Archive for Noviembre, 2007

Vade retro Satanás

Viernes, Noviembre 30th, 2007

La Fortuna es una diosa caprichosa por lo que reparte su bendición a tontas y a locas, esta y no otra es la razón que explica el éxito y el inmerecido premio Gouncourt de este año a la novela Las Benévolas, del joven escritor Jonathan Littell. Un mamotreto de casi un millar de páginas donde nos cuenta las memorias de un alto oficial de las SS durante la II Guerra Mundial.

La novela, pesadísima (tanto que todavía no me explico cómo he podido llegar al final sin morir en el intento)  es una de las grandes estafas literarias del año que termina, y salvo capítulos más o menos afortunados, nada nuevo añade al siniestro funcionamiento del III Reich, y sí acarrea demasiados tópicos sobre el nazismo. Todos ya más sobados que un tebeo de Mortadelo. Mi recomendación pues a los navegantes es que no se gasten el dinero en esta ridícula historieta sobre un SS con problemas sexuales, y sí animarlos a recrear aquellos tiempos turbulentos repescando de la videoteca obras maestras sobre el poder y la fascinanción del Mal, con mayúsculas, como La caída de los dioses que continúa siendo, hoy por hoy, una películas que trasciende.

Tengo la sensación, ahora que he dejado el libro en la estantería, de que me han tomado el pelo, y maldigo a gente como Jorge Semprúm que ha sido capaz de calificar tamaña memez como “acontecimiento del siglo”. En fin, sólo puedo decir que por sus palabras me siento menos tonto cuando pienso que hay tontos un poco más grandes que este que les escribe ahora, mascullando rabia.

La idea era, de todas maneras, atractiva. Es decir, contarnos los grandes momentos de la II Guerra Mundial a través de los ojos de un nazi convencido. Pero esa mirada queda en anécdota tras superar las 300 primeras páginas, porque no hay nada de eso. Es decir, ni un intento siquiera por describir desde los ojos del monstruo la matanza de tantos y tantos inocentes.

Littell se ha leído muchos libros sobre la época, eso sí que está claro, pero yo también he leído bstantes cosas sobre ese turbulento conflicto y todavía estoy tarumba tras su pesado novelón. Una nadería que nos han vendido casi como una obra maestra y no es nada de eso. Bueno, mejor me tranquilizo y continuo otro día, el tema tiene miga. Tantas como las páginas de esta idiotez en forma de novela.

Váyanse a la mierda

Jueves, Noviembre 22nd, 2007

fernando-fernan-gomez.jpgNo les falta razón a quienes me dicen que este blog dedica especial atención a los muertos. Pero es una forma de mantenerlos vivos y no como fantasmas en nuestra memoria. La mayoría de los consumidores culturales sabrán a lo que me refiero. Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma. Y si he llegado a la conclusión, gracias en parte a la serie A dos metros bajo tierra (gracias, Carlos), que los que se van dejan algo de ellos en todos nosotros… para el que se ha pasado la vida fabricando mitos a través de sus lecturas, escuchas y visiones, la desaparición de alguien famoso y al que tuvo la suerte de no conocer, conmociona. No con la misma intensidad de alguien cercano, claro está, pero sí que deja un vacío raro en la cabeza y una necesidad de agradecerle los buenos ratos que le hizo pasar y que, a través de su obra, continuará haciéndole pasar.

La muerte de Fernando Fernán Gómez, anunciada a lo largo de esta semana como fría e insustancial noticia periodística, me ha dejado tarumba por la sencilla razón de que me lo pasé y pasaré muy bien con las películas donde hizo de actor y en ocasiones también de director. No voy  glosar que títulos marcaron mi tonta niñez ni mi rarísima adolescencia. Ni siquiera cuando descubrí aspectos nuevos en su trabajo cuando me asaltó sin darme cuenta esa juventud divino tesoro que tan poco es para tanto. No, mi intención es rendir un pequeño tributo a un señor que se nos hizo mayor y se transformó un poco en el abuelo de todos. Incluyendo su bendito mal genio y sus salidas de tono, como el glorioso váyase usted a la mierda. Salidas que ahora la canalla televisión no se cansa de emitir en clave jocosa, pero que dicen demasiadas cosas del entrañable viejo. Y una sobre todas ellas, en sus últimos pero vibrantes años finales, le hizo un soberano corte de mangas a todo el mundo. Lo que no entendieron los idiotas de las televisiones es que lo más importante de todo es que Fernando Fernán Gómez se incluía en esa legión de imbéciles que nos toca sufrir todos los días porque nadie es perfecto.   

El viejo, el abuelo, además de ser un extraordinario actor que casi siempre interpretaba el mismo papel y un sólido cineasta, también fue un escritor de fuste. Recomiendo a los aficionados la lectura de sus memorias que son las aventuras y desventuras de un señor repleto de contradicciones, pero a quién finalmente se quiere y aprecia por su brutal sinceridad y hartazgo. El viejo era un niño, damas y caballeros. Váyanse todos, con mis respetos, a la mierda.

Leyendo ‘Las benévolas’

Martes, Noviembre 20th, 2007

Tengo en mi poder la comentadísima novela Las Benévolas, y tras haberme leído 400 páginas de las casi 1.000 con que consta el volumen creo que puedo ofrecer una visión de lo que me está pareciendo su lectura en estos tiempose revueltos y tan extraños que vivimos. Vale, sí, estoy de acuerdo en que algunos opinarán que todavía es pronto para que juzgue su contenido sin haber pasado del ecuador de la ambiciosa obra de Jonathan Littell, pero la verdad, soy de los que piensa que a mitad de un libro, o bien tras leer sus 10 primeras páginas, el lector puede detectar si lo que está devorando resulta de su agrado o no. Y por el momento sólo puedo decir que la sorpresa es lo que me anima a leer las páginas de esta obra y a reflexionar sobre el poder que tienen los medios cuando a sus editores les interesa promocionar un libro, independientemente de su calidad.

El libro, a nadie se le escapa a estas alturas, es una novela histórica y su protagonista un oficial de las SS que nos cuenta sus experiencias en los distinto frentes en lo que participó durante la II Guerra Mundial, generalmente en la retaguardia. ¿Está bien contada? Puessss sí, aunque se hace lenta, lentísima pese a que pasa de todo en cada una de sus apretadas 1.000 páginas. El lector, o al menos mi yo como lector, no se siente identificado con las peripecias del personaje. Es decir, que me resulta indiferente, incluso cuando colabora en los asesinatos en masa de judíos y gitanos.

Como novela histórica tiene, no obstante, cierto interés, sobre todo porque retrata aspectos de la campaña rusa que, salvo los muy iniciados en el tema, resultarán sosprendentes. Sobre todo cómo el ejército alemán intentó captar para su lado a algunos de los pueblos que componen la compleja nacionalidad rusa. En este sentido, es muy atractiva la información que proporciona de los comandos del Cáucaso, aunque sobre la batalla de Stalingrado, que es el capítulo en el que me encuentro ahora, no. Se ha escrito mucho y bien sobre esta batalla decisiva de la II Guerra Mundial así que resulta fácil detectar los libros que ha consultado su autor para describir su retrato de este combate.

¿Continuaré leyendo la novela? Es probable, aunque confieso que me cansa la historia porque contando mucho no se detiene en nada. Si llego al final, espero comentar lo que me ha parecido y borrar de mi cabeza la sensación de que me han tomado el pelo. O la de haber comprado otro título vacío que con la connivencia de un sector de la crítica nos han vendido como La guerra y la paz de Tolstoi de nuestro tiempo… Si Tolstoi levantara la cabeza.

Víctor Álamo se recupera favorablemente

Viernes, Noviembre 16th, 2007

Estas línea son para poner de manifiesto nuestro apoyo al joven escritor Victor Álamo de la Rosa que tras ser intervenido quirúrgicamente en el Hospital Universitario de Nuestra Señora de la Candelaria en Santa Cruz de Tenerife, evoluciona favorablemente.

Víctor Álamo es autor de las novelas El año de la seca y de Campiro que, también un excelente periodista de Cultura, territorio que abandonó haca unos años para dedicarse en cuerpo y alma a su tarea literaria.

El Diario de Avisos, en la sección El avispero de su última página, se hace eco hoy de la recuperación satisfactoria del también poeta herreño, y ha sido su lectura lo que nos ha obligado a dictar estas líneas.

Esperamos tu pronta recuperación amigo. Y a seguir escribiendo!!!! 

Norman Mailer, los hombres duros no bailan

Viernes, Noviembre 16th, 2007

mai0-007.jpg 

 Tengo amigos que son confesos admiradores de la literatura de Mailer, por lo que debo de admitir que deberían ser ellos y no yo el que escriba estas líneas que pretenden rendirle modesto homenaje. He leído, sí, algunas novelas del escritor, pero nunca me llegó al corazón ni me tocó el alma. Disfruté mucho leyendo Los desnudos y los muertos, es verdad, pero quizá se deba a que durante unos años me dediqué a consumir literatura sobre la II Guerra Mundial, de un bando y del otro, empapándome de todo aquel cúmulo de experiencias que volcaban en sus obras escritores de distintos pelaje. Entiéndase mi admirado James Jones, autor entre otras de De aquí a la eternidad y La delgada línea roja, títulos que cuentan además con estupendas adaptaciones cinematográficas, y de escritores que combatieron en el bando de los malos oficiales como Sven Hassel (prometo que algún día intenatré describir lo bien que me lo pasé leyendo las aventuras de la tropa del batallón de castigo con Hermanito y Porta a la cabeza) y Willi Heinrich, entre otros.

En casa espera pacientemente, mientras tanto, que coja un día de estos su celebrada La canción del verdugo de Mailer, aunque sí disfruté de El parque de los ciervos y de Los hombres duros no bailan, que son novelas que sin bien me costó un riñón meterme en ellas, pasado el ecuador de la ecuanimidad, terminaron por sumergirme en el universo de sus personajes, y en la crítica ácida que derrama sobre algunos ellos con implacable y aplastante autoridad. Lo que te hace pensar que estás ante el trabajo de un escritor que además de contar cosas sabía como contarlas.

Y con eso ya es suficiente.

Ira Levin: Un autor (im)prescindible

Jueves, Noviembre 15th, 2007

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Esta semana han fallecido dos escritores que representan la cara y la cruz de la literatura norteamericana reciente. Por un lado la combativa y feroz que encarna Norman Mailer y, por otra, la fantástica e incluso paranóica de Ira Levin.

Hoy toca escribir de Ira levin aunque prometo contar en un próximo post mis consideraciones personales acerca de la turbulenta vida y obra del escritor de Los desnudos y los muertos.

Los aficionados a la literatura fantástica conocen la producción literaria de Ira Levin gracias sobre todo a las películas que se han basado en sus novelas. Entre otras destacaría tres títulos que lo elevó a los altares del género y que consecharon gran éxito de público. Esta trilogía fantástica (Bésame antes de morir es un eficaz policíaco) son La semilla del diablo, Los niños del Brasil y Las mujeres de Stepford, novela que sigo considerando la mejor de su autor, irregular fabulista pero prodigioso creador de historias con gancho.

Las mujeres de Stepford, novela que cuenta ya con numerosas adaptaciones cinematográficas, relata la historia de una ciudad de clase media alta donde todo es demasiado perfecto. En especial las deliciosas amas de casa, mujeres hacendosas y excelentes cocineras que reciben con los brazos abiertos a los protagonistas de la novela, una pareja de recién casados que pronto descubren que han entardo en  la antesala del ¿infirno?… Lo original del libro es que a medida que avanza la acción la joven esposa empieza a sospechar que hay algo raro detrás de tanto lustre. Paralelamente, su marido acaricir una siniestra idea animado por los satistechos esposos de tan (aparentemente) feliz comunidad. Al final, la pareja y nosotros (los lectores) descubrimos que… No, no voy a revelar qué, pero animo a los curiosos a hacerse con esta ficción o a ver una de las películas rodadas inspiradas en el libro. He visto interesantes versiones, en algunas de ellas la víctima no es la mujer sino el hombre, o incluso sus hijos. La verdad es que se trata de una historia muy inquietante. 

La semilla del diablo, como todo el mundo sabe, o al menos casi todo el mundo sabe, es una película de terrores satánicos firmada por Roman Polanski que apenas envejece con el paso del tiempo. La historia juega una vez más con uno de los elementos favoritos de su autor: una pareja de recién casados da con sus huesos en una comunidad que no es lo que aparentemente representa, y vaya que no lo es. La cinta del director de El pianista todavía estremece, entre otras cosas porque en ella confluyeron una serie de circunstancias que la tacharon de maldita. Se rodó en el mismo edificio donde años más tarde moriría asesinado John Lennon, y pocos días después de su estreno fallecería la mujer del realizador, Sharon Tate, a manos de un grupo de asesinos que actuaron obedeciendo presuntas órdenes de Charles Manson.

Los niños del Brasil es una de sus novelas más delirantes pero también más entretenidas de leer, quizá porque da luz a una de nuestras peores pesadillas, que el mismísimo Adolf Hitler vuelva a caminar sobre la tierra como si del mismísimo anticristo se tratara. El nefasto doctor Mengele (interpretado en su versión cinematográfica por Gregory Peck) está obsesionado por clonar al Führer en las selvas de Brasil mientras es perseguido por un cazanazis de origen judío (Lauren Olivier) que busca hacer justicia y no venganza.

Ira Levin publicó hace unos años la que podríamos considerar como continuación oficial de La semilla del diablo, El hijo de Rosmary, pero no quise leerla en su momento y no creo que a estas alturas de mi vida lo haga. La razón es sencilla, todavía recuerdo la decepción que me produjo la lectura de la secuela de El exorcistaLegión, de William Peter Blatty.

Claro que esas cosas pasan, sobre todo cuando los escritores militan en las filas despreciadas por algunos de los autores de éxito.  

Saludos desde el presidio.