Ropa de casa, un libro de Ignacio Martínez de Pisón
“Veo a los muertos pero también veo a los vivos. Veo a mis hermanos, a mis profesores de la facultad, a mis amigos de entonces, a los amigos que hice luego en Barcelona, a los que más tarde me proporcionó la literatura. Los veo a todos situados en una edad indefinida, la edad que tenían y la que tienen, a la vez jóvenes y maduros”.
Ropa de casa, Ignacio Martínez de Pisón, Seix Barral, 2024
Ignacio Martínez de Pisón cuenta historias que nos han pasado a la mayoría de nosotros, así que resulta muy fácil identificarse con los personajes de sus novelas vamos a decir que sentimentales, y a sentir cercanía pero también rechazo con algunos de los protagonistas de sus relatos más oscuros. Su estilo es además muy limpio, y resulta fácil de seguir aunque en algunas de sus novelas trate historias muy duras.
Ropa de casa (Seix Barral, 2024) no se trata de una novela sino de un largo retrato personal del autor. Casi una autobiografía aunque lo entiendo más como un relato de su vida. Un reto, si se tiene en cuenta que a lo largo del libro el escritor no hace fantasía sobre su vida sino que procura ser lo más sincero posible con una existencia que como la mayoría de nosotros, ha transcurrido medianamente feliz pese a algún sobresalto.
El retrato que propone el escritor sobre sí mismo resulta en este aspecto demasiado blanco, pero está en su derecho. Como proyecto de vida, la de Martínez de Pisón se ha desarrollado bastante bien. Y si se observa, la del libro es la historia de un éxito ya que narra cómo un profesor se hizo escritor. Un escritor reconocido y con un éxito tan estable y con una legión de lectores tan leales, que no dudan en meterse en su vida privada para observar su Ropa de casa. Ropa blanca y recién lavada que muestra a sus seguidores.
No ha llegado, es verdad, a esa categoría de vender solo por el nombre (escritores españoles que han llegado a esta categoría se cuentan con los dedos de una sola mano) pero Ignacio Martínez de Pisón sí que cuenta con lectores que lo leen cuando se publica uno de sus libros.
En Ropa de casa repasa su infancia y adolescencia. Y la juventud como estudiante universitario. También expone su vida en dos ciudades que lo marcaron, Logroño y Zaragoza. Que es del norte, casi lo vindica cuando escribe que tuvo incluso un abuelo carlista.
De padre militar, aunque muerto prematuramente, si hay una heroína en esta novela es la madre del escritor. En el libro relata lo que hizo por la familia. El sacrificio de una mujer que aprendió a mirar siempre adelante. Retroceder ni para coger impulso.
El lector que vaya buscando chismes de la farándula literaria se llevará un chasco cuando llegue a la segunda mitad del libro. Martínez de Pisón menciona amigos escritores, Bernardo Atxaga y Enrique Vila-Matas, entre otros. También a poetas y periodistas conocidos, entre los que se encuentran dos canarios José Carlos Cataño (“estaba siempre separándose de su mujer, por la que se había convertido al judaísmo, y agarraba unas melopeas tristes y lloronas”) y Juan Cruz (“Recuerdo las curvas de la carretera por la que llegamos al santuario de Covadonga, donde la escolanía aguardaba para obsequiarnos con el inevitable recital, y la aguda voz de Juan Cruz haciendo comentarios chistosos desde los asientos de atrás mientras Soledad Puértolas exclamaba con fingida resignación: ¡Qué Cruz! ¡Qué Cruz!”); en los distintos bares que frecuentó en Zaragoza y Barcelona que es, esta última ciudad, donde Martínez de Pisón forjó parte de su carácter literario. Un carácter que a mi me parece muy decente y que no necesita mentir para meterte al lector en el bolsillo.
Si tiene un problema grave este libro es que está escrito para los seguidores de la obra de Martínez de Pisón pero no para un despistado aunque quizá le encuentre interés si es un aprendiz de escritor, en especial cuando rememora sus primeros pasos en este universo al que accede, cuenta, tras ganar un concurso literario.
Más por fortuna que por ninguna otra cosa, Ropa de casa es un autorretrato un tanto desdibujado. Desdibujado a conciencia, claro está. Si tiene algo admirable esta obra es que nos cuenta su vida tal y como sucedieron las cosas. Siempre a grandes rasgos sí, pero con paletadas suficientes para seguir adelante con el relato resumido de su existencia.
Una vida que tal y como la cuenta ha resultado algo aburrida (como la de la mayoría, me temo) e imagino que no es lo que esperaba (como la mayoría me temo también) observar en lo que se ha convertido, lo que entiendo que es casi una constante de muchos de sus libros, más preocupados estos en contarnos cosas pequeñas y mostrar la ropa de casa.
La mayoría de sus novelas son estudios de la vida familiar, de cómo se dispersa para convertirse en otras constelaciones. Con todo lo bueno y malo que tiene.
Se trata Ropa de casa de un libro que, a mi me da la sensación, comenzó siendo un quiero y terminó con un sonoro no puedo ya que el escritor no plantea el libro como un ajuste de cuentas sino episodios que han sido más o menos determinantes en su vida. Que saliera de la mayoría de ellos se debe a varias mujeres. Y entre esas mujeres: su madre.
Saludos, primerísimo primer plano, desde este lado del ordenador
