Producciones García S.A., una novela de Edgar Neville

Hubo una generación de escritores españoles (sobre todo escritores y no escritoras) que asistió con mucho interés al desarrollo del cine en España pero no los hay tanto que en aquellos días, sobre todo durante la década de los años 30 del pasado siglo, escribieran sobre la irrupción de un arte, el cine, que lo iba a cambiar todo, incluso una manera de entender la literatura. De repente, contar historias con imágenes se hizo popular y fueron muchos los hombres de letras que se pasaron a este nuevo invento porque descubrieron en él numerosas posibilidades para contar historias, historias que llegaban a toda clase de públicos una vez eran estrenadas en los cine con la forma de una película.

El cine como escenario literario es lo que hace el anarquista Andrés Carranque de Ríos en Cinematógrafo y años más tarde Edgar Neville en Producciones García S. A. El gran Ramón Gómez de la Serna también sintió el hechizo del séptimo arte en Cinelandia y escritores como Azorín sintieron también la llama del entusiasmo cuando ya peinaban canas. La fascinación por el cine había llegado a España, aunque como todo lo que llega a España necesitó de un periodo de incubación para hacerse con las riendas del entretenimiento y del placer intelectual de los españoles.

Hay más títulos, lo que pone de manifiesto el interés que el cine despertó en aquellos escritores que comenzaban a salir de la edad del pavo para adentrarse en la siguiente. Lástima que la Guerra Civil pusiera fin a los sueños de muchos y se convirtiera a partir de ese momento en carne de propaganda para ambos bandos en contienda. Lo que vino después, el cine que trajo la postguerra, ya delata en lo que se convertiría aquella España de blanco y negro. Hambrienta y desgarrada por dentro como por fuera.

La trayectoria profesional de Edgar Neville es más reconocida como cineasta que como escritor aunque dejó un puñado de excelentes novelas en las que además de primar el humor se observa una insólita capacidad para recoger y transmitir lo que sentían y lo que hablaban las gentes sencillas de Madrid.

En la obra del escritor y director si hubo una preocupación fue la de describir, precisamente, el carácter madrileño, creando para ello una amplia galería de personajes a los que mueve por diferentes escenarios de la capital de España, la mayoría de ellos corralas ubicadas en los barrios más humildes.

Producciones García S.A. es una novela en la que insiste en estas constantes pero le sirve al mismo tiempo para representar un universo, el de unos pequeños estudios madrileños, y las gentes que trabajan en él, aunque el retrato se centra especialmente en el señor García, el dueño y señor de la casa; Rafael, su guionista; Quintanilla, el director y Carmela, que hace de secretaria. A su alrededor se mueve una galería de secundarios a cada cual más extravagante, como un niña a la que sus padres esperan convertir en la Shirley Temple española, un sujeto al que llaman Cocodrilo y don Benito, un rico de Extremadura que tiene interés de invertir sus dineros en esto del cine.

Como estamos en España, y en una España anterior a la Guerra Civil aunque Neville publicó la novela en los años 50, esta se inspira en una comedia de teatro propia, Producciones Mínguez, S.A. En ambos casos y con independencia del nombre, su protagonista no tienen ni una miserable peseta para sacar adelante las producciones ya que además de tratarse de una empresa que no paga a sus colaboradores carece, ya se dijo, de unas miserables pesetas.

La novela de Neville refleja muy bien cómo tuvo que ser el oficio del cine en la España de aquellos días, por lo que se explica la picaresca de García, que tiene la enorme habilidad de hacer trabajar a su gente prometiéndoles un sueldo que nunca abonará, y de los satélites que giran a su alrededor porque si hay un personaje en esta comedia coral es, precisamente, el tal García que más que parecerse a Irving Thalberg se parece a Roger Corman, solo que con acento español. Es decir, que se trata de un truhán más que de un tahúr.

El lío de la novela tras presentar Neville a sus personajes nace cuando don Benito, el rico extremeño, quiere que la película que rueden sea una versión de La vida es sueño y así se lo hace creer García mientras ruedan otra cosa, un largometraje folklórico con muchas canciones y acento andaluz. Solo al final tendremos noticia de si el desaguisado se arregla o no. El caso es que mientras tanto, y como lector, uno tiene como una sonrisa boba dibujada en la boca. Sonrisa que de boba pasa a carcajada en los momentos más delirantes de esta comedia que reescrita en los años 50 tiene la intención de criticar el cine español que se rodaba aquellos años.

La novela le permite a Edgar Neville exponer sus ideas del cine. Ideas que pone en boca de Rafael: realizar películas que hablen de personas de la calle. El problema es que tan nobles intenciones se dan contra un muro, muro que encarna García, que solo busca cine comercial y el cine comercial de entonces era el folklórico, fuera andaluz o aragonés.

Ha sido una experiencia leer esta novela del cineasta y escritor, y conocer las claves que la hicieron posible y que desgrana María de los Ángeles Rodríguez Sánchez en la larga y atractiva introducción. Producciones García S.A. cuenta además con uno de esos inicios dignos de recordar:

“No es que pagasen su sueldo con regularidad en Producciones García, lo único que hacían con regularidad era no pagárselo, pero el señor García encontraba siempre unos pretextos tan admirables que Rafael seguía yendo todas las mañanas a la oficina”.

Y es solo el principio.

FOTO: En la imagen superior, Charles Chaplin junto a Edgar Neville cuando el español trabajó en Hollywood.

Saludos, búsquenla, desde este lado del ordenador

Escribe una respuesta