Noticias de esas cosas que tanto me (dis)gustan

Martes, Septiembre 4th, 2012

UN CINEASTA CON MUCHA PECHONALIDAD

El investigador tinerfeño Jorge Fonte es el autor de Russ Meyer. El indiscutible rey del cine erótico (Ediciones JC). En este volumen Fonte desentraña las claves que configuran el universo cinematográfico de un cineasta cuya obra se caracteriza por una búsqueda constante de la carnalidad que, en ocasiones, hizo equilibrios para no caer en la pornografía, un género, por otro lado, que detestaba cordialmente el autor de cintas tan extravagantes y salvajes como Faster, Pussycat! Kill! Kill! (1965) y Vixen (1968). Hay que aclarar que Russ Meyer. El indiscutible rey del cine erótico no es el primer libro que se dedica en España al director. Hace años Pedro Calleja (responsable de uno de los mejores fanzines de cine fantásticos de este país, el mítico Serie B) dio a conocer su  filmografía en el todavía recomendable Meyerama: las películas y las supermujeres de Russ Meyer (editorial Midons), volumen que incluye una jugosa entrevista con este amante de las mujeres con destacada pechonalidad que fue Russ Meyer. Calleja será, precisamente, el encargado de presentar el libro de Fonte en el Salón Erótico de Barcelona (SEB), que se celebra en octubre. Otros libros del autor de Russ Meyer. El indiscutible rey del cine erótico, son los dedicados a Walt Disney, Steven Spielberg, Oliver Stone, Woody Allen y Robert Zemeckis. El volumen de Fonte, además de biografía y un extenso e interesante estudio sobre todas las películas rodada por el cineasta, incluye filmografía y bios muy jugosas sobre las actrices y actores que intervinieron en sus filmes. La aparición del libro coincide además con el noventa aniversario del nacimiento del director, quien falleció en Los Ángeles, California, en septiembre de 2004.  

UNA MUJER DE ARMAS TOMAR

El escritor y guionista Carlos Álvarez presenta este mes su tercera novela, tras La pluma del arcángel (Alfaguara), título por el que obtuvo el premio Benito Pérez Armas y Si le digo le engaño. 100 kilos a la deriva para salir de la crisis (Hora antes editorial). Lleva por título La señora. Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Fierro (Hora antes editorial), y mezcla realidad y ficción con el objeto de ofrecer un retrato diferente de una mujer adelantada a su tiempo y con tanto peso protagónico en aquellos tiempos en los que Canarias comenzaba a integrarse en la Corona de Castilla. Beatriz de Bobadilla es también protagonista de Doña Beatriz de Bobadilla: drama histórico en cuatro actos, publicado en 1840, y cuyo autor es Manuel de Ossuna y Saviñón y su figura ha sido estudiada, entre otros, por Alejandro Cioranescu (Doña Beatriz de Bobadilla. Una amiga de Cristóbal Colón) y descrita por el polígrafo canario José Viera y Clavijo como una mujer “rara, que teniendo todas las gracias y flaquezas de su sexo, tuvo la crueldad y constancia de un hombre sañudo.”

EDUARDO, ESTÁ USTÉ NOMINADO

El guionista y dibujante de cómics Eduardo González está nominado en la categoría de mejor guionista nacional por Dentro de la noche a los Premios de la crítica de la revista Dolmen en su XII edición, relativa a los años 2011/2012. Un total de dieciséis especialistas ha votado en esta primera fase, la segunda comenzará este mismo 5 de septiembre y el fallo se dará a conocer el 15, coincidiendo con la clausura de las Jornadas del Cómic de Avilés. Eduardo González compite junto a Paco Roca, Gabi Beltrán, Díaz Canales, Cristina Durán y M. A. Giner. Para seguir el trabajo de Eduardo les recomiendo que visiten su para mi imprescindible blog Tirón de ojeras.

HISTORIAS DE UN MAÑO EN AMÉRICA

El ermitaño errante. Buñuel en los Estados Unidos, del catedrático de Historia del Cine de la Universidad de La Laguna, Fernando Gabriel Martín, es un más que recomendable trabajo sobre el cineasta aragonés durante su todavía poco conocida estancia en el país donde ondea las barras y las estrellas. En este volumen, que fue editado hace dos años por la Filmoteca Regional Francisco Rabal (Murcia), el autor propone un riguroso seguimiento por tierras norteamericanos del director de Los olvidados. Gran parte del material es resultado de numerosas consultas en los archivos Rockefeller, Universidades de Columbia y Nueva York; Washington y Los Ángeles. Con suerte, y para buñelistas de pro, el libro aún se puede encontrar en librerías. Como todo el mundo sabe, Luis Buñuel dirigió en su etapa mexicana, a mi juicio la mejor de su filmografía, Él, que está basada en la novela del mismo título de la escritora tinerfeña Mercedes Pinto. Y para no ser menos, recomendamos el visionado de La joven (1960), una de las cintas menos conocidas del director, en la que plantea una reflexión políticamente incorrecta sobre el racismo.

FUERTEVENTURA EN NEGRO

Me informan de una nueva incursión en la literatura negro criminal escrita en Canarias. Aún no he tenido acceso a la novela, aunque las reseñas que he leído no son malas. Se trata de Sangre de perros, de Carlos David Gutiérrez Robayna, y la acción transcurre en la isla de Fuerteventura. Solo que una isla, la de Fuerteventura, de noche, alejada de la brillante y poderosa luz del día.

CORTOS MADE IN CANARY ISLANDS

Tenerife Espacio de las Artes (TEA) acoge el jueves, 13 de septiembre y a las 20.30 horas, el estreno de tres cortometrajes realizados en Canarias. Los trabajos son Nube9, de Josep Vilageliú; Ángeles, de Daniel León Lacave y El duelo, de Borja Texeira. Estas piezas se exhibirán también el lunes, 17 de septiembre, en los Multicines Monopol de la capital grancanaria. Atención a los carteles promocionales de estos tres cortos… Impecables. Esperemos que el resultado en pantalla resulte igual de convincente.

Saludos, cuando despertó, el dolor de barriga continuaba ahí, desde este lado del ordenador.

(www.elescobillon.com)

Sobre dos mujeres y el corto ‘Una puta crítica’

Domingo, Agosto 5th, 2012

LA ÑORA Y LA RUBIA

Ha muerto Chavela Vargas. Una cantante de la que me percaté de su existencia gracias a la versión de Piensa en mi que en su día interpretó Luz Casal para una película del Almodowuar.

No tengo sus discos, pero leo retazos de su biografía donde se resalta que estuvo marcada por el alcohol y el sufrimiento como si con eso quisieran despertar una lástima cínica en el lector.

La Vargas fallece con 93 años… ¿93 años marcados por el alcohol y el sufrimiento? Una buena vida, entonces.

Lo digo porque desafiar a la muerte comprando todos los boletos para adelgazar el periodo existencial en su caso se quebraron. La muerte, a veces, es una discreta olvidadiza.

Su muerte, no tan repentina, coincide con el cincuenta aniversario de la desaparición de otra señora. Se llamaba Norma Jeane Mortenson aunque popularmente se la conocía como Marilyn Monroe.

La rubia de escandalosas caderas que volvía loooocos y loooocas a Tony Curtis y Jack Lemmon en esa obra maestra que es Con faldas y a lo loco.

Yo me quedo, sin embargo, de entre todas sus películas con un título que algunos consideran menor en la carrera de la actriz y en la de su director: Río sin retorno. La firma el señor Otto Preminger, al parecer un hijo de puta cuando estaba tras las cámaras. Si no, que se lo pregunten a Tom Tyron, actor y escritor. Escritor de una novela turbadora, El otro, llevada al cine por Robert Mulligan.

También me gusta la Monroe en Niágara, en Bus Stop, y en casi todo lo que apareció. Los caballeros las prefieren rubias, La tentación vive arriba, de nuevo a las órdenes de ese sátiro salvaje que fue Billy Wilder; Vidas rebeldes, El multimillonario, El príncipe y la corista… Pero donde despertó mis instintos más primitivos fue en Río sin retorno. Todavía me emociono al escuchar su One silver dólar… que cambiando de mano en mano va…

Norma Jeane tuvo una vida también marcada por el alcohol, las drogas y el sufrimiento. Solo que la muerte, en esta ocasión, sí que la encontró ese 5 de agosto de 1962… ¿Caería un puto domingo?

Dicen que se suicidó.

Yo sigo pensando que algo tuvo que ver en su muerte aquel happy birthday, mr. President, que le cantó al canalla de JFK, a quien ¿un tirador solitario? le voló la cabeza un día de noviembre de 1963…

Lo extraño del caso es que estas noticias tristes, negras, manchadas con la sombra de la muerte me ponen muy triste. Sentimental que estoy últimamente. Lo que me hace pensar cómo demonios será mi último día en la tierra de los vivos.

Pero no tengo estómago ni ganas para especular sobre cómo podrá ser mi estado de ánimo cuando me llegue la inevitable fecha de caducidad.

VOLANDO VOY, VOLANDO VENGO

Si hay un cineasta canario que mantiene casi la misma heroicidad por presentar sus últimos trabajos que Joseph Vilageliú ese es Daniel León Lacave, uno de los miembros más activos de esa puñetera pandilla que dice hacer cine leve.

Un cine, llámalo leve o no, cuyo primer antecedente ha sido detectado recientemente en este blog tras dar a conocer la primera experiencia de la inquietante y desconocida (y esto sí que es ir de leve por la vida) Petra Herzog.

Si pinchan el personalísimo blog de Lacave podrán observar su nuevo trabajo adscrito a los presupuestos de esta manera de hacer y quiero pensar entender el cine, Una puta crítica, comedia supuesta donde el director roza el rizo: reírse de sí mismo y reírse de una manera de hacer y entender el cine.

A mi juicio, le falta a este sorprendente y leve chiste egótico mayores dosis de ironía así como de autocrítica. Que nunca es sana pero sí efectiva cuando la cosa consiste en burlarse de las pretensiones de uno mismo, pero tiene su no sé qué.

Y sobre todo el riesgo, no sé si asumido, de la comedia. Una comedia que como todas las buenas comedias deja al final un regusto ciertamente amargo porque como decía el maestro Boris Vian “reírse es bueno y es tomarse las cosas en serio.” O algo así.

Ver su cortometraje ha supuesto al menos para quien les escribe el día que más detesta de la semana –el domingo, of course– que la tela de araña donde crecen y se reproducen sus frustraciones se rasgue por esta  corriente de aire fresco que ha espantado a otro lugar, a otro rincón, los insectos que emborronan mi/su  fuente de ideas.

Lo que le agradezco, porque de bien nacidos es ser agradecidos.

El mejor golpe del corto leve, o leve corto, me parece no obstante la imagen congelada que se ve al final de esta pequeña e interesante confesión de cineasta looooco por el cine ¿leve?

Me refiero a la que cierra los título de crédito para fundir al inevitable negro.

Me recuerda Una puta crítica, además, a un relato leído tiempo a… en Sin plumas o en Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen. Claro que, seamos objetivos, lo mismo da, probablemente.

Lo de probablemente es porque esto ha pretendido ser, precisamente, una puta y leve crítica de cine leve.

(*) En la imagen, y es qué últimamente me ha dado por el cine silente, el gigantesco Harry Lagndon.

Saludos, empiezo a temer los domingos, desde este lado del ordenador.

Mi primer gran beso de cine…

Domingo, Julio 1st, 2012

Leo la última entrada del blog Algo que se parece a cine que firma Daniel León Lacave. Una de esas bitácoras, junto a La flor y la mierda que cultiva El Cuervo, que se han convertido en cita imprescindible por su profundo carácter individual. Por su retrato cotidiano en el que, intuyo, sus respectivo autores dan rienda suelta y sin censuras a lo que mascullan en el calvario de su existencias…

Pese a tanto pirata…

Tanto piraaata….

Con el título de La primera película que vi contigo, Lacave construye un relato emocional y emocionado en el que no solo hace comunión con el cine sino también con las personas con las que compartió intimidad en la sala oscura…

Me ha llegado tanto su post que me ha hecho recordar experiencias parecidas en mis ya cada vez más esporádicas incursiones por las multisalas en que se han convertido los cines de mi ciudad. Una ciudad a la que, curiosamente, le separa una lengua de mar de la que habita Lacave.

En la calle, mientras tanto, todo el mundo está atento a un partido de fútbol que ignoro porque nunca fui aficionado a ese deporte que dice es Rey.

Oigo por el patio interior alguien que toca un cencerro.

Y un grito: ¡van cuatro!

Pero me resbala.

No soy un aficionado a ver deportes y, por lógica, a practicarlos.

Eso explica mi descuido físico. La barriga que cada día aumenta de tamaño… Mis bostezos cuando se empeñan en atraerme a un espectáculo en el que no encuentro otra magia que la de veinte tipos corriendo en calzones cortos detrás de un balón…

Claro que todo puede tener una explicación.

Cuando hacía que jugaba siempre me tocó ser el guardameta.

Aunque no tuve que hacerlo mal cuando los colegas del barrio me conocían como El pulpito porque solía parar la mayoría de los balones que tiraban a puerta.

Es verdad que no con las manos sino con la cabeza.

Y fue con la cabeza cuando detuve el segundo penalti que me otorgó el apodo que mencionaba unas líneas más arriba.

Creo que esa parada, o paradón como aún me recuerda algunos de los colegas con los que formaba equipo, fue responsable de que hoy lleve gafas. Que forme parte del club de los gafotas.

Aunque llevar gafas me ha librado de algún encontronazo callejero.

En cierta ocasión le recriminaron sus propios compañeros a un gorila que me iba a machacar que no fuera cobarde. Que no sacudiera a un tío que llevaba gafas.

En otra, por el contrario, y mientras me liaba a patadas furiosas, un hijo de puta al que espero que los dioses tengan en su gloria me las rompió con las manos.

¿A qué viene todo esto?

Ah, al último post que sube León Lacave en su blog.

Decía que me ha conmovido su lectura. También que ha despertado fantasmas que creía enterrados en mi memoria. En definitiva, que ha abierto la llave de la nostalgia.

Esa llave que siempre dejo medio abierta. Como la del gas de mi mansión.

Soy un animal de costumbres solitarias. Una especie de caminante que hace camino al andar sin otra compañía que la de su sombra.

Durante un tiempo, y ya lo he contado en este mismo blog, iba al cine cuando el cine era cine en compañía de amigos de sospechosas costumbres.

Más que ir al cine pues, la cosa era hacer el gamberro aunque yo lo que quería era ver la película.

Con esa pandilla de gamberros a la que pertenecía me colaba en las sesiones que proyectaban películas clasificadas S porque entre tanta marabunta, el portero –guardameta– era incapaz de detener a los menores de edad que entrábamos como una lluvia de goles mientras le dábamos el billete sin mirarlo nunca a los ojos.

“No lo mires nunca a los ojos. Manten la cabeza baja” era la consigna revolucionaria.

Así vi –nunca mirando a los ojos, manteniendo siempre la cabeza baja– entre otras producciones de soft porno las que firmaba Max Pécas.

Yo soy ninfómana fue una de ellas…

También cayó Las aventuras de Flesh Gordon, una parodia de las historietas bizarras del héroe creado por Alex Raymond

Más tarde –adulto que se dice– vi estas dos cintas que para mi fueron capitales en aquel periodo de mi vida. Y fue como reencontrarme con aquel chaval gafudo que de puro nervio –el mismo nervio quiero pensar de los que ahora mismo están celebrando la victoria de la selección española– imaginaba que aquel pírrico éxito haría que le fuera mejor en la vida.

Cuatro goles, grita el vecino del puñetero cencerro.

Comencé a ir al cine gracias a mi padre.

Más tarde con mis hermanos y después con amigos.

Con chicas vino mucho tiempo después. Y nunca las tuve todas conmigo.

Tras ver Apocalipsis now! en un cine llamado Numancia salí de la sala haciendo que estaba en un helicóptero matando vietcongs.

Tatatatatatata

Cuando vi que la chica me miraba con ojos de morsa le pregunté qué le había parecido la película.

- Un horror.- me respondió.

 Aquella relación estuvo condenada al fracaso desde el principio.

¿Qué hacía un tipo que solo sabía decir tatatatata con una chica tan sensible como ella?

¿Dónde estará ella?

Tatatatata.

Más tarde, y residiendo en Madrid, me dio por el cine que llamaban de arte y ensayo.

Solía aburrirme bastante cuando entraba en los Alphaville pero la moda era así y yo, que siempre fui esclavo de la moda juvenil, claudiqué.

En aquel tiempo casi todo el mundo gafota que conocía ponía por las nubes a un cineasta norteamericano del que hace años no se habla: Alan Rudolph.

Me tragué con bastante dolor de estómago muchas películas del señor Rudolph. Pero hay una en especial que detesto: Los modernos.

Y la detesto porque por ahí aparece un actor que hace de Francis Scott Fitgerald que no dice nada en la película salvo la de tomar lingotazos de ginebra.

- Fue un borracho.- me dijo la chica con la que fui.

- Bueno, síUn borracho, pero escribió El gran Gastby, A este lado del paraíso, Suave es la noche y…

No me dejo terminar.

Con ella fui a ver –me invitó ella– Bagdad Cafe.

En pantalla aparecía haciendo de secundario un viejo amigo: Jack Palance.

Cuando salimos, la amiga me exigió la valoración de rigor.

- Es bonita la canción.- respondí.

No sé si al día siguiente –o al otro del otro– me metí en una sala de sesión continúa próxima a la glorieta de Quevedo en la que se reponía En compañía de lobos junto con Lifeforce. Y ahí estaba sentado observando como los zombis vampiros tomaban la ciudad de Londres cuando un viejo comenzó a rozarme con los dedos la entrepierna.

El caso es que estaba tan metido en la película que mis alertas comenzaron a sonar cuando los dedos se transformaron en una mano que, presuntamente, acariciaba mi entrepierna.

- Pero ¿qué coño hace?.- exclamé poniéndome de pie.

Alguien del fondo soltó una risita.

El viejo lanzó un grito enojado y yo me cambié de lugar.

Me puse al fondo, donde las parejas más que ver la película aprovechaban para darse besos tan sonoros como los chillidos de los vampiros zombis.

Cuando volví a quedar con la amiga para ver una película le sugerí acudir a ese mismo cine que se encontraba próximo a la glorieta de Quevedo.

- No ponen nada interesante… pero en los Alphaville han estrenado Yo te saludo María, de Godard.

Malditas las ganas que tenía de ver una de Godard. Claro que…

- Vamos a verla, pero nos ponemos al fondo de la sala.

Desde ese día, y a pesar de que cordialmente detesto las películas de Godard, reconozco que le debo mi primer gran beso en la sala a oscuras.

Un beso producido, lo sé bien, por el aburrimiento de lo que estábamos viendo en pantalla.

Primero nos tocamos las manos como quien no quiere la cosa. Después, imitando al viejo, dejé caer mi mano sobre su muslo pese a que ella cruzara las piernas. Luego apoyé la cabeza sobre su hombro musitando algo así como que tenía sueño.

Cuando salimos de la proyección, un corro de ultraderechistas protestaba contra Yo te saludo, María.

María…

La del dulce beso.

Yo, desde ese día, defiendo y elevo a un altar la dichosa película de Godard.

Claro que no la vi.

Pero me sabe a mi primer beso en un cine…

 Saludos, han comenzado a sonar las putas vuvuzelas, desde este lado del ordenador.

Cine leve, ¿leve?

Jueves, Abril 19th, 2012

Decíamos ayer

Sesión de cine leve en TEA Tenerife Espacio de las Artes.

La sala no está abarrotada pero parece que flota en el ambiente buenas vibraciones. Esto me hace suponer que todos los que están saben de qué va esto del cine leve. Es decir, que son espectadores avisados, que conocen las carencias y pretensiones de hacer este tipo de cine cuyo mayor mérito es que continúa latiendo pese al estado moribundo en el que se encuentra el cine español y, por extensión, el que se hace en Canarias.

La sesión incluye tres piezas: El hijo de Pasolini, de Pedro García; Naturaleza viva, de Josep Vilageliu, y El último plano, de Daniel León Lacave.

Se apagan las luces. Y yo, que soy de culo inquieto, me pregunto cuantas veces voy a moverme en la butaca.

El primer corto que perfora la pantalla es El hijo de Pasolini, de Pedro García. En la presentación, Vilageliú advierte a los espectadores lo que nos espera. Anima más o menos a que el espectador se deje llevar por las imágenes. A que no arme una historia en su cabeza… El hijo de Pasolini quiere ser así, pienso, un trabajo de sensaciones.

Una pareja juega (Rubén Darío y Marine Discazeaux) en lo que, supongo, fue un ingenio hoy abandonado de caña de azúcar. No pasa nada. Bueno, la pareja parece que tontea.

La pareja se encuentra ahora en una habitación. Él lee, ella parece que escucha. En off se recita en italiano un poema del director de esa obra maestra del cine verdad que fue y es Saló o los 120 días de Sodoma.

Para los que desconozcan el idioma de Papini, Malaparte, Buzzati o Moravia, se agradecen los subtítulos en castellano que traducen los versos.

El problema es que, como espectador, disfruto más de las palabras del maestro que de las imágenes que, presuntamente, quieren hacerle justicia.

Fundamos a negro.

El segundo cortometraje de la jornada es Naturaleza viva. Lo firma Josep Vilageliú, el padre fundador de este movimiento que se autodefine como cine leve.

Vilageliú es tan productivo cinematográficamente hablando como lo fue literariamente hablando Benito Pérez Galdós. Su constancia, los cortos y largometrajes que presenta con una periodicidad que resulta abrumadora se caracterizan así por un sello, un estilo que es cien por cien Vilageliú.

Por ello, y a estas alturas, ya no me siento engañado por lo que veo en pantalla. Casi parece como si el cineasta rodara una y otra vez la misma película. Asumo así sus claves, que esconde a través de pudorosas metáforas.

En este sentido, Joseph Vilageliú construye poemas visuales –que lo son–  en cualquier escenario. En esta ocasión, propone una nueva relectura a sus constantes en torno al universo del vino y la fruta que lo genera: la uva.

Protagonizado por Verónica Galán y José Sosa, Naturaleza viva hay que verla como un ballet en el que la mujer invita al hombre a soñar en el gozoso disfrute del sexo y en el que el hombre intenta atrapar a la mujer iniciándola en el gozoso disfrute del vino.

Dividida en dos tiempos, o estaciones: verano e invierno, quiero entender Naturaleza viva como un emocionado canto erótico al vino: a la vida.

Y todo ello narrado a través de dos protagonistas que se acercan y que se alejan mientras la cámara recorre las entrañas de una bodega.

Sin embargo, y a mi juicio, El último plano, de Daniel León Lacave, es el cortometraje más agradecido en esta noche de cine leve.

También está protagonizado por dos actores –Lamberto Guerra y Penélope Acín–, pero en contra de El hijo de Pasolini y Naturaleza viva hay diálogo.

Me desconcierta El último plano.

Sabe a reencuentro amargo y a una tierna declaración de amor a los que hacen cine por amor al arte.

El corto me hace reír pero también me hace emocionar por el carácter crepuscular que tiene.

De demoledor, por resignado, se acabó esto de soñar.

El último plano respira una tierna verdad que desarma. Y es un vigoroso homenaje a todos esos locos que arriesgan el poco dinero que les queda en la cuenta corriente por intentar creerse el sueño del cine.

Es el primer cortometraje canario que se molesta en rendir homenaje a los cortometrajistas canarios independientes. Un tributo en el que además de nostalgia hay un agradecido e insólito sentido del humor para todos aquellos hombres y mujeres que siendo capaces han visto frustradas sus esperanzas cuando llegaron a la conclusión que es inútil confiar en la subvenciones si no perteneces a la familia. A esa endogamia, comenta resignado y con desarmante sentido del humor el personaje que interpreta Guerra –en la ficción hoy un hombre con trabajo estable– que vuelve a ser tentado por el veneno del cine cuando se reencuentra con su Eva.

Feroz zarpazo el que Lacave hace a lo que ha terminado –sugiere– el cine canario que respalda el miope Gobierno regional y los festivales que solo recompensan –da a entender con esa irónica mirada a cámara que hace la pareja protagonista– el trabajo de los de siempre.

Los que tienen nombres y apellidos.

El último plano es así, y a su peculiar manera, un poema.

O una reflexión personal de cine dentro de cine ¿leve? cuya sinceridad, profunda y para nada leve, desarma.

Saludos, espero que no sean leves, desde este lado del ordenador.

¡Achamán! Un corto canario cuenta una historia

Sábado, Diciembre 10th, 2011

Si para quien les escribe Los pechos de Paula de Daniel León Lacave fue uno de los descubrimientos más felices del cortometraje rodado en Canarias en los últimos años precisamente por evitar facilones experimentalismos y preocuparse en contar una historia que fuera entendida por públicos de distintas edades y condiciones, me han vuelto a asaltar estas mismas sensaciones la pasada noche mientras veía Hermanos de sangre, la segunda experiencia cinematográfica del granadillero Damián Armas.

En ambas cintas –Hermanos de sangre y Los pechos de Paula–  se producen una serie de casuales coincidencias que ponen de manifiesto, a mi juicio, que el corto canario puede ir más lejos de su habitual y roñosa mirada de ombligo y de lo que algunos osados insisten en denominar como cine guerrillero (¿?).

Hermanos de sangre cuenta simple y llanamente una historia. Y si bien al final se le va un poco la pinza, no deja de resultar un atractivo trabajo de entretenimiento ambientado en los años sesenta en un pueblo del sur de Tenerife que podría ser cualquier pueblo de estas islas abandonadas de la mano de los dioses.

El filme propone, a ratos con un interesante realismo poético, el relato de dos hermanos campesinos al que la fuerza de las circunstancia separa aunque vuelvan a unirse dos años después. Los hermanos son las dos caras de una misma moneda, una especie de Caín y Abel que no están sometidos a la mirada castigadora de un Dios vengativo sino de una madre ida, alcohólica y amargada.

Está bien dibujado, en este sentido, el retrato aislado y rural en el que se mueven en principio estos tres personajes. Personajes que se muestran con una tosca pero también agradecida canariedad que, en su segunda mitad, se transforma en un drama con la aparición de un cuarto personaje, una atractiva mujer que despertará los celos en sus dos protagonistas masculinos.

A Hermanos de sangre se le puede cuestionar muchas cosas. Entre otras, una realización demasiado estática, casi más pendiente de la historia que en cómo traducirla en imágenes, pero ese –quiero pensar que involuntario clasicismo– encaja bastante bien en una trama que sabe despertar emociones y cuyo peso descansa en el trabajo de unos actores que lo hacen realmente bien. En especial la notable actriz cubana Mirta Ibarra, que interpreta el papel de la madre de los dos hermanos.

El corto de Damián Armas, que se estrenó el viernes 9 de diciembre en el recuperado cine Víctor de la capital tinerfeña con una sala repleta de público, no me ha parecido así cine soso sino cine, muy al contrario, que logra atrapar la atención del espectador. Que se mete en la pantalla porque desea conocer como terminará la historia.

Historia que no es otra cosa que un interesante, y más que filial, homoerótico drama familiar con una curiosa y trágica vuelta de tuerca que se desarrolla en una agreste geografía sureña.

Y la cosa, ¡Achamán!, funciona.

Funciona porque el público la contempla  con atención. Tanta, que escuchas el murmullo de algunos espectadores que se quieren adelantar a la acción (¡el mudo, el mudo la mata!, oí durante la sesión) mientras otros lamentan las vicisitudes que castigan a sus personajes.

Bastantes de esas murmuradas conversaciones me llegaron como olas que arrastra el mar hasta la orilla mientras observaba estos Hermanos de sangre rodeado de rostros desconocidos.

Con todo, no es un corto redondo. A veces se pierde y su final no termina de cuajar con una historia que hasta ese momento si por algo se distinguía era por su creíble dramatismo, pero gustará a todos aquellos que solo esperan de una película algo tan difícil como es que le cuenten una historia.

Y esta experiencia, modesta pero también ambiciosa en sus pretensiones, convence en ese aspecto.

Es decir, que tras verla sales con la sensación de que no te han tomado el pelo. Y eso cuando hablamos de cortos canarios es un feliz descubrimiento, habituado como estoy a aburrirme con tantas experiencias pseudo intelectuales con pretensiones autorales.

Afortunadamente, Hermanos de sangre no va en esa línea. Es cine bien escrito y cine bien rodado. Apto para toda clase de públicos.

Y ese, a mi juicio, es su mayor virtud.

Entretiene.

El mudo, el mudo la mata. La mata…

Saludos, es lo que hay, desde este lado del ordenador.

‘Banda aparte’

Miércoles, Julio 13th, 2011

Entre las muchas cosas  que tiene el cortometraje que se está empaquetando en la actualidad en Canarias destaca su variedad temática y su sentido del riesgo involuntario que convierte en marcianas la mayoría de estos trabajos.

También, destacaría, su insólita falta de voluntad para trascender las fronteras insulares. Es decir, mostrar estas incursiones en otras geografías.

Es probable que entonces otro gallo cantara.

Escribo esto porque al margen de las producciones que cuentan con apoyo institucional cohabita un grupo de cineastas que realiza sus películas por la puta cara con una profesionalidad dentro de sus limitaciones que merece, a nuestro juicio, cierta benevolencia como espectadores críticos.

Me explico, esta gente, estos cineastas que literalmente sacrifican parte de sus ahorros para levantar un proyecto son de hecho los que están contribuyendo a nutrir de títulos lo que podríamos llamar nuevo cortometraje canario.

Y si bien la mayoría de estas piezas no terminan de sorprenderme porque –sinceramente–  no sé aún lo que pretenden hacerme creer, en otros casos sí que he descubierto miradas interesantes que me hacen plantear hasta donde podría llegar esa banda aparte si contara con presupuesto y tiempo suficiente para desarrollar sus ideas.

Dicho esto, que quede constancia que los cortometrajes canarios que he visto este miércoles 13 de julio en Tenerife Espacio de las Artes (TEA) y que el jueves 14 se exhiben en los Multicines Monopol de la capital grancanaria, sin haberme llenado tampoco me han resultado intelectualmente insultantes.

Los tres trabajos resultan a su manera sinceros aunque se pierdan en reflexiones algo (argo) crípticas por un sentido equivocado de lo que entienden sus directores es la poesía cinematográfica (¿?). 

Compruebo así, una vez más, que estos cineastas  apuestan más por las historias intimistas que por reflejar la realidad que los rodea. Lo que me apena, aunque es de agradecer que dos de los cortos exhibidos este miércoles hayan apostado por salir a la calle y contar su relato poético  aprovechando los exteriores del paisaje urbano de la capital grancanaria.

La noche se inicia con Rota, producida, dirigida y escrita por Daniel León Lacave.

Si la memoria no me falla, Rota es una película que transcurre de hecho en exteriores. Alguna calle, un cementerio, una playa…

Rota es un cortometraje curioso. Con miga y una caracola (rota) como absoluta y muda protagonista a través de la cual se mueven una serie de personajes a la deriva que han perdido la razón de su existencia para transformarse en vivos muertos.

Que no es lo mismo que no muertos.

El grueso de esta triste historia de ausencias se desarrolla en un cementerio  y si bien el penoso sonido con el que veo la película no contribuye a que mi valoración sobre ella sea lo pertinente que desearía, Rota sabe transmitir cierta congoja.

Claro que quien le escribe siete debilidad por los trabajos que ha visto de Daniel León Lacave. Y siente debilidad porque reconoce en su director mirada y constantes. Constantes que si bien no terminan de atarse demasido bien en Rota, conservan las señas de identidad de un cineasta que para quien les escribe supo tocarle el alma con Los pechos de Paula, probablemente el corto más arriesgado y narrativo que ha visto de los cineastas banda aparte canarios en los últimos años.

Los protagonistas de la cinta (todos bien pero sin estrindencias) son: Lamberto Guerra, Paula Garodri, Marga Arnau, Juan Peña, Víctor León y David Curtelin.

La reina de las hadas es el segundo cortometraje de la jornada. Se trata de un trabajo dirigido y escrito por Armando Ravelo.

La reina de las hadas es un cuento. Un cuento agridulce que tampoco puedo apreciar como debo por el penoso sonido, lo que me invita a recomendar a TEA a que lo mejore por el bien de sus autores y de todos nosotros, el público.

La reina de las hadas es una cinta sencilla y fantastique. Y si bien no llena  tampoco desagrada.

Sus protagonistas son Naira Gómez, Vicente Ayala y Sofía Ojeda.

La tercera película se titula Litio, de Adrián González.

El trabajo tiene su mensaje pero abusa de la voz en off para describir escenas que estás viendo, precisamente, en pantalla.

Tiene su gracia, no obstante. Una gracia amarga.

Sus protagonistas son las actrices Acerina Cruz y Nayra Ortega.

Conclusiones:

Pues que se nota que estos tres trabajos están rodados con entusiasmo y una fe en continuar rodando películas que valoro, por razones obvias, en los que forman la banda aparte del nuevo cine canario.

Su duración, además, es lo suficientemente corta para no indignar a los que formamos –banda aparte– eso que debería empezar a llamarse sacrificados espectadores del nuevo corto canario. 

(APLAUSOS)

Saludos, en fin…., desde este lado del ordenador.