Se pueden visitar las islas Canarias sin salir de casa y sin quemarse las pestañas ante el televisor. La manera más cómoda es la de leer una novela y viajar a través de las palabras que el escritor o la escritora ordena para aproximarse a una realidad que, a lo largo de los siglos, muta aunque algunas de sus estructuras y miradas permanezcan inalterables. Este artículo quiere que se entienda como una pequeña guía de lo que se puede encontrar en librerías y bibliotecas. Se trata de una lista muy personal, en la que menciono solo unas pocas novelas escritas y publicadas en el siglo XX y lo que llevamos del XXI que se desarrollan en cada una de las islas Canarias.
Como en toda selección que se precie, y está misma se precia, no están todos ni todas pero es un riesgo que se asume cuando uno se lía la manta a la cabeza y piensa en enumerar cuáles son algunas de las novelas ambientadas en estas tierras. Se incluye en esta relación a La Graciosa, que recién ha sido incorporada como octava.
Gran Canaria

Hotel Madrid, de Emilio González Déniz.- La novela está organizada como un juego de espejos y propone distintas lecturas no solo en torno a la realidad social y política del año en el que se desarrolla, a inicios de la década de los años 50 del pasado siglo XX, sino de una ciudad, Las Palma de Gran Canaria, que acoge el rodaje de una película norteamericana sobre una monstruosa ballena de cuyo nombre, ahora mismo, no quiero acordarme.

Anturios en el salón, Juan R. Tramunt.- Porque sigue siendo una interesante (aunque algo lenta, esa es la verdad) historia en la que su protagonista se ha quedado solo en la isla cuando la población es obligada a abandonarla por circunstancia que sabrán si se acercan a esta novela que sabe crear atmósfera y comunicar la sensación de soledad y vacío de su protagonista, una especie de Robinson Crusoe moderno.

La isla y los demonios, Carmen Laforet.- Tras el éxito de Nada, primer premio Nadal, la escritora publicó esta novela que transcurre en la capital grancanaria en 1938, el último año de la Guerra Civil, y texto igual de opresivo que Nada, aunque inexplicablemente haya pasado a un segundo plano en la producción literaria de la escritora.

Las espiritistas de Telde, Luis León Barreto.- Todavía transmite esa mirada a una época con clave más que policíaca, periodísticas en torno a tres momentos diferentes entre los que destaca la investigación de la muerte de una joven durante un ritual con resultados que aún conmueven y que revela al escritor que lleva dentro Luis León Barreto.

Catalina Park, Orlando Hernández.- Publicada originalmente en 1975 en Plaza y Janés, y reeditada por Mercurio hace dos años en una edición al cuidado de Agustín Carlos López Ortiz, se trata de un relato a ratos fascinante sobre toda la fauna que habitaba la capital grancanaria en los años 70. Como testigo de aquellos días y de una ciudad que se afanaba por adaptarse a los nuevos tiempos, sigue siendo un título que afortunadamente se ha recuperado para las letras que se escriben con acento de aquí.

La estrategia del pequinés, Alexis Ravelo.- Porque gracias a esta novela el llorado escritor grancanario puso a Gran Canaria y su capital en el mapa de las grandes ciudades negras y criminales del territorio español, además de presentar una galería de personajes más que interesantes, todos ellos delincuentes, sí, pero algunos con un código de honor que ya quisiera la gente “con fundamento”.

Guanche, Enrique Nácher.- Médico y escritor, Enrique Nácher me parece una de las figuras señeras y quizá por ello tan olvidadas de la Historia de la Literatura escrita en estas islas, y eso que fue un escritor reconocido, por fortuna, no solo en su tierra. Le debemos una intensa novela ambientada en el mundo del boxeo, Tongo, y Guanche, publicada en la colección Áncora y Delfín por Ediciones Destino a finales de los años 50 y en la que describe un interesante retrato de la sociedad isleña de su tiempo, a través de la mirada de un niño.

Gran Canaria, A.J. Cronin.- Médico de profesión, las novelas de este autor que fueron todo un éxito de venta en la década de los años 30, ubica una de sus historias en la isla que da título a la obra, aunque la segunda mitad se desarrolle en Tenerife. Lo interesante del libro, que se ha quedado muy anticuado, es el retrato que hace de los protagonistas, todos anglosajones, y de lo que observan en territorio tan exótico, aunque en el relato la luz brilla en Gran Canaria y las sombras en la isla que tiene enfrente, en cuarentena por una epidemia a la que marcha el protagonista, un médico, para salvar vidas y de paso salvar también su alma.
Tenerife

Guad, Alfonso García Ramos.- Me sigue pareciendo una de las mejores novelas escritas en estas tierras quemadas por el sol, y en la que se habla de un bien tan escaso en las islas como es el agua. En este caso, la que se extrae de las entrañas de la tierra en las occidentales. Novela coral, recuerda muy vagamente a otra gran obra que aborda el mismo asunto: Los buscadores de agua, de Juan Farias.

La ciudad tiene otra cara, Luis Gálvez Monreal.- A mi juicio se trata de la gran novela sobre Santa Cruz de Tenerife, además de ser la primera que recibió el Premio Benito Pérez Armas en 1955. Una pena que, como tantas otras, no haya vuelto a reeditarse desde su publicación, hace ya más de 70 años. Y como la esperanza me mantiene, aún estoy a la espera de que cualquier editor con dos dedos de frente la recupere porque pocos son los textos que ofrecen un retrato tan desolador de la capital tinerfeña en plena y durísima postguerra.

Tiempo de espera, José Antonio Rial.- Si La ciudad tiene otra cara es la gran novela de Santa Cruz de Tenerife, Tiempo de espera lo es sobre lo que sucedió el desgarrador 18 de julio de 1936 en la capital tinerfeña. Se reivindica de Rial casi siempre La prisión de Fyffes pero se relega esta novela que es, a mi juicio, infinitamente mejor.

Ciertas personas, Fernando Delgado.- Feroz retrato de la sociedad tinerfeña y más concretamente de la chicharrera. De obligada lectura para todos/as aquellos/as que quieran hacerse una idea de lo que pensaba el periodista y escritor sobre su tierra.

Los puercos de Circe, Luis Alemany.- Es una pena, enorme se vea como se vea, que Luis Alemany, escritor nacido en Barcelona pero tinerfeño y canario por los cuatro costados, y fallecido en marzo de esta año, legara apenas unos cuantos títulos que rozan la perfección con su primera y única novela, estos Puercos de Circe que nos cuenta la historia de un peculiar Ulises en busca de su particular Ítaca mientras describe la mediocridad (como ciudad la verdad es que no se ha avanzado mucho desde entonces) de una sociedad como la chicharrera mientras ahoga sus penas en vasos de whiskie y visitas esporádicas al cabaret.

Panza de burro, Andrea Abreu.- Lo que ha hizo Andrea Abreu, y por eso mismo algunos no se lo perdonan, es histórico ya que a ella y solo a ella –tras su aparición vino detrás una legión de escritores/as que más que crear historias han terminado por imitar la que cuenta la joven escritora de Icod alto– revolucionó no solo las letras escritas en Canarias sino también las peninsulares no ya por la forma en cómo emplea el idioma y la forma de hablar en las islas en su escritura, ya que va un poco más lejos y lo que cuenta, cuenta tanto que sale de su corazón y no de su cabeza.

El barranco, Nivaria Tejara.- Se trata de una novela de necesaria reelectura y a la que el paso del tiempo apenas erosiona porque está escrito con verdad. Tanta, que como pieza literaria es independiente, también la mejor novela que se ha escrito hasta la fecha sobre la Guerra Civil en Canarias, periodo que Nivaria Tejera retrata con mirada feroz, en especial a los habitantes de una ciudad como fue La Laguna en la década de los años 30.

Él, Mercedes Pinto.- Por una vez el personaje que está detrás de la escritora parece más literario que su propia creación literaria, aunque Él esté inspirada en hechos reales que sufrió la protagonista resultado de un matrimonio en el que su esposo fue un salvaje y un desalmado, aunque en la vida real Mercedes Pinto demostró ser lo que hoy se conoce como mujer empoderada. La novela, que dio lugar a una secuela que no es tal, Ella, fue llevada al cine por Luis Buñuel y si bien la película no es que esté bien, es que está muy bien, la novela es otra cosa.
Fuerteventura

Cerco de arena, Enrique Nácher.- Junto a Guad es una de las mejores novelas que se han escrito sobre la isla, en este caso Fuerteventura la más alargada del archipiélago. Se trata de un relato contenido y en el que laten en su fondo pasiones desgarradoras bajo la atenta y omnipresente mirada del sol.

Isla de lobos y Maloficio, José Antonio Rial vuelve a aparecer en esta lista por estos dos libritos que piden como el resto de su obra ser reeditado en condiciones. En la primera, el escritor revive sus vivencias en el pequeño islote, marcadas por su desencuentro con los pescadores de Corralejo mientras que en la segunda, Maloficio intenta reflejar el carácter de los habitantes de Fuerteventura, siendo muy crítico con la pobreza majorera y su sumisión a los terratenientes y autoridades de aquel tiempo, los años 40/50 del pasado siglo XX.

Fuerteventura, Alberto Vázquez Figueroa.- Porque como casi todos los libros del escritor tinerfeño se trata de una novela de acción que se desarrolla en esta ocasión durante la Segunda Guerra Mundial y en la que aparece, entre otros escenarios, la misteriosa casa Winter, que en la historia de Vázquez Figueroa se convierte en un lugar de descanso de los tripulantes de los submarinos nazis que, supuestamente, fonderaron aquellos años en las aguas que bañan Cofete.

Gambuesa, Carmen J. Nieto.- Gambuesa es una novela que va mucho más lejos de las conocidas apañadas ya que presenta un reparto de personajesque se creen, rodeados de un paisaje que se degrada por el cemento mientras la tierra es quemada por el sol.
Lanzarote

La lapa, Ángel Guerra.- Con este pseudónimo firmaba José Betancort Cabrera (Teguise, 1874 – Madrid, 1950), escritor, periodista y político que, tras conocer a Benito Pérez Galdós, adopta para su obra literaria el nombre de uno de los personajes galdosianos. La Lapa es su obra más conocida. Se trata de un relato corto en el que se narra la historia de Martín, un niño de tierra adentro que sueña con ser marinero.

Mararía, Rafael Arozarena.- El escritor tinerfeño colocó a Lanzarote en el mapa de la literatura gracias a esta novela que cuenta historias de amores desgarrados en un paisaje agreste y feroz como es el de la isla de los volcanes. Mararía tiene una versión cinematográfica que no le hace justicia y también una novela gráfica que, afortunadamente sí que se la hace.

Lanzarote y La posibilidad de una isla, Michel Houellebecq.- Escritor especializado en remover conciencias y liarla parda, el también autor de Plataforma siente una especial debilidad por Lanzarote, cuya geografía aparece en un pequeño ensayo novelado (Lanzarote) y en una novela inspirada en la secta de los Raeliano, y su devoción por la clonación (La posibilidad de una isla).

Han cantado bingo, Lana Corujo.- Publicada este mismo año, Lana Corujo escribe un intenso relato protagonizado por dos hermanas y una familia donde solo las mujeres tienen la capacidad de ver a algunos de sus muertos. Muy, pero que muy recomendable.
La Palma

Historia ilustrada del mundo, Anelio Rodríguez.- La historia de La Palma contada a través de una familia, en este caso la del propio escritor, quien escribe un relato que destaca por su enorme sinceridad y un profundo y agradecido amor a los suyos.

Los milagros prohibidos, Alexis Ravelo.- El escritor grancanario reaparece en la lista porque fue uno de los primeros en escribir una novela que se desarrolla durante la Semana Roja, los días que la isla siguió siendo leal a la II República mientras el resto ya estaba dominada por los rebeldes. El relato aborda tan delicado tema con respeto, aunque es una lástima que no prestara mayor atención a los personajes y la historia de amor que desencadena la sed de venganza de uno de los tres protagonistas.

Retrato del fin del mundo, Carlos Ruiz Caballero.- Más de la mitad de la novela se desarrolla en La Palma los días previos al golpe militar de julio de 1936, y está inspirada en una historia real, la de Margarita Rocha y Néstor Mendoza. El libro narra su trágica historia de amor que culminó en marzo de 1937 cuando los dos, anarquistas contrajeron matrimonio estando él preso en la empaquetadora de plátanos convertida en prisión: Fyffes.

El futbolista asesino, Nicolás Melini.- Más que La Palma y en concreto su capital, Santa Cruz, El futbolista asesino es una apasionante novela que nos mete directamente como lectores en la cabeza de su protagonista, un futbolista como indica el título con instintos asesinos. Puede recordar por su concepto al American Psycho, de Brett Easton Ellis, pero la novela de Melini es otra cosa. Y para quien escribe infinitamente mejor que la del celebrado escritor norteamericano.
La Gomera

La Señora, Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Fierro, Carlos Álvarez.- Interesante retrato de una de las pocas mujeres castellanas a la que se cita con nombre y apellidos en las crónicas de la conquista de Canarias, aunque nunca demasiado bien. El escritor y guionista Carlos Álvarez propone una revisión del personaje, y resalta los atributos que tuvo que tener esta mujer para que la obedecieran ciegamente un grupo de hombres aparentemente civilizados pero que solo sabían comer y matar.

La niebla y la doncella, Lorenzo Silva.- Una nueva entrega de los agentes de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, solo que esta vez el escritor los traslada a la isla colombina, lo que da pie a que Lorenzo Silva de una visión interesante y descriptiva de la pequeña sociedad ante la que se encuentran los dos investigadores peninsulares.

El collar de caracoles, Félix Casanova de Ayala.- Relata el idilio entre un pescador gomero y una pastorcilla de Guía de Isora, en el escenario del brazo de mar que separa las islas de Tenerife y Gomera, conocido por el nombre de Callejón de Juan Primo. Como protagonista de fondo, el Teide, cuya última erupción volcánica del año 1909, llamada la de El Chinyero, es dramáticamente vivida por los personajes de este relato.
El Hierro

Hijos del tremor, Tomás Felipe. No es Pasa la tormenta, en la que planteaba una Gran Canaria futurista que ha convertido La Isleta en un centro penitenciario, pero sí que es un bonito canto de amor a la isla en la que reside desde hace varios años como es la del Meridiano, en su historia vaciada por los continuos movimientos sísmicos que se producen en la isla tras la erupción de un volcán submarino.

La sorimba, María Jesús Alvarado.- Se trata de una novela iniciática, con rasgos también de realismo mágico pero sobre todas las cosas de un canto emocionado a una isla, El Hierro, en la que aún se conservan las esencias. La obra es un canto a la vuelta si no a los orígenes, sí al mundo rural que todavía se conserva en la isla del Meridiano.

Campiro que, Víctor Álamo de la Rosa.- El escritor dedicó seis de sus novelas a Isla Menor, que no es otra que la isla de Hierro, narrando historias que le contaron y que él adoba con una ficción que mezcla realismo y fantasía.

El hijo del apotalado, Jorge Fonte.- La Guerra Civil española en la isla de El Hierro es la base en la que se apoya está novela que, escrita sin concesiones, ofrece un implacable retrato de la naturaleza humana y su atracción hacia el mal. Por otro lado, es un retrato muy valiente sobre la participación en ambos bandos de los miembros de la familia del escritor, captando la manera de vivir y sentir de sus protagonistas.
La Graciosa

Parte de una historia, Ignacio Aldecoa, el escritor de origen vasco quedó cautivado por el paisaje y por las gentes de una tierra yerma que vive del mar. La novela rinde homenaje también a una geografía física y sentimental que transforma el territorio y el alma del protagonista y, entre las curiosidades que se cuentan del libro, Juan A. Bardem quiso convertirla en película en los años setenta. Por desgracia, el proyecto se quedó en nada pero ¡¡¡qué película hubiera resultado!!! ¿Un Stromboli en versión española? En la novela, el narrador es un hombre que huye y que encuentra “un sedante en el silencio, la austeridad y la hermosa geografía de La Graciosa”.
Saludos, felicen sean siempre pero un poco más si leen un libro, desde este lado del ordenador