Archive for Diciembre, 2022

Museo Rodin, ‘un asunto tenebroso’

Sábado, Diciembre 31st, 2022

En declaraciones a los chicos de la prensa, el alcarde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, sospecha ahora que todo el escándalo y los reportajes y artículos que se han hecho eco del asunto responden a una maniobra “viciada” que ha sido diseñada (esta es la conclusión si se leen los disparates que suelta) por unas gentes que forman parte de una conjura judeo masónica que solo tiene un malvado fin: contaminar el debate de las elecciones,, elecciones que ya están a la vuelta de la esquina.

El caso es que mientras el alcarde, ya sin argumentos y visiblemente preocupado por el alcance que está teniendo el affaire Rodin, hace lo que hasta ayer hacía muy bien, el demagogo, ya casi nadie se lo cree porque tanto disparate es como quien tira barro a la pared solo que ahora ese mismo barro se desliza y termina finalmente en el suelo, lo que podía ser una señal para José Manuel Bermúdez. Es decir, que debería prepararse mejor las respuestas porque las que dio días pasados suenan, la verdad, que a mal chiste.

En fin, de pena, aunque claro está que la cultura nunca fue un terreno en el que se movió con comodidad el alcarde. Sobre todo porque desde que ocupa tan elevada responsabilidad más que estimular lo que ha hecho es desarmarla sin contemplaciones. Él y el equipo de responsables que desarrollan las prácticamente inexistentes políticas culturales en la capital tinerfeña.

Que el caso Rodin le afecta y le seguirá afectando el año que ya se nos viene encima, el 2023, queda patente en que ahora delega en otros que den la cara para hablar sobre este asunto, no vaya a quemarle un poco más la imagen, imagen que ha quedado bastante chamuscada en estas fiestas por su empeño en hacer realidad un proyecto, el de museo Rodin, que quedará para la posteridad como un asunto tenebroso (viva Balzac) y la piedra en el camino que le enseñó que su destino era rodar y rodar… Cuesta abajo, claro.

El caso es que, mientras tanto, se siguen sumando comunicados de colectivos varios en los que se manifiesta el rechazo a un museo que se vendió a la ciudadanía como jauja y ha terminado por ser una vergüenza. El más reciente es el emitido por el Instituto de Arte Contemporáneo, delegación Canarias, una carta abierta al señor alcarde que firma Pedro Déniz, presidente del Instituto.

Por otro lado, y mirando el lado bueno de todo este desaguisado municipal, habrá que agradecerle al alcarde y su equipo que haya unido como a una piña a un sector generalmente tan poco unido como es el del arte y toda la periferia que lo rodea. También que todo este affaire haya llegado a la ciudadanía que poco o nada tiene que ver con el arte gracias a una política de comunicación acostumbrada al inevitable “perfil bajo”. Es decir, la que intenta que los que protestan se olviden de este asunto en una o dos semanas. Y será entonces, en una o dos semanas, cuando la Corporación intente buscar apoyos (ya lo está haciendo) de asociaciones y particulares cercanos para justificar y maquillar una iniciativa ya demasiado enlodada.

FOTO: En la imagen el alcarde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, y otros, ante la estatua de El Pensador en el Museo Rodin de París

Saludos, esta noche llega el 2023, desde este lado del ordenador

La llave del espejo, una novela de Pilar Torres

Viernes, Diciembre 30th, 2022

El Premio Nadal ignora a las literaturas que se escriben en Canarias desde su nacimiento aunque en su primera edición en 1944 lo recibiera Carmen Laforet por la extraordinaria Nada, una escritora que mantuvo una vinculación con este archipiélago alejado de la mano de los dioses a raíz de la publicación de La isla y los demonios, que se desarrolla en Gran Canaria.

Sin embargo, han sido varios los escritores y ahora escritoras de las islas que han sido finalistas a este certamen como Rafael Arozarena con Mararía en la edición de 1971; Isaac de Vega con Tassili en 1992 y, recientemente, Francisco Juan Quevedo con Un teatro en medio del océano en 2022. Ahora, se publica La llave del espejo, de Pilar Torres, que resultó finalista al Nadal pero en 2021 con una novela mestiza, en la que se combina con habilidad el género histórico con el sentimental para ofrecer al lector un interesante relato que discurre en varios tiempos, uno troncal, que sirve de eje a la novela, y otro que se desarrolla en diferentes años del siglo XX y en la ciudad de Nueva York en 2018, en el escenario de una galería de arte ya que la pintura es otro de los grandes asuntos que trata La llave del espejo.

Escrita por Pilar Torres, autora de una anterior novela, La quinta Bella Vista (2015), La llave del espejo es una obra mucho más ambiciosa que su ópera prima. Al mismo tiempo, presenta a una escritora más segura de sí misma, y que está dispuesta a abordar historias con mayor calado. Para ello, rodea a la protagonista de la novela, Julianne, de un buen repertorio de personajes secundarios, algunos mejor definidos que otros pero con el suficiente peso para que la novela siga adelante, sin provocar en ningún momento que decaiga el interés de quien está leyendo.

La llave de espejo cuenta una historia original y creíble como es la llegada a la isla de Tenerife a finales del siglo XIX de una joven inglesa, aficionada a la pintura y de nombre Julianne, que pisa tierras tinerfeñas acompañando a su padre, un rico comerciante enfermo de tubercolosis. Un viaje que realizaron mucho antes y también mucho después miles de compatriotas con el fin de recuperarse en las islas aprovechando las bondades de su clima.

La novela adquiere poco a poco un tono más sombrío a medida que pasan los años. Sobre todo cuando la protagonista se une en matrimonio con un desgraciado de su misma nacionalidad que solo desea el dinero que heredará cuando fallezca su progenitor.

La acción va avanzando, es cierto que un poco a trompicones por un estilo florido que no contribuye, a mi juicio, a un seguimiento regular del relato, hasta llegar a la I Guerra Mundial cuyos ecos se perciben en la segunda mitad del libro aunque su protagonista se encuentre en retaguardia. Un eco de fondo, pero conflicto que afectará las relaciones de los que intervienen en la historia. Una historia bien urdida, que no deja cabos sueltos, y que lleva a una doble conclusión en la que se hace justicia a los sufridos personajes que a los largo de las más de trescientas páginas se encuentran como desencuentran.

La llave del espejo es el nombre de un cuadro que sorprende a unos expertos en arte en 2018 en la ciudad de Nueva York, y será a partir de las investigación que inicia uno de ellos, donde se narre el segundo relato de un libro que abarca un periodo de tiempo considerable, también llega a los años sesenta, no con vocación de destripar la Historia con mayúsculas que caracterizó aquella años sino para seguir el proceso de envejecimiento de unos personajes que nacieron con el destino torcido.

En este aspecto, y con un destino que no va en línea recta sino que resulta bastante sinuoso siempre en favor de la acción, La llave del espejo tiene algo de Charles Dickens cuando el relato nos lleva a Liverpool de las primeras décadas del siglo XX y a las literaturas de las hermanas Brontë o de Jane Austen cuando centra la atención en la complicada y desgraciada vida sentimental que arrastra la protagonista. Un hecho que llama también poderosamente la atención después de haber leído el libro es descubrir cómo los villanos, y entre ellos se encuentra el marido de Julianne, están corrompidos por dentro y por fuera y los buenos, por decirlo de alguna manera, son personajes con sus debilidades pero también bondadosos. Y bondadoso y resignado es el segundo hombre que conoce la protagonista de la novela, Dámaso, un canario noble que forma el tercer lado del triángulo que propone Pilar Torres en su ficción, y relaciones que son las que dan cierta elasticidad a un libro que ,al menos en la tierra de nacimiento de su autora, está respondiendo en ventas.

Dividida en varias partes, La llave del espejo abarca en su primer episodio de 1895 a 1899 y de 1900 a 1903 y en el segundo y tercero de 1903 a 1914. Por último, la cuarta sección sitúa al lector entre 1915-1917. Entre medio de esta cronología, años que son esenciales en la vida de Julianne, la acción se interrumpe para avanzar y retroceder en el tiempo con la idea de dotar de más espesor una trama que engloba dos grandes temas que incluso están ahí en las escenas donde no resultan prioritarios: el arte, en este caso la pintura, y la invisibilidad de la mujer en aquellos años. O la necesidad de hacer justicia por lo que tuvieron que aguantar hasta que tomaron conciencia y se formaron los primeros movimientos sufragistas, de los que da cuenta la novela.

En conjunto, los personajes y las ideas que transmite Pilar Torres en el libro están muy bien narrados lo que me hace pensar qué nos deparará en un futuro como escritora. De momento, ella misma se ha puesto el listón muy alto, lo que no creo que sea un problema en alguien tan visiblemente dotado para contar historias.

Saludos, mañana es mañana, desde este lado del ordenador

El caso Rodin llega a la calle y salta a la península

Jueves, Diciembre 29th, 2022

Al paso que va el caso, el caso Rodin, va a resultar necesario contratar los servicios de un detective privado que no sea, por favor, francés. El último aldabonazo lo puso esta semana un escrito publicado en El Cultural y que firma Elena Vozmediano en el que explica un poco la trama de personajillos del país que fue cuna, precisamente, de Rodin.

Les invito a que lo lean, si no lo han hecho ya, porque parece que el escándalo recién acaba de llegar a las orillas de la península, donde se hace eco también de esta mala jugada estratégica, por si hubo estrategia alguna vez, el diario El País en su edición del martes, 27 de diciembre y ahora el crítico Fernando Castro.

Al margen de quien sea la mano que está meciendo la cuna en favor de los que están en contra de este desaguisado, es momento que el alcarde de la capital tinerfeña, José Manuel Bermúdez, se replantee todo este asunto y ordene mandar a parar un proyecto en cuyas aguas nadan tiburones de verdad y muchos de ellos con acento francés, y pececillos que son los responsables de la Corporación municipal que hasta el día de ayer se consideraban si no tiburones, sí que toninas aunque después de todo esto, la vendida de moto del proyecto de museo, la penosa gestión de la crisis, más que toninas diría que son tontainas.

De momento, la respuesta del Ayuntamiento chicharrero ha sido la de publicitar en un vídeo (Soy Cultura) la actividad cultural de la capital para mostrar –ante la evidencia de que todo esto ha sido una enorme metida de pata– lo que hace la Corporación por, precisamente, la cultura.

No obstante y como desde esa casa se entiende una puñalada trapera el comunicado que la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna emitió días pasados y a través del cual se hacía público su rechazo a este proyecto, se murmura desde hace unos días y con insistencia en los mentideros que el Ayuntamiento barajó la idea de que instituciones amigas se sumaran al proyecto del proyectado Museo Rodin, y que se presionó y no sé si se presiona a sus altos cargos para que den a conocer sus razones (que no son otras que las del Ayuntamiento, de momento humo) para justificar este, mucho me temo, capricho del señor alcarde.

Disculpen ustedes que no diga de qué instituciones se tratan, pero tras intentar con resultados frustrados llamar a algunos de los responsables que la dirigen, o lanzaron balones fuera o escondieron la cabeza bajo tierra como los avestruces.

El caso es que el caso está rodando cuesta abajo y que lo que comenzó como un guijarrito empieza a convertirse en una piedra en el camino que, como dijo la canción, podría enseñarle a Bermúdez que su destino, como el de cualquiera, es rodar y rodar.

Y esto no ha hecho nada más que empezar. No puedo imaginarme cómo se lo estarán montando en el Ayuntamiento para plantear un argumentario que de la vuelta a la tortilla y justifique pero sobre todo convenza a los santacruceros que este museo va a ser la repanocha para la capital, Tenerife y Canarias entera. Lo que no es verdad aunque el señor alcarde insista en que por sus cojones se haga un museo que nos costará a todos los santacruceros el precio que ya todos conocemos.

Una pregunta, y mucho me temo que metafísica, me asalta ahora y es si en los carnavales del año próximo, que ya están a la vuelta de la esquina, este escandalito que terminó convirtiéndose en un escándalo será motivo de alguna de las canciones de esas murgas que, claman, son la voz del pueblo.

Santa Cruz de Tenerife, mientras tanto, continúa con su ritmo de siempre. La ciudad que siempre duerme se ilumina en unas navidades que les están amargando el turrón a José Manuel Bermúdez, y esto ante un año electoral donde su formación política se juega permanecer o desaparecer definitivamente del terrero político canario.

Desde este su El Escobillón estamos preparando ya la letra de una canción para ver si le sirve de inspiración a cualquiera de las murgas que dicen son la voz del pueblo… La música sería la de la canción Escándalo, que interpretara y popularizara Raphael, y tema que podría convertirse en la banda sonora de todo este asunto que ya ha trascendido a la sociedad civil que no tiene nada que ver con la cultura. Cultura que, sería además la primera ocasión, en que el sector se une y presiona para denunciar lo que está mal, lo que crea un precedente ya que por una vez artistas y otras tribus se unen para ejercer presión. Y la fórmula, de momento, parece que funciona.

Pero quizá el mejor análisis de todo este asunto, del problema Rodin, fue el que me dio un amigo que no tiene nada que ver con culturas y culturetas, con artistas y artisteos: “Parece que nos quieren meter Rodines de polietileno a precio de bronce”. Y pienso mientras se me graba esta apreciación limpia de cualquier perturbación, que el caso Rodin ha llegado donde no quería precisamente el Ayuntamiento que llegara: la calle.

Y eso es todo por hoy…

(*) En la imagen, recreación de las instalaciones del proyectado Museo Rodin en el parque Viera y Clavijo, en la actualidad abandonado a su suerte.

Saludos, continuará…, desde este lado del ordenador

Un año de cine en Canarias

Miércoles, Diciembre 28th, 2022

En el apartado cinematográfico la pequeña y subvencionada industria del cine canario (llamémoslo así) tuvo un año, este 2022, bastante parecido a los anteriores. El descenso de la exhibición de cortometrajes, que pudo deberse en parte a que TEA Tenerife Espacio de las Artes ya no dedique sus salas para que los aficionados estén al tanto de lo que se hace en este formato y el repentino fallecimiento de cineastas como Roberto Pérez Toledo a la temprana edad de 43 años en Madrid, que coincidió con la representación de su primera obra de teatro, Manual básico de lengua de signos para romper corazones, en el Teatro María Guerrero, fueron dos de las noticias más desconcertantes de un año en el que también nos dejaron la actriz Isabel Torres, que dio vida a Cristina Ortiz en la serie La Veneno y también el actor, director y profesor de teatro Juan Ramón Pérez, de Profetas de Mueble Bar.

Fue señalado que el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICCA) destinase a Canarias un total de 3.693.640 euros en ayudas de 2022 a la producción de largometrajes sobre proyectos y de las que resultaron beneficiarias el largometraje de animación tinerfeño Cuatro días antes de Navidad (de las productoras insulares 3Doubles Producciones y Smartreck Films, más la madrileña Capitán Araña) y las películas grancanarias Valle de Sombras (El Reino de Zanskar y la madrileña La Terraza Films), La Gripe Rica / Rich Flu (de la productora grancanaria del mismo nombre) y La Ternura (La Ternura, ubicada en Telde, y Pris & Batty Films, de Madrid).

En cuanto a misterios que todavía siguen sin resolver está que el Gobierno de Canarias no haya explicado hasta la fecha y de manera oficial las razones que pueden existiir para no haber estrenado al público los trabajos reunidos en los catálogos Canarias en Corto 2021 y 2022 pese a que anuncien sin dar explicaciones de lo anterior los trabajos seleccionados en el correspondiente a 2023: Aitana, de Marina Fernández Alberti; Circe, de María Abenia Gracia; Las invasiones biológicas. El caso del Ovis Orientalis Musimon en la isla de Tenerife: El último muflón, de Shira Ukrainitz y Omar Al Abdul Razzak; En un segundo, de Pablo Fajardo Juan; Daida back to the Ocean, de Pablo Ramírez Bolaños; Visionado, de Manuel Román Sierra, y Cloro, de Pablo Borges.

Por otro lado, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife patrocinó la edición de 350 ejemplares del guion de Millstone, la fundación de San Antonio de Texas, escrito por Santiago y Teodoro Ríos así como por José Miguel Hernán, un proyecto que nació como largometraje.

Pero si hubo una noticia que marcó este año singular en cuanto a materia audiovisual se refiere la dio la Filmoteca Canaria con la presentación del documental Chez les Montparnos y un cortometraje en el que hizo funciones de director artístico el pintor surrealista tinerfeño Óscar Domíngez, ya que se trata de las única imágenes a color que se conocen del artista.

En el apartado estrictamente cinematográfico, se produjo un visionado de Érase una vez en Canarias, de Armando Ravelo, cuyo estreno comercial será a principios de 2023; en documentales se pudo ver Islas Canarias: nacidas del fuego, producido por National Geographic y La gran aventura de Guarapo, un trabajo producido por River Flow Pictures y dirigido por Guillermo Ríos Bordón y Pedro Felipe Fernández.

Contando ovejas fue, por otro lado, la ópera prima del cineasta afincado en Canarias José Corral Llorente y Josep Vilageliú presentó Aguasvivas, un corto de lo que su autor como otros integrantes del grupo denominan como cine leve. Por otro lado, Elio Quiroga presentó el cortometraje documental Volar sobre el agua.

Entre las producciones que aprovecharon las bondades del clima y el paisaje de las islas estuvo la del rodaje de la segunda temporada de 30 monedas, que dirige Alex de la Iglesia y que el santacrucero barrio del Toscal se convirtieron en Centro Habana para la serie Montecristo, que protagoniza el actor cubano de origen estadounidense, William Levy.

También es de destacar el trabajo que viene desarrollando la productora canaria El Viaje Films. El pasado 15 de diciembre estrenó un largometraje en el que actúa de coproductor, Matadero, una película del cineasta argentino Santiago Fillol.

En cuanto a premios destaca el que recibió el cortometraje Madres, de Daniel León Lacave, en el Festival Internacional de Cine de Lanzarote (FICL) y el documental El último arquero (2020), de Dácil Manrique de Lara, que recibió el premio a la mejor película en el Houston Latino Film Festival.

Por último, la Fundación CajaCanarias dio a conocer el fallo de su Premio de Cortometrajes Manolo Villalba 2022 que recayó en la modalidad de ficción en el cineasta tinerfeño Emilio González por Rómulo y en documental en Bancal, del realizador grancanario Rafael Marrero.

En Festivales, semanas y encuentros, además de los estrictamente de negocios se produjeron felices momentos como que la Asociación de Compositores de Música para Audiovisual Musimagen y el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité) acordaran presentar los ganadores de los V Premios de la Música para el Audiovisual Español, patrocinados por la Fundación SGAE, en Tenerife y la visita de John Landis, Sarah Douglas y Lamberto Bava al Festival de Cine Fantástico Isla Calavera. El Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife celebró su 16 edición, y hubo más cine en el Festival de Cortos de La Orotava, MiradasDoc y el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, que el año próximo acogerá su 22º edición.

Cabe destacar también que MiradasDoc será uno de los dos festivales canarios con los que contará la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas para que califique en la categoría de Mejor Corto Documental Español de los Premios Goya.

Y esto es todo en este pequeño resumen que nunca quiso ser completista sobre la industria del cine a este lado del Atlántico. Somos conscientes que no están todos pero sí unos pocos de los que tenemos noticia que están contribuyendo a que el audiovisual siga siendo un sueño que puede hacerse realidad.

(*) En la imagen José González Rivero, co-productor junto a Romualdo García de Paredes del primer largometraje de ficción rodado en Canarias por un equipo íntegramente canario, El ladrón de los guantes blancos (1026)

Saludos, 2023 a la vuelta de la esquina, desde este lado del ordenador

Lola del Castillo: “La figura humana nunca fue protagonista en mi obra”

Martes, Diciembre 27th, 2022

Más de setenta cuadros reúne la retrospectiva Lola del Castillo (1978-2022), que permanece abierta en la sala de exposiciones del Instituto de Canarias Cabrera Pinto en La Laguna hasta el 5 de febrero de 2023. Si bien la muestra recoge “una milésima” parte del trabajo de la artista, sí que orienta al espectador por donde van las constantes y sobre todo las técnicas pictóricas de su autora, Lola del Castillo, lo que se aprecia en series como, entre otras, Tierra de nadie, Piel de guayaba, Litografías y grabados y Conca, esta última, la sala donde la artista se estrenó oficialmente como pintora.

La exposición resume así una fecunda trayectoria creativa y pone de manifiesto, como escribe Pedro Juan Gutiérrez, que: “Hay un punto intermedio que solo algunos artistas y escritores logran. Un punto intermedio entre el rigor y la gracia. Un punto de equilibrio alrededor del desequilibrio. Yo lo tengo muy claro: “no compitas. Juega”. Ese es mi axioma principal en la vida. Creo que todo en el arte gira sobre el concepto del juego. Pero el juego vibra, como todo, entre el Ying y el Yang. Blanco y el negro. El día y la noche. Así que el juego necesita su contrapunto incesante, su antagonista, en la seriedad y el rigor. Toda obra de arte se basa o nace, de esa lucha”.

- La retrospectiva recoge trabajos realizados entre 1978 a 2022. Oficialmente, ¿comenzó su andadura artística en 1978?

“Había hecho antes algunas cosas e incluso expuse en el Casino de La Laguna obra que realicé en Madrid y también en Tenerife y sobre las que escribió un texto para la exposición Pedro González. Más tarde expuse en la sala Conca, que fue la que me impulsó a seguir con esto a finales de la década de los setenta”.

– Observo en la obra escogida para esta retrospectiva que apenas aparece la figura humana en los cuadros. ¿Es por alguna razón?

“La figura humana nunca ha sido protagonista en mi obra y si estuvo alguna vez presente se tratan de figuras que pasan pero desdibujadas. Por ejemplo, en las obras que en su día expuse en la Conca las personas estaban tapadas por paños ya que me interesaba más el dibujo del paño que la propia figura humana. Nunca ha sido un elemento principal en mi obra, si aparece es que pasa en ese momento por el cuadro”.

- ¿Pero es por alguna razón especial?

“No es porque sea mala anatomista. El retrato es un aspecto que apenas he tocado aunque el año pasado o el anterior, no lo recuerdo bien, un profesor de la Facultad me invitó a participar en un proyecto de retratos de los rectores de la Universidad de La Laguna y encargó a cada uno de los que participaron a pintar dos retratos lo que me dio la oportunidad de practicarlo pero no es una cosa que me inspire. Se trató de un encargo”.

– La exposición repasa su trayectoria de 1978 a 2022. A lo largo de estos años, ¿observa distintas etapas en su pintura?

“La exposición no recoge todas mis etapas, resume en todo caso una milésima parte de mi trabajo pero había que hacer una selección y el sistema que seguimos fue rebuscar en toda esa obra donde se observara lo que es muy sobrio, con espacios vacíos, que no hubiera nada que llamara la atención especialmente. Las series que se exponen van desde mi primera etapa a la última, la que corresponde al 2022 y como ésta, los reflejos en el agua, se conecta con las anteriores porque donde aparecen estaciones de trenes, aeropuertos, aparecen también los reflejos y ahí combinamos unas etapas con otras. Hay mucho de eso en las obras de mi serie más reciente, donde sin embargo he salido fuera, ya no son espacios cerrados sino que ahora entronco más con mi etapa del mar y las vegetaciones que realicé durante el confinamiento, donde al no poder salir me encontré en casa con una caja de carboncillos y papeles orgánicos que me había traído de India y empecé a dibujar mientras imaginaba árboles y plantas en unos días en los que se podía escuchar el canto de los pájaros. La gente me dice con respecto a esta serie que les resulta oscura pero esa no era mi intención, si salió así es porque no tenía materiales salvo carboncillos y un puñado de papeles orgánicos”.

- La muestra reúne más de setenta cuadros, obra que resume 40 años de trayectoria artística.

“Quise que estuviera presente todas las técnicas que he usado como el dibujo, los grabados, que realicé en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna; la litografía, que trabajé en La Habana y el óleo que para mi es lo más importante, la técnica donde me siento realmente cómoda”.

- Comentaba antes los reflejos sobre el agua que aparecen en su última serie, ¿cómo se le ocurrió?

“Me invitaron a Galicia y un día mientras paseábamos por una ría comencé a ver los reflejos en el agua y pensé que además de muy bonito había que dibujarlo. Saqué fotografías y me las llevé al estudio donde empecé a trabajarlo. Los cuadros en los que aparece el mar se hicieron porque tienen mucho que ver con mi niñez y los veranos que pasábamos en Bajamar y la Punta. No quise pintar el horizonte y sí cuando llega el agua a la orilla, el vaivén, la arena negra y la roca oscura de la playa y el contraste con la espuma del mar”.

- Pero entiendo que muchas de las constantes que en la actualidad definen su pintura vienen de mucho más atrás.

“Creo que sí, la línea recta, las perspectiva y sobre todo y en el fondo mucho dibujo”.

- ¿Por qué tanto dibujo?

“Porque estudié en Madrid en una Escuela de Bellas Artes y la Academia estaba muy presente: dibujo, dibujo y más dibujo. Se insistía mucho en el dibujo, el dibujo de todas clases: de estatua, de movimiento, de personas… Anatomía sobre todo, por eso detrás de mi obra hay mucho dibujo, aunque sea pintura”.

- Oficialmente, ¿cuándo da su primer paso a la pintura?

“Cuando comencé a dar clases en la facultad de Bellas Artes pensé que había llegado el momento de pintar al óleo. Por aquel entonces me había mudado de casa y tenía un buen estudio así que inicié una etapa, la de los bastidores, en la que aproveché para investigar el color y la pintura al óleo”.

-¿Cómo se enfrenta al lienzo en blanco?

“Empiezo a pintar directamente porque cuando me pongo a pintar sé lo que voy a pintar. Tengo claro lo que voy hacer pero lo que no sé es hacia dónde va a derivar la pintura porque veces aparecen cosas en las que no había pensado”.

– ¿Reconoce artistas que sean para usted referentes?

“Cuando estudiaba en Madrid coincidió con la época de los realistas españoles, artistas como Antonio López e Isabel Quintanilla que creo que me influyeron muchísimo. Todas las exposiciones eran para ellos y si se observa su obra se encontrará que ahí hay dibujo, mucho dibujo. Volví a Madrid mucho tiempo después y me encontré con una exposición de realismo en la Thyssen y me volvió el gusanillo porque llevaba tiempo sin coger un lápiz para dibujar. Y me interesó tanto contemplar la obra de Antonio López en aquellos cuadros tan grandes que cuando regresé a la isla me hice hasta un poco de daño en la muñeca porque volví a dibujar, a dibujar a lápiz”.

- ¿Desde cuándo le viene esto de pintar?

“Mi abuelo fue Mariano de Cossio, que falleció cuando yo tenía ocho años aunque estábamos mucho en su casa y allí se hablaba de pintura. El estudio de mi abuelo lo descubrí siendo muy pequeña y algo se me quedó dentro por lo que siempre me gustó pintar y dibujar”.

– ¿Recuerda cómo eran sus primeras obras?

“Lo que me dio pie a seguir adelante fue un profesor de Dibujo del instituto Cabrera Pinto, llamado Riaño. En este mismo instituto mi abuelo fue profesor y tres tías. Mis primos estudiaron allí también y yo hice todo el bachillerato y recuerdo que dibujé a un mexicano con su sombrero y su poncho y que me preocupé en hacerle los pliegues al poncho, algo que según Riaño no hacía nadie de mi edad y creo que eso me animó a dedicarme a esto”.

- Sus cuadros cuentan historias.

“Y esa es una de las razones de que no les ponga títulos ya que un título condiciona la obra. Los cuadros que hago sugieren un espacio, un sitio que despierte algo que recuerdes. Titulo las series pero nunca los cuadros”.

- ¿Cómo recuerda el ambiente artístico de sus primeros años como pintora?

“El ambiente necesario, porque uno sale de la facultad un poco perdida, en especial cuando la enseñanza que has recibido es tan académica y sin apenas espacio para la creación, que fue lo que me pasó. Por aquel entonces, tenía unos cuantos dibujos que expuse en el Casino de La Laguna pero no tenía muy claro que hacer y salió lo de la galería Conca, lo que me puso en contacto con otros pintores de mi generación y ellos en parte fueron lo me condujeron. El mundo del arte era muy distinto al de ahora, era más cercano sí, pero apenas tenía movimiento hasta que llegó Conco y abrió su galería y organizó exposiciones y aparecieron artistas como Gopar y Gonzalo González, entre otros muchos”.

El búnker, ¿el mejor libro sobre la División Azul?

Lunes, Diciembre 26th, 2022

Se ha escrito mucho sobre la División Española de Voluntarios, la División Azul, aquel grupo de muchachos que marchó al otro extremo de Europa en respuesta al reclamo de “¡Rusia es culpable!” y si se analiza con rigor esta literatura uno descubrirá que está repleta no de buenos sino de excelentes libros que dejan registro del testimonio de quienes se alistaron para combatir en una guerra en la que no se les había perdido nada.

Entre los grandes narradores divisionarios que dejaron testigo de su experiencia destacaría obras como División 250, de Tomás Salvador; y Embajador en el infierno, las memorias del valiente capitán Palacios que fueron recogidas con aliento periodístico por Torcuato Luca de Tena. También la ambiciosa reconstrucción de aquella división en los distintos libros que le dedicó el también periodista Fernando Vadillo sin olvidar Los cuadernos de Rusia del poeta Dionio Ridruejo, entre otros y otros tantos libros que se han dedicado a tomar el pulso a un momento y a una generación que fue capaz de dejarlo todo para sumergirse en el frío y crudo invierno que padecieron los españoles ante los arrabales de Leningrado.

Cae en mis manos una obra singular y escrita por un divisionario de la que no tenía noticia: El búnker (Inédita Ediciones, 2006) que recopila los papeles dispersos que dejó escrito Julio Rebollo Montes sobre sus experiencias en el frente ruso en 1943, y libro que se preocupa más por contar cómo era el día a día entre aquel grupo de hombres de distintas clases sociales, estudios y manera de ver la vida, bajo un mismo techo, el de un búnker que se encuentra en primera línea.

Al margen de los combates que se cuentan, haberlos los hay y son los suficientes, lo interesante de este libro son sus ambiciones de cronista ya que su autor, Julio R. Montes, nos cuenta lo que sentían aquellos soldados ante la soledad de la estepa y el acoso masivo del Ejército Rojo. Al fondo, rozando la línea del horizonte, una ciudad bajo asedio, Leningrado, ayer y hoy San Petersburgo.

Lo interesante de este libro es que está escrito in situ, mientras suceden las cosas que escribe su autor, así que estamos ante una literatura digamos periodística porque da mucho valor a los hechos y describe situaciones que no suelen ser tratadas en las obras de otros divisionarios cómo fue la retirada forzosa del frente cuando se dio orden de disolver a la División. Se produce así una larga y penosa marcha pero a la inversa de cuando llegaron (y que Montes no narra), aquella en la que atravesaron a pie media Europa para llegar al frente.

El búnker es una obra que trasciende y una de las más interesantes que se han escrito sobre los españoles que sirvieron en Rusia. Está narrada desde dentro y muestra sin pudor las ambiciones pero sobre todo los miedos de aquel puñado de españolitos que vinieron a un mundo que no era en el que pensaban.

El texto cuenta con muchos de los tópicos que rodean a la División Azul, como que no tenían nada que ver con sus aliados alemanes, que no entendía la persistente confraternización con el enemigo de los españoles. El libro de Julio R. Montes no pone el énfasis en la épica ni en el valor de aquellos soldados, sino en retratar a los jóvenes que vistieron uniforme por una u otra razón. Es decir, que sirviendo en Rusia no se le daba demasiada importancia al pasado que alguno de ellos llevaba encima.

Escrita en momentos de descanso y más tarde ordenadas tras su regreso a España, El búnker está narrado en primera persona pero, lo que no deja de resultar curioso, el protagonista de todas estas escenas se llama Félix Arce y no Julio R. Montes, el autor de unas memorias que eriza la piel al estar escritas más con el corazón que con la cabeza. Y ahí radica su absorbente pero también terrible grandeza.

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador