Archive for Febrero, 2011

Apuntes existenciales sobre ‘Ridícula’

Lunes, Febrero 28th, 2011

Cuentan que en cierta ocasión le preguntaron al cineasta Luis Buñuel qué quería señalar con unas nubes que aparecían en una de sus películas. Película, quiero pensar de la a mi juicio mejor etapa del director que fue la mejicana.

Dicen que Buñuel se quedó mirando a su interlocutor un buen rato y que le respondió: “eso pregúnteselo al señor noséqué, sabe más cosas de mis películas que yo mismo”.

No sé si es verdad o una de tantas leyendas que salpican la existencia de Buñuel, pero me atrevo a creérmela porque Buñuel fue además de cineasta un gran artista. Y un gran artista hace las cosas por impulso.

O por intuición.

Es decir, que deja que la obra navegue hacia los sentidos del espectador libres de todas ataduras. Esto y no otra cosa es lo que diferencia a una obra sin intenciones pero sí realizada desde el corazón de las que están perfectamente diseñadas y muy trabajadas. Tan aparentemente bien hechas que no quiere que se les note rotura por ninguno de los lados.

El paso del tiempo, implacable sin embargo, se encargará de abrirle heridas mientras apenas araña a la pieza que nació casi por generación espontánea. Por capricho si quieren de esas musas borrachas a las que hoy apenas se les presta nada de atención.

Viendo el otro día un formidable documental sobre El planeta de los simios me hizo gracia comparar los razonamientos de Richard D. Zanuck con el de un estudioso del cine. Mientras que para este último la escena de Taylor en la playa contemplando la Estatua de la Libertad quería significar el fin del sueño americano, Zanuck respondía que a él sencillamente le pareció un buen final porque el espectador iba a darse cuenta que el personaje interpretado por Charlton Heston no había aterrizado accidentalmente en el Planeta de los Simios sino en su propio planeta, el de los monos sin pelo.

¿Quién tiene razón?

La verdad es que no creo que importe. Hay personas que analizan las cosas porque les gusta adentrarse en el laberinto llevando piedrecitas que les indiquen (aunque confunda) el camino de salida y otras que transitan por ese sendero confiando en sus corazonadas.

Por normal general, y la experiencia me lo demuestra, los primeros que salen del rompecabezas suelen ser los que se dejan guiar por su intuición. Probablemente porque han desarrollado un poderoso y si quieren insólito sentido de la orientación.

Cuento todo esto porque viendo el jueves pasado otro corto canario, Ridícula, de Domingo González, me planteé este extraño discurso.

Si veía el corto con ojos cerebrales la pieza no me convencía pese a sus ganas de contar cosas. Lo que es de agradecer visto por otro lado…

Si por el contrario la mirada me venía del corazón, la cinta (pese a sus complejas pretensiones) entraba dentro de mí como dulce caramelo.

Cerebralmente Ridícula me resultaba más que un corto una especie de trailer de lo que pudo (o puede) ser un largo.

El asunto que trata es demasiado ambicioso y la forma que escogió su realizador para contarlo demasiado breve para que llegara a públicos que no conocen al cineasta y por lo tanto son capaces de contarle con sinceridad lo que piensan de su obra.

Con el corazón, este corto es una bonita (aunque dramática) historia que pedía a gritos más desarrollo. Está muy bien dejar al espectador con expectativas, quitarle el dulce caramelo de la boca cuando espera otra resolución para que él mismo las maquine en su cabeza cuando regresa a casa, pero tiene el defecto de que las cuestiones se  multiplican y que exija (precisamente porque le ha gustado al suscitarte cuestiones) que al menos algunas de ellas se respondieran con claridad.

Cerebralmente Ridícula es un corto que por una vez en los cortos canarios se me quedó demasiado corto.

Con el corazón: Se queda precisamente corto porque al menos como espectador quiero ver como recupera (o no…) su vida el personaje protagonista. También conocer a los personajes que interrelacionan con ella.

Es más que probable que si se le diera la oportunidad a su realizador de alargar esta historia nos encontráramos entonces ante un filme que perdería su carácter instropectivo que no intimista para encontrarnos con una cinta que igual sabría explotar con la agudeza y las aristas que se merece los tormentos que agitan a su protagonista y a quienes se mueven en su entorno.

Con el cerebro y el corazón afirmo no obstante que como espectador que se deja guiar por intuiciones más que por la cabeza, Ridícula le parece de lo mejor que ha visto este año en esto que llamamos cortos canarios. Y lo escribo porque este trabajo destila sentimiento pese a que el formato elegido (el corto) no fuera el más adecuado para contarlo.

Me gusta de Ridícula su academicismo y sobre todo me gusta que González haya prescindido de delirios intelectuales de persona no leída para mostrar (y en ocasiones conseguir) el desgarro del alma humana gracias a su actriz protagonista. Una muy creíble en su desgarradora resignación Montse Germán.

Su rostro, hermoso pero tallado de derrota, lo asimilé como ilustración perfecta de lo que llamo existencialismo puro y duro.

El tonto de Sartre diría que es así porque somos animales condenados a ser libres.

Y quizá sea por eso que me gustan estos fragmentos de Ridícula (que pudo o puede ser un largo) y continúa sin gustarme el tonto de Sartre.

Saludos, Camus, siempre Camus, desde este lado del ordenador.

Va por usted, señor Izcaray

Domingo, Febrero 27th, 2011

Presumo que Izcaray es quien se encuentra al lado izquierdo de la imagen.

“Puede decirse que Jesús Izcaray se sitúa en una línea galdosiana. Es fiel seguidor de Galdós, y lo digo a pesar de que yo no tengo muchas simpatías por Galdós, pero entiendo, que ha sido el mayor escritor español después de Cervantes. También podríamos alinearlo junto a Ayala y a Andújar en la línea naturalista y popular de Max Aub”.

Alfonso Grosso en la presentación de Cuando estallaron los volcanes.

He aquí la suerte de vivir en una casa rodeada de libros. Tantos que huele a libro. Hace unos días, antes de que la cruda realidad me obligara sentarme con brusquedad en el suelo, y necesitando leer algo que me llenara por dentro, buscaba con hambre canina un título en las aún atestadas estanterías de casa de mis padres que me despertara esa extraña afición que tengo por leer, de tanto en tanto, novelas sobre nuestra II República y Guerra Civil.

Mis ojos repararon entonces en un volumen editado por Akal: Cuando estallaron los volcanes de un tal Jesús Izcaray.

Así que leí la primera página a modo de prueba.

“- Señor Presidente… ¿Qué puede usted decirme de La corona? Es para la página teatral de La voz.

Junto a la puerta del ascensor –apenas le ha dado tiempo a salir de él–, Azaña me echa una ojeada de soslayo, sin detener la mirada en mí. Tanto mejor. Así no se da cuenta de mi azoramiento. En los labios tiene esa mueca burlona, irremediablemente despectiva, con que aparece en tantas fotos. Tal vez le asombra o le divierte que un mozalbete como el que tiene delante, sin duda un chisgarabís, se atreva a interviuvarle. Un instante creo que no va a responderme. Pero sí. Echando a andar, me larga:

- ¡Pero, hombre! Sobre la corona lo hemos dicho ya todo…

- Me refiero a la obra que estrena usted mañana en Barcelona.- ¿Qué ha querido hacer usted en ella?…

Don Manuel se detiene, no sé si para contestarme o simplemente porque los informadores políticos que le rodean no le dejan avanzar.

- Un drama, sencillamente –me comenta– Y diga usted que un drama sin política. Un drama de pasiones, de amor, sobre un fondo que es lo único político de la obra.”

Y me engancho.

Y me pasa una cosa curiosa. Porque Cuando estallaron los volcanes, de Izcaray, me sabe a lo que le dice Azaña. A un drama de pasiones, de amor, sobre un fondo que es lo único político de la obra.

Con esta novela siento lo que solo me pasa con las novelas que logran seducirme: a medida que devoro sus páginas obligo a sosegar la  lectura. A demorarme en algunos de los capítulos, que incluso releo otra vez con la idea de no perderme no ya las experiencias vitales que le van sucediendo a su protagonista, Julio Gálvez, sino a disfrutar de su prosa galdosiana. Esa prosa seca y casi cortante pero que tan bien sabe desnudar sentimientos. Que me atrapa como lector. Que me sumerge en un libro que por extraordinario me parece injusto que no se haya reivindicado de la manera que se merece.

Cuando estallaron los volcanes es el segundo volumen de una serie que prometía iban a ser cuatro en la que su autor quiso rememorar los capítulos más importantes de su vida.

Así que estoy a punto, rompiendo el orden cronológico, de leer ahora el primero volumen: Un muchacho en la Puerta del Sol.

Hace apenas unas horas que terminé Cuando estallaron los volcanes e investigo en la red para conocer quién fue el tal Izcaray.

Nota necrológica de El País (11-1-1980): “El escritor, periodista y narrador Jesús Izcaray, miembro del comité central del PCE y crítico teatral y literario de Mundo Obrero, falleció en la madrugada de ayer, a los 71 años de edad.

(…) Nacido en Béjar, en 1908, Jesús Izcaray ha sido durante toda su vida un combatiente político y un escritor infatigable. Periodista desde el año 1929, pasó por las redacciones del viejo El Imparcial, por el republicano La Voz y colaboró también en El Sol, llegando a ser muy conocido en los años anteriores a la guerra como gran reportero y cronista. En noviembre de 1936 pasó a la plantilla de Mundo Obrero, ocupando posteriormente el puesto de redactor-jefe. Del socialismo de izquierdas pasó al comunismo.”

Vaya con el Izcaray, pienso.

 E intento controlar las emociones que me ha producido la lectura de  Cuando estallaron los volcanes, libro en el que describe sus experiencias como reportero, sus amores y desamores, y el inicio de la Guerra Civil española.

Entre otras frases del libro hay una que me conmueve más que otras:

“¡La vida!… Lo malo era –chirriaste por dentro– que la vida solo valía la pena en la proporción que uno acertaba a ennoblecerla…”

Luego pienso, cuando dejo el volumen ya leído en la estantería, que es una pena que Izcaray no esté de moda aunque concluyo –no sé si con razón– que narradores así no hacen falta que estén de moda. El problema es encontrarlos, darte de sopetón con un escritor que además de amar una ciudad a la que tanto amas como es Madrid, se moleste en enseñarte una manera de ir por la vida.

Claro que, probablemente, no sea la más adecuada en este mundo que nos ha tocado sufrir pero al menos sí que es una de las más hermosas.

Va por usted, señor Izcaray.

Saludos, feliz por tan afortunado descubrimiento, desde este lado del ordenador.

Te quiero, amigo

Viernes, Febrero 25th, 2011

Ezequiel Pérez Plasencia, mi amigo, mi cómplice, mi maestro, ha muerto.

Siento una tristeza amarga, unas ganas tremendas de mandarlo todo al carajo  porque en este universo de miserables también se van los buenos, los amigos, los cómplices, los que han sido maestros sin pedir nada a cambio.

A Ezequiel lo conocí mientras aporreaba teclas en La Gaceta de Canarias y a él le debo que textos escritos con inmediatez se convirtieran en artículos legibles gracias a su portentosa capacidad y sabiduría como escritor. Es (no fue) un maestro del relato corto. También sacudió conciencias con su única novela, El orden del día… un título necesario para entender las sandeces de este territorio en el que vivimos.

Pasados los años se forjó entre nosotros una amistad que superó esa barrera entre colegas . Se convirtió así en una especie de hermano mayor que me recomendaba libros al mismo tiempo que me regalaba la precisa literatura de sus artículos.

Estos cuadros, que publicaba en una sección a la que con modestia gamberra bautizó como Recovecos, son piezas que destripan la mayor parte de las veces las entrañas de su barrio. Un barrio de este Santa Cruz de Tenerife tan ingrato con los escritores que se atreven a hacer crónica de sus calles y plazas, de sus recovecos donde no llega la luz incapaz de los medios.

Quiero (no quise) a Ezequiel Pérez Plasencia porque fue un tipo bravo, con todas sus aristas porque era persona. Quiero, porque en este momento no existe para mi tiempo pasado a Ezequiel Pérez Plasencia porque fue de los primeros que me enseñó a ver la realidad de otra manera. A que descubriera la ilusión de los vencidos, a que me dejara capturar por una prosa escrita sin disfraces. Desnuda, bestial a veces, que hacía que leyera sus textos sin pensar que eran obras de Ezequiel Pérez Plasencia.

Soy su amigo (no fui) y ya lo echo mucho de menos. Noto en falta su tartamudeo, como se le iluminaban los ojos cuando me hablaba de Albert Camus, su enorme generosidad cuando me entregó sin pedirme nada a cambio los cuentos completos de Francis Scott Fitzgerald quizá porque supo que aquel niñato que iba de periodista no iba superar nunca la etapa de Amory Blaine

Recuerdo conversaciones y más conversaciones hablando de libros. De quejas de cómo funcionaban los periódicos en los que trabajamos juntos (La Gaceta de Canarias y El Día) pero sobre todo frente a la pantalla del ordenador enriqueciendo con sus correcciones mis reportajes mientras comentaba cualquier cosa…

Ezequiel Pérez Plasencia se convirtió en mi hermano. Y creo que yo, a su manera, me transformé también en su hermano.

Me lo imagino ahora, bajo la bruma de las lágrimas, a mi lado, dándome esa clase de apoyo del que sabes que siempre estará ahí para brindártelo. Sin pedir nada a cambio.

Ezequiel fue un tipo tan grande, tan grande, que tras salir escopetado de esta isla de caimanes logró reconstruirse como persona en Cartagena. Ciudad que no conozco pero que ya llevo en mi corazón por recibirlo con los brazos abiertos.

Allí hizo nuevos contactos, se metió dentro de su mundo literario y me informaba a través de llamadas o correos electrónicos del trabajo que realizaban los poetas y escritores de esa otra orilla con los que ahora compartía amables lecturas y apasionantes debates literarios.

Hablé con él, por última vez, hace dos semanas. Siempre le soltaba alguna gansada esperando oír su risa cómplice.

Hoy mismo, porque mañana es otro día, pensaba llamarlo para oír su voz. El peso de la distancia no pudo diluir el inmenso cariño que nos profesábamos…

Hace apenas unas horas, mientras cenaba con otro amigo que se ha hecho hermano, recibo una llamada anunciándome lo que no quería que fuera inevitable.

Me he puesto a llorar. 

Y escribo esto llorando.

Adiós, amigo.

No puedo escribir más…

Solo decir públicamente que te quiero.

Saludos, hoy más solo que nunca, desde este lado del ordenador.

Pancho Guerra, ¿Día de las Letras Canarias 2012?

Jueves, Febrero 24th, 2011

Parece que tras el tropezón abisal de respaldar por unanimidad la Proposición No de Ley de dedicar el Día de las Letras Canarias 2012 al físico Blas Cabrera,  la Mesa de la Cámara ha mostrado su “aval” a que la candidatura del próximo año sea para el escritor y periodista Francisco Guerra Navarro, Pancho Guerra, creador de Pepe Monagas, a quien la Mesa considera “sin duda uno de nuestros mayores exponentes de la literatura popular y el periodismo comprometido del pasado siglo.”

En una nota de agencia se informa que el presidente de la Fundación Pancho Guerra, Miguel Guerra, ha mostrado su satisfacción por la decisión de la Mesa del Parlamento y ahora confía en que “el Gobierno de Canarias haga suya esta propuesta”.

Quien les escribe confiesa que desconoce prácticamente las historias de Pepe Monagas, pero sí que tiene fresca en su memoria un librito de páginas muy machacadas que uno de mis tíos (grancanario) cuando lo cogía entre sus manos hacía que se partiera de la risa.

En más de una ocasión intenté comprender el por qué de aquella carcajada echándole un vistazo al librito pero no había manera de que arrancara ni una miserable sonrisa de mi boca. Probablemente, entiendo ahora, fuera a que era muy joven…

Pepe Monagas, si no me equivoco, fue el protagonista de una serie de animación que creo emitió Televisión Canaria y su autor, Pancho Guerra, ya fue objeto de una Proposición No de Ley en el Parlamento de Canarias apoyada por unanimidad en 2009 para que en 2010 fuera conmemorada la figura del escritor y periodista grancanario.

Saludos, será cuestión de leer los cuentos de Monagas, desde este lado del ordenador.

Una serie de catastróficas desgracias

Martes, Febrero 22nd, 2011

Me pasa algo inquietantemente enfermizo con los cortometrajes canarios… Me parecen demasiado largos. Salgo casi siempre de cualquiera de estas Noches que TEA Tenerife Espacio de las Artes dedica a lo que se está cocinando cinematográficamente a este lado del Atlántico y por  amor al arte con la sensación de que sus responsables le tienen un miedo que no veas al montaje.

A dar ritmo a una serie de producciones que quedarían la verdad que muy bien si se trocearan, destinando parte del material rodado al cubo de la basura o al limbo del ordenador.

Como me temía, me asaltó esta idea con los cortos que he tenido la suerte de ver esta noche.

Se tratan de tres trabajos independientes a los que les hacen falta mucha tijera. Las tres historias, porque al menos son historias, coinciden en mostrar una serie de catastróficas desgracias (de ahí el título del post).

Cabe destacar la notable asistencia de público, lo que me hace meditar una vez más que no es descartable la idea la de pagar por ver estos trabajos.

Inicia la sesión El resultado, dirigido por Iván López y Rishi Daswani.

A mi me parece más una obrita de teatro, con mucho plano y contraplano que intenta capturar la atención del espectador con un sobre donde, inevitablemente, se espera un resultado. Un poco tedioso, lo mejor de este corto a mi juicio es el trabajo de Marta Viera. En cuanto a la inevitable sorpresa final, esa vuelta de tuerca que dicen los entendidos, resulta peligrosamente confusa y mucho me temo que también tramposa.

Se continúa con Mientras anochece, de Iván López. Este corto se rodó el año pasado en el Festivalito, certamen dicen que de cine guerrillero. A mí cuando me hablan de guerrilleros me imagino al Che Guevara muerto en un lugar perdido de Bolivia. No sé por qué.

Mientras anochece cuenta en corto los secretos y mentiras de una pareja jugando una vez más con el plano contra plano. Afortunadamente está bien interpretada por sus cuatro actores, uno de ellos la ya citada Marta Viera, así como Maykol Hernández, Lamberto Guerra y Paloma Fuentes.

El corto parte de una idea atractiva pero como pasa con El resultado se me hace muy largo, y eso que no dura creo ni ocho minutos.

Finaliza la proyección con Ánima, de Josué Ramos, para mi el corto más estimable de la jornada pese que esté narrado de manera enojosamente tonta. No obstante, se me antoja perturbador, y al menos emociona ese lado oscuro del corazón que aún conservo como espectador. No tiene diálogos.

¿Conclusiones?

Creo que debería ser objeto de estudio psiquiátrico los por qué la mayoría (por no decir todos) los que están rodando películas con presupuesto cero en Canarias no se atreven a presentar un trabajo que busque la risa del espectador.

Probablemente sea porque piensan que así se toman demasiado en serio. Y si bien es verdad que es bueno que se tomen en serio, otra manera de hacerlo es apostando por despertar la risa de un espectador tan cautivo como es el que nos hemos acostumbrado a ver cortos –tan molestamente solemnes– rodados en Canarias. 

Saludos, pensando que la acción no debe ser una reacción sino una creación, desde este lado del ordenador.

Un relato desde la misteriosa zona crepuscular de las Letras Canarias

Lunes, Febrero 21st, 2011

I.- EMPIEZAN SIENDO DOS

Los fantasmas de Tomás Morales y Blas Cabrera pasean por Canarias.

Blas Cabrera, sorprendido de ser un espectro, intenta encontrar alguna lógica a su estado incorpóreo. Descubre aterrado que las leyes de la física de poco le valen mientras vuela cogido de la mano de Morales por las siete islas, todas ellas irreconocibles en sus pobres cabezas de espectros.

Tomás Morales, con ganas de echarse un vinazo, convence a Cabrera para entrar en un local de chochos y moscas donde sin que nadie se percate –imaginad a un obseso camarero con numerosos lamparones en su delantal y a cuatro parroquianos– coge una botella de vinazo. Se la lleva a la boca y descubre que no puede beberlo porque el vino cae al suelo.

El camarero que hace que limpia la barra mira la escena sin cambiar la expresión de la cara.

- Si no se paga no se bebe.- recita dándole al trapo que le sirve para limpiar la barra.

Morales y Cabrera atraviesan las paredes y dan en un estrecho cuarto de baño de los de antes, con burejo en suelo. El olor es tan insoportable que incluso llega a sus narices fantasmas. Tras unos momentos de confusión, entrando y desapareciendo de habitaciones desordenadas logran por fin llegar a la calle.

II.- Y AHORA SON SEIS

En el camino se encuentran con José de Viera y Clavijo, Benito Pérez Galdós, Cairasco de Figueroa y Mercedes Pinto. Don Benito, como el que no quiere la cosa, muy pegado a la Pinto, que lo mira con expresión de fastidio, muy a lo Marlene Dietrich.

- Las manos quietas, Benito.- le advierte.

Tras unirse Morales y Cabrera al grupo, todos deciden seguir con su viaje por las islas. Unas Canarias muy cambiadas y “feas”. Lo de “feas” lo dice Viera y Clavijo. El resto se limita a encogerse de hombros.

- Mira tú eso… y eso, y eso de más allá.- va recitando Viera y Clavijo cada vez más cabreado.

Llegan a Los Realejos, lo que entristece un poquito más a Viera y Clavijo, y se quedan un rato observando un acto que llaman Día de las Letras Canarias.

- Me lo han dedicado a mí.- descubre con cierto rubor en las mejillas el fantasma de Morales.

Una señora de pelo alborotado está soltando un discurso que ninguno de los espectros entiende. Alguien recita un poema de Morales que a su autor le chirría. Mercedes Pinto suelta una exclamación y una de sus manos transparentes golpea la mejilla de Galdós, que sonríe como un sátiro dando dos pasitos para detrás.

Galdós que no pierde oportunidad de estar al lado de la Pinto, Cairasco, Morales, Cabrera y Viera y Clavijo están ahora en Las Palmas de Gran Canaria.

III.- FU MANCHÚ HABLA DE USTÉ, DON JOSÉ

Viera pide silecio porque un tal Jerónimo Saavedra está hablando de él.

JERÓNIMO SAAVEDRA (con mirada de estoy por encima del bien y del mal): Propongo al Gobierno de Canarias la creación de una comisión para celebrar en 2013 el segundo centenario de la muerte de José Viera y Clavijo… 

JOSÉ VIERA Y CLAVIJO: Coñooo qué viejuno hace que me sienta…

CAIRASCO DE FIGUEROA: ¿Y yo gañán?… Podría ser tu tataronosequé…

JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO: ¡Silencio!

JERÓNIMO SAAVEDRA (uniendo las manos como si fuera un Fu Manchú de provincias): Esta propuesta, estimadísima Consejera de Educación, Cultura y Deportes, oh Milagros Luis, me ha sido planteada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País para que el Ayuntamiento de la capital grancanaria al que me honro en representar organice una serie de actos en torno a su figura. Ya sabe usted, admiradísima Consejera que don José Viera y Clavijo fue el primer historiador de Canarias. Y que nació en Tenerife en 1731 aunque falleció (Saavedra se pone triste) en Gran Canaria en 1813. Yo creo, la verdad señora Consejera y a cuyos pies me pongo, que esta celebración debería tener carácter regional… Pero dense prisa para que se organice la cosa con tiempo suficiente. Ya sabe, planificar para que este centenario no sea un trámite ni una rutina sino una vivencia colectiva de lo que supuso la segunda mitad del siglo XVII en Canarias. ¡¡¡Ahí surgió un espíritu liberal que forma parte de la historia y de la tradición canaria!!!

BENITO PÉREZ GALDÓS: ¿Onde?

MERCEDES PINTO: Canarias, y chitón ahora Benito que habla la del pelo revoltoso.

MILAGROS LUIS BRITO: Me parece una idea fan-tás-ti-ca pero no tenía ni idea de ella. En fin, don Jerónimo, que la recojo con todo cariño aunque antes tendré que dar unas collejas a mis asesores.

JERÓNIMO SAAVEDRA (Al modo Fu Manchú): Lo que usted diga, mi señora. Jejejeje, lo que usté diga, jejejeje.

IV.- DANDO LA MURGA

El grupo de los seis se encuentra ahora, por obra y gracia de ser fantasmas, en un espacio grande con suelo de césped. Hay un montonazo de gente. En el escenario unos tipos disfrazados de payasos hacen que cantan. Ninguno del grupo entiende ni jota de lo que recita esa muchachada con la cara pintada.

Uno de los payasos reclama al público que saquen el chicharrito que todos tenemos dentro…En la isla de enfrente, hacen lo mismo pero reivindicando al canarito que dicen llevan dentro.

- Yo no entiendo nada.- suspira Galdós mirando con ojos tristes pero falsos a Mercedes Pinto.

Como ninguno de los seis entiende nada de nada continúan con su viaje.

V.- PERDIDOS EN EL TIEMPO

Retroceden y avanzan en el tiempo porque, según les explica Blas Cabrera, en ese estado en el que se encuentran no existe el tiempo.

- Volvamos al pasado entonces.- propone Cairasco.- Ya saben, por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor…

- En esta zona crepuscular en la que nos encontramos no podemos forzar la voluntad de las mareas temporales. Son como olas que nos llevan caprichosamente de una época a otra.

- Es usted un poeta.- le dice Tomás Morales.

A Blas Cabrera se le dibuja una ancha sonrisa en su boca de espectro.

- El año que viene me dedican un Día.

- ¿Qué día?.- pregunta Galdós acercándose como el que no quiere a Mercedes Pinto que le advierte: “Benito, Benito… a ver si te capo…”

- De las Ciencias Canarias… ¿qué otro día iba a ser?- responde el buenazo de Blas Cabrera.

Saludos, en la quietud triste de este salón antiguo, desde este lado del ordenador.