José Herrera: “Mi trabajo es de introspección, emocional, de tránsito y de preguntas”

José Herrera (San Cristóbal de La Laguna, 1956) inaugura la temporada de la galería Bibli, en la capital tinerfeña, con el primer acto de un proyecto artístico que lleva por título Levemente incómoda, y en el que recoge trabajos realizados entre 2022 y 2024. El caso es que sumergirse en esta experiencia tiene algo poderoso ya que despierta –esa al menos es nuestra lectura– una conmovedora mirada en torno a un espacio y a unas instalaciones que, como dice el mismo artista, “activan relaciones no solamente físicas, dimensionales, sino emocionales”. La exposición clausura el 25 de octubre pero está previsto que del 31 al 8 de noviembre, Bibli acoja el segundo acto de esta iniciativa, que lleva el título de Panoptes y que contará el día de la inauguración con una acción de Javier Arozena.

Las ocho piezas que reúne Levemente incómoda están estratégicamente expuestas en el espacio Bibli, y son Cuerpo para la palabra, Desde la media noche, Cuerpo para la fragilidad, Cuerpo para la noche, Cuerpo para el árbol, Espacio para la provisionalidad, Cuerpo para el cuerpo y Cuerpo para la intuición que se encuentra en el despacho de la galería. La mayoría de las piezas son de este año aunque también hay otras que fueron realizadas entre 2022 y 2023.

José Herrera forma parte de la generación del 80, y fue uno de los primeros artistas que propiciaron la renovación de los lenguajes plásticos del archipiélago, informa la galería, que recuerda que esta influencia estuvo más próxima a las corrientes centroeuropeas y latinioamericanas que a las que se formalizaron aquellos años en el resto de España. La obra del artista forma parte en la actualidad de colecciones como
las del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Banco de España, Fundación La Caixa, Centro Atlántico de Arte Moderno y TEA Tenerife Espacio de las Artes, entre otras.

- Creo que la exposición es un encargo de la galería Bibli, ¿qué indicaciones le propusieron, cómo fluyó este trabajo?

“Sí, después de concluir la exposición Velar la Forma en TEA, me propusieron este ilusionante proyecto individual. Indicaciones ninguna, el espacio es determinante y motivador para “embarcarte” con obra nueva realizada entre 2022 y 2024. Mi trabajo fluye muchas veces de manera convulsa, otra cosa es la instalación de la obra en el espacio. Cada pieza debe “vivir” por sí misma y tener su propio “peso”, con una carga emocional y de energía fuertes”.

- La exposición consta de dos partes, la primera de las cuales, Levemente incómoda, se expone actualmente, y la segunda Panoptes, a partir del 31 de octubre ¿Por qué dividirla en dos partes?

“Mientras trabajaba, veíamos la obra, hablábamos e íbamos madurando el proyecto. Estaba inmerso, en ese momento, en una pieza grande que formaba parte de Levemente incómoda y fueron ellos, Fernando y Richard, los que me propusieron que esta pieza, Panoptes, formara parte del 2º acto, que abarcara absolutamente todo el espacio. Me conmovió la idea, me llevó a otra parte”.

- ¿Qué es lo que quiere transmitir con estas piezas y qué sensaciones cree que puede despertar en el espectador?

“Nunca pienso en qué quiero transmitir. Mi trabajo es de introspección, emocional, de tránsito, de preguntas. Trabajas en soledad, intentando buscar no sé qué, en muchas ocasiones perdido. Luego viene la calma, el reposo. Es en ese momento, cuando puedes ser espectador de tus propias cosas. Y para que todo funcione, no podemos ningunear el espacio, los detalles, los matices. Es la hora de que el espectador contemple, observe y se sienta parte de…”

- Tras Velar la Forma, exposición que mostró en TEA Tenerife Espacio de las Artes hace dos años, ¿ha cambiado mucho su mirada desde entonces o sigue siendo prácticamente la misma?

“La mirada siempre está en continuo cambio. Se vuelve más exigente, más introspectiva. A través del arte, la mirada es más sensible, frágil y provisional. Velar la Forma fue una enorme experiencia. Después de Días deshojados, Gilberto González me planteó una revisión de cuarenta años de trabajo. A partir de ese momento es cuando tengo una estrecha colaboración con Fernando Pérez en la importante tarea que desempeñó como director de montaje”.

- ¿Por qué Levemente incómoda?

“Empecé a trabajar en una pieza de papel en 2019 llamada Rostro para el paisaje y en 2022, de forma muy intuitiva, volví a hacer volúmenes muy frágiles doblando papel de acuarela y cosiendo las partes. Ese proceso encierra mucha provisionalidad, muchos cambios, así como el concepto de lo efímero. Todo se relacionaba con todo: espacio, forma, volumen, dimensiones, el cuerpo, la mirada como tacto, pensamiento, lo emocional, la respiración, el silencio en ocasiones y las ideas que no paran en mi cabeza… Ahí comienzo a sentirme parte de la provisionalidad de las piezas, de la leve incómoda idea de la provisionalidad, de mi propia provisionalidad. Es como surge el título Levemente incómoda.”

– ¿Y Panoptes?

“Pensé que podía compartir esta obra con Javier Arozena. Hablamos y le transmití la idea de hacer una pieza única para todo el espacio y que me gustaría que inaugurara este proyecto con una acción el día 31 de octubre. Rápidamente nos inundó la ilusión y las ganas de hacer algo juntos. Fue él quien nos da a conocer a Argos Panoptes, un personaje de la mitología griega: De todos los ojos, el que lo ve todo”.

- Me cuentan que Panoptes contará, además, con un perfomance.

“Bueno, Jaime Arozena no habla de performance, sino de acción. Lo ve más como una acción. Es su proyecto. Está trabajando y tenemos que seguir compartiendo ideas. Me imagino muchas cosas”.

- ¿Cuando trabaja en una pieza tiene una idea clara en la cabeza o prefiere ir experimentando sobre la marcha?

“Hay vagas ideas a veces, otras eres médium, filtro, caminas a tientas, partes de algunos dibujos y bocetos sobre papel y suceden muchas cosas. La mayoría de ellas, de pensamiento, silencio y observación. Hay que “estar” para que todo comience a moverse”.

- ¿Qué lecciones saca José Herrera de sus creaciones artísticas?, y ¿cuál es su relación con ellas?

“Te das cuenta que eres muchos con el paso del tiempo. Cada vez dudas más, lo que supone seguir haciéndote más preguntas no siempre con respuestas. Cuando vida y obra se desarrollan como la misma cosa, tu propia existencia va tomando “cuerpo”. Parte de mí muere y parte de mí se regenera. La relación es íntima, física, de medirme. Una cuestión de aprendizaje y conocimiento”.

- En su ya larga trayectoria como artista ¿qué evolución aprecia?, ¿qué cambios si los hubiera nota en ella?

“Expresar y canalizar es una necesidad, una actitud. Tu propia vida va cambiando y transitando por “otros lugares” que tienen que ver con lo sensible, con la “otra mirada”. Esto me hace más vulnerable y el trabajo se impregna de todo lo que acontece: deterioro absurdo y feroz de nuestro medio ambiente global, de nuestras islas, derechos humanos, libertad de expresión. Aprendemos poco, muy poco. Creo que sigo asumiendo compromiso y riesgo. Lo que me lleva en muchas ocasiones a un estado de angustia”.


- Relacionan su trabajo con el Minimalismo y el Arte Povera ¿está de acuerdo con esta opinión?

“Siempre he intentado ir a la esencia de las cosas, lo primario, el espacio y las formas puras, estructuras que se repiten. Quizá ahí puede haber alguna relación con el Minimalismo, con la diferencia de no dejar de lado lo emocional, la energía y memoria del espacio, los silencios y vacíos…el cuerpo a cuerpo. La naturaleza, a través de ella y a mi relación con los árboles, me lleva a indagar sobre lugares de pensamiento, a realizar proyectos muy abiertos trabajando con materiales pobres y a la concepción determinante de los espacios. Hay ahí, quizás, algunas referencias con el Povera. Pero no debemos olvidar el contexto en el que se desarrolla la obra”.

- ¿Tienen relación, unas con otras, las piezas que expone en Levemente incómoda acto 1?

“En cada una de ellas trabajo sobre la búsqueda no sabiendo. Cada pieza tiene o debe tener vida propia. Es muy importante en mi trabajo el papel; como lo son también, los materiales y los objetos. En Levemente incómoda las piezas sí se relacionan, no sé si dialogan, no tienen por qué, pero el espectador inevitablemente las relaciona. Hay que “escuchar” el espacio, “habitarlo” para que suceda “algo” que va más allá de la obra misma”.

- ¿Cómo explica que cuando trabaja unas obras permanezcan y otras las destruya?, ¿qué es lo que le convence para dejar unas y no otras?

“Es una cuestión de energía, de tiempo, de permanencia visual y física, de medida y cuerpo. A veces no soportan el paso del tiempo. Parece que se acartonan y mueren, literalmente mueren. ¿Por qué, si no las he tocado, si no las he modificado? No lo sé. Joan Miró daba la vuelta a muchas de sus pinturas hacia la pared y decía que el tiempo se encargaría de terminarlas. Es verdad. Hay que estar día a día con ellas para que no se pierdan”

- ¿Cómo evita repetirse?

“Cada obra debe ser siempre un acto de abrir puertas y ventanas para que corra el aire, de matices, de diferencias, algo vivo. Pero es necesario cerrar la puerta al espacio de confort y mantener siempre abierta la de la incomodidad en lo que a proceso creativo se refiere. Si somos uno y al mismo tiempo otros, la obra debe serlo también”.

- ¿Es usted un artista disciplinado?, ¿de los que trabajan con horario?

“Soy disciplinado, diverso, pero sin horario fijo de taller. Tengo la sensación que mi vida se desarrolla siempre trabajando. Pensar, observar, vivir muy hacia el interior de las cosas está dentro de mi normalidad”.

- ¿Cómo ha sido la relación con Bibli para aprovechar el espacio de la galería?

“Excelente. He trabajado con Richard y Fernando en algunas colectivas y con este último en Velar la Forma. Bibli es un espacio de experimentación, riesgo y nivel. Es lo que hay que hacer y es por lo que hay que trabajar: subir el listón”.



- Fernando Pérez dijo en una ocasión, precisamente, que “entiende el espacio como una hoja en blanco para el artista”.

“Sí, así es. Cualquier punto de color que pongas en un papel genera tensión. Cualquier cosa que instales en el cubo blanco de Bibli es todo un riesgo. Eso es lo interesante. Es una cuestión de composición, equilibrio de fuerzas y formas, texturas, colores, materiales y dimensiones. Pero no debemos olvidar la frescura del espacio y la habitabilidad del mismo para que la experiencia afecte. Una exposición debe afectar a la persona que mira, que observa. Es muy importante saber ser autor y espectador al mismo tiempo; lo que te da una mayor capacidad crítica”.

- ¿Cuál es su mirada en torno al arte que se hace en Canarias en la actualidad?

“Creo que gozamos de buena salud. Hay mucha gente trabajando en las islas y esforzándose por desarrollar una obra personal. Algunas/os artistas ejercen con su obra un cierto activismo con respecto al calentamiento global del planeta, deterioro del territorio, derechos humanos y libertades, etc. Las cosas no han cambiado mucho con respecto al apoyo institucional de cara a salir al exterior. Sé que todavía, después de tantos años, tienen que sacar sus obras declarándolas como attrezzo para luego montar sus exposiciones en galerías de arte. Aunque a muchos se les llene la boca diciendo que somos Europa, no es cierto. Hay muchas dificultades y se sigue mirando para otro lado. Y para muchas personas que ostentan cargos públicos, el arte, la cultura, es esa cosa que sirve de entretenimiento y ocio. Mientras, estas personas creativas, dinamizadoras de la cultura que trabajan para cambiar y mejorar nuestras vidas, viven en precario”.

- Cree que TEA promociona a los artistas canarios o la sombra de Óscar Domínguez es demasiado alargada?

“Hay poquísimos proyectos de promoción del arte en Canarias hacia el exterior por parte de TEA. Es necesario la normalidad de colaboración con otros centros de arte contemporáneo en los contextos nacional e internacional. Es su función, su obligación. Aquí hay un componente político muy evidente, muy fuerte, que obstaculiza en gran medida una política cultural abierta y diversa. Muchas/os artistas plásticos están trabajando muy bien, pero con pésimas perspectivas de futuro. Es preocupante, decepcionante y triste. En cuanto a la sombra de Óscar Domínguez y el surrealismo es muy alargada en TEA. Debemos tener cuidado con esto porque corremos el riesgo de que un centro del siglo XXI se convierta en un centro de arte moderno y no lo es. Es un error hacer una lectura del arte contemporáneo a través de la figura y obra de Domínguez y del movimiento al que perteneció. Es necesario saber qué significó el surrealismo, qué intentaron las/os artistas y cuál era su máxima: “un intento eminentemente subversivo de cambiar el mundo” a través de “o inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre”. En este sentido, se está haciendo una lectura conservadora de lo que significó en esencia el surrealismo, de artistas que arremetieron “contra todo. El edificio del Viera y Clavijo podría convertirse en el Instituto Óscar Domínguez, tan deseado desde hace tanto tiempo. Es necesario un centro de investigación, documentación y estudio rigurosos del movimiento en su totalidad. En Málaga existe el Museo Picasso y el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y ambos desempeñan sus funciones con objetivos diferenciados. Es necesario no generar confusión, no prestarnos a ello, y que el Instituto Óscar Domínguez y TEA, brillen por su excelencia”.

- Y por último, ¿cómo definiría su arte?

“Como algo vivo, que tiene vida propia y que hay que cuidar y proteger. Como nuestro medio natural y diverso para que no entre en zona de cuidados paliativos. Si enfermamos, enferma el arte y si enferma el arte, enfermamos nosotros. Si la naturaleza enferma, enfermamos todos los seres vivos, y si enfermamos, es que la naturaleza se encuentra, como digo, en cuidados paliativos”.

PRÓXIMAMENTE

Tras la exposición Levemente incómoda, de José Herrera, la galería Bibli ya tiene completa la temporada próxima con una serie de experiencias que volverán a tomar este espacio ubicado en la calle de San Francisco Javier de la capital tinerfeña. De noviembre a enero de 2026, se mostrarán trabajos de Lecuona y Hernández, pareja de artistas en la que se encuentran Beatriz Lecuona y Óscar Hernández, ambos nacidos en 1978 aunque en localidades diferentes, Cantabria y Tenerife, y ambos licenciados en Bellas Artes. Lecuona y Hernández comenzaron a trabajar juntos a partir de 1999 y desde ese entonces han participado en más de ochenta proyectos colectivos e individuales, representando a España en la XI Bienal de la Habana, en la X Bienal Internacional de Cuenca/Ecuador, en la Bienal de DaKar Off 06 y en la II Bienal de arte, arquitectura y paisaje de Canarias. En los últimos años se ha intensificado su presencia en América Latina y los Estados Unidos, exponiendo en Miami, Venezuela, Brasil, Ecuador, Cuba o Perú entre otros.

FORMA FOTO: Sergio Acosta

Saludos, ya lo saben, desde este lado del ordenador

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