La foto del día después (¿en clave de Ja?)
En la imagen se ve a Súper Coco celebrando que Cristóbal de la Rosa (que es de las gafas, no confundir con el tío de azul y sonrisa cínica que tiene al lado, que es Súper Coco) haya firmado sin dudarlo bastante, esa es la verdad, el contrato por el cual el TEA se compromete a exhibir durante todo el 2009 la filmografía completa e “independiente” de los Teleñecos. Cristóbal de la Rosa explicó que se proyectarán las películas en versión original con subtítulos en español y destacó que se tratan de trabajos que huyen del sentimentalismo y la roñosa nostalgia. Pese a todo, confesó que lleva muy pegado a su corazón a la rana Gustavo. Alguien le preguntó entonces si recordaba también a la cucaracha de Anaxágoras pero tuvo que ser un niño quien recordara a los asistentes que ese personajes no forma parte de la tropa de los Teleñecos, aunque sí de otro circo de cuyo nombre es mejor no acordarnos.
Diciembre 30th, 2008 at 19:17
Te veo en forma, compañero, pero no seas tan críptico, pues ese Anaxágoras merece aparecer en escena con su nombre y apellidos. ¿Por qué tu periódico no recoge ni ayer ni hoy la emotiva “manifestación” del domingo?. Los demás, con una mayor o menor difusión, lo hacen. No imagino a Jokin pasando de eso. Un beso, y espero que esté mejor tu gripe. Felicidades a los comentaristas de las anteriores entradas de tu cuaderno de bitácora y, por qué no, feliz 2009, año del Víctor.
Diciembre 30th, 2008 at 23:44
Ay, que un representante político (más aún cuando lo es en el área de cultura y patrimonio) dé una coz a la nostalgia como la que dio ayer éste en concreto en su entrevista…
Yo he mantenido, en algún comentario anterior, que la necesidad de que el cine continúe abierto no es una cuestión de nostalgia, sino de visión de futuro. Pero escuchar esto convertido en “no por nostalgia sino por ideas”… y esa aseveración tan potente de que los dineros públicos no soportan bien la nostalgia, y dígame usted esa pregunta que nos hace, dice, para ampliar el debate y hacerlo más intelectual: “¿Tiene la nostalgia un valor medible para las arcas públicas, o debe atender primero cuestiones sociales importantes para aquellos ciudadanos que sufren en esta isla?”
Me temo que nada tiene que ver esta última pregunta con el tema de la nostalgia, sino con la velada amenaza de que cuidado, la cultura es prescindible y siempre nos resultará políticamente más rentable venderle a la gente que nos ocupamos de sus necesidades sociales. Y que un representante (político) de la cultura nos diga que la cultura es prescindible… Y que tengamos que soportar de un representante de la cultura semejante chantaje. Es muy evidente, Sr. representante político nuestro (y acaso más representante de los que hacen cultura y disfrutan de ella que de los demás), que no es de recibo que nos mezcle en una misma frase “cultura” y “necesidades sociales” –tremenda demagogia— como si precisamente usted, representante de esa parte de la administración que administra el presupuesto destinado a cultura, acusara a quienes gustan de determinado tipo de cine, literaturas, pinturas, fotografías, de estarle quitando el pan de la boca a quienes necesitan asistencia social.
Tal vez no sea una amenaza, y lo haga simplemente para molestar a aquellos a los que usted debería representar con más ahínco (acaso porque hayan demostrado un poquito de desacuerdo con ciertos aspectos de la decisión que ha tomado).
No estamos en la obligación de estar completamente de acuerdo con usted. Tampoco tenemos por qué estar callados si no estamos completamente de acuerdo con usted.
Pero, volviendo al tema de la nostalgia: si por nostálgicos se refiere a aquellos que desean que el cine Víctor siga abierto porque forma parte de su memoria infantil y juvenil… La respuesta es sí, la nostalgia tiene un valor medible en los presupuestos públicos: qué, si no, hacemos cuando financiamos las fiestas de los pueblos, el carnaval, sino dar a mucha gente la posibilidad de rememorar sus buenos tiempos mozos, cuando acudían a esas fiestas, y permitir que las nuevas generaciones atesoren una nostalgia que van a sentir por esas fiestas en el futuro. Ustedes han ampliado el presupuesto de fiestas, tengo entendido, los presupuestos, pues, de la nostalgia. ¿También esos deberían ser utilizados para solventar problemas sociales?
Si por nostálgicos se refiere a aquellos que piensan que el cine debe seguir abierto porque es una pieza ya histórica, un monumento, que si se cierra se deteriorará y lo perderemos… Sí, la nostalgia tiene un valor medible en los presupuestos de toda Europa, desde ciudades como Roma, Berlín, París, hasta mucho más abajo.
Nadie en su sano entendimiento de las cosas ha puesto el acento en que lo importante de todo esto es que se pierda o no la posibilidad de ver cine independiente. No hay ningún problema con que se sume un espacio a las proyecciones de un cine que está al margen del conducto comercial de distribución. Al contrario, es deseable. Son muchas las voces que han puesto su acento en el valor patrimonial de la sala.
Las personas que protestan no son interlocutores porque, según usted, no “locutan” ni aportan ideas. ¿Decir NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR le parece a usted una pista pequeña, una idea confusa, de lo que quieren? Es que resulta que el trabajo de buscar las soluciones concretas, coger el teléfono y llamar a donde haya que llamar, no es el trabajo de esta gente, sino de personas como usted, que ostentan un cargo y a quien se le paga un sueldo (¿también ese se le quita de la boca a quienes tienen problemas sociales?)
Al final va a resultar que todo esto lo hace para llamar la atención –estrategia política o vanidad—, o, si no, para llamar la atención sobre el cine Víctor, acaso para que otras instituciones se impliquen con usted en su gestión. Y de ser esto así, esas personas que han dicho NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR, colaborando para llamar la atención sobre este asunto y ayudándole en su objetivo, ¿no merecen mejor consideración de la que usted le dispensa en la entrevista? ¿O es que usted se hubiese visto en la necesidad de sentarse a hablar del tema con los profesores universitarios a los que se refiere con admiración, si no fuese porque, durante un tiempo, algunas personas se han manifestado y dicho NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR?
No es verdad que las personas que se han manifestado en contra del cierre del cine Víctor no hayan aportado nada, han aportado lo que les toca. ¿Que no han aportado ningún proyecto, ninguna llamada, ninguna idea? Es que su proyecto, su idea, su llamada es NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR. Y a usted y a personas que ostentan cargos políticos como el suyo le corresponde administrar ese proyecto, esa llamada, esa idea.
Dice: “Todos los que amamos la cultura debemos demostrar que somos un sector serio, que disiente y trabaja”. Pues nos está haciendo disentir muchísimo más de lo que nos gustaría, y trabajar, anda que no da trabajo tener que manifestarse y escribir cosas como esta. Y si es cierto que le gusta tanto la frase de Vicente Hernández Pedrero (“seguro que hay algún punto en el que el interés de todos confluye”), por qué no la practica, usted el primero. Es tan difícil comprender que el interés de todos (parece que de usted también) es que la sala siga abierta. A ver si va a resultar que lo que pretendía decirle Vicente Hernández Pedrero es que se dé cuenta de que lo que promulga la gente del NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR y lo que usted promulga, son, en el fondo, la misma cosa; que no se enfrente a ellos, que no los menosprecie y descalifique (“Lo que he visto es una preocupante ausencia de argumentos intelectuales”); que en este asunto no debe haber dos partes enfrentadas, sino todos en el mismo barco remando en la misma dirección; que ponga usted el acento, por favor, en aquello en lo que usted y los del NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR están completamente de acuerdo.
Si, tal como dice, “la participación de los profesores citados ha sido muy rica desde el punto de vista intelectual y nos ha ayudado a rectificar”, por qué no pone el acento en eso, en que ha rectificado; en que ha habido algún tipo de rectificación; en que, tras este proceso, ha habido algo que le ha hecho rectificar, palabra mágica que lo desactiva todo. Los profesores citados no vienen a decirle nada muy distinto de NO AL CIERRE DEL CINE VICTOR. Han puesto sobre la mesa, ante sus ojos, una serie de datos para defender que la sala continúe. Por cierto, ¿algo nuevo? ¿Algo que usted no pudiera comprender por sí mismo, haciendo uso del sentido común, como responsable político-cultural que es y que si necesita asesoramiento antes de tomar una decisión, lo pide a quien haga falta?
Y con todo, lamento tanto tener que escribir todo esto. Si yo no tengo nada contra usted. Si ni siquiera me he preocupado en saber a qué partido político pertenece antes de escribir estas líneas (con lo fácil que sería que me informara). Si no es un problema ni personal ni partidario. El problema es que se deteriore un espacio que es historia del siglo XX, y que, si ahora parece una cosa del pasado, más que del presente, dentro de 20 o 30 años, para una ciudad como Santa Cruz de Tenerife, va a ser impresionante contar con un cine de pantalla única de esas características. Que la exhibición de cine está en plena transformación. No sabemos dónde va a acabar todo. Se trata de que comprendamos que no estamos ante algo que no tenga ningún valor más allá de lo que pueda exhibirse en su pantalla y lo que se pueda recaudar en su taquilla: en sólo un siglo de cine se ha cubierto una etapa importantísima de la Historia de éste; directores de clásicos como “Matar a un ruiseñor” se están muriendo ahora. Todo ha ido muy rápido. Aunque pudiera no parecerlo, salas como la del Víctor, que las distribuidoras comerciales desecharon hace años, representan una manera de entender la difusión del cine en su máximo apogeo, en pleno “siglo del cine” (y no sabemos de qué va a ser siglo este en el que estamos, lo cual quiere decir que si el cine Víctor representa lo que decimos del “siglo del cine” en su máximo apogeo de difusión en salas, estamos hablando de representar mucho, y es el último que queda para representarlo en toda Canarias).
Y por eso no nos queda más remedio que escribirle a usted. Y con hastío, y con cansancio, y deseando que llegue pronto el día de no tener que hacerlo, entonar, como Josep Vilageliu, estas nuevas palabras:
SÍ A LA APERTURA DEL CINE VÍCTOR,
hasta que usted, u otro representante político, encuentre políticamente rentable buscar una solución para que Santa Cruz de Tenerife, Tenerife, Canarias, no se quede sin Cine Víctor para siempre.
Enero 1st, 2009 at 12:31
¿Los teleñecos? Hay cosas que sigen sorprendiéndome… Feliz ‘09
Enero 1st, 2009 at 13:20
Esperanza, no tengo ni la menor idea de quién es Anaxágoras. Sólo sé que si firma con pseudónimo es porque quería esconder su nombre y la sarta de mentiras que publica ese diario de cuyo nombre no quiero acordarme.
Totalmente de acuerdo con usted, don Nicolás.
Y a Cé, ¿no eran los Teleñecos?
Saludos amigos extraterrestres.