Carlos Rivero: “Esta exposición habla de deseo y libinosidad, pero también de espiritualidad y sosiego”

Diciembre 3rd, 2024

Dulces sueños es el título de la exposición que Carlos Rivero (Santa Cruz de Tenerife, 1964) presentó en TEA Tenerife Espacio de las Artes hasta el pasado domingo, 1 de diciembre. La muestra, que formó parte del ciclo Filtraciones, reunió un centenar de piezas, entre dibujos, pinturas y esculturas, que el artista viene realizando desde hace unos “dos o tres años”, dice. Obras, en conjunto, que revelan las contradicciones de un artista que vuelca lo que le nace de dentro en unas producciones que tienen señas de identidad propia.

Esta mirada, única e intransferible, hace que Dulces sueños alcance dimensiones muy atractivas para explorar y, al mismo tiempo, conmover el ánimo del espectador. Para el artista, el título se trata, en este aspecto, de “casi una paradoja” ya que por un lado “existe la necesidad de encontrar un lugar plácido” y, por el otro, encontrarse con “conflictos evidentes que nos recuerdan que el mundo es lucha y batalla”.

Carlos Rivero estudió Bellas Artes en la de Universidad de La Laguna y terminó sus estudios en la Universidad Complutense de Madrid por la especialidad de Grabado. Ha expuesto individuales en galerías y salas de arte de Madrid como la Galería Estampa o Tercer Espacio, lo mismo que colectivas en esta misma ciudad, como es el caso de la Galería Fernando Pradilla. Actualmente reside en Tenerife en donde expone regularmente. Carlos Rivero es también editor de libros de artistas, como muestra la serie Carne, con más de una decena de entregas. Además de su incansable experimentación en el terreno de la pintura y del dibujo, Carlos Rivero ha desarrollado desde hace varios años trabajos de vídeo-creación, estableciendo vasos comunicantes entre las obsesiones y los seres que habitan su pintura. Cinco de estos trabajos se exhibirán el próximo martes, 26 de noviembre, en TEA Tenerife Espacio de las Artes a partir de las 19.00 horas, experiencias que califica como películas “íntimas, mínimas” y proyectos pequeño y de “casi inexistente presupuesto”.

- ¿Cuándo comienza a notar interés por el arte?

“Yo vengo de una familia que no está relacionada con el mundo artístico, solo existía el deseo por parte de mis padres que sus hijos llegaran a un lugar superior al que habían llegado ellos, darnos estudios. Yo elegí hacer Bellas Artes y desde el principio me di cuenta que tenía facilidad para ciertas disciplinas como la pintura y el dibujo. Desde ahí he seguido trabajando y formándome en una profesión que cada día me parece o muy fácil o muy compleja”.

- ¿Y qué influencias reconoce en sus creaciones plásticas?

“Creo que muchas de mis primeras influencias lo siguen siendo aún hoy en día, por ejemplo Zurbarán o Dalí, que me parecen artistas muy complejos y auténticos, llenos de matices que a través de los años han hecho crecer sus figuras. Al mismo tiempo y durante un largo periodo me interesó la pintura de George Condo o compañeros más cercanos como el asturiano Luis Vigil”.

- ¿Por qué Dulces sueños?

Dulces sueños es casi un título paradoja, por una parte existe la necesidad de encontrar un lugar plácido, es un deseo o una invocación, y al mismo tiempo en la exposición nos encontramos ante conflictos evidentes que nos recuerdan que el mundo es lucha y batalla”.

- ¿Cómo se ha dispuesto el espacio expositivo en TEA y qué tal ha sido la relación con el comisario de la muestra?

“Mateo Maté es amigo desde los tiempos de la facultad, él es artista y ha tenido la deferencia, desde ese lugar, de comisariar esta exposición y la anterior en el espacio Nadie nunca nada no. Mateo seleccionó imágenes y me sugería que las siguiera desarrollando, entre lo que se proponía y los resultados que yo terminaba trabajando hubo una distancia que al final era la propuesta. Ese era el juego, sugerir e intuir y desde ahí se fue creando la trama que vemos en esta exposición de TEA. El director del montaje Ramón Mateo planteó una disposición ortogonal de las piezas creando un espacio de orden y armonía”.

- ¿Y qué pretende transmitir con las obras que reúne en esta exposición?

“Las obras fueron creadas en diferentes fases, cuando se prepara una exposición así nos encontramos con trabajos ya acabados y otros que nos permiten las variables para que todo tenga otro sentido. Por lo tanto las acuarelas de gran formato, que fue el trabajo último, permitió jugar, como en una contraposición, con zonas de oscuridad y otras de luz, imágenes en las que el deseo se muestra desde la sombra a otras en las que hay una relación con las ilustraciones o incluso con el manga. Creo que esta exposición habla de deseo y libinosidad, pero también de espiritualidad y sosiego”.

- Dulces sueños reúne obras en las que ha ido trabajando en los tres últimos años. ¿Aprecia cambios con respecto a su producción anterior?, ¿reconoce una evolución en su trabajo?

“En mi trabajo han habido fases, etapas, incluso algunas series muy amplias muy poco vistas en público. No sé si ahora estoy entrando en una etapa de madurez o sencillamente de un nuevo fin de ciclo. Me ha pasado varias veces en mi vida y siempre he terminado reinventándome. No creo que en mi trabajo haya evolución, solo cambios por la inspiración de nuevos temas u obras de otros artistas”.

- Dicen que las crisis internas ayudan a la creación artística. En su caso, ¿ha contribuido a que liberase sus demonios internos?

“Los periodos de crisis personales han sido momentos creativos y fructíferos en el estudio. Un lugar desde el que buscar una solución y una apuesta a través del lenguaje. Como una respuesta a través de las formas para encontrar una redención, la posibilidad de ser otro. En mi ha habido un íntimo desprecio que ha sido útil como acicate para seguir trabajando y buscando otras realidades en las que representarme”.

- ¿Cree que los proyectos que son propios están condenados a decepcionar a su creador?

“No entiendo del todo la pregunta. Yo suelo trabajar con proyectos propios porque soy mi propio jefe, pero no tengo tampoco unas expectativas claras sobre cómo tienen que terminar o en que espacio se verán. Eso me permite ser muy flexible conmigo mismo”.

- ¿Qué temas le inspiran?

“Trabajo sobre ideas básicas de la cultura, la culpa, el mal, el deseo, la muerte. Estas ideas están presentes a lo largo de la historia del arte. Una de mis principales referencias es el Museo del Prado que visito con frecuencia. Ahí veo muchas veces en la pintura religiosa como se ha reflejado la compasión, pese a que esos artistas trabajasen para un estamento de poder que lo ejercía a veces con violencia”.

- ¿Cuál es su método de trabajo?

“Trabajo construyendo, destruyendo y volviendo a levantar las pinturas de nuevo desde esos restos que a veces quedan. Eso me permite tener nuevas perspectivas, nuevas miradas más limpias para cambiar y aportar ideas más interesantes a lo que había propuesto inicialmente. Es como dibujar y emborronar un dibujo para desde ahí ver unas nuevas caras y cuerpos y así que el misterio vuelva resurgir en esa fase final”.

- ¿Qué echa de menos del arte canario de ayer y de hoy?

“Vivo el presente, no tengo ninguna nostalgia de ninguna época vivida o solo conocida a través de la documentación. Creo que en este oficio cada cierto tiempo surgen generaciones con mucho brío que a través de la camaradería y la amistad logra crecer y potenciarse. Así sucedió con la generación de los 70 o incluso con la de los 90 o 2000. Tal vez en artes plásticas estamos viviendo un momento menos colectivo en ese sentido o al menos yo lo percibo así”.

- ¿Qué artistas canarios destacaría, y por qué?

“Pues te nombraría a tres: Néstor De la Torre, Cándido Camacho y José Martín. Creo que son artistas en los que el deseo está presente, el sexo e incluso lo queer pese a que en aquellos días no tuviera aún ese nombre”.

- ¿Fue clave en su producción los años que pasó en Madrid?

“Fueron años de formación y a nivel personal de crisis. Aprendí mucho de todas las exposiciones que se traían a la ciudad entre las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. Creo que en la pintura, en el conocimiento de la pintura, el ver la obra en directo es una experiencia fundamental”.

-¿Cómo definiría su arte?

“Como un artificio innecesario”.


- ¿Y cree que es positivo que el arte se haya democratizado?

“Que todos creemos imágenes a través de los medios disponibles no significa que todos accedamos a la complejidad de una iconografía. Cada vez estamos más saturados de fotografías y formas que nunca y sin embargo cada vez es más complejo entender su significado último. Lo banal se impone, pero siempre queda un reducto de excelencia”.

- ¿Qué temas son los que le gusta mostrar en su trabajo?

“En mis obras hay una mezcla entre la alta y baja cultura, si es que eso existe. Al menos sí me interesa la cultura popular que es para mí muchas veces alta cultura”.

- Y en este sentido, ¿que fines persigue cuándo trabaja con elementos de esa cultura popular
?
“Desde pequeño admiraba las imágenes de cromos que mi madre coleccionaba a finales de los años cincuenta. Los elementos muy saturados, la mezcla de dibujos caricaturescos con estampas camp, me han fascinado. En todo eso hay un deseo delirante y altamente excesivo que me sigue marcando como artista. Cuando creas una ficción tan artificial es porque la vida nunca está a la altura de lo que deseas”.

- Dice que trabaja la violencia aunque en esta exposición hay un lugar también para el silencio.

“Tiene que ver con cambios que se han producido en mi. Mientras he estado en crisis he trabajado desde lo violento, de lo agresivo conmigo mismo. La postcrisis exige el desencanto, impone el final de la euforia. Desde ahí ha surgido un silencio que aún estoy intentando comprender y trabajar con él”.

- El martes 26 de noviembre y a las 19 horas se exhibirán en TEA cinco películas suyas, ¿qué va a ver y encontrar el espectador en estas experiencias audiovisuales?

“Son experiencias íntimas, mínimas, proyectos de pequeño o casi inexistente presupuesto. Todo ha surgido por la fascinación por la imagen en movimientos, por los dibujos animados. Desde ahí he ido construyendo proyectos en los que siempre retrato lo muy cercano: una casa en la que vivo una crisis psicótica, el trabajo de un vecino costurero, la admiración por una estrella de la música electrónica….”

- ¿Hay un mercado del arte canario?

“Creo que es muy complicado hablar de un mercado del arte en las islas, al menos para artistas vivos aunque sí que existen compradores de trabajos de artistas fallecidos cuya obra ya está catalogada”.

- ¿Trabaja en algún nuevo proyecto y en qué consistirá?

“En diciembre expondré en La limonera, un espacio alternativo. Mostraré obras que han sido series b de estos últimos tres años, piezas que me han permitido experimentar con otros materiales, sobre todo textiles, gasas, cortinas, algodones de grandes dimensiones. Me parecía interesante pasar a otro formato y que éste fuera diferente al del museo. Me gusta correr riesgos y mostrar otras caras de mi producción.

Saludos, ay, ay, ay, desde este lado del ordenador

Los últimos guanches, una novela de Ana Salamanca

Diciembre 2nd, 2024

Este año han coincidido en librerías dos novelas que se desarrollan durante la conquista de Canarias. De la primera de ellas, Los nueve reinos, de Santiago Díaz, ya hablamos en su día; de la segunda, Los últimos guanches, de Ana Salamanca, se esperaba su publicación tras conocerse que había resultado ser la ganadora del XIII Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda.

Las obras están escritas por dos escritores que nacieron en la península: Santiago Díaz en Madrid, donde ha desarrollado una exitosa carrera como escritor de thrillers, mientras que Ana Salamanca, Ana García en su día a día, nació precisamente en Salamanca aunque lleva años residiendo en Canarias, y más concretamente en Gran Canaria, donde imparte clases en un instituto.

Lo más curioso de estos dos libros es la mirada que ofrecen de ese capítulo fundamental en la historia de las islas y de España, aunque si bien la novela de Santiago Díaz se decanta por la épica, y está poblada de personajes nobles e innobles, la de Ana Salamanca reivindica una cultura del mestizaje que proporcionan lecturas muy interesantes sobre la conquista, que en la obra de la escritora, se centra en las de las islas de La Palma y de Tenerife.

La protagonista de Los últimos guanches es Gazmira, una indómita palmera que tras ser apresada por los castellanos se convertirá en una de sus traductoras o lenguas como eran conocidos en aquel entonces. Gazmira se da cuenta pronto que es imposible vencer con palos y piedras a la poderosa maquinaria militar de los conquistadores, por lo que intenta mediar entre los príncipes y reyes guanches con los capitanes del ejército castellano. Pivotean a su alrededor una galería de secundarios que a veces hacen también de protagonistas como David Levi, un judío salmantino que tiene que ocultar su religión al mundo cuando se desencadena su persecución y Beatriz de Bobadilla, una hermosa dama de la Corte desterrada al archipiélago tras ser obligada a casarse con el señor de La Gomera y El Hierro.

Beatriz de Bobadilla y Gazmira existieron realmente pero no David Levi, a quien la escritora dibuja como un soñador. Planea de fondo Alonso Fernández de Lugo, que bajo su liderazgo sometió a La Palma y Tenerife y que tanto en la novela de Santiago Díaz como en la de Salamanca, es retratado como un hombre ambicioso y sin escrúpulos, características similares que vuelcan en Beatriz de Bobadilla, ya que explotan la fama de cruel y seductora que arrastra esta última aunque existan autores como Cioranescu que lo pongan en duda, tesis en las que se apoya la novela de Carlos Álvarez Beatriz de Bobadilla. Señora de Gomera y Ferro.

Los personajes que mejor se explotan en Los últimos guanches son los femeninos y es aquí, en esta mirada, una de las características más llamativas de una novela que cuenta no solo la conquista sino también cómo afectó esta misma conquista a quienes participaron en ella de una manera u otra. En el libro de Salamanca se suministra además información de distintos episodios que marcaron aquellos tiempos, como una vez sometidas las siete islas, llevar a uno de sus personajes a Santa Cruz de la Mar Pequeña, territorio al que también se traslada el protagonista de El último guanche, de Juan Manuel García Ramos.

La novela se desarrolla en distintos escenarios, como el real de Las Palmas, la isla de La Palma y de Tenerife. También en Salamanca y en algún punto más de aquella península que aún luchaba contra el moro. Entre los personajes históricos que se pasean por el libro destaca Cristóbal Colón, y se explica la importancia que adquirió La Gomera como puerto cuando allí atracaron las tres carabelas que descubrirían nuevo mundo; y el diseño urbanístico de la que hoy es capital grancanaria así como el de la ciudad de La Laguna. Se menciona, pero solo de pasada, a Tenesor Semidán, que más tarde sería conocido como Fernando Guanarteme, un personaje que junto a Beatriz de Bobadilla me parece de lo más interesante de la conquista. La primera porque la historia no termina de juzgarla, y cuando la juzga, es señalando solo supuestos, como su crueldad y su gusto por el sexo; el segundo porque aún arrastra la cruz de ser el gran traidor a los guanches al ser aliado de Lugo en la conquista de Tenerife.

La novela no llega a las cuatrocientas páginas y se lee con comodidad. La escritora se permite algunas licencias pero la mayoría son por exigencias del relato que vertebra en 42 capítulos en los que pasa de todo. Como es inevitable en el género histórico, hay buenos (Gazmira, David) y malos (Beatriz de Bobadilla y Alonso Fernández de Lugo) pero estos últimos no son tan requetemalos como uno esperaba sino que tienen sus matices. En este aspecto, Ana Salamanca quiere dejar muy claro que la Bobadilla actúa así movida por las circunstancias. Lo que viene a justificar algunas de las estrategias a las que recurre porque solo así podía sobrevivir una mujer en aquel mundo de hombres. Por el otro lado, Gazmira puede tener a veces lecturas igualmente contradictorias.

Los últimos guanches es una novela con sabor amargo una vez se llega al final del relato. Por un lado porque pese a que no termine mal, se anuncia el final de una raza que a partir de entonces pasó a formar parte de la leyenda. O un pueblo derrotado que buscó refugio en las montañas para mantener sus tradiciones y costumbres o bien terminó por mezclarse con el invasor. Resultado de esa fusión, nació un nuevo pueblo que es el canario actual.

Saludos, leamos y leímos, desde este lado del ordenador

El Refugio de Carmen J. Nieto

Noviembre 30th, 2024

La librería hace honor a su nombre porque se trata, de verdad, de un refugio que los más osados podrían incluso denominar como santuario que a mi, particularmente, me ha parecido siempre una palabra bonita y especial, de esas que se mantienen mucho rato en la boca hasta que se disuelve dejándote un dulzor especial en el paladar.

Subo antes de ayer que ya se nos fue a La Laguna y además de ver la ciudad engalanada de luces y repleta de gente que hace sus compras, pasea o se toma algo en las terrazas que se dispersan por sus calles y avenidas, el destino que me conduce lo tiene claro en la cabeza. Buscar la librería El Refugio y asistir a la presentación de la novela Gambuesa, que firma Carmen J. Nieto, y que le publica como la anterior, Alrevés. Paula Cabrera actúa de preguntadora y el acto, muy familiar por acogedor discurre con sintonía aunque no esté manifiestamente de acuerdo con Carmen sobre la evolución o no de la novela policíaca. De hecho, la obra de Dashiell Hammett, al que se considera el padre fundacional del género negro, sigue siendo igual de actual que cuando se escribió entonces, y todo lo que salió después de él, igual de intenso y atractivo. No sé y la verdad es que no me importa, si el género ha evolucionado. En todo caso me atrevería a decir que el género más que evolucionar se adapta a a los tiempos aunque en esencia sigue siendo el mismo de siempre, el que ya dejó desarrollado el autor de El halcón maltés cuando ninguno de nosotros había nacido.

Al margen de esta opinión, el resto del debate estuvo muy bien, sobre todo cuando se centró en la novela que se desarrolla en Fuerteventura que es una isla por la que siento especial devoción de este archipiélago alejado de la mano de los dioses. Carmen J. Nieto hace un llamamiento al trabajo que Andrew, que dirige El Refugio como el abuelito de Heidi cuidaba las cabras en Los Alpes, está realizando en pos de la cultura y yo me atrevo a decir algo más, y es en el empeño que este librero está haciendo para convertir su plaza en un referente no solo en la ciudad de Los Adelantados sino también en la isla. Y es que El Refugio, que se encuentra en la lagunera calle Maya, no cesa de acoger presentaciones y club de lecturas. Cuenta con un patio que se presta a eso, para el encuentro entre libros y amigos aunque ¿quién necesita amigos si tiene libros? Esta última frase no la escribo yo sino que la escucho de alguien que pasó a mi lado cuando finalizó el acto. Y no sé yo. Está bien leer y no parar en elogiar a los libros pero demonios también hay una vida fuera que merece ser vivida. El mejor libro, dijo aquel cursi de cuyo nombre no quiero acordarme, es el que vas escribiendo día a día hasta que la muerte te obliga a poner el punto y final.

Les invito a que se den una vuelta por El Refugio y que estimulen con sus presencia las actividades que está desarrollando este todavía pequeño pulmón cultural en la ciudad de La Laguna, que no deja de seguir siendo pueblerina y tan clasista, con sus iglesias y campanas dando la dichosa hora. No hacía, afortunadamente para los frioleros como yo, viruje la noche del jueves pasado, aunque fui con algo de abrigo porque el frío lagunero tiene sus propias señas de identidad, es de los que se te mete por dentro como si fuera los congelados dedos de un espectro cualquiera.

Llego a El Refugio, felicito a Andrew por la labor que está desarrollando y le doy la enhorabuena a Carmen y a Paula por el diálogo mantenido y darme algunas claves con las que intentaré aproximarse a esta novela escrita sin una consonante. ¿Cuál?, no lo dijo pero si le sirve a alguien, este puede ser un aliciente para acercarse a una historia que se desarrolla en Fuerteventura y en la que aparecen muchas cabras.

Y cabras, pero humanas, son las que me tropiezo en el tranvía que me lleva a Santa Cruz. De hecho, yo soy una de esas mismas cabras y todas, es un suponer, nos dirigimos tan contentas al matadero solo que somos incapaces de reconocerlo.

En fin, hablábamos de una novela: Gambuesa y de una librería: El Refugio.

Saludos, a refugiarse, desde este lado del ordenador

M. La hora del destino, según Antonio Scurati

Noviembre 28th, 2024

La monumental biografía novelada de Benito Mussolini que escribe desde hace unos años Antonio Scurati parece que llega a su fin aunque no con el último volumen de la obra que el mes pasado y con el título de M. La hora del destino apareció en librerías, y que hace el cuarto volumen de este colosal trabajo en el que radiografía no solo la vida y obra de quien fue conocido como Duce sino también del movimiento que creó en la segunda década del siglo XX, y que sigue manifestándose en la sociedad.

El fascismo tiene una desarmante capacidad de adaptación, de conspirar para asaltar el poder aprovechando las condiciones extremas que vive el sistema, ya que si hay un aliento que lo inspira ese es el de imponer su gobernanza en regímenes democráticos cada vez más erosionados por la crisis.

La cuarta entrega de M se desarrolla entre 1940 a 1943, los años en que Italia entró en la II Guerra Mundial con resultados realmente penosos. Hay que recordar, además, que el libro finaliza en 1943, momento en el que comenzó a torcerse para la Alemania nazi y para la Italia fascista aquel maldito conflicto al que los italianos se tiraron de cabeza por la arrogancia de un solo hombre que fue incapaz de ver las debilidades de sus fuerzas armadas. Todas ellas prácticamente aniquiladas por ejércitos mucho peor preparados como el griego o las dispersas fuerzas que constituían las comunidades de la por aquel entonces Yugoslavia. También en el norte de África. Las derrotas de sus armas, y en concreto de su marina de guerra, que resultó prácticamente triturada por la aviación británica, hundió el orgullo de un hombre pero despertó una conciencia nacional.

Fue un golpe durísimo que el periodista español Ismael Herráiz cuenta con todo lujo de detalles en Italia fuera de combate, un libro que demanda su reedición y que además de tratarse de una notable lección de periodismo, es la crónica en directo de unos días que anunciaban el final de un régimen como fue el fascista. Una ideología que se acostumbró demasiado pronto a ser devorada por dentro como por fuera, y que si se mantuvo tantos años, sobre todo los de la guerra, fue porque todo aquel peso descansó en el Duce, y en una siniestra red de colaboradores en los que predominó la mentira por encima de la verdad.

Antonio Scurati habla de todo esto y de muchas más cosas en una obra en la que se destaca cómo los propios fascistas comenzaron a perder entusiasmo por su líder a medida que iban perdiendo la guerra. El autor italiano hace hincapié también en el absurdo que significó meterse en una pelea para la que no estaba preparado ni el ejército ni su país, y de cómo todo ese sentimiento de frustración fue generando agujeros en la moral de una sociedad profundamente vigilada hasta que comenzó a perder miedo al miedo.

Al fondo, la silueta de un dictador que si se confiesa, es en la alcoba junto a su amante Claretta Petacci, que dio cuenta de aquellos encuentros en un diario del que Scurati se vale para presentarnos a M, al fundador del fascismo, en la intimidad. Verlo en pijama o desnudo no despierta sin embargo ningún asomo de piedad, tampoco los pocos rasgos humanos que definieron a un hombre que siempre presumió de ser algo más que un hombre normal y corriente. En todo caso, un ejemplar con asombroso olfato político que lo perdió en tiempos de guerra.

Esta pérdida es la causante que justifica que, a medida que pasaban los años e Italia se sumergía en el fango de la humillación ante la Alemania nazi, país que le resolvió la papeleta en algunos de sus más estrepitosos fracasos militares, forzara a que algunos de sus incondicionales empezaran a conspirar para arrebatarle el poder en la célebre sesión del Gran Consejo Fascista que ya ha hecho historia. Y es aquí, cuando son los suyos quienes deciden derrocarlo donde concluye esta cuarta parte de un proyecto literario asombroso, ya que pretende además de adentrarse en las entrañas del fascismo italiano, contarnos la vida de Mussolini y la de algunos de sus camaradas más cercanos, muchos leales cuando las tornas se volvieron en su contra y otros traidores al entender que aquella situación de desgaste bélico y popular no podía continuar. En este último grupo se encontraba el conde Ciano, que fue su ministro de Asuntos Exteriores y que estuvo casado con su hija favorita, Edda Mussolini, ahora Edda Ciano.

Adentrarse en las páginas de M. La hora del destino es adentrarse en una especie de viaje al corazón de las tinieblas, al corazón de un hombre que no dudó nunca en eliminar por la fuerza a sus contrincantes (fueran amigos o enemigos) y en encerrar en manicomios a amantes que ya no le reportaban nada. Y mucho menos cuando estaban en estado de buena esperanza.

Tras leer los cuatro tomos de esta larga historia que protagonizan mentirosos y miserables, uno no puede sino pensar que el fascismo no es una ideología sino una forma de alcanzar y mantenerse en el poder, en especial cuando rodean al líder un puñado de arribistas violentos y fanfarrones que no se lo pensaron demasiado para darle el golpe de gracia al jefe.

El libro incide en el disparate que cometió Mussolini al entrar en una guerra ante la que no estaba preparado el ejército italiano, pese a haber participado en la Guerra Civil española y “conquistar” territorios en el norte de África para construir un imperio de opereta, y presenta a un hombre cada vez más solo, rodeado de conspiradores que vestían también la camisa negra. Se trata, en definitiva, de un gigantesco retrato sobre un dictador que no tuvo ningún tipo de escrúpulos y también de una época convulsa, de enfrentamientos entre naciones e ideas. Frente a una débil democracia, fascistas y nazis, pero también un país dominado por el comunismo (la Unión Soviética) que no difiere demasiado en sus actos de lo que hicieron italianos y alemanes en sus respectivas naciones.

M es una de esas obras que se recomiendan con los ojos cerrados, siendo conscientes que habrá lectores que apenas conozcan aquella realidad que una vez asoló a Europa y que ahora parece también amenazarla. Al margen de que se tengan o no conocimientos de aquellos tiempos, el libro se lee como lo que es: la crónica de una ambición que estuvo condenada al fracaso. También la de un hombre que se creyó intocabable cuando tenía los pies de barro.

Saludos, abre los ojos, desde este lado del ordenador

Seguimos dando la nota

Noviembre 27th, 2024

* Elio Quiroga obtiene el tercer premio en la categoría de Novela Histórica del certamen de Vallirana. El relato con el que consiguió este galardón se titula El vientre de la tierra y se sitúa unos 40 años antes de Cristo.

* La librería de Mujeres en la santacrucera calle de Sabino Berthelot acoge hoy, miércoles, 27 de noviembre, una firma de libros que protagoniza Montse Díaz, que rubricará ejemplares de Burro cargado busca camino.

* Ubicada en la calle Maya de La Laguna, la librería El Refugio es el escenario de la presentación en Tenerife de la novela Gambuesa, de Carmen J. Nieto. El acto será este mismo jueves, 28 de noviembre, a las 18 horas. Introduce Paula Cabrera, gestora cultural.

* La librería de Mujeres acogerá el viernes 29 de noviembre la presentación del libro Relatos y algunas paranoias, de Cande Rodríguez, del que hablará momentos antes Víctor Álamo de la Rosa y José Luis Regojo, este último secretario de la Asociación Cultural Canaria de Escritores (ACTE).

* La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife recibe el 4 de diciembre a las 19 horas Madre, que coordina y dirige Berbel de Canarias.

Saludos, este mensaje se autodestruirá en…, desde este lado del ordenador

Jonathan Allen: “Kafka nunca escribió para el cine pero le apasionaba ver películas”

Noviembre 26th, 2024

Si bien es verdad que este año ha pasado sin pena ni gloria el centenario de la muerte de Franz Kafka (Praga, Imperio austrohúngaro, actual capital de República Checa, 3 de julio de 1883-Kierling, Austria, 3 de junio de 1924) en España, Jonathan Allen (Las Palmas de Gran Canaria, 1963) y Jesús Palacios (Madrid, 1964) han procurado poner voz a ese silencio con la publicación de Kafka, lo kafkiano y el cine fantástico (Hermenaute, 2024) un ensayo que no solo se ocupa de las adaptaciones de algunas de sus obras sino también de la influencia que su trabajo ha impregnado desde entonces al séptimo arte.

El libro cuenta con el respaldo de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, así como de Isla Calavera. Festival de Cine Fantástico de Canarias, que acogió la presentación de una obra con mucho interés no solo para los que conocen a fondo la obra de autor de La metamorfosis sino también para los cinéfilos que no se han acercado a su destacable producción literaria.

- ¿Cómo nace la idea de escribir con el también crítico y escritor Jesús Palacios Kafka, lo kafkiano y el cine fantástico?

“Conozco a Jesús Palacios desde hace más de treinta años, justo cuando dejé de trabajar en la Filmoteca Canaria para entrar a dar clases en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En aquellos días, Jesús se encontraba preparando La noche más freak para el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria y bajo esas coordenadas nos conocimos. Fue el germen de nuestra amistad. Más tarde, él me escribió el prólogo de una de mis noveles, Sangre vieja, y tras mantener largas conversaciones en torno a nuestras lecturas favoritas, nos dimos cuenta que ambos éramos admiradores de la obra de Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft y Franz Kafka, entre otros aunque la idea que impulsó la obra fue un ensayo anterior mío, Franz Kafka. Ética, estética e influencia, que publiqué hace dos años con Ediciones Idea y en el que reuní una serie de artículos que había escrito sobre el autor de El castillo y en el que ahondaba en su biografía y en mi propia autobiografía ya que quise reflejar lo que ha significado la lectura de su obra a lo largo de mi vida”.

- ¿Y trató ya en este primer ensayo la relación de Kafka con el cine?

“Hay tres capítulos que dedico a la cinefilia de Kafka y al influjo que tuvo el escritor en algunos cineastas que desarrollaron su trabajo en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo XX. También la huella que su literatura ha dejado en directores como David Lynch, Stanley Kubrick o Martin Scorsese. Este libro se presentó en la capital grancanaria y también en Madrid, en el Centro Sefarad-Israel. Este año, 2024, se cumple el centenario de su muerte, Kafka falleció a las afueras de Viena por una tuberculosis laríngea, y hablé con Jesús Palacios para perseguir la huella de Kafka en el cine. Y allí nació el proyecto, un proyecto que Luis Rueda, de la editorial Hermenaute, publicó finalmente. La obra está apadrinado por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián y por Isla Calavera. Festival de Cine Fantástico de Canarias”.

- ¿Su aportación en el libro es nueva o se tratan de los capítulos sobre cine que publicó en su anterior ensayo sobre Kafka?

“Los dos aportamos visiones que están divididas en zonas muy concretas pero es que además proponemos una revisión creo que interesante de lo kafkiano en el cine como las adaptaciones que se han realizado de sus películas. La primera parte está escrita por mi y en ella abordo la cinefilia de Kafka y todo lo que escribió acerca del impacto que el cine supuso para el escritor mientras que Jesús Palacios se ocupa de su influencia en la segunda parte de la obra”.

- ¿Se conoce si Kafka escribió específicamente para cine?

“No, Kafka nunca escribió para el cine pero le apasionaba de verdad, tanto, que empleó muchas metáforas técnicas de cine en su literatura. Le interesaba, además, el choque tecnológico del cine en la conciencia de los europeos de su tiempo. El escritor tiene un relato largo que no terminó de cuajar y del que solo escribió dos capítulos donde la trama y el ritmo es el de una película muda. La historia va de trata de blancas y en ella hay toda una serie de decisiones cinematográficas que determinan la historia que, como dije, no llegó a finalizar. Otra novela que no terminó y que escribió con la colaboración de su amigo Max Brod fue Ricardo y Samuel, un relato de viajes con acusada influencia cinematográfica”.

- ¿Tuvo Kafka como espectador predilección por algún género cinematográfico?

“No tuvo en realidad gustos predeterminados en cuanto a géneros se refiere pero estaba embargado por el cine. Sintió mucho entusiasmo por una película de animación checa y le encantaban los noticieros. No sabemos si llegó a ver El estudiante de Praga (Stellan Rye, 1913) pero sí conocemos su fascinación por el cine, por el cine en sí”.

- Cuentan que llevar al cine un libro de Kafka es extremadamente complejo por los difícil que resulta adaptarlo.

“Creo que la obra de Kafka tiene una escenografía muy clara con el cine aunque, por otra parte, cuenta con páginas enteras de diálogos en los que no da respuesta a los problemas que plantea y que son el origen del relato por lo que resulta, como dice, muy difícil de adaptar. Él imagina una trama misteriosa en donde la realidad se ha subvertido. André Breton lo reivindica, e incluye dos o tres relatos cortos en una de las antologías que dedicó al sueño”.

- ¿Cuál es la primera película que adapta oficialmente una novela de Kafka?

“La primera adaptación oficial es muy tardía pero eso se explica porque su obra se tradujo al inglés en los años 30 pero no es hasta los 50 cuando se edita de verdad. Hay que entender que a Kafka se le olvida durante la II Guerra Mundial pero emerge tiempo después. El proceso (1962), de Orson Welles, es la primera adaptación al cine de una de sus obras y es muy fiel al espíritu de la novela original aunque, paradójicamente, no tiene mucho que ver con ella”.

- Cuál cree que es la mejor adaptación que ha llevado al cine una obra de Kafka?

“Estoy entre El proceso de Orson Welles, y una de las adaptaciones que entiendo más creativas de la obra del escritor y que pertenece a su segunda etapa como es El castillo (1994), de Aleksei Balabánof, un cineasta ruso que por desgracia murió joven. Entre esas dos están mis adaptaciones favoritas. En narrativa kafkiana, más simbólica, mencionaría una película de Scorsese que se estrenó en España con un título penoso, Jo, ¡qué noche! (1985), que me parece absolutamente fascinante para observar cómo Kafka actúa en ella. Existe también una película de Steve Soderbergh que se titula precisamente Kafka (1991) que se encuentra en un punto intermedio entre lo simbólico y la adaptación clásica. Otra novela pero menos conocida de Kafka, Amérika, también fue llevada al cine”.

- ¿Y en cuanto a La metamorfosis, que quizá sea la obra más conocida del escritor checo?
“Hay una adaptación para televisión que dirige el cineasta checo Jan Nemec en 1975. Se trata de un mediometraje en el que en ningún momento vemos físicamente a Gregor Samsa, tampoco su trasformación, que solo se intuye a partir de las reacciones de su familia y de la ambientación que crea el director. Existen otras versiones y en cómics también. Jesús Palacios, en la segunda parte del libro, cuando habla de la huella de Kafka en otras películas, menciona La mosca (David Cronenberg, 1986), que puede entenderse como una metaficción de La metamorfosis”.

- ¿No piensa que el centenario de la muerte del escritor ha pasado sin pena ni gloria en España?

“El Centro Sefarad-Israel inauguró hace unos meses una exposición dedicada a su vida y a su obra y la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián e Isla Calavera. El Festival de Cine Fantástico de Canarias incluyeron también a Kafka en su programación de películas, entre las que se encontraban una versión de El castillo (1997) de Michael Haneke y varios cortometrajes basados en la obra literaria del escritor checo. En San Sebastián se pudo ver también La cabina (1972) de Antonio Mercero, una película mítica que se considera de influjo kafkiano”.

- Lo decía porque no se ha vuelto a reeditar su obra en lo que llevamos de 2024.

“Nada, no ha habido una política editorial por recuperarlo este año en España que yo sepa y no se ha colocado una placa en la calle Mayor de Madrid para recordar que allí residió su tío, Alfred Löwy, que consideraba a Kafka su sobrino favorito”.

- ¿Kafka es un escritor actual?

“Jesús Palacios insiste en que la actualidad de Kafka vuelve a resurgir en estos tiempos porque el europeo medio se ve una vez más absorbido por los asuntos burocráticos y las esperas y los rechazos. Se repiten situaciones que reflejó en su literatura: el hombre que está solo e indefenso ante poderes autocráticos que pueden determinar su destino y desde ese punto de vista Kafka sigue siendo muy actual y su literatura tiene además ese misterioso signo de lo inconcluso porque el escritor solo llegó a acabar dos o tres libros y eso lo mantiene como un autor de proyecto abierto”.

- ¿En qué está trabajando ahora?

“Preparo una segunda edición del libro Franz Kafka. Ética, estética e influencia, que incluye correcciones y algunos textos aumentados. Trabajo también en mi próxima novela, Los faunos, que es la historia de una familia de faunos que se ha hecho casi humana a lo largo de los siglos y que intenta penetrar en la sociedad y hacerse normal pero tienen comportamientos muy distintos, por lo que chocan dos formas de humanidad: la actual con otra más primaria y endurecida”.

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En la imagen, Jonathan Allen, a la izquierda, con Jesús Palacios (centro) y Vanesa Bocanegra, de la organización de Isla Calavera.

Saudos, efectivamente, desde este lado del ordenador