Soy una asesina, una novela gráfica de Pedro Arjona
Carlos Pérez Merinero es uno de los casos más sangrantes de la novela policíaca escrita en español. Se dice así porque tras su muerte su obra revolucionaria en muchos sentidos, ha quedado relegada al pantano del olvido, lugar en el que parece que no quiere salir, como si así demostrara su infinito desprecio al mundo de las letras y a quiénes son sus purasangres actuales, dentro y fuera del género.
Hace unos años conseguí algunas de las novelas del escritor que nos preocupa y desde ese entonces busco más títulos por librerías de viejo, usados y de ocasión como si de mi particular Santo Grial se tratara. Por desgracia no he tenido demasiada suerte pero eso no me desanima, así que continuo con mi empeño con la esperanza de encontrar algún día una de sus novelas abandonadas en cualquier cajón de uno de estos establecimientos, casi como si esperase mi llegada.
Recupero su espíritu con la publicación de Soy una asesina, adaptación y cómic de Pedro Arjona, en el que además de traducir en imágenes una de las novelas más significativas de su autor, Desgracias personales, nos revela otra manera de mirar y entender el impresionante legado que nos dejó Carlos Pérez Merinero tras su muerte. Arjona ha tenido además la habilidad y la astucia de adaptarlo con mucho sentido de la perspectiva así como de amor y respeto al trabajo de un escritor que si rompió moldes en su momento, continua haciéndolo en la actualidad ya que su universo, poblado de personajes de la calle pero como todo personaje de la calle con su inquietante lado negativo, resulta hoy novedoso y tremendamente original. El novelista, Carlos Pérez Merinero se trata además de un tipo que inyectó al noir español otra manera de contar historias, más centrada en lo que padecen y sienten sus personajes que en la trama policíaca en sí.
Todo esto y más se puede observar en Soy una asesina, novela gráfica que dicen ahora los modernos que edita Reino de Cordelia, y en la que en más de doscientas páginas nos cuenta una historia que como todas las buenas historia comienza por casualidad. El caso es que, posteriormente, el relato toma por caminos que hace imposible que el lector iniciado piense aquello tan infame de ya sé por donde va a salir porque por mucho que se rompa la cabeza los cambios de rumbo resultan tan originales que al final incluso el más curtido deja tirar la toalla dándolo por imposible. En este sentido, es de reseñar la portentosa imaginación de un escritor que todavía hoy continúa generando agradables sorpresas entre los aficionados a este tipo de literatura como a los que pasan de largo ante ella. Carlos Pérez Merinero es uno de los grandes. De hecho, de los más grandes escritores que ha dado el género en España. Su literatura tiene algo de la crudeza de Jim Thompson y del siniestro juego psicológico que propone Patricia Highsmith. Una delicia para toda clase de paladares, sea seguidor de la novela negra como si no.
La publicación del álbum Soy una asesina viene a confirmar lo que muchos aficionados venimos defendiendo desde hace unos años. Es de caballeros así agradecer a Pedro Arjona el notable esfuerzo que ha hecho para trasladar a viñetas el universo potente y sin seguro contra todo riesgos de la literatura de un maestro que no fue reconocido en vida con la intensidad que se merecía.
La novela gráfica está basada en la novela Desgracias personales y presenta a una montadora de cine que es testigo de un intento de violación a las afueras de Madrid. Al ayudar a la víctima, mata accidentalmente al violador que resulta ser policía. Las dos mujeres se separan y la protagonista vive a partir de ese momento con un sentimiento profundo de culpa que la devora por dentro. Cuando se entera por la televisión que han encontrado el cadáver de violador y escucha a su joven esposa hablar de su marido, la montadora hará todo lo posible para acercarse a ella y averiguar más cosas sobre la persona a la que mató. Entre medio, el argumento va dando rodeos para caer en continuas sorpresas, manteniendo en todo momento un ritmo que no decae sino que crece al pasar cada página.
Al seguimiento de la historia y al impecable trabajo de adaptación que hace Pedro Arjona, contribuyen unas ilustraciones que muestran en todo su esplendor el talento de un autor que, personalmente, si se caracterizaba por algo es por su insólita humildad, lo que es extraño en un país que como España solo busca la fama, aunque sea efímera, por no hacer nada.
En cuanto al estilo del dibujo, Arjona ha crecido como artista, y eso sin abandonar un clasicismo que arrastra desde sus inicios profesionales, cuando formó parte de El Cubri, y trabajó en historietas que son parte de la memoria gráfica de e la Transición, un periodo de la historia de España que vivió en la capital de España, y en donde conoció a algunos de los más grandes periodistas de aquella generación como Jorge M. Reverte, que fue guionista de una serie que dibujó Arjona, la protagonizada por Marta.
El cómic está publicado por Reino de Cordelia y cuenta con un prólogo de la escritora Marta Sanz, quien destaca el protagonismo de la mujeres en la historia. Un protagonismo “peculiar”, escribe, ya que se perfilan “contra el mundo”. Como en toda historieta policíaca que se precie, Soy una asesina es un relato que se narra visualmente en blanco y negro aunque representa en recuadros con fondo amarillo la voz en off de la protagonista, quien plantea reflexiones tan interesantes como la siguiente: “Normalidad. ¿Cuándo empezará a sucederme de nuevo cosas normales como a todo el mundo? Me niego a responderme que probablemente nunca y yo misma me sorprendo del optimismo con el que me he levantado. Confío en que no se evapore nada más ver lo que dicen los diarios”.
Tiempo al tiempo, Soy una asesina lleva camino de convertirse en lo que es, un clásico y un título que recupera no solo la literatura de uno de los más grandes del género en España, Carlos Pérez Merinero, sino también a uno de los más grandes dibujantes y guionista (en este caso adaptador), Pedro Arjona, que ha tenido este país en su todavía corta vida democrática.