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Isabel San Sebastián: “La historia es un territorio fascinante y la política actual un pantano maloliente”

Jueves, Diciembre 12th, 2024

Isabel San Sebastián Cabasés (Chile, 1959) son dos personajes diferentes. O esa es la sensación que transmite cuando se la conoce de cerca, sin cámaras incómodas. Por un lado, está la mujer pública, que es la que conocemos a través de los medios, sobre todo cuando aparece en televisión o interviene en la radio para hablar de política actual, que le parece “un pantano maloliente”. Y por otro la del día a día, cuando puede ser ella misma. Una mujer culta, generosa y con un saber estar que ya quisieran muchos de los autores a los que he tenido el gusto de entrevistar.

La escritora pasó unos días en Tenerife para hablar de literatura y recoger en persona el Premio de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte en un acto en el que agradeció este reconocimiento. No iba a ser menos, a ella y a muy poca gente más se le debe el éxito que en la actualidad tiene en España este género, sobre todo en su vertiente medievalista.

- ¿A qué cree que se debe el éxito que actualmente tiene la novela histórica escrita por autores españoles en nuestro país?

“A la necesidad y al anhelo que tiene una buena parte de la sociedad española de conocer su propia historia. Historia que desaparece de los planes de estudios de los colegios y universidades, y al empeño que hay por tergiversar esa historia. Se nos hurta los contenidos de nuestras propias raíces y eso es algo que la novela suple y lo hace con amenidad, entretenimiento y rigor en la mayoría de los casos”.

- ¿Y cómo llega usted al género histórico?

“Leí mucha novela histórica porque mis dos grandes pasiones son la historia y la literatura aunque llegué al género por casualidad, durante una estancia en Asturias con mi buen amigo José Luis Balbín y tras descubrir en Pravia un cartel en el que se mencionaba a los reyes holgazanes. ¿Reyes holgazanes?, le pregunté a José Luis y él me explicó que fueron unos reyes asturianos que pagaban tributos y entregaban doncellas a los musulmanes de Al-Ándalus a cambio de paz y le dije que esa era una historia fascinante, y que escribiera una novela pero me respondió que no, que en todo caso la escribiera yo. Y de ahí salió La visigoda, que tuvo bastante éxito y por la que obtuve el Premio de Novela Histórica Ciudad de Cartagenera y escribí más tarde Astur, una secuela de La visigoda y después una serie de novelas que tuvieron una gran acogida y allí sigo. De hecho, de ahí nació mi proyecto de novelas sobre la Reconquista”.

- ¿Y por qué novelas sobre la Reconquista?

“Desde el punto de vista literario es una epopeya que duró ocho siglos y está repleta de acontecimientos novelables. Hay intriga, traiciones, batallas, reyes, personajes fascinantes como la reina Urraca, que ahora he novelizado su vida en La temeraria. La Reconquista es un acontecimiento determinante en nuestra historia y desde ese punto de vista España entra en Europa y en el mundo occidental gracias a ella. España es la única nación de Europa que luchó durante ocho siglos contra los musulmanes y como dijo Joseph Pérez, para ganarse ese derecho ya que fue el único territorio islamizado que logró desislamizarse en esa época. Y en ese empeño que tardó ocho siglos se formó la España actual”.

- Los protagonistas de la Reconquista suelen ser masculinos…

“Los protagonistas conocidos son hombres pero el papel de las mujeres en la Reconquista fue crucial no solo por personajes como la reina Urraca, entre otros, sino porque la Reconquista no habría sido posible sin la Repoblación que acompañó a las batallas y al avance militar. Ahí está también el matriarcado astur. Y en esa recuperación las mujeres tuvieron un papel determinante lo que pasa es que han sido las grandes despreciadas de la historia, por lo que hay que recuperar y reivindicar su importancia. Y hacerlo me ha reparado personalmente grandes satisfacciones como recibir el Premio de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte”.

- La protagonista de La temeraria es la reina Urraca, ¿qué destacaría de este personaje?

“Su determinación y resilencia. La valentía y la modernidad dentro de su condición medieval. Para empezar fue la primera reina que hubo en España y en Europa, una mujer fascinante que estuvo decidida a ejercer el papel que le había reservado el destino y que fue extraordinariamente capaz de soportar la adversidad a la que tuvo que enfrentarse y contraatacar”.

- La novela la cuenta a través de Muniadona, su doncella más cercana.

“Se trata de un personaje que he creado para poder escrutar a la reina, no solo en sus hechos históricos, que mal que bien son conocidos, sino en sus pasiones, en sus dudas, que había que recrear y para ello me serví de Muniadona. Urraca estuvo rodeada de personajes fascinantes como el obipo Diego Gelmírez; su propio hijo Alfonso, sus padres, su hija Sancha y su tutor, el conde Pedro Ansúrez”.

- En la novela la relación que mantuvo con su esposo, Alfonso el batallador resulta bastante tormentosa.

“A Alfonso no le gustaban las mujeres pero se casó con Urraca con el fin de robarle el trono y el reino pero ella no lo dejó y de ahí surge una relación conflictiva en lo personal y en lo político. Nada más contraer matrimonio, lo primero que hace Alfonso fue invadir con su ejército el reino de Urraca además de maltratarla físicamente. Su relación resultó ser muy tormentosa”.

- Tanto que incluso lleva a la reina a enfrentarse a su propio hijo.

“A sus tutores más bien, su hijo no tuvo capacidad para hacer las cosas que la historia le atribuye. Mi conclusión es que fue manipulado por sus dos tutores: el obispo Gelmírez y el conde Pedro Froilaz, ya que querían ejercer el poder a su sombra, pero ella no se dejó y eso causó una serie de enfrentamientos que se solventaron de forma razonable una vez que el niño creció y se convirtió en un hombre”.

- Y todo esto bajo el telón de fondo de los musulmanes en España.

“No solo en España, sino en plena expansión del imperio almorávide en una situación de debilidad de los reinos cristianos terrible pero que sin embargo se enfrentaron unidos para detener la ofensiva almorávide pese a la mala relación que hubo entre Urraca y Alfonso”.

- Son momentos muy dulces para la novela histórica en España, ¿a qué cree que se debe ese interés por la Edad Media?

“Precisamente porque es la gran desconocida. Cuando escribí La visigoda, que se remonta al siglo VIII y Astur al IX nadie hablaba de godos ni de visigodos, era como un tabú. Algo incluso mal visto porque se identificaba con historias aburridas y sórdidas. Se escribía mucho sobre Roma y la conquista de América pero todo lo demás estaba desaparecido así que de alguna forma me enorgullezco de haber abierto ese camino ya que después han venido otros pero La visigoda se escribió hace veinte años y fue de alguna forma la pionera. La Edad Media suscita ahora interés porque no se conocía. Es, además, un periodo envuelto en la bruma, en el misterio, en las leyendas. En otros países tienen los mitos artúricos, que llevan mucho tiempo generado películas y novelas pero aquí, en España, no. No me preguntes por qué, pero una vez que abrí la espita han llegado otros escritores para abordar este momento de la historia”.

- Pero ¿los españoles de hoy qué aprenden leyendo relatos de su más remoto pasado?, ¿qué interés tiene para suscitar tantas novelas?

“Que el periodo interesa se refleja en la cantidad de novelas que se escriben y se publican y todas ellas tienen en común que no se repiten y enseñan que la unión nos hace fuertes mientras que la división nos debilita. El imperio visigodo se derrumbó por eso. Los primeros reinos cristianos estaban divididos frente a los musulmanes, que sí estaban unidos y por eso arrasaron. La paz que se compra a cambio de tributo es tan efímera como indigna y durante siglos los reinos cristianos pagaron tributos con la idea de no sufrir expediciones de castigo. Más tarde cambiarían las tornas y sucedió lo mismo, solo que ahora eran los cristianos quienes forjaron acero con el oro que les pagaban los musulmanes y así terminaron por reconquistar toda España. Esto nos enseña que la paz que se compra a cambio de un tributo no sirve para nada, es una lección que nuestros gobernantes actuales deberían de tener en cuenta ya que pese a que el tributo haya cambiado, el principio es el mismo”.

- ¿Existió alguna vez una España islamizada en la que convivían en paz musulmanes, cristianos y judíos?

“Eso es mentira. Hubo convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos en bastantes ciudades pero nunca fue pacífica e idílica como se dice ahora. Los musulmanes dejaban vivir a cristianos y judíos siempre que pagaran un impuesto especial mientras practicaban su religión en secreto. Los musulmanes prohibieron por eso las campanas de metal, solo permitían las de madera. Los cristianos hicieron lo mismo, dejaban estar a los musulmanes a cambio de un tributo. Bajo los almorávides, los cristianos fueron pasados a cuchillo o vendidos como esclavos. Lo de la convivencia fueron episodios muy puntuales, en la época de las Taifas y bajo el reinado de Alfonso X el sabio, pero nunca hubo tolerancia y mucho menos una mayor tolerancia de los musulmanes”.

- En este tipo de novelas el trabajo de documentación debe ser una etapa tediosa.

“En mi caso me cuesta más escribir que documentarme porque ya son muchas las novelas que he dedicado a este periodo. Tengo leídas todas las crónicas alto medievales y suelo consultarlas. Tengo un conocimiento de la alta edad media bastante profundo así que no me permito licencias históricas pero sí literarias donde la historia deja hueco. Es decir, que cuando doy datos históricos me ciño a los hechos conocidos pero aquellos en los que la historia deja lagunas, el novelista tiene pie para trenzar tramas de ficción siempre que sean verosímiles y no extemporáneas ni anacrónicas. Al principio, en la fase de documentación, resulta difícil leer libros como la Historia compostelana o la Crónica mozárabe ya que parecen, digamos, un poco tediosos pero cuando los conoces son manejables”.

- En sus novelas históricas no intenta reproducir la forma de hablar de aquel entonces.

“Empleo un lenguaje un pelín arcaizante para ambientar pero si escribiera en castellano antiguo mis novelas serían ilegibles, imposibles de leer y no digamos si aparecieran en latín que es como se escribían las crónicas cultas en los siglo XI o XII. Intento emplear un lenguaje ligeramente arcaizante pero no como se hablaba en la época, que era en latín o en romance”.

- ¿A que le da más prioridad: a la historia o a los personajes que intervienen en ellas?

“A las dos cosas, una novela no es una crónica ni un reportaje, es un conjunto de elementos que reúnen información, emoción, aventura e intriga y todo eso tiene que conjugarse para conseguir que el lector quede atrapado desde las primeras páginas y eso significa saber tejer todos estos elementos”.

- Es decir, que cuando escribe ya sabe como va a terminar la novela.

“Hago un guión, tengo muy claro cómo va a ir el desarrollo de la novela y cómo terminará, si no lo hiciera, me sería muy difícil rematarla”.

- Su trabajo como periodista ¿ha condicionado su manera de escribir novelas?

“Marca mi disciplina, ser rigurosa con los datos históricos y cierta facultad para la escritura ya que llevo escribiendo desde hace cuarenta años”.

- ¿Se siente más periodista que escritora?

“Me siento más escritora. La historia es un territorio fascinante y la política actual, que es de la que escribo como periodista, me parece un pantano maloliente, pero soy periodista y es muy difícil desvincularse de una profesión que he ejercido durante tanto tiempo aunque me siento mucho más escritora”.

- ¿No le ha tentado escribir una novela histórica contemporánea?

“Escribí una, Lo último que verán tus ojos, que trata de la heroica actuación del diplomático español Ángel Sanz Briz para salvar la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto. No sé si de este agua no beberé pero de momento quiero terminar mis dos últimas novelas sobre la Reconquista. Tras La temeraria, vendrá la invasión almohade y la siguiente comenzará en las Navas de Tolosa”

FIRMA FOTO: Ricardo Pinillos Toledo

Saludos, a sangre y fuego, desde este lado del ordenador

La huésped de la casa amarilla, una novela de Jorge Laguna

Miércoles, Diciembre 11th, 2024

Si me pongo a investigar en títulos en los que se aborde la II Guerra Mundial en Canarias los trabajos aún siguen siendo escasos. Y mucho más si me esfuerzo en mencionar algunas novelas. Sí, ahí está Fuerteventura, de Alberto Vázquez Figueroa; La paciencia del peregrino y El águila de San Juan, de Daniel Pérez Estévez y Francisco Estupiñán, respectivamente; El fantasma de villa Winter, de Isabel Blackthorn y El tesoro Van der Does, de Eduardo Reguera, El último nazi, de Jorge Rojas y ahora La huésped de la casa amarilla (Suma, 2024), de Jorge Laguna.

Es probable que haya algún título más pero que ahora se nos escapa mientras redactamos este comentario a propósito de la publicación de la más reciente novela que se ha escrito sobre cómo afectó al archipiélago aquel periodo tan brutal de la Historia, y en el que Canarias jugó un protagonismo muy menor aunque protagónico en un conflicto que cambió no solo el mapa de Europa sino también el de África y Asia.

El título de la novela de Jorge Laguna hace referencia a una casa que existió en verdad, solo que ahora se encuentra en ruinas en el Puerto de la Cruz. La Casa Amarilla fue la sede “del primer centro de estudios primatológicos de la historia, al haber acogido entre los años 1913 y 1918 la Estación de Antropoides de Tenerife, promovida por la Academia Prusiana de Ciencias de Berlín y dirigida principalmente por el célebre psicólogo alemán Wolfgang Köhler, uno de los principales teóricos de la psicología de la Gestalt”, informa la Wikipedia y en esa misma casa y de ese mismo estudio bebe una de las fuentes que ha inspirado la novela de Jorge Laguna. Una novela en la que se cruzan libremente varios géneros, entre otros, el de espionaje y el romántico, aunque algún lector podrá llevarse una sorpresa. Grata en muchos de los casos si deja los prejuicios a un lado.

La protagonista de la historia se llama Tamara, una tinerfeña de condición muy humilde que entra a trabajar en un hotel que se encuentra en una inmensa finca rodeada de plataneras y en la que también se encuentra la Casa Amarilla que da nombre al libro y que existió en la realidad, como se dijo anteriormente. Será allí, precisamente, donde Tamara conozca a Erika Hoffman, una científica alemana que necesita de una asistente personal. Erika es una nazi convencida, la novela se desarrolla en 1940, lo que le permite al escritor describir las relaciones que en aquellos años mantuvieron las comunidades inglesas y alemanas que residían y convivían en Canarias, territorio no beligerante.

También da paso al autor para fantasear sobre posibles bases de aprovisionamiento de submarinos nazis en la isla. Submarimos que se convirtieron en manadas de lobos durante la II Guerra Mundial, así como en un lugar en el que pudieran descansar las tripulaciones de los U-Boat con la connivencia de las autoridades franquistas, que miraban a otro lado.

Al margen de las licencias históricas que se toma el escritor para describir aquella situación (¿pero que novela histórica no se toma licencias?), La huésped de la casa a amarilla se sigue más o menos bien, siempre y cuándo se perdonen algunos deslices que se cuelan en sus páginas, pero si se aceptan las reglas del juego que propone desde el inicio Jorge Laguna, lo que parece extraño y en ocasiones producto de la fantasía que de la realidad, se van a encontrar con una historia que se lee sin complicaciones, y que va hacia adelante sin importarle demasiado lo que deja detrás. El escritor presenta Canarias como una geografía repleta de espías y un territorio en el que alemanes e ingleses viven en una paz tensa.

Son estas tensiones las que marcan las relaciones de alemanes y británicos en la isla, lo mejor de una novela que si tiene algún pero es intentar abarcar demasiadas cosas en sus casi quinientas páginas, páginas que están estructuradas en cinco partes que llevan los títulos de La hacienda Finley, El futuro de la humanidad, La tierra prometida, La idílica colonia alemana y El terror.

Llama la atención el retrato que hace de la comunidad alemana en Tenerife, formada por nazis de corazón y de espíritu, que reciben con los brazos abiertos a Tamara, tinerfeña de cabello rubio, ya que parece que sus rasgos coinciden con los que propugnan las investigaciones nazis en busca de los orígenes de la raza aria, y que son los que desarrolla Erika en la isla mientras se desencadena el infierno bélico en media parte del planeta.

La mirada que propone Jorge Laguna de británicos como de alemanes es singular. La comunidad británica que retrata no es nada amable. Martin Finley, el multimillonario que posee una de las fincas más grandes de la isla, amasó su fortuna mientras compraba terrenos a muy bajos precios a sus antiguos propietarios canarios. Martin Finley es además muy mal padre y esposo. Su mujer, Dyva es de origen hindú, un personaje que se ve incapaz de que su marido deje de presionar a su único y pusilánime hijo, Jerome, al que quiere convertir en campeón de tenis. Jerome está enamorado de Tamara, y ésta le corresponde aunque su amor está condenado al fracaso. De hecho, y a medida que se avanza en el relato, Tamara descubrirá su sexualidad y hacia donde se escoran sus sentimientos.

Como ya hiciera el autor en El secreto de la indiana, separa con absoluta claridad quienes son los buenos y quienes los malos en la novela. Y los malos, los alemanes, no resultan tan malos. En todo caso y al margen de discursos políticos, lo que le interesa a Jorge Laguna son los personajes y lo que motivan sus acciones.

Saludos, por algún lado, desde este lado del ordenador

Jordi Esteva: “Nunca he tenido un interés especial en viajar por viajar”

Martes, Diciembre 10th, 2024

A Jordi Esteva (Barcelona, 1951) le atraen los géneros híbridos “entre la biografía y las memorias y la literatura de viajes” aunque no le gusten las etiquetas, lo que hace extremadamente complejo definir si es escritor, cineasta o viajero. A mi me gusta verlo como un poeta aunque no haya escrito versos pero sí una serie de libros que nacen de adentro hacia afuera. Y esto solo lo consiguen los que son muy escritores y tienen cosas que contar. Y Esteva tiene muchísimas cosas que contarnos no ya solo por su vocación de trotamundos, sino por su manera de entender a los demás y, lo que es más importante, a sí mismo.

La vida de Jordi Esteva ocupa de momentos dos libros cuya lectura va más allá de lo fascinante. Y solo leyéndolos es cuando uno comprende que hombres así, pocos. Muy pocos. Se puede comprobar con la lectura de El impulso nómada y Viaje a un mundo olvidado, ambos publicados en Galaxia Gutenberg, y ambos libros de referencia si uno quiere adentrarse en la cabeza y el corazón de un artista que lo mismo escribe, que dirige o fotografía geografías que quizá hoy ya no existan.

- Escribe: “Nunca me gustó viajar. Jamás quise acumular países ni atravesar desiertos o descender ríos impetuosos. Por eso me seguía sorprendiendo cuando me presentaban como viajero o, peor aún, como aventurero”. ¿Cómo le gusta que le presenten: escritor y cineasta?

“Nunca he tenido un interés especial en viajar por viajar. De hecho, me ha gustado ir a lugares, casi siempre lejanos, para vivir en ellos y conocer a la gente. Me ha interesado siempre, aún sin saberlo en los inicios, el enfoque antropológico y tratar de conocer al hombre por lejos que estuviera. No me he dedicado a recorrer los cinco continentes; aunque de seguro en cualquier sitio encontraría algo de interés. Hay una serie de temas que me preocupan, o incluso obsesionan desde la infancia: el mundo árabe, los habitantes del desierto, los navegantes árabes, la espiritualidad africana con sus ceremonias de trance y de posesión. Todo ello me ha impelido a viajar. Con los años, compruebo como he regresado una y otra vez a los mismos lugares por lo tanto no me considero viajero al uso. Aventurero porque no queda otro remedio; desde luego he pasado por mil trances inquietantes nunca buscados. Incluso me han llegado a encarcelar por pertenecer supuestamente a un complot trotskista que pretendía derrocar al gobierno de Mubarak en Egipto por la fuerza armada. Estuve un mes largo en una prisión de alta seguridad algo que, naturalmente, no recomiendo a nadie. ¿En cuanto a sí me considero escritor o cineasta? En realidad, yo empecé como fotógrafo, pero luego necesitaba poner los pies de foto y escribir textos que las acompañaran. Por tanto, empecé a escribir. Fui cogiendo soltura con mis diarios y también con mi labor periodística en Ajoblanco. El cine vino más tarde. Los tres lenguajes me sirven para hablar de lo mismo: los mundos olvidados, la literatura oral, el vínculo con los ancestros y con un mundo antiguo que está desapareciendo o que ya ha desaparecido casi sin darnos cuenta”.

- Viaje a un mundo olvidado puede entenderse como la segunda parte de sus memorias, recuerdos que inició con El impulso nómada… Aprecio en este libro un tono no sé si desengañado, pero sí más resignado. ¿Habrá un tercer y un cuarto volumen más de sus memorias?

“Desengañado no. Quizá más viejo, más maduro. Viaje a un mundo olvidado es un libro distinto a El impulso nómada que es en realidad una novela de aprendizaje. La creación del “yo” de un niño que lucha en una época gris y mojigata contra una sexualidad en aquellos tiempos prohibida que iba aflorando. También contra una manera de pensar y unos valores que no compartía de su familia o los inculcados por los curas y que vive la irrupción de la contracultura de los años sesenta como liberación. Esas ganas de salir al mundo están propiciadas sin duda por las ideas de la generación beat y trata de vivir de manera alternativa. Incluso viaja a la India por tierra durante más de medio año. En cambio, Viaje a un mundo olvidado es en cierto modo el making off de todo lo que vino después. Arranca con el desengaño de la cárcel en Egipto y el fin de la vida nómada. Con la terrible constatación de la imposibilidad de ser libre. Una sensación nueva para mí que fue muy frustrante y me costó una depresión que me duró muchos años. ¿Un tercer o cuarto volumen? ¡No, por Amón-Rá! Ya no tengo ganas de salir al mundo ni tampoco de escribir cosas intimistas. Sin embargo, estoy escribiendo aunque no sé muy bien a dónde me llevará lo que estoy haciendo. Pero estoy trabajando a gusto”.

- Colaboró con la revista Ajoblanco, publicación que fue referente para varias generaciones de españoles, ¿qué recuerda de aquellos años? ¿Cree que en la España actual sería posible publicar una revista de este calado?

“Los años de Ajoblanco fueron muy interesantes porque la revista apareció en un momento flojo culturalmente. En pleno auge de las marcas y de la “era del yo”. Los referentes ya no eran Janis Joplin o Jimi Hendrix sino futbolistas o incluso “supermodelos” como Naomi Campbell o Claudia Schiffer. El de los ochenta era un mundo más egoísta muy preocupado por el diseño las tendencias las modas. Los valores solidarios y alternativos de la década anterior habían quedado arrinconados. Nosotros quisimos recuperar de nuevo ese espíritu con una revista cultural abierta a todas las tendencias nuevas y sobre todo al Sur. A mí me interesó mucho contar la experiencia de mis cinco años egipcios y lo aprendido viajando por Oriente y África. Dar a conocer a escritores desconocidos en el norte. En la revista hablamos de Naguib Mafhuz antes de que le dieran el Nóbel, de Sonallah Ibrahim o de Fátima Mernissi. De cineastas como Satyajit Ray. Es decir, de toda una serie de personajes, hoy bastante conocidos, pero que en aquel momento resultaba incluso algo excéntrico hablar de ellos. Todo cambia y yo creo que hoy las cosas van por otros circuitos, quizá a los jóvenes no les interese la prensa tradicional sino lo que circula por internet y entonces no sé si tendría cabida una revista como Ajoblanco. En todo caso les corresponde a los jóvenes buscar su manera de expresarse”.

- ¿Qué tuvo la Barcelona de aquellos años?, fue la capital cultural de un país sumido en el blanco y negro del franquismo. ¿Por qué se perdió todo eso?

“Barcelona era un foco cultural. Allí se respiraba muchísima libertad porque de alguna manera se empezó a actuar como si ya no existiera el franquismo. Aquellos movimientos alternativos no surgieron de la nada. Había el precedente de la generación anterior, de la gauche divine, un fenómeno un tanto clasista y burgués y luego ya vino todo este movimiento contracultural que daba la impresión de que las diferencias y barreras sociales se estaban derribando, aunque el tiempo volvió a recolocar las cosas en el sitio de siempre. Surgió el pujolismo y se puso el acento en buscar la identidad que había sido suprimida por el franquismo, pero se cayó en un provincianismo cosa que me parece también ocurrió en Madrid porque finalmente la movida era algo bastante pueblerino y mediocre. En el fondo aquellas ganas de comerse el mundo acabaron porque España entró en el club de los ricos. Francia, Alemania o Italia culturalmente dejaron de ser interesantes. Se convierten en museos que revisitan una y otra vez lo que ocurrió en el pasado y yo creo que es lo que nos está pasando aquí”.

- En Viaje a un mundo olvidado habla nada más comenzar de un escritor, Paul Bowles, que no sé si fue un autor que determinó su formación intelectual. ¿Qué recuerdos tiene de él?

“Coincidí con Paul Bowles hace muchísimos años. Yo debía tener unos dieciocho recién cumplidos. Lo cuento en Viaje a un mundo olvidado. Era un bohemio, iba acompañado de un amigo y portaba un enorme magnetofón con el que habían registrado ceremonias de trance y músicas bellísimas del Atlas porque además de escritor era músico e investigador etnográfico. Mis tres amigos y yo éramos unos niñatos atrevidos que íbamos altos de majoun, una droga muy potente hecha de semillas de datura, resina de hachís y otros componentes que vendían las panaderas de Marrakech y estábamos como en pleno viaje cuando aparecieron estos dos señores en un hotelucho perdido en el en el Atlas. Les divertimos y les provocamos ternura sin duda. El propio Bowles habla de sus experiencias con el majoun. Se moría de risa. Años más tarde volví a coincidir con él en Tánger. Teníamos amigos comunes como Rodrigo Rey Rosa o Mohamed Chukri pero Paul ya estaba en una etapa de su vida en la que apenas hablaba. Permanecía todo el día en cama tapado con una manta. Era un hombre que ya se estaba despidiendo de la vida. En realidad, no es un escritor determinante para mí. Lo respeto muchísimo tiene novelas interesantísimas, pero lo he leído tarde pero no ha sido determinante como sí lo ha sido un Mohamed Chukri u otros muchos escritores. Habla de la experiencia de un hombre profundamente europeo, aunque fuera de Nueva Inglaterra, en un territorio extraño, salvaje y hostil. En cierto modo desde la superioridad occidental”.

- Viaje a un mundo olvidado está escrito en El Cairo, una ciudad en la que ha vivido varios años y en donde, escribe, se reiventó porque “ahí era libre y no tenía pasado”. El Cairo de ahora sigue siendo el que recuerda o también ha pasado a formar parte de ese mundo olvidado.

“Cairo ya pertenece a un mundo olvidado. Es una ciudad enorme que ha cambiado mucho. Se tardan horas en cruzarla de una punta a otra. Es difícil quedar con los amigos porque te pasas dos horas en un taxi colectivo. Ahora han destruido la ciudad de los muertos, un lugar histórico de la época de los mamelucos o han construido el tan cacareado nuevo Museo del Cairo del que he visto fotografías y me parece tristísimo y deplorable. Una vez más ganan los arquitectos. Han querido hacer una obra que proporcione prestigio al gobierno, pero cuando veo esas estatuas bellísimas de Ramsés II perdidas entre aquella arquitectura banal, ya pasada de moda antes de inaugurar el edificio, me entristezco. Parece que al pobre Ramsés II lo hayan plantificado en la entrada del aeropuerto de Pekín o en un plato de Tele5”.

- Una bomba de ETA frente a su apartamento le obliga a replantearse las cosas… ¿Qué sacó en claro tras la explosión?

“Estaba pasando por una depresión tras mi expulsión de Egipto donde tenía la sensación de haber logrado penetrar en una de esas láminas de mis libros de niño en las que se veía un camino que iba hacia unas montañas lejanas. De pronto, como en el cuento de la lechera, todo se vino abajo. Me encarcelaron acusándome de cosas horribles y me expulsaron. No pude regresar en veinte años. Al llegar a Barcelona, la ciudad de la que había huido hacía tantos años, pasé por una etapa diríamos mística encerrado en casa escuchando música religiosa y a la gran cantante egipcia Um Kulsum. Una noche salí a la calle y me dediqué a todo lo contrario: a cerrar los bares de peor fama del entonces llamado Barrio Chino. Me estaba autodestruyendo incluso un día me desperté entre vómitos y otro con el colchón en llamas. La explosión de la bomba de ETA frente a mi casa, que rompió todos los cristales, ya fue la guinda y entonces pensé que tenía que hacer algo determinante porque la vida que llevaba lejos de mi paraíso egipcio me estaba llevando a la destrucción. Justo por aquel entonces recibí una llamada providencial de Pepe Ribas preguntándome si estaría dispuesto a resucitar con él la segunda etapa de Ajoblanco. Naturalmente le dije que sí. Aquello me salvó. Dejé las drogas y la bebida y al poco tiempo conocí a Jordi, mi pareja desde hace más de treinta años”.

- Y viaja a Calcuta, ciudad que para Günter Grass es “el excremento de Dios”. ¿Encontró lo que buscaba en sus calles y plazas, entre sus gentes?

“Calcuta es una ciudad extraordinaria. La ciudad fue la capital de la India y su centro y laboratorio cultural. De ella han surgido Rabindranath Tagore, varios premios Nóbel, grandes matemáticos y el cine de Satyajit Ray o de Mrilal Sen. También numerosos movimientos políticos y culturales de cariz progresista. Sus habitantes adoran la cultura. Hay cantidad de puestos de libros de viejo con verdaderos tesoros en bengalí y en inglés. Tras la traumática división de la India, fue invadida por millares, por no decir millones de hindúes de la zonas musulmanas que pasaron a formar parte del Pakistán Oriental, hoy Bangla Desh. Es sin embargo una ciudad vibrante. Allí fui feliz descubriendo aquel mundo. Es la ciudad más interesante, a mi parecer de la India. De lejos”.

- Escribe en el libro que en 1972 “nos sentíamos hippies” aunque se pregunta usted mismo “¿qué era ser hippie en realidad?” La pregunta es esa: ¿que es ser hippie en realidad?

“La palabra hippy se ha desprestigiado mucho, en realidad prefiero la palabra beatnik de quienes fueron en cierto modo sus sucesores. De Jack Kerouac o Alan Ginsberg. Toda esa contracultura americana de Bob Dylan incluso de Patti Smith, la última poeta beat. Me parecen más interesantes y menos folclóricos. Cuando asistí al famoso concierto de la isla de Wight o fui a la India con mis amigos en un Land Rover destartalado, fue una decepción encontrarme con los supuestos hippies. Era un mundo que no me interesaba en absoluto todo eso de las fiestas de la de la luna llena viendo las estrellas… No, no me interesaba. Prefería estar con la gente del país. Me fascinó Irán con sus jardines, su poesía y su arquitectura. La antigua cultura que hunde sus raíces en el zoroastrismo. Para mí fue un gran descubrimiento y es un país al que he regresado alguna vez y que me fascina a pesar de ese régimen tan terrible que hay, pero la gente resiste a ello y las mujeres son formidables”.

- ¿De dónde le viene su gusto por escribir en torno a culturas periféricas, de dar a conocer su cine, música y literatura?

“Pues seguramente porque de niño viajaba sin salir de la habitación gracias a los libros de geografía, a los mapas y al atlas podía huir del de aquel ambiente tan cerrado y gris del colegio de curas y de las amistades impuestas. Me sentía feliz leyendo los libros que tenía mi padre de Egipto o de los pueblos del mundo. Eso fue el germen que más tarde fructificaría y me haría salir al mundo a buscar todo lo que había soñado. Para mí viajar ha sido buscar los sueños de la infancia”.

- Y viaja a Costa de Marfil, viaje que hace por su afán de registrar “los mundos que desaparecen”. Esos mundos que aparecen en Viaje a un mundo olvidado ¿ya no existen?, ¿cómo los dejó reflejado en sus películas?, ¿qué trató de destacar en todas ellas?

“He conocido muchos lugares que permanecían aún ligados a un mundo atávico. A posteriori he visto que lo que me ha interesado es la literatura oral, la poesía de los relatos de los ancianos que para mí eran sabios, aunque quizá no supieran leer o escribir. He salido en busca de su memoria. La memoria de culturas y de vivencias que de no recopilarlas se iban a perder irremisiblemente y que me hace pensar en la frase de Amadou Hampâté Bâ, el escritor y pensador malinense, cuando decía que cuando muere una anciano en África es como si se quemara una biblioteca entera. Brillantísima frase aplicable a cualquier otro lugar del mundo”.

- En el libro explica que deja la revista Ajoblanco porque tuvo la impresión que reprimía su espíritu nómada. ¿Jordi Esteva se ha vuelto sedentario o sigue siendo el nómada de antes?

“La edad desde luego pesa. Me he pasado media vida o casi toda la vida buscando esos lugares olvidados y los sueños de la infancia y ¿qué queda cuando se han cumplido los sueños?, ¿qué hacer? Muy sencillo: volverlos a soñar qué es lo que estoy haciendo ahora. Estoy cosechando lo que he ido sembrando a lo largo de mi vida. ¿Qué mejor que viajar entonces sin salir de mi estudio con mis sueños y mis recuerdos plasmándolos en libros o en películas?”

- En Viaje a un mundo olvidado habla de experiencias que bordean lo sobrenatural, ¿cuál es su conclusión sobre lo que vio?, ¿hay algo más allá o todo es un psicodrama?

“Los fenómenos de trance han sido estudiados por psiquiatras y antropólogos. Mi amigo psiquiatra Jordi Obiols con quien sostengo a menudo conversaciones sobre estos temas me hablaba de los éxtasis y los auténticos viajes místicos de Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz que salían de sí mismos en unos viajes propiciados por la ingesta de mendrugos en mal estado que contenían sin duda cornezuelo del centeno que es el principio del LSD. También por el ayuno y al estar recluidos en aquellas celdas a oscuras todo eso propiciaba auténticos viajes a veces astrales. También me habló de Dostoievski que salía de sí mismo por la epilepsia. El trance y la posesión están explicados científicamente. Yo he asistido a numerosas sesiones y no se trata de ningún simulacro. Lo que no significa que yo crea en los espíritus, en la diosa del agua o en el dios de los truenos porque yo soy un descreído, pero sí creo que los oficiantes y sacerdotes animistas se dejan poseer quizá por alguna parte de sí mismos a los que solo pueden acceder en estado de trance. A alguna de esas partes desconocidas del cerebro. Son capaces de acceder, al igual que los grandes místicos cristianos o musulmanes, a lo sagrado por llamarlo de algún modo. Lo creo porque además lo he visto. He convivido con esas personas durante muchos meses y en diversas ocasiones mientras hacía la investigación para mi libro Viaje al país de las almas o Viaje a un mundo olvidado y también he hecho dos películas Komian y Retorno al país de las almas sobre estos temas. Por tanto, se de lo que estoy hablando”.

- Dice en el libro que todos estos pueblos que conoció están perdiendo las fuentes de su sabiduría por culpa de la globalización…

“El islam y el cristianismo avanzan en África y hacen creer a esos pueblos tradicionales apartados que sus creencias son diabólicas. Es un discurso exactamente igual al de los misioneros de un par de siglos antes. El mundo está cambiando y muchas de esas creencias quizá ya no tengan lugar en esta época. Lo que es una lástima es que con su desaparición se acabe echando por la borda toda una cosmogonía y una gran literatura, aunque sea oral y también toda la farmacopea del bosque, porque no olvidemos que las sacerdotisas y los sacerdotes animistas son también doctores tradicionales y poseen una gran conocimiento de las virtudes de las plantas del bosque”.

- ¿Quiénes son los árabes del mar?

“Los árabes del mar son los navegantes árabes que ya incluso desde antes del islam seguían unas rutas en sus veleros propulsados por los monzones. Tenían un gran conocimiento de esos vientos lo que les permitía viajar y recorrer distancias enormes con sus frágiles navíos. Desde los puertos de Arabia difundieron su cultura con el comercio por toda la costa africana, algunos puertos de la India, Indonesia incluso llegaron a China en el siglo IX. De su aventura hablo en mi libro Los árabes del mar que por cierto será reeditado esta primavera por galaxia Gutenberg”.

- ¿Y cómo cineasta que es lo que más le preocupa por mostrar en sus películas?

“Lo mismo que en mis libros: la sabiduría de los ancianos y el nexo con el mundo antiguo. Temas que ya me hacían soñar desde pequeño. Me gusta mostrar al hombre y a la mujer, que son exactamente iguales en todas partes y con las mismas preocupaciones”.

- ¿No le ha tentado la ficción?

En literatura de momento no. Me atraen esos géneros híbridos entre la biografía y las memorias y la literatura de viajes. En cuanto a la ficción en el cine pues de hecho estoy acabando El impulso nómada una película que no es un documental sino una obra de ficción basada en uno de los primeros capítulos de mi libro del mismo nombre. En la pantalla, un niño, que no se llama Jordi sino Miguel para distanciarlo en cierto modo de mí mismo, vive en un verano una crisis o mejor dicho una catarsis en la que se da cuenta de su lugar en el mundo y que no quiere seguir los dictados de los mayores y hacer lo que se espera de él. Quiere huir con los gitanos, pero aún es demasiado pronto y sufre una crisis religiosa. Deja de creer y todos ello sucede en este verano tan importante. Es lo que he querido plasmar en esta película desde luego autobiográfica”.

- Y llega a la isla de Socotra, una isla mágica, con un fabuloso bosque de dragos… ¿qué impresiones guarda de este viaje? ¿y cómo lo refleja en Socotra, la isla de los genios?, ¿por qué genios?

“Para mí Socotra siempre ha sido un sueño. Desde que de pequeño hacía girar la bola del mundo y lo detenía en un punto pequeño perdido en el océano Índico entre Arabia y África. Sin embargo, era muy difícil saber algo de esta isla. Los antiguos decían que era la isla del ave Roc y del ave Fénix. Quizá el legendario país de Punt al que la faraona Hatchepsut enviaba sus naves. De ahí provienen el incienso y la mirra que también fue a buscar Belquis, la reina de Saba. También el draco que también se da en las Islas Canarias, aunque en Socotra crecen a millares formando auténticos bosques. Los árabes lo llaman “el árbol de la sangre de los dos hermanos” porque dicen que cuando Caín mató a Abel con la quijada de un asno la sangre que cayó fecundó la tierra y entonces brotó el primer draco”.

- Estos viajes a un mundo olvidado ahora que ha escrito el libro ¿son viajes recuperados o perdidos?

“No son viajes perdidos porque están en mi mente. Con solo cerrar los ojos regreso a esos queridos lugares. Es lo que hago cada día en mi estudio, reviviéndolos, clasificando fotos, editando libros a partir del archivo que guardo o incluso con los recuerdos. Escribiendo de nuevo”.

En la primera imagen, Jordi Esteva y Bruixa.

Saludos, todo un lujo, desde este lado del ordenador

Quesada. La verdad del silencio, un documental de Iván López

Lunes, Diciembre 9th, 2024

En los últimos tiempos comienzan a publicarse libros y también a producirse estrenos de películas en los que se relata lo que fue la Transición en Canarias. Es verdad que el material se cuenta todavía con los dedos de una mano pero como dejó escrito Pedro García Cabrera la esperanza “nos” mantiene para que se siga investigando ya que se trata de un periodo trascendental de nuestra historia, de la historia del archipiélago.

Hace apenas una semanas nos hacíamos eco de la publicación de Historias de un mitin de 1977. El dilema eurocomunista, del profesor de la Universidad de La Laguna Domingo Garí y hoy lo hacemos del estreno en la capital tinerfeña de Quesada. La verdad del silencio, que dirige Iván López y que aproxima la figura un tanto borrosa ya por el paso del tiempo del estudiante grancanario Javier Fernández Quesada, asesinado en el campus de la Universidad de La Laguna el 12 de diciembre de 1977.

La película de López bebe y no lo esconde de los libros La bala que cayó del cielo y El sumario Fernández Quesada. ¿Una Transición modélica?, ambos de Rosa Burgos, que también es una de las encuestada en este documental.

Para contarnos esta historia, Iván López avisa desde los títulos de crédito que aquellos sucesos se cometieron en tiempos muy revueltos en la historia de España y de Canarias. La Transición, pese a lo que voceen algunos, ya que no fue sosegada. La violencia, más de unos que de otros, hizo todo lo posible por desestabilizar un proceso que según Luis Mardones, gobernador civil en aquellos aciagos días, tuvieron lugar “en los años del plomo”. Y plomo hubo demasiado para un archipiélago que como el resto de las provincias españolas asistió a una transformación que estremeció los engranajes del antiguo sistema, tanto, que no acostumbrados a dialogar sino a convencer a golpe de pistola, recurrieron una vez más a la violencia para imponer sus argumentos.

El profesor Domingo Garí recuerda en el documental que la Transición se cobró a cuatro víctimas mortales en Canarias. Un número significativo de personas que perdieron la vida defendiendo sus ideales o, como en el caso de Javier Fernández Quedada, porque estuvo en el sitio equivocado. Da coraje pensar qué hubiera sido de este joven al que le arrebataron la vida si aquella bala no llega a atravesar su cuerpo a las puertas de la universidad. También si su muerte sigue estando presente en el centro universitario más allá de placas y jardines que recuerdan su nombre. La memoria, por mucho que insistan unos pocos, sigue siendo necesaria para que lo que pasó no vuelve a suceder. Este es el argumento que Iván López defiende en la primera parte del documental, un trabajo que está narrado a través de los ojos de la familia del estudiante fallecido, en especial los de su madre. En la segunda parte, el trabajo quiere romper el silencio que todavía rodea al caso ya que no se sabe (o se sabe pero no se quiere decir) quién fue el hombre que apretó el gatillo de la pistola cuya bala acabó con la vida de Javier.

Quesada. La verdad del silencio es un trabajo que no solo pone en antecedentes al espectador en torno a quién fue ese joven estudiante que vivió junto a su compañera y otros en una casa de la Punta del Hidalgo, sino también porque hace pensar que las coincidencias a veces no son afortunadas sino fatales. La huelga de los guagueros, y la situación extremadamente delicada que se vivía entonces, llevó a las autoridades a romper cualquier tipo de diálogo con quienes protestaban. Se dio orden así a que la policía entrara en el recinto universitario para “limpiarlo” de opositores, rojos y maleantes. No se dice así en el documental pero ese es el mensaje. Sobre todo porque los hechos se producen en un año, 1977, donde el cadáver de Franco aún permanecía fresco en el Valle de los Caídos. Tan fresco, que las viejas estructuras aún gobernaban las instituciones del Estado.

En Quesada. La verdad del silencio, Iván López no da conjeturas, lo que se agradece, y sí señala quienes pudieron ser los responsables (todo las pruebas apuntan a ellos) que se ocuparon de echar tierra de por medio tras producirse el asesinato del estudiante. Salvo la tercera mitad, en el que se muestran actos de homenaje a Javier Fernández Quesada, el documental cuenta con el testimonio de familiares, amigos, profesores y periodistas que recuerdan aquellos años. Los que estuvieron al otro lado no quisieron hablar. Y el que calla, otorga. Entre otros, Luis Mardones, que se negó a participar en la película.

Quesada. La verdad del silencio es un producto más que notable en torno a una época revuelta y convulsa en la historia de Canarias y de España. Un documento dignísimo para conocer de cerca quién fue Javier y las circunstancias todas muy extrañas que rodearon a su muerte.

El documental, producido por Lamberto Guerra e Iván López, contó con el respaldo del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, el Ayuntamiento de La Laguna, la Dirección General de Juventud del Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el Parlamento de Canarias y el Cabildo de La Palma, entre otros, y es un producto que debería de adquirir la Televisión Canaria no solo porque revela la historia de un momento muy crítico y desconocido de lo que fue la Transición, sino porque este debería ser su trabajo.
Quesada. La verdad del silencio reproduce así un tiempo extremadamente agitado y cómo éste acabó con la vida de un joven universitario que escribía, aprendió a tocar la guitarra y que tuvo sus ideas aunque nunca militó en partido político alguno. Se llamó, se llama Javier Fernández Quesada.

Saludos, días realmente extraños, desde este lado del ordenador

Los espantos de Santa Cruz salen a la luz

Jueves, Diciembre 5th, 2024

Hubo un tiempo en el que circuló por este país una serie de cromos que bajo el nombre de La pandilla basura presentaba personajes estrambóticos a medio camino entre el humor y la tragedia que alimentaron la imaginación de miles de jóvenes, jóvenes que absorbieron en su imaginario aquellas divertidas y grotescas estampas. Y tanto, uno de aquellos chavales, hoy reconvertido en adulto pero que no pierde ni el entusiasmo ni la curiosidad del adolescente perdido, les rinde ahora homenaje en un álbum, Espantos de Santa Cruz, que protagonizan una serie de personajes igual de estrafalarios e igual de divertidos como trágicos, productos todos ellos de la fértil y retorcida imaginación de Ángell Marr, un escritor e ilustrador tinerfeño que tras este pseudónimo esconde a Ángel Marrero, un artista que además de tener mirada para reflejar todos estos disparates, tiene un agradecido y novedoso sentido del humor, lo que convierte la lectura de esta obra en un desternillante paseo por una ciudad, Santa Cruz de Tenerife, que gracias a su autor se transforma en una capital de provincias con sus seres oscuros, todos ellos paródicos referentes santacruceros que en unos casos y en otros no, están claramente inspirados en la realidad.

Espantos de Santa Cruz ofrece además en cada estampa un atractivo por divertidísimo paseo por las calles de una capital de provincias que parece inspirada en los escenarios de El gabinete del doctor Caligari, incluido el polémico monumento a Franco, que aparece en la portada de este cuaderno que recomiendo no solo como lectura con la que romperse la boca con tanta carcajada sino también entendiendo que detrás de muchas de estas ilustraciones se esconden auténticas bombas de relojería, así como un asomo de crítica que arremete contra fiestas muy populares en esta geografía como son los carnavales y de unos años a esta parte, fiestas de magos.

Las intenciones de Ángell Marr en esta obra son claras y no las disfraza, así lo expresa en el prólogo: “En estas estampas se encuentran todo tipo de monigotes, unos haciendo alusión a figuras históricas y otros a personajes populares de la ciudad, ya sean reales o ficticios. Asimismo, agregué una serie de seres de corte folclórico y legendario, partiendo de unas cuantas figuras de la mitología guanche. Todo ello, mezclando terror y misterio con un humor ácido y burlesco”, por ello, nadie debería de sentirse ofendido ni por el paisaje humano como urbano que presenta Marr en estas ilustraciones que, ya digo, hacen pensar. Y lo hacen sin que a uno se le borre la sonrisa en los labios, lo que engrandece el trabajo de este escritor e ilustrador tinerfeño que conoce lo que hace y a quien no le falta ni le sobra erudición para describir a su galería de personajes, cuarenta en total, dibujados a todo color y cinco en blanco y negros que fueron descartados.

El libro está dividido en cuatro secciones, cada una de las cuales reúne diez ilustraciones y están titulados al modo de La pandilla basura como Fantasmones, Mostros, Podridos y Guanchescos. El primero, tal y como ya se indica, muestra los “fantasmas” que pueblan la ciudad como El fantasma del Adelantado, que no es otro Alonso Fernández de Lugo que cada 3 de mayo regresa al mundo de los vivos con la cruz que dio nombre a la capital tinerfeña o el Fantasma de la Gesta, uno de los bribones que “se borraron del mapa” cuando en el horizonte aparecieron los navíos de guerra de Horacio Nelson, y que ahora reaparece cuando se celebra la derrota al inglés. En este primer capítulo aparece también Cuco el facha, un espectro franquista al que se puede ver de madrugada ante el monumento a Franco, como se le conoce popularmente en la ciudad.

En el capítulo Mostros aparecen una serie de personajes que proceden del abismo y que están inspirados algunos en los que salieron de la mente de H.P. Lovecraft como Chico Chicharro, un desternillante sujeto con forma de pez que venera la estatua del Chicharro como “aquellos al dios Dagón” y el El Tete yuyu, un alma en pena que vaga mientras da gritos desgarrados por los aledaños del Heliodoro Rodríguez López cuando el C.D. Tenerife pierde un partido.

El perfil de las estampas se vuelve un poco más gore, pero un gore de risa, en Podridos, donde aparece El Fantoche de la ópera, una “momia viviente” que va vestido como un dandy del siglo XIX en el teatro Guimerá. O Puta Pena o Torcuato Carroñas, este último un “mostro” que se deja ver en Carnavales, esos días en los que “las calles de Santa Cruz están hechas un auténtico estercolero”.

El humor ácido de Ángel Marr también hace gala en Guanchescos, retrato de “guanches” que son más caricatura perversa que otra cosa. Un desfile de tipos y bichos raros que, como La zampagodos, no deja de devorar a cualquier penínsular que nos visite si se aproxima al charco de la plaza de España. Podría seguir mencionando personajes que se reproducen en este álbum pero no quiero aburrir ni por supuesto continuar mencionando los restante personajes que pueblan esta capital de provincias, una ciudad que vive ajena a su pasado, y si lo recuerda es que con tres o cuatro cosas en su obsesiva carrera por reinventarse. ¿Reinventarse en qué?, eso no lo saben ni los Espantos de Santa Cruz.

Saludos, ay que risa maríaluisa, desde este lado del ordenador

Y la nave va…

Miércoles, Diciembre 4th, 2024

VA DE ESTRENOS

La última película del cineasta Miguel G. Morales, Escuchar la sombra, se estrena en la Sección Oficial del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana que se celebra ente el 5 y el 15 de diciembre de 2024.

Escuchar la sombra propone una mirada incisiva y arqueológica a través de archivos fílmicos, fotográficos y sonoros, en su gran mayoría, inéditos hasta esta producción. El documental cuenta la historia de los miles de cubanos que llegaron a España para defender la Segunda República contra el golpe de Estado perpetrado por una buena parte del ejército el 18 de julio de 1936.

La película indaga en cómo fue posible que aquello ocurriera y cuál fue el misterio de esa relación Cuba/España de la que quedó prendada buena parte de la intelectualidad cubana como por ejemplo en artistas como Wilfredo Lam, Nicolás Guillén, Juan Marínelo, Alejo Carpentier, Juan Brea o el periodista Pablo de la Torriente Brau, muerto en combate y al que el poeta Miguel Hernández, le dedicó Elegía segunda.

La película de Miguel G. Morales cuenta con más del setenta por ciento del metraje inédito hasta la fecha, y ha recuperado fotografías y películas. Un filme collage con imágenes de Henri Cartier-Bresson, Kati Horna, Walter Reuter, Agustí Centelles o la inestimable participación de la obra recuperada de la cineasta cubana Belkis Vega.

En palabras de su director, Miguel G. Morales, Escuchar la sombra es “un canto a la memoria de los llamados vencidos que nunca lo fueron, los que sacrificaron y pusieron el cuerpo en aras de un mundo mejor. Una obra sobre el amor de Cuba hacia la España Republicana, hacia las ideas modernas, libres y cultas que allí se fraguaban”. También es un película que reivindica lo que no quedó en el relato oficial de las míticas Brigadas Internacionales, donde miles de personas anónimas cubanas no estaban incluidas. Es una película para tejer senderos alternativos en la Historia y poner luz en las personas desenfocadas, las desechadas del relato oficial.”

VA DE PREMIOS

Benito Pérez Buñuel ha obtenido el Premio del Público del 36 Festival de Cine Europeo de Lima. Es el tercer premio internacional que recibe esta película, producida por Marta de Santa Ana y dirigida por Luis Roca, tras obtener el Premio de la Crítica en el 17 Festival de Cine Documental de Uruguay y la Mención de Honor en el 40 Festival de Cine de Bogotá. 

Benito Pérez Buñuel competía con 13 películas provenientes de Alemania, Bélgica, Eslovenia, Finlandia, Francia, España, Grecia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumania y Ucrania.

El Premio del Público es el único del palmarés de este festival de cine, el más antiguo de Lima, organizado por la Delegación de la Unión Europea en Perú, las embajadas de los países miembros de la Unión Europea con representación en Perú y la Filmoteca de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Saludos, enhorabuena, desde este lado del ordenador