A MODO DE INTRODUCCIÓN
“Un viaje es un fragmento del Infierno” (Bruce Chatwin)
La reciente y exitosa celebración de la primera edición de Periplo, Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras de Puerto de la Cruz pone de manifiesto el interés que existe en el público por esta clase de libros en el que se invita al lector a recorrer geografías conocidas o ajenas desde la subjetividad del escritor.
Los orígenes de la literatura de aventuras y por extensión de viajes son igual de remotos que el de la propia literatura en sí. De hecho, ¿qué es la literatura sino una forma de viaje?
Esta forma de expresar emociones e inquietudes, de buscar respuestas, de describir el apasionante y en ocasiones doloroso proceso de metamorfosis interna que caracteriza los distintos capítulos que conforman nuestra existencia, cuenta en los últimos tiempos en las islas con notables aportaciones que, por una u otra razón, no han recibido el eco que merecen.
La pretensión de estas líneas es pues la de intentar rescatarlos del olvido, y dejar constancia antes de que este su blog naufrague en las aguas profundas del océano de la red, de algunos de los nombres que están aportando con sus obras una visión muy personal de sus experiencias viajeras con resultados, reiteramos, notables.
En este repaso de urgencia somos conscientes, como siempre, de que nos olvidamos involuntariamente de muchos, aunque pensamos también que lo que están son los que deberían de figurar en un improbable listado de escritores aventureros nacidos en este archipiélago que, en ocasiones, parece aferrar –y querer encerrar– a sus hijos en su propio territorio.
Cabe precisar, además, que los escritores que a continuación mencionamos son solo aquellos que han dedicado algunas de sus obras a contar –a veces mezclando ficción– sus impresiones viajeras, por lo que descartamos trabajos como Tenerife, guía de viaje y Gran Canaria, guía de viaje, de Alberto Vázquez Figueroa, por otro lado el más aventurero de los escritores canarios; Descubre Las Palmas de Gran Canaria, de José Correa, y La guía secreta de Canarias, de J. J. Armas Marcelo y Luis Alemany, entre otros, para centrarnos en aquellos que han apostado por la reflexión, pero también el viaje y la aventura en su literatura.
Omitimos también, para no engordar estas líneas, a los ilustres clásicos que los precedieron en estas tareas, entre otros, José de Viera y Clavijo, ya que nuestro objeto, insistimos, en centrarnos en lo que está dando de sí la literatura de viaje y aventura que se escribe en la actualidad.
OBRAS
“Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos” (Eduardo Galeano)
Entre los títulos más recientes se encuentra Viaje a las islas Canarias (colección El autor viajero, El País-Aguilar, 2013), del escritor y periodista Juan Cruz, quien propone no solo un viaje emocional sino también sentimental por el archipiélago siguiendo las huellas de Ignacio Aldecoa bajo el magisterio de Domingo Pérez Minik.
El libro de Juan Cruz no se convierte así en una amable guía turística sino en un apasionante y apasionado viaje interior que emprende su protagonista y en el que juega un papel fundamental los sonidos y los olores de las islas.
El escritor Eduardo Delgado Montelongo propone también un personal itinerario por el archipiélago, casi en busca de sus raíces, en Cuaderno afortunado (colección Tid, Ediciones Idea), un volumen con ecos a En el camino de Jack Kerouac, pero escrito con ironía y altas dosis de escepticismo.
Literatura de viajes en su sentido más estricto es la que nos ofrece Román Morales en Buscando el sur (1995) y Caminos de agua (Ediciones La Palma, 2012). En este último libro, Morales relata su trayecto durante dos años y en kayak por 10.500 kilómetros de aguas interiores que, de manera casi ininterrumpida, enlazan Buenos Aires con el delta venezolano del río Orinoco. Esta experiencia recoge así un fascinante periplo donde parece que el autor termina fusionándose con el paisaje.
América del Sur es también la gran protagonista de Hola, fondo sur (colección Dando pata, Editorial Baile del Sol), de Daniel Ortiz Peñate, obra en la que su autor también con inequívocos ecos a Kerouack relata a medio camino entre la ficción y la realidad el viaje que emprende su protagonista, Andy Tirzo, por las tierras de América. Lo más atractivo de este libro es que su autor describe el gradual proceso de transformación del personaje a medida que avanza en el camino, así como el atractivo paisaje humano que conoce, elementos a los que da más sustancia que a la geografía física que recorre.
Daniel Ortiz es autor junto a Talía Luis Casado de Al margen (Ediciones Escalera, 2007) donde ambos autores narran a dos voces y como si de un cuaderno de viaje se tratara, su trayecto por la India. Juan Cruz, autor del prólogo, escribe: “Claro que si ellos tan solo pusieran el magnetófono, por decirlo así, y registrando lo que pasa sin más vuelo en el verso probablemente hubieran hecho un buen reportaje, porque tienen pulso, se les adivina, para el periodismo, pero son escritores, poetas, gente que va más allá del dato para convertirse en creadores de una atmósfera de cuya contemplación han logrado una obra de arte.”
Un viaje a Cuba pero narrado desde dentro es lo que escribe Ezequiel Pérez Plasencia en su todavía desconcertante –por fresco, sincero, rompedor– El regreso de Calvert Casey, (Editorial Benchomo, 1999), donde describe, en ocasiones con amargo pulso narrativo, el proceso de transformación y desdoblamiento con Calvert Casey al que se sometió durante un viaje a La Habana. El libro está repleto de frases que saben a literatura auténtica, lo que no justifica que continúe siendo uno de los libros menos conocidos de su autor, muerto desgraciadamente en el mejor momento de su carrera.
“Declaro que un mes antes del viaje recaí en una de esas autodestrucciones tan devastadoras para el espíritu. Dos días innombrables en los que sentí una vez más la tentación de acabar de una vez. La primera fue a los 24, más o menos, y la otra a los 32, de manera más temeraria. Me había proporcionado facultades para aniquilarme. Había amado más allá de lo razonable a Bernhard y Cioran, que al cabo se fueron a la gusanera decrépitos y desde la cama. Solo la lucha y el trabajo tenaz me salvaron, no la esperanza de felicidad o placer. A los cuarenta años conozco el yugo constante en la garganta, la escenificación del suceso, imágenes y reacciones, sollozos de amigas y amigos, probable remordimiento, recreación morbosa.
Luego solo queda caminar de nuevo con denuedo. En esto aventajo a Casey, que lo había intentado dos veces, y a la tercera ganó la muerte.”
El paisaje humano es también el centro de atención del libro Los últimos de Cuba (colección La quinta columna, Ediciones Idea), del periodista Carlos Fuentes, en el que recopila una serie de artículos que su autor escribió sobre los descendientes de canarios en la mayor de Las Antillas y título que el paso del tiempo ha convertido ya en referencia para conocer las interrelaciones humanas que a lo largo de la historia se han tejido entre canarios y cubanos.
Por el contrario, el también periodista Javier Ruiz nos adentra en las raíces que han germinado en el conflicto del antiguo Sahara español en Crónicas saharauis (Ayuntamiento de La Laguna, 2000) hoy agotado y un título imprescindible para conocer quiénes son y cómo viven los saharauis mientras continúan combatiendo para reclamar un territorio que consideran les fue arrebatado. Como curiosidad, destacar que el escritor Emilio González Déniz ha dedicado dos novelas que sitúa en este mismo escenario: El llano amarillo y Sahara, pero son ficciones llamativas y originales, pero no viajeras en el sentido estricto que pretendemos darle a los títulos que repasamos en este post.
El drama de la inmigración irregular ha dado origen además a trabajos más periodísticos que literarios como Héroes de ébano, de Juan Manuel Pardellas (colección La quinta columna, Ediciones Idea); Cayucos (Editorial Debate, 2006) y Los invisibles de Kolda. Historias olvidadas de la inmigración clandestina (Península, 2009), de José Naranjo.
El periodista José Luis Cámara Pineda es autor del interesante Rumbo a un sueño (ERIDE, 2012), en el que cuenta su peculiar recorrido por Nueva Zelanda, Australia, China, Tailandia, Vietnam y Camboya, país este último donde trabajó en un proyecto de acuicultura y desarrollo sostenible auspiciado por la organización Aida.
De obligada lectura es Dos corriendo por tres calles, de Jaime Centurión, libro en el que el autor de la reivindicable Tocándome los cojones, relata en algunos de los siete cuentos en los que se vertebra, su estancia en Tailandia hasta sus experiencias vendiendo libros en las escaleras del Metro de Madrid.
Por último, y como ya informamos en este su blog, Antonio Lozano, autor de novelas donde el viaje es casi una constante como sucede en Harraga, espera la publicación de un inédito, El gran río, en el que describe su periplo por el Río Níger.
Saludos, hemos dicho, desde este lado del ordenador