“Estos hombres no son negros, ¡son ingleses!”

“- No voy a hacer de ellos una nación –dice–. ¡Voy a hacer un imperio! Estos hombres no son negros, ¡son ingleses! Mira sus ojos, mira sus bocas. Mira la forma en que se tienen de pie. Y se sientan en sillas en sus propias casas. Son las Tribus Perdidas, o algo por el estilo, y han nacido para ser ingleses. En primavera voy a hacer un censo, si los sacerdotes no se asustan. Deben de haber sus buenos dos millones en estas colinas. Los poblados están llenos de niños. Dos millones de hombres… Doscientos cincuenta mil guerreros… ¡y todos ingleses! Sólo necesitan rifles y un poco de entrenamiento.”

(El hombre que quiso ser rey, Rudyard Kipling. Traducción: Encarna Castejón, Ediciones Destino, 1989)

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