Pluto, la bestia de Georgia, una novela de Ángell Marr
Ángell Marr, Ángel Marrero, es un tipo con el que puedes perder el tiempo hablando de literatura. De literatura fantástica en su caso. No he conocido hasta la fecha alguien que sepa tanto y tan bien de literatura fantástica anglosajona, y que le tenga tanto amor a la producción de sus clásicos y en concreto de un escritor que hoy no suelen reivindicar los aficionados al género como es Washington Irving, el autor de Los cuentos de La Alhambra y de Los Cuentos del viejo Nueva York, entre otros, influencias que se aprecian en varias de las novelas que ha publicado Marr hasta la fecha y en la que se rastrea también la huella de H. P. Lovecraft, sobre todo en Kaxalum. El secreto de la ciudad maldita.
Pero si hay algo que diferencia a este escritor y dibujante nacido en la misteriosa isla de Tenerife es la atractiva mezcla que le sale entre lo fantástico y lo cómico, entre el terror y la risa, un equilibrio que sabe mantener en la mayoría de las historias que lleva publicadas hasta la fecha. Historias que se desarrollan en localizaciones diversas y que van desde rincones desconocidos de los Estados Unidos a una Canarias donde mito y realidad se confunden. La idea, sobre todo en su ambicioso díptico que comprenden El leviatán chasqueado y La amenaza de albión, es novelizar un hecho histórico (en este caso la derrota de la escuadra al mando del contraalmirante Nelson en Santa Cruz de Tenerife) con desprejuiciada perspectiva humorística.
Usar las herramientas de la parodia no para desmitificar lo que en Canarias se conoce como la Gesta sino para contarnos un episodio de la historia con rigor y, al mismo tiempo, una mirada desenfadada que plantea un retrato amable de los personajes que convoca en estas dos historias.
Pluto, la bestia de Georgia es una nueva novela de Ángell Marr, un título que como otros títulos que arman su bibliografía se desarrolla en un escenario y en un periodo de la historia muy lejano al de este fatigoso y huracanado siglo XXI en el que vivimos. Ya lo hizo el escritor e ilustrador en otras ocasiones, situar sus novelas en ambientes no me atrevería a denominar como exóticos pero sí que atractivos por la poca información que se tiene de ellos. Se tratan de territorios en los que aparecen amenazas que ponen en vilo la vida de las buenas y malas gentes que la habitan, pequeñas comunidades perdidas en la inmensidad de los bosques o en los pantanos de la vieja Georgia, en el caso de Pluto, un ser que tiene un origen algo parecido al de Freddy Krueger, y que nada como éste entre dos mundos: el real y el que está más allá.
En este aspecto,y heredero confeso de una ilustre tradición de grandes novelistas del fantástico como son los ya mencionado Washington Irving y H. P. Lovecraft, añadiría un tercer nombre que marca también, y cómo, la literatura de Marr, un escritor que se maneja muy bien con el retrato de personajes que aparecen –con otros nombres y ligeros cambios en su fisonomía– en novelas anteriores del mismo autor.
En esta ocasión, y tras varios y violentísimos asesinatos, la aparición de una pareja de cazadores que tienen la misión de poner fin a las andanzas de este monstruoso gigante negro como el carbón al que le falta un ojo, ya que parece que no hay mano humana capaz de despacharlo al otro mundo, que es de donde puede venir este ángel vengador que quiere hacer justicia a todos los de su raza.
La novela se sitúa tras finalizar la Guerra del Asiento (1739-1742), y en una geografía, la de la pantanosa Georgia, en cuyos bosques aparece este ser inclasificable que acaba con todo aquel que se le cruce por el camino. El escenario que nos presenta Marr es el de un territorio en el que los blancos anglosajones tienen esclavizados a los negros, lo que ha provocado que muchos de estos intenten cruzar la frontera que los separa del territorio que aún le pertenece a España con el fin de encontrar en esa tierra la libertad y un lugar decente en el que vivir.
Mientras tanto, y pese a que por la zona donde actúa Pluto se mueve el ejército dispuesto a capturarlo o darle degüello, actúan hombres de fortuna y el capitán Roy Okey Mackay, un escocés veterano de la guerra que está decidido a cazar a la Bestia y a reclamar la jugosa recompensa que dan si lo traen de vuelta vivo o… preferiblemente muerto.
Como es natural no voy a desvelar como termina la historia pero sí les diré que sorprende la capacidad que tiene Ángell Marr para capturar la atención del lector así como la de resaltar que estamos ante un escritor que sabe describir atmósferas.
El libro incluye una serie de estupendas ilustraciones del propio Marr. Estas reproducen algunos de los momentos clave que aparecen en una novela que no deja indiferente, en especial a todos aquellos lectores que como quien ahora les escribe, le deben mucho a Irving. Al menos en una etapa de su vida. De esa influencia bebe la obra literaria del escritor tinerfeño, un tipo que por fortuna no ha perdido sentido del humor. Un humor a veces despiadado y paródico. Y la fórmula funciona porque te pone en situación y si no ríes sí que sonríes mientras pasas algo de miedo.
Saludos, pardieu, vive le fantastique!, desde este lado del ordenador