Archive for Noviembre, 2024

El Refugio de Carmen J. Nieto

Sábado, Noviembre 30th, 2024

La librería hace honor a su nombre porque se trata, de verdad, de un refugio que los más osados podrían incluso denominar como santuario que a mi, particularmente, me ha parecido siempre una palabra bonita y especial, de esas que se mantienen mucho rato en la boca hasta que se disuelve dejándote un dulzor especial en el paladar.

Subo antes de ayer que ya se nos fue a La Laguna y además de ver la ciudad engalanada de luces y repleta de gente que hace sus compras, pasea o se toma algo en las terrazas que se dispersan por sus calles y avenidas, el destino que me conduce lo tiene claro en la cabeza. Buscar la librería El Refugio y asistir a la presentación de la novela Gambuesa, que firma Carmen J. Nieto, y que le publica como la anterior, Alrevés. Paula Cabrera actúa de preguntadora y el acto, muy familiar por acogedor discurre con sintonía aunque no esté manifiestamente de acuerdo con Carmen sobre la evolución o no de la novela policíaca. De hecho, la obra de Dashiell Hammett, al que se considera el padre fundacional del género negro, sigue siendo igual de actual que cuando se escribió entonces, y todo lo que salió después de él, igual de intenso y atractivo. No sé y la verdad es que no me importa, si el género ha evolucionado. En todo caso me atrevería a decir que el género más que evolucionar se adapta a a los tiempos aunque en esencia sigue siendo el mismo de siempre, el que ya dejó desarrollado el autor de El halcón maltés cuando ninguno de nosotros había nacido.

Al margen de esta opinión, el resto del debate estuvo muy bien, sobre todo cuando se centró en la novela que se desarrolla en Fuerteventura que es una isla por la que siento especial devoción de este archipiélago alejado de la mano de los dioses. Carmen J. Nieto hace un llamamiento al trabajo que Andrew, que dirige El Refugio como el abuelito de Heidi cuidaba las cabras en Los Alpes, está realizando en pos de la cultura y yo me atrevo a decir algo más, y es en el empeño que este librero está haciendo para convertir su plaza en un referente no solo en la ciudad de Los Adelantados sino también en la isla. Y es que El Refugio, que se encuentra en la lagunera calle Maya, no cesa de acoger presentaciones y club de lecturas. Cuenta con un patio que se presta a eso, para el encuentro entre libros y amigos aunque ¿quién necesita amigos si tiene libros? Esta última frase no la escribo yo sino que la escucho de alguien que pasó a mi lado cuando finalizó el acto. Y no sé yo. Está bien leer y no parar en elogiar a los libros pero demonios también hay una vida fuera que merece ser vivida. El mejor libro, dijo aquel cursi de cuyo nombre no quiero acordarme, es el que vas escribiendo día a día hasta que la muerte te obliga a poner el punto y final.

Les invito a que se den una vuelta por El Refugio y que estimulen con sus presencia las actividades que está desarrollando este todavía pequeño pulmón cultural en la ciudad de La Laguna, que no deja de seguir siendo pueblerina y tan clasista, con sus iglesias y campanas dando la dichosa hora. No hacía, afortunadamente para los frioleros como yo, viruje la noche del jueves pasado, aunque fui con algo de abrigo porque el frío lagunero tiene sus propias señas de identidad, es de los que se te mete por dentro como si fuera los congelados dedos de un espectro cualquiera.

Llego a El Refugio, felicito a Andrew por la labor que está desarrollando y le doy la enhorabuena a Carmen y a Paula por el diálogo mantenido y darme algunas claves con las que intentaré aproximarse a esta novela escrita sin una consonante. ¿Cuál?, no lo dijo pero si le sirve a alguien, este puede ser un aliciente para acercarse a una historia que se desarrolla en Fuerteventura y en la que aparecen muchas cabras.

Y cabras, pero humanas, son las que me tropiezo en el tranvía que me lleva a Santa Cruz. De hecho, yo soy una de esas mismas cabras y todas, es un suponer, nos dirigimos tan contentas al matadero solo que somos incapaces de reconocerlo.

En fin, hablábamos de una novela: Gambuesa y de una librería: El Refugio.

Saludos, a refugiarse, desde este lado del ordenador

M. La hora del destino, según Antonio Scurati

Jueves, Noviembre 28th, 2024

La monumental biografía novelada de Benito Mussolini que escribe desde hace unos años Antonio Scurati parece que llega a su fin aunque no con el último volumen de la obra que el mes pasado y con el título de M. La hora del destino apareció en librerías, y que hace el cuarto volumen de este colosal trabajo en el que radiografía no solo la vida y obra de quien fue conocido como Duce sino también del movimiento que creó en la segunda década del siglo XX, y que sigue manifestándose en la sociedad.

El fascismo tiene una desarmante capacidad de adaptación, de conspirar para asaltar el poder aprovechando las condiciones extremas que vive el sistema, ya que si hay un aliento que lo inspira ese es el de imponer su gobernanza en regímenes democráticos cada vez más erosionados por la crisis.

La cuarta entrega de M se desarrolla entre 1940 a 1943, los años en que Italia entró en la II Guerra Mundial con resultados realmente penosos. Hay que recordar, además, que el libro finaliza en 1943, momento en el que comenzó a torcerse para la Alemania nazi y para la Italia fascista aquel maldito conflicto al que los italianos se tiraron de cabeza por la arrogancia de un solo hombre que fue incapaz de ver las debilidades de sus fuerzas armadas. Todas ellas prácticamente aniquiladas por ejércitos mucho peor preparados como el griego o las dispersas fuerzas que constituían las comunidades de la por aquel entonces Yugoslavia. También en el norte de África. Las derrotas de sus armas, y en concreto de su marina de guerra, que resultó prácticamente triturada por la aviación británica, hundió el orgullo de un hombre pero despertó una conciencia nacional.

Fue un golpe durísimo que el periodista español Ismael Herráiz cuenta con todo lujo de detalles en Italia fuera de combate, un libro que demanda su reedición y que además de tratarse de una notable lección de periodismo, es la crónica en directo de unos días que anunciaban el final de un régimen como fue el fascista. Una ideología que se acostumbró demasiado pronto a ser devorada por dentro como por fuera, y que si se mantuvo tantos años, sobre todo los de la guerra, fue porque todo aquel peso descansó en el Duce, y en una siniestra red de colaboradores en los que predominó la mentira por encima de la verdad.

Antonio Scurati habla de todo esto y de muchas más cosas en una obra en la que se destaca cómo los propios fascistas comenzaron a perder entusiasmo por su líder a medida que iban perdiendo la guerra. El autor italiano hace hincapié también en el absurdo que significó meterse en una pelea para la que no estaba preparado ni el ejército ni su país, y de cómo todo ese sentimiento de frustración fue generando agujeros en la moral de una sociedad profundamente vigilada hasta que comenzó a perder miedo al miedo.

Al fondo, la silueta de un dictador que si se confiesa, es en la alcoba junto a su amante Claretta Petacci, que dio cuenta de aquellos encuentros en un diario del que Scurati se vale para presentarnos a M, al fundador del fascismo, en la intimidad. Verlo en pijama o desnudo no despierta sin embargo ningún asomo de piedad, tampoco los pocos rasgos humanos que definieron a un hombre que siempre presumió de ser algo más que un hombre normal y corriente. En todo caso, un ejemplar con asombroso olfato político que lo perdió en tiempos de guerra.

Esta pérdida es la causante que justifica que, a medida que pasaban los años e Italia se sumergía en el fango de la humillación ante la Alemania nazi, país que le resolvió la papeleta en algunos de sus más estrepitosos fracasos militares, forzara a que algunos de sus incondicionales empezaran a conspirar para arrebatarle el poder en la célebre sesión del Gran Consejo Fascista que ya ha hecho historia. Y es aquí, cuando son los suyos quienes deciden derrocarlo donde concluye esta cuarta parte de un proyecto literario asombroso, ya que pretende además de adentrarse en las entrañas del fascismo italiano, contarnos la vida de Mussolini y la de algunos de sus camaradas más cercanos, muchos leales cuando las tornas se volvieron en su contra y otros traidores al entender que aquella situación de desgaste bélico y popular no podía continuar. En este último grupo se encontraba el conde Ciano, que fue su ministro de Asuntos Exteriores y que estuvo casado con su hija favorita, Edda Mussolini, ahora Edda Ciano.

Adentrarse en las páginas de M. La hora del destino es adentrarse en una especie de viaje al corazón de las tinieblas, al corazón de un hombre que no dudó nunca en eliminar por la fuerza a sus contrincantes (fueran amigos o enemigos) y en encerrar en manicomios a amantes que ya no le reportaban nada. Y mucho menos cuando estaban en estado de buena esperanza.

Tras leer los cuatro tomos de esta larga historia que protagonizan mentirosos y miserables, uno no puede sino pensar que el fascismo no es una ideología sino una forma de alcanzar y mantenerse en el poder, en especial cuando rodean al líder un puñado de arribistas violentos y fanfarrones que no se lo pensaron demasiado para darle el golpe de gracia al jefe.

El libro incide en el disparate que cometió Mussolini al entrar en una guerra ante la que no estaba preparado el ejército italiano, pese a haber participado en la Guerra Civil española y “conquistar” territorios en el norte de África para construir un imperio de opereta, y presenta a un hombre cada vez más solo, rodeado de conspiradores que vestían también la camisa negra. Se trata, en definitiva, de un gigantesco retrato sobre un dictador que no tuvo ningún tipo de escrúpulos y también de una época convulsa, de enfrentamientos entre naciones e ideas. Frente a una débil democracia, fascistas y nazis, pero también un país dominado por el comunismo (la Unión Soviética) que no difiere demasiado en sus actos de lo que hicieron italianos y alemanes en sus respectivas naciones.

M es una de esas obras que se recomiendan con los ojos cerrados, siendo conscientes que habrá lectores que apenas conozcan aquella realidad que una vez asoló a Europa y que ahora parece también amenazarla. Al margen de que se tengan o no conocimientos de aquellos tiempos, el libro se lee como lo que es: la crónica de una ambición que estuvo condenada al fracaso. También la de un hombre que se creyó intocabable cuando tenía los pies de barro.

Saludos, abre los ojos, desde este lado del ordenador

Seguimos dando la nota

Miércoles, Noviembre 27th, 2024

* Elio Quiroga obtiene el tercer premio en la categoría de Novela Histórica del certamen de Vallirana. El relato con el que consiguió este galardón se titula El vientre de la tierra y se sitúa unos 40 años antes de Cristo.

* La librería de Mujeres en la santacrucera calle de Sabino Berthelot acoge hoy, miércoles, 27 de noviembre, una firma de libros que protagoniza Montse Díaz, que rubricará ejemplares de Burro cargado busca camino.

* Ubicada en la calle Maya de La Laguna, la librería El Refugio es el escenario de la presentación en Tenerife de la novela Gambuesa, de Carmen J. Nieto. El acto será este mismo jueves, 28 de noviembre, a las 18 horas. Introduce Paula Cabrera, gestora cultural.

* La librería de Mujeres acogerá el viernes 29 de noviembre la presentación del libro Relatos y algunas paranoias, de Cande Rodríguez, del que hablará momentos antes Víctor Álamo de la Rosa y José Luis Regojo, este último secretario de la Asociación Cultural Canaria de Escritores (ACTE).

* La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife recibe el 4 de diciembre a las 19 horas Madre, que coordina y dirige Berbel de Canarias.

Saludos, este mensaje se autodestruirá en…, desde este lado del ordenador

Jonathan Allen: “Kafka nunca escribió para el cine pero le apasionaba ver películas”

Martes, Noviembre 26th, 2024

Si bien es verdad que este año ha pasado sin pena ni gloria el centenario de la muerte de Franz Kafka (Praga, Imperio austrohúngaro, actual capital de República Checa, 3 de julio de 1883-Kierling, Austria, 3 de junio de 1924) en España, Jonathan Allen (Las Palmas de Gran Canaria, 1963) y Jesús Palacios (Madrid, 1964) han procurado poner voz a ese silencio con la publicación de Kafka, lo kafkiano y el cine fantástico (Hermenaute, 2024) un ensayo que no solo se ocupa de las adaptaciones de algunas de sus obras sino también de la influencia que su trabajo ha impregnado desde entonces al séptimo arte.

El libro cuenta con el respaldo de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, así como de Isla Calavera. Festival de Cine Fantástico de Canarias, que acogió la presentación de una obra con mucho interés no solo para los que conocen a fondo la obra de autor de La metamorfosis sino también para los cinéfilos que no se han acercado a su destacable producción literaria.

- ¿Cómo nace la idea de escribir con el también crítico y escritor Jesús Palacios Kafka, lo kafkiano y el cine fantástico?

“Conozco a Jesús Palacios desde hace más de treinta años, justo cuando dejé de trabajar en la Filmoteca Canaria para entrar a dar clases en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En aquellos días, Jesús se encontraba preparando La noche más freak para el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria y bajo esas coordenadas nos conocimos. Fue el germen de nuestra amistad. Más tarde, él me escribió el prólogo de una de mis noveles, Sangre vieja, y tras mantener largas conversaciones en torno a nuestras lecturas favoritas, nos dimos cuenta que ambos éramos admiradores de la obra de Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft y Franz Kafka, entre otros aunque la idea que impulsó la obra fue un ensayo anterior mío, Franz Kafka. Ética, estética e influencia, que publiqué hace dos años con Ediciones Idea y en el que reuní una serie de artículos que había escrito sobre el autor de El castillo y en el que ahondaba en su biografía y en mi propia autobiografía ya que quise reflejar lo que ha significado la lectura de su obra a lo largo de mi vida”.

- ¿Y trató ya en este primer ensayo la relación de Kafka con el cine?

“Hay tres capítulos que dedico a la cinefilia de Kafka y al influjo que tuvo el escritor en algunos cineastas que desarrollaron su trabajo en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo XX. También la huella que su literatura ha dejado en directores como David Lynch, Stanley Kubrick o Martin Scorsese. Este libro se presentó en la capital grancanaria y también en Madrid, en el Centro Sefarad-Israel. Este año, 2024, se cumple el centenario de su muerte, Kafka falleció a las afueras de Viena por una tuberculosis laríngea, y hablé con Jesús Palacios para perseguir la huella de Kafka en el cine. Y allí nació el proyecto, un proyecto que Luis Rueda, de la editorial Hermenaute, publicó finalmente. La obra está apadrinado por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián y por Isla Calavera. Festival de Cine Fantástico de Canarias”.

- ¿Su aportación en el libro es nueva o se tratan de los capítulos sobre cine que publicó en su anterior ensayo sobre Kafka?

“Los dos aportamos visiones que están divididas en zonas muy concretas pero es que además proponemos una revisión creo que interesante de lo kafkiano en el cine como las adaptaciones que se han realizado de sus películas. La primera parte está escrita por mi y en ella abordo la cinefilia de Kafka y todo lo que escribió acerca del impacto que el cine supuso para el escritor mientras que Jesús Palacios se ocupa de su influencia en la segunda parte de la obra”.

- ¿Se conoce si Kafka escribió específicamente para cine?

“No, Kafka nunca escribió para el cine pero le apasionaba de verdad, tanto, que empleó muchas metáforas técnicas de cine en su literatura. Le interesaba, además, el choque tecnológico del cine en la conciencia de los europeos de su tiempo. El escritor tiene un relato largo que no terminó de cuajar y del que solo escribió dos capítulos donde la trama y el ritmo es el de una película muda. La historia va de trata de blancas y en ella hay toda una serie de decisiones cinematográficas que determinan la historia que, como dije, no llegó a finalizar. Otra novela que no terminó y que escribió con la colaboración de su amigo Max Brod fue Ricardo y Samuel, un relato de viajes con acusada influencia cinematográfica”.

- ¿Tuvo Kafka como espectador predilección por algún género cinematográfico?

“No tuvo en realidad gustos predeterminados en cuanto a géneros se refiere pero estaba embargado por el cine. Sintió mucho entusiasmo por una película de animación checa y le encantaban los noticieros. No sabemos si llegó a ver El estudiante de Praga (Stellan Rye, 1913) pero sí conocemos su fascinación por el cine, por el cine en sí”.

- Cuentan que llevar al cine un libro de Kafka es extremadamente complejo por los difícil que resulta adaptarlo.

“Creo que la obra de Kafka tiene una escenografía muy clara con el cine aunque, por otra parte, cuenta con páginas enteras de diálogos en los que no da respuesta a los problemas que plantea y que son el origen del relato por lo que resulta, como dice, muy difícil de adaptar. Él imagina una trama misteriosa en donde la realidad se ha subvertido. André Breton lo reivindica, e incluye dos o tres relatos cortos en una de las antologías que dedicó al sueño”.

- ¿Cuál es la primera película que adapta oficialmente una novela de Kafka?

“La primera adaptación oficial es muy tardía pero eso se explica porque su obra se tradujo al inglés en los años 30 pero no es hasta los 50 cuando se edita de verdad. Hay que entender que a Kafka se le olvida durante la II Guerra Mundial pero emerge tiempo después. El proceso (1962), de Orson Welles, es la primera adaptación al cine de una de sus obras y es muy fiel al espíritu de la novela original aunque, paradójicamente, no tiene mucho que ver con ella”.

- Cuál cree que es la mejor adaptación que ha llevado al cine una obra de Kafka?

“Estoy entre El proceso de Orson Welles, y una de las adaptaciones que entiendo más creativas de la obra del escritor y que pertenece a su segunda etapa como es El castillo (1994), de Aleksei Balabánof, un cineasta ruso que por desgracia murió joven. Entre esas dos están mis adaptaciones favoritas. En narrativa kafkiana, más simbólica, mencionaría una película de Scorsese que se estrenó en España con un título penoso, Jo, ¡qué noche! (1985), que me parece absolutamente fascinante para observar cómo Kafka actúa en ella. Existe también una película de Steve Soderbergh que se titula precisamente Kafka (1991) que se encuentra en un punto intermedio entre lo simbólico y la adaptación clásica. Otra novela pero menos conocida de Kafka, Amérika, también fue llevada al cine”.

- ¿Y en cuanto a La metamorfosis, que quizá sea la obra más conocida del escritor checo?
“Hay una adaptación para televisión que dirige el cineasta checo Jan Nemec en 1975. Se trata de un mediometraje en el que en ningún momento vemos físicamente a Gregor Samsa, tampoco su trasformación, que solo se intuye a partir de las reacciones de su familia y de la ambientación que crea el director. Existen otras versiones y en cómics también. Jesús Palacios, en la segunda parte del libro, cuando habla de la huella de Kafka en otras películas, menciona La mosca (David Cronenberg, 1986), que puede entenderse como una metaficción de La metamorfosis”.

- ¿No piensa que el centenario de la muerte del escritor ha pasado sin pena ni gloria en España?

“El Centro Sefarad-Israel inauguró hace unos meses una exposición dedicada a su vida y a su obra y la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián e Isla Calavera. El Festival de Cine Fantástico de Canarias incluyeron también a Kafka en su programación de películas, entre las que se encontraban una versión de El castillo (1997) de Michael Haneke y varios cortometrajes basados en la obra literaria del escritor checo. En San Sebastián se pudo ver también La cabina (1972) de Antonio Mercero, una película mítica que se considera de influjo kafkiano”.

- Lo decía porque no se ha vuelto a reeditar su obra en lo que llevamos de 2024.

“Nada, no ha habido una política editorial por recuperarlo este año en España que yo sepa y no se ha colocado una placa en la calle Mayor de Madrid para recordar que allí residió su tío, Alfred Löwy, que consideraba a Kafka su sobrino favorito”.

- ¿Kafka es un escritor actual?

“Jesús Palacios insiste en que la actualidad de Kafka vuelve a resurgir en estos tiempos porque el europeo medio se ve una vez más absorbido por los asuntos burocráticos y las esperas y los rechazos. Se repiten situaciones que reflejó en su literatura: el hombre que está solo e indefenso ante poderes autocráticos que pueden determinar su destino y desde ese punto de vista Kafka sigue siendo muy actual y su literatura tiene además ese misterioso signo de lo inconcluso porque el escritor solo llegó a acabar dos o tres libros y eso lo mantiene como un autor de proyecto abierto”.

- ¿En qué está trabajando ahora?

“Preparo una segunda edición del libro Franz Kafka. Ética, estética e influencia, que incluye correcciones y algunos textos aumentados. Trabajo también en mi próxima novela, Los faunos, que es la historia de una familia de faunos que se ha hecho casi humana a lo largo de los siglos y que intenta penetrar en la sociedad y hacerse normal pero tienen comportamientos muy distintos, por lo que chocan dos formas de humanidad: la actual con otra más primaria y endurecida”.

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En la imagen, Jonathan Allen, a la izquierda, con Jesús Palacios (centro) y Vanesa Bocanegra, de la organización de Isla Calavera.

Saudos, efectivamente, desde este lado del ordenador

El Rastro se nos muere

Lunes, Noviembre 25th, 2024

Paseo la mañana de un domingo encapotado, con nubes que amenazan una lluvia que al final no cae, por lo que queda del Rastro de la capital tinerfeña con una extraña sensación golpeándome por dentro y por fuera.

Después del confinamiento y del hacinamiento del Rastro en los aparcamientos que están delante de Hacienda y ahora constreñido en el espacio que fue su ecosistema en los últimos años, los alrededores del Mercado Nuestra Señora de África, regreso al Rastro con un agujero más en el alma.

Y es que me entra la pena, porque lo que recorro hoy no tiene nada que ver con lo que recorrí ayer. Hace apenas unos domingos, antes del anuncio de la prohibición y de la maratón. Es decir, tras el aviso de que se traslada a la zona de aparcamientos tras la noche de Reyes por ordeno y mando municipal.

Si es usted usuario habitual del Rastro, uno de esos que no suele fallar a la cita dominical y ya conoce incluso algunos de los que llevan los puestos, sean estos legales o ilegales, se habrá dado cuenta que el Rastro de este domingo fue otra cosa aunque el Rastro ya no fuera el de antes, el de antes del confinamiento, aquel en el que perfectamente podías perder dos o tres horas de tu valiosa existencia explorando como Stanley los puestos, muchos de ellos sin licencia municipal. Los mejores, probablemente, por la mercancía y la certeza de que ahí el espontáneo vendía un domingo para no regresar al siguiente.

La policía local dice en el famoso informe (informe que me gustaría leer con atención cuando sepa donde se encuentra) que el Ayuntamiento tomó la decisión de cambiar de sitio el Rastro por encontronazos entre los que tienen sus papeles en regla para la venta ambulante y los que no, pero cuando se lo pregunto a uno de los que tiene papeles si esto es verdad me dice que nunca tuvo problemas. Que eso es un cuento y no chino precisamente. Es más, el tipo que tiene muchas ganas de quejarse, dice que cuando llegó a primeras horas de la mañana a la zona para colocar sus cosas le costó un riñón y la mitad del otro acceder al recinto por la fuerte presencia de la Policía Local. Aquello parecía un puesto de frontera, me comenta el que probablemente sea uno de los más veteranos vendedores del Rastro de la capital tinerfeña. Persona que se lamenta también de que no le dejen ampliar su kiosco al de al lado, que ahora está vacío, porque así lo ordena y manda la autoridad.

Si hay algo que define el lamentable espectáculo del Rastro mañanero de este domingo que ya se nos fue, es el de constatar una fuerte e insólita presencia policial que llamaba la atención de todo el mundo. ¿Pero es que no tienen algo mejor que hacer?, se preguntaba una señora que veía a los gañanes a un lado y al otro del paseo. Buena pregunta, pensé, pero cualquiera se la plantea a esos chicos vestidos de azul que por un día se creen la autoridad. La de dejarlo a usted pasar porque tiene los papeles en regla y al otro váyase al carajo porque no tiene nada que justifique su venta ambulante.

Aquello parecía una película. Una película de nazis. Ya saben, los SS patrullando entre medio de civiles que bajan la cabeza asumiendo su destino.

La nota de color en esa mañana nublada pero tremendamente calurosa la ponía un ejército de turistas italianos en su mayoría, que parecían sacados de un crucero, supongo. De hecho, una italiana bonita compró dos libros en castellano delante de mis ojos asombrada por el precio. Dos euros por los dos. ¿Dos? Pregunta sin que se lo crea y en un español nunca mejor dicho macarrónico.

Dos, le responde el vendedor que sí tiene licencia.

La italiana me mira y le indico dos con los dedos de la mano.

“En Italia pagaría diez euros”, responde la mujer que está algo nerviosa, como si estuviera cometiendo un delito. Será por el ejército de policías locales que hay desplegado por el Rastro de la capital tinerfeña.

Dos euros.

La sensación de tristeza no desaparece en este paseo por el Rastro de Santa Cruz de Tenerife, que volverá los domingos próximos hasta la noche de Reyes. Después, castigado a la explanada que está frente al edificio de Hacienda. Esa donde si hace sol te achicharras y si llueves te mojas y empapas. Que así de sabías son las decisiones del Ayuntamiento de la capitá, y que descansan en el señó alcarde de la ciudad.

Sigo el camino. Y cuento como a una veintena de policías locales vigilando (¿vigilando qué?) la zona. La mayoría en grupos de cinco aunque también van por parejas o solos, como el que está frente al arco de la puerta del Mercado de Nuestra Señora de África. Los quiero imaginar olfateando el aire como perros de presa a la busca y captura de un ambulante ilegal al que crujir a base de multas.

La atmósfera que se respira en el Rastro no es bélica pero tampoco pacífica. Los vendedores se quejan. Escucho a una que concluye que si vuelve a casa con diez euros se sentirá satisfecha. Diez euros, toda una fortuna pensará el responsable de esta lamentable medida, el concejal de Servicios Públicos, el popular Carlos Tarife; y el alcarde, el nacionalista (es un decir), José Manuel Bermúdez. El aire que se respira ahora en el Rastro se ha vuelto como de tristeza resignada. Mientras, un gitano vocea que bienvenido sea el alcalde de…

Y pienso si por ahí no estará Bermúdez pero no, el gitano bromea y dice bienvenido sea el alcalde de Málaga, y de Benalmádena… El mensaje llama la atención de una pareja de la policía local que pasea arriba y abajo. Como si quisiera decir que algo hacen además de joderles el negocio a los ambulantes. Vendedores sin apenas nada en los bolsillos a los que la autoridad pisotea una vez más donde más duele: el orgullo.

En fin, que saco fotos de un Rastro que agoniza entre tanto policía local, tanto vendedor ambulante que se nos va a casa sin apenas ganar un puñadito de euros, preguntándome cuándo podré leer el famoso informe que, dicen, realizaron en su día los agentes de la policía municipal para justificar el cierre y futuro traslado del Rastro de mi ciudad. Un rastro que con el paso del tiempo se había convertido en una de las señas de la capital tinerfeña (al margen del 25 de julio y el puto carnaval) aunque por su carácter popular al final Tarife y Bermúdez, como los del dúo Sacapuntas, decidieron su traslado para después de la noche de Reyes… Y el alivio de los vecinos de la zona.

¿Y en Reyes quién de ustedes va abrir el kiosco? Le pregunto al mismo veterano con papeles. Y me mira con ojos vidriados, como si no me viera delante, casi como si observara un futuro que desconozco en una ciudad que no quiere a pobres ni a locos por sus calles porque lo de los locos es otra de las batallas contra las que lucha este Ayuntamiento que un día dice una cosa y al siguiente hace otra. Mientras tanto, Santa Cruz de Tenerife está más sucia que nunca y se entierra entre montañas de basura, esté o no esté Tarife vigilando, y persigue a los que intentan salir adelante vendiendo cachivaches o a los orates que gritan rambla de Pulido arriba y abajo. Grito, el de los locos, que me parece una metáfora perfecta de esta ciudad a la que tanto quiero pero con la que a veces no puedo.

Como cantó el pelirrojo: Santa Cruz muere en soledad.

Saludos, el enfermo se nos muere, desde este lado del ordenador

Viaje a un mundo olvidado, un libro de Jordi Esteva

Jueves, Noviembre 21st, 2024

De un tiempo a esta parte la literatura de viajes cuenta con una excelente nómina de escritores y escritoras que se han especializado en este tipo de literatura, no confundir con guías de viaje. Se tratan de obras de alto octanaje, potentes, en la que se narra el trayecto físico y vital que emprende el protagonista cuando parte en busca de algo indefinido pero que va tomando cuerpo a medida que avanza el relato.

Entre los numerosísimos escritores/as de viaje nacidos en este país que se quebró hace ya unos años, destaca Jordi Esteva, primero fotógrafo y más tarde escritor y cineasta que conoce muy bien zonas del mundo que para el común de los mortales ni existen. Hace unos años, Esteva comenzó a contarnos su vida y sus viajes comenzando –como no podía ser de otra forma– por el inicio, su infancia y su adolescencia en El impulso nómada, donde ya se advertía la gestación como viajero del escritor y cineasta aunque, en este caso, el ambiente se desarrollaba en Barcelona, la ciudad en la que nació y en la que vivió hasta que la jiribilla del trotamundos hizo mella en él. Ahora, Esteva reaparece con Viaje a un mundo olvidado, que editó el año pasado Galaxia Gutenberg y que incluye además de textos (textos por parte muy interesantes) fotografías de los periplos que el viajero realizó por distintos rincones del continente africano, y de su empeño por rodar ceremonias espirituales hasta ese momento vedadas a ojos del hombre blanco.

Para los que disfrutamos con este tipo de libros, donde aventura y viaje son sinónimo de una misma cosa: pasión por vivir, Viaje a un mundo olvidado se trata de uno de esos libros que no va a dejar a nadie indiferente. La forma en cómo está escrito y cómo consigue Jordi Esteva que el lector se deje guiar por él en esos territorios inexplorados o al menos muy poco explorados, es una virtud que solo tienen los que saben narrar con oficio, y el también cineasta lo es, un escritor con todas sus letras. Un hombre capaz de transmitir emociones y sobre todo sentimientos, lo que hace que adentrarse en Viaje a un mundo olvidado sea, precisamente, eso, una experiencia en la que el lector viajará a un territorio, a una geografía que pocos han conocido desde dentro mientras se asiste al proceso de contradicciones que lo asalta con el fin de que viva con él su asombroso vagar por un universo en el que la magia convive con la realidad.

Pero el atractivo mayor que he encontrado en este viaje al pasado en busca de sí mismo es mantener la convicción que todo viaje es una búsqueda constante y que por eso mismo no se trata solo de un recorrido por otras geografías sino, y esto es lo más importante a nuestro juicio, lo que significa de proceso de transformación que como persona vive el viajero. Es decir, el cambio que se produce cuando se viaja si el viaje se trata de eso, de un viaje y no de un itinerario turístico donde apenas hay sorpresas porque todo está contratado, se negocian los espacios que se visitarán sin apenas contacto con la población local salvo el guía que conduce a la manada de turistas ansiosos por sacarse una fotografía en parajes exóticos.

Viaje a un mundo olvidado
se trata precisamente de un viaje en el doble sentido de la palabra: el físico pero también el sentimental y espiritual. Este es uno de los atractivos mayores que se encuentra en este volumen que se lee sin complicaciones pese a que en ocasiones genere vértigo. El caso es que uno aprende y siente y conoce los lugares y las gentes con las que se tropieza el escritor y cineasta a lo largo del camino.

Un camino salpicado de espectaculares paisajes físicos como el bosque de dragos en la isla de Socotra, o de itinerarios espirituales como la ceremonia en la que los espíritus poseen a los vivos que los invocan. Jordi Esteva no dice en ningún momento que lo que ve en el ritual sea verdad pero tampoco dice que sea mentira. Deja en manos del lector que decida, y esta decisión es una de las claves de un libro que recorre también sin ánimo de postal Costa de Marfil, Sudán, Yemen, Zanzibar y Mombasa.

Saludos, se hace camino al andar, desde este lado del ordenador