiente, el director y guionista mantiene conversaciones con sus progenitores (su madre aparece como una de las entrevistadas) pero no aportan otra información que la que cruzan unos padres con sus hijos. En este caso, en un escenario donde se nota, casi se toca con los dedos, la presencia de Galdós.

El documental nos presenta así y de momento, dos historias que no convergen pero sí que van paralelas a lo largo del metraje. En este sentido, Benito Pérez Buñuel no existiría como tal si Luis Roca no hubiera crecido en el hogar en el que nació. Un hogar, y así lo muestra, donde la familia convive con Galdós.

El otro gran protagonista de Benito Pérez Buñuel ya no es ni el escritor ni el director de El discreto encanto de la burguesía, sino la capital grancanaria. La película es una confesa carta de amor a la ciudad en la que nació el escritor y Luis Roca. Se sigue así la huella de Galdós por sus calles y plazas, también en un complejo de viviendas y en otros espacios que se reflejan en la película en imagen real y también en dibujos animados.

Los dibujos animados son un componente esencial en este trabajo ya que ayudan sin recurrir a las para mi siempre falsas recreaciones, a contarnos momentos muy significativos en la vida de Galdós y Buñuel que a mi modo de ver le dan mucho vigor al documental.
Paralelamente, se va desgranando la relación entre el escritor y el cineasta aragonés, y trata de explicar la fascinación que sintió Luis Buñuel desde muy joven por las novelas del escritor que puso a Madrid en el mapa de la literatura a finales del XIX y principios del XX.

Es a través de los dibujos animados donde vemos el primer y último encuentro de Buñuel con un Galdós enfermo y en cama. También sus encuentros con Max Aub, autor de la fascinante Luis Buñuel, novela y a quien le confesó “la única influencia que yo reconocería es la de Galdós, así, en general, sobre mí”. En dibujos animados se recrea también la despedida del escritor siendo un adolescente de la capital grancanaria cuando zarpó en barco rumbo a la capital de España. Una despedida que tuvo mucho de amargo porque el futuro y reconocido escritor dejó en su tierra entre otras cosas a su primer amor, una relación sentimental que fabuló Santiago Gil en la novela El gran amor de Galdós.

Rodado en Gran Canaria, Calanda (Teruel), donde nació Luis Buñuel, y México, entre otras localizaciones, el documental reúne a un destacado grupo de expertos que hablan en torno a las vinculaciones del cine de Buñuel con la literatura de Galdós. Buñuel de hecho adaptó con mirada muy personal novelas del escritor como Nazarín (1959) y Tristana (1970) y también Viridiana (1961) una adaptación muy de Buñuel de Halma.

Todas estas piezas, piezas que son fundamentales en ese rompecabezas que es Benito Pérez Buñuel, dan sustancia al relato que narra la íntima relación intelectual que uno imprimió sobre el otro. Además, la sombra del escritor en la vida de Luis Roca y la capital grancanaria como escenario de toda esta gigantesca aventura que ha terminado siendo este documental forman al final un retrato en el que se muestra la influencia que tuvo Galdós sobre Buñuel mientras expertos como Arantxa Aguirre, Carolina Fernández Cordero, Elena Poniatowska y Víctor Fuentes, entre otros, aportan información que dan más espesor a esta extraordinaria relación.

Uno de los entrevistados resume en tres grandes etapas el universo del cineasta aragonés: la teológica, la realista y la surrealista, y viene a comentar que estas mismas pautas se encuentran en la literatura del autor de Los episodios nacionales… Tanto que la famosa escena que aparece en El perro andaluz de un ojo, una nube y una navaja se explica de donde viene su origen pero eso no se la vamos a contar así que vean Benito Pérez Buñuel.

* En la imagen y con gorra verde, Luis Roca, rodeado de miembros del equipo de Benito Pérez Buñuel en la plaza Las Moraditas en México, uno de los escenarios de Los olvidados (1950). En el otro extremo de la imagen, la productora Marta de Santa Ana.

Saludos, ya lo saben, desde este lado del ordenador

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