Archive for Junio, 2016

Citas

Miércoles, Junio 29th, 2016

El Espacio Cultural Santa Cruz de Tenerife acoge este jueves, 30 de junio, y el viernes 1 de julio en el Espacio Cultural La Palma las últimas sesiones del ciclo Escritores bajo el volcán en la que intervendrán Javier Cercas y Juan Carlos Méndez Guédez. Las citas, con entrada libre hasta completar aforo, darán comienzo a las 20 horas, respectivamente.

Escritura entre las nubes presenta El inspector, una novela de Ángel Nazco en la que relata cómo un suceso incomprensible rompe la armonía de los ciudadanos que habitan Santa Cruz de Tenerife tras la muerte de varios niños en el Hospital Infantil. El caso será asignado al inspector Leonardo Alvarado.

La Librería de Mujeres de Canarias, en la capital tinerfeña, acoge este jueves, 30 de junio, a las 19.30 horas, un Encuentro con María Teresa de Vega, en la que la autora hablará del poemario Necesidad de Orfeo, que ha sido publicado por Escritura entre las nubes. El acto será presentado por Isabel Rojas y Daniel Bernal Suárez.

El Ateneo de La Laguna acoge también el jueves 30 de junio y  a las 19.30 horas la presentación del libro de relatos Línea de naufragio, del escritor Agustín E. Díaz-Pacheco, publicada por Izana Editores, Madrid. Aparte del autor tinerfeño, en el acto intervendrá como presentador el escritor Sergio Barreto, Premio de Novela Benito Pérez Armas 2015 con su obra Vs.

Saludos, amigos, desde este lado del ordenador.

Con él llegó el escándalo

Martes, Junio 28th, 2016

Las películas que protagonizaron Bud Spencer junto a Terence Hill no pasarán a la historia del cine. Tampoco aguantan demasiado bien si se las recupera con la idea de viajar en el tiempo y ubicarte en aquellos años donde todo era más grande pero no sé si mejor y feliz… pero sí que guardo excelentes momentos, que se han convertido en recuerdos, viendo rodeado de amigos muchas de sus películas. Aquellas películas que nos divertían por tontorronas y groseras.

Spencer y Hill, que comenzaron a funcionar como pareja cómica en filmes como Le llamaban Trinidad, título en el que se parodiaba al espagueti western, basaban su humor explotando lo radicalmente diferente que resultaban física como mentalmente ambos actores sino por los cachetones, eructos y ventosidades (lo de los eructos y ventosidades se explica por la de judías que les hacían comer en pantalla) que plagaron muchas de las películas que protagonizaron juntos.

Todos, o más bien casi todos, sabíamos que detrás de estos dos actores se encontraba un profesional de la escena italiano en unos años donde todos, o casi todos, cambiaban su nombre original por uno que sonara anglosajón. De esta manera, Carlo Pedersoli pasó a llamarse y a conocerse como Bud Spencer, mientras que Mario Girotti, Terence Hill.

Nadie esperaba que cuando algún avispado casual o premeditadamente los unió primero para la trilogía Cat Stevens y Hutch Bessy y más tarde la de Trinidad, estaban creando para el cine una pareja que robó, literalmente, el corazón de miles de adolescentes. La mayoría rendidos ante sus payasadas y un cine que de ingenuo es imposible tomarse en serio.

Alguien  podrá decir que el secreto, la clave que explica la química que caracterizó a estos dos actores cuando trabajan juntos es que actualizaron el espíritu del pícaro a su tiempo pero aquí, entre nosotros, nos parece bastante excesivo un argumento que exige retroceder al pasado para buscar algún tipo de explicación a lo que, mucho me temo, no lo tiene.

Si Spencer/Hill funcionaron en su día es porque las películas que interpretaron resultan ligeras, bastante absurdas e inocentes. Esa misma mezcla, que va de lo absurdo a lo inocente, que tiñe las historias de cachetones de Los tres chiflados, aunque en el caso de los italianos no fueran tontos sino tipos que actuaban así porque no tenían más remedio.

Bud Spencer representaba al gigante bonachón pero cascarrabias. Un tipo de pocas palabras, ya que prefería actuar antes que hablar. Terence Hill hacía de pícaro. Un pillo atractivo y simpático que también repartía bofetones pero sin la espectacularidad de su compañero de viaje cinematográfico.

Ya dije que era obligatorio ir a verlos al cine cuando estrenaban cualquiera de sus películas. Mejor si trabajaban juntos. Recuerdo aún con sumo placer cómo la chiquillería se partía de la risa mirando cualquiera de aquellas producciones que contaban lo mismo (pero eso era lo de menos) e inevitablemente imitaban casi siempre la misma coreografía de leñazos. O peleas que dice la gente fina.

No ha muerto con Bud Spencer un gran actor pero sí un tipo que supo hacerse con el corazón de muchos jóvenes que hoy, los que sobreviven, ya no lo son. Eso explica que conocer la noticia de su muerte haya entristecido a la mayoría que lo adoptaron y adoraron en su particular panteón de querencias.

La ausencia de Bud Spencer es como la ausencia de un tío apreciado que, de tanto en tanto, irrumpía como una apisonadora por la casa. Y casi siempre en fiestas, cuando uno disfrutaba de vacaciones kilométricas y tenía tiempo de ir al cine (cuando de verdad se iba al cine) con los amigos, que eran legionarios de la inconsciencia.

De todo esto me doy cuenta ahora, mientras escribo estas líneas a modo de modesto tributo por Bud Spencer. Un gigante que no hizo de ogro aunque sus pintas (estatura y físico colosal, barba de náufrago) quisieran demostrar, precisamente, lo contrario.

Saludos, calor, desde este lado del ordenador.

‘Los días vacíos’, un lúcido retrato generacional

Lunes, Junio 27th, 2016

Dirección y guión: Daniel León Lacave Fotografía: Pablo García Gallego Música: Jonay Armas Producción: Samuel Dávila Sonido: Borja Viera – Dani Mendoza Intérpretes: Iván Álamo, Cathy Pulido, Ragüel Santa Ana, Cristina Piñero, Néstor Luzardo, Pino Luzardo, Ángel Pérez y Tonono González

Hay dos características, aunque más que características son cualidades, que definen el trabajo cinematográfico de Daniel León Lacave: constancia y verdad. La verdad explica que su cine haya encontrado tan escaso eco oficial aunque, paralelamente, este ninguneo, este vacío, arrastra cada vez a más público para contemplar sus películas, algunas de ellas imbuidas por una ingenuidad ideológica que desconcierta, y otras porque al margen de su mensaje, a nuestro juicio Daniel León Lacave se crece cuando apuesta por hacer crónica de su generación.

Estas señas de identidad y la mirada que emplea para traducirla en imágenes configuran una filmografía plagada de cortos y ahora, con Los días vacíos, dos largometrajes –somos conscientes, sin embargo, que podría haber un tercero y si nos apuran un cuarto antes de que finalice el año–  en los que se puede rastrear un cine de marcado carácter autobiográfico y el retrato teñido de desencanto de una generación, la suya, que aún transita por el bulevard de los sueños rotos.

Cineasta que lo mismo rueda en interiores como exteriores, aunque se sospecha más querencia por rodar en exteriores que en interiores, además de los actores que colaboran en Los días vacíos el otro gran protagonista de esta película es la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, capital de provincias cuyas calles y plazas refuerzan esa dramático choque con la realidad, una realidad mediocre e impuesta por las fuerzas que orbitan invisibles a nuestro alrededor, mientras las esperanzas puestas en el futuro se desmoronan como se desmorona el primer amor.

Esta tragicomedia se desarrolla, como se ha dicho, en Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad que no he visto hasta la fecha mejor fotografiada que en esta película. Y belleza que se transmite a los personajes que intervienen en su historia. La capital grancanaria se transforma así en una especie de Manhattan (ya saben, es obra maestra de Woody Allen, otro cineasta, por cierto, igual de constante que León Lacave y que aparece, no sé si inevitablemente en mi cabeza, mientras veo Los días vacíos) que el realizador refuerza con insólito aliento poético en algunas escenas que trascienden la pantalla.

Por desgracia, este tono no se mantiene todo el tiempo ni la textura que, presumo, quiso imprimir el autor a una película que a veces resulta enojosamente pueril y otra, reiteramos, tan desconcertantemente adulta.

Los días vacíos es un relato de iniciación y sueños rotos, sí, pero también un fresco en el que se quiere mostrar cómo gente normal y corriente perdieron sus anhelos de cambiar si no el mundo, sí al menos su realidad a través de un puñado de jóvenes que de pronto, y tras finalizar su servicio militar, son llamados a buscarse la vida.

Ya hemos dicho que no se trata de una película redonda, pero incluso los errores que plagan el relato, y que son muchos, se intentan resolver con puntería cinéfila. Escenas con enorme carga dramática como la muerte y entierro del abuelo no terminan de emocionar como debiera así como la deriva en la que se sumerge el protagonista no resulta estar lo suficientemente amarrada, o atada, que se quisiera.

Con todo, la película sí que cuenta con situaciones y diálogo brillantes. Más de una escena nos hizo sonreír e incluso soltar la carcajada… Lo que se agradece, sea dicho de paso, a medida que se desarrollan las relaciones entre unos personajes que, sin caer en la indigencia, sí que pertenecen a esa gran parte de la sociedad que sabe lo que cuesta llevar un plato de comida a la mesa.

Los días vacíos pone de manifiesto que Daniel León Lacave es un cineasta que se mueve muy bien, cómodamente nos atreveríamos a decir, en películas de ajustados presupuestos y que, ojo, sabe dirigir a sus actores, todos espléndidos y convincentes, en especial Cathy Pulido y Cristina Piñero, esta última con una notable vis cómica que ilumina la pantalla.

Esta combinación de factores hace que este aplastante retrato generacional sobre quienes fueron jóvenes en los noventa, náufragos más que zombis que deambulan por la ciudad, su ciudad, sin saber lo que quieren, no lo tienen todo perdido cuando se enamoran. Aunque sea precisamente el amor, y el deseo de llevar una vida en común, lo que provoque el fin de una relación.

Las mujeres en esta película aprenden a hacerse mayores mucho antes que los hombres, como la vida misma.  Eso explica la actitud del protagonista, un personaje al que le cuesta salir de la crisálida de su adolescencia, donde está cómodamente instalado hasta que le dicen basta.

Saludos, fundido encadenado, desde este lado del ordenador.

Ni rojos ni azules, solo soldados

Jueves, Junio 23rd, 2016

Tuve la oportunidad de hacerme con este libro en una tienda de objetos usados y en una estantería repleta de volúmenes con su correspondiente capa de polvo. De su autor, apenas he encontrado noticia en Internet. Firmó estas Memorias de un revolucionario con el pseudónimo de Jack Max, pero sus recuerdos no tienen nada que ver con  los de Piotr Kropotkin. Jack Max relata sus experiencias como militar del ejército de la II República durante la Guerra Civil Española.

Un relato de continuo combate. Y de hambre, y de amigos que se fueron en la defensa de Madrid, las batallas de La Coruña, Jarama, Pingarrón, Guadalajara, Brunete, el Ebro y, por último, la desbocada huida a Francia.

Y todo esto contado en apenas unas cuatrocientas páginas que dan una idea de lo que tuvo que pasar el soldado que permaneció leal al orden republicano y, al mismo tiempo, su descripción en apenas unos brochazos de algunos de los principales protagonistas de su bando como La Pasionaria, Juan Negrín, Rojo, Miaja, Modesto, Líster, El Campesino, en cuya columna combate y antes en la de Durruti y Líster, asesores militares soviéticos y personajes tan siniestros como André Marti, encargado por la Internacional Comunista de la organización del reclutamiento y disposición de las Brigadas Internacionales y apodado como el carnicero de Albacete tras ordenar el fusilamientos de civiles y de brigadistas a los que consideraba criminalmente cobardes ante el enemigo.

Sean verdad o no todos los recuerdos que escribe Joaquín Masjuán Vilasau, quien prolongó sus memorias en otro libro, La matanza planificada, sus Memorias de un revolucionario tenía que haberse titulado más que de un revolucionario como las de un soldado porque pese a coquetear primero con los anarquistas y más tarde con los comunistas, su libro reivindica al soldado español con independencia del bando en el que combatiera al mismo tiempo que aborrece de la guerra.

Él cuenta que se alistó con apenas 17 años más por seguir la corriente a sus amigos que por defender los valores que pregonaba la II República.

No destilan pues rabia ideológica estas hazañas bélicas en las tierras de España. En todo caso, sí que transmite mucho dolor por las pérdidas de esos amigos, el miedo durante el combate y la sensación de hambre continua que no lo abandona.

No hay tampoco queja de sus mandos, militares comunistas como Juan Modesto y Enrique Líster los calibra como excelentes profesionales de las armas, así como al general Vicente Rojo, a quien la Historia de esa guerra califica como el mejor estratega de un bando o de otro, pese a que el curso de los acontecimientos inclinaran la balanza a favor de los rebeldes, ejércitos al mando de un prudente Francisco Franco.

Llama también la atención en estos recuerdos novelados que lo mismo sitúa a su protagonista en una trinchera excavada en las laderas de Pingarrón que disparando a los aviones italianos y alemanes que poco a poco se hacen con el dominio de los cielos, su atávico desprecio por los moros. Desprecio que comparte cuando cae momentáneamente prisionero de los nacionales pese a que estas tropas norteafricanas lucharon como carne de cañón en defensa de aquella idea de España, una;  grande y libre.

Al margen del debate que suscite si son reales, o en parte reales y en otras ficticias estas memorias, el libro que su autor firma como Jack Max contribuye a hacerse una idea de lo que significó la desgarradora guerra que se produjo en este país y que lo dividió en más de dos mitades.

Un delirio sangriento, además, que sirvió de antesala a la II Guerra Mundial, conflicto en el que también murieron defendido un lado y el otro españoles que habían combatido antes en su tierra a un lado y al otro de la trincheras.

Por eso, entre las muchas lecciones que se sacan tras la lectura de estos  recuerdos escritos por un soldado es lo que le debemos, los que aún se sienten españoles y los que dejaron de serlo, a una generación de hombres y mujeres que nunca quisieron transmitir en sus hijos y menos en sus nietos el veneno de la venganza pero sí el de la justicia. Aunque resulte poética.

Es lo menos que podemos hacer para respetar la memoria de nuestros antepasados.

Saludos, lee y luego discute, desde este lado del ordenador.

Jerónimo Cabrera, ¿nuevo gerente de TEA?

Miércoles, Junio 22nd, 2016

Tras una convocatoria que ha demorado el fallo tras presentarse varias alegaciones, alegaciones que esperamos publicar un día de estos, Jerónimo Cabrera Romero podría ser el nuevo gerente de TEA Tenerife Espacio de las Artes si firma el contrato –con una duración de dos años– y pide excedencia de su actual puesto de trabajo.

TEA, a partir de ahora solo TEA, es una de las joyas de la corona de los espacios culturales del archipiélago pero también de la delirante arquitectura de una ciudad de frontera.

Esperamos, si Jerónimo Cabrera firma finalmente un compromiso ya anunciado, que consiga y medie para que TEA recupere otro esplendor.

Por ahora ha sido muy difícil convencer a la ciudadanía que TEA es algo más que una biblioteca que abre las 24 horas y se llena porque es una formidable sala de estudios. Esto se explica porque los públicos que visitan los mundos de TEA (museo contemporáneo Instituto Óscar Domínguez, el Centro de Fotografía Isla de Tenerife y la Biblioteca Municipal Central) son diferentes.

El que está abajo no suele subir y el que está arriba tampoco suele bajar porque TEA funciona como islotes culturales (algunos de ellos con propuestas interesantes y atractivas) pero que no han sabido tender puentes. Este vacío se puede entender porque tras el sonado abandono de Javier González de Durana como director artístico, la organización se ha dividido en una tricefalia con forma de dirección colegiada entre Isidro Hernández, Yolanda Peralta Sierra y Antonio Vela de la Torre, que proponen pero también acatan las directrices del responsable de Cultura, Educación y Unidades Artísticas del Cabildo de Tenerife, que asume en la actualidad José Luis Rivero Plasencia.

Consta que no es un trabajo fácil, pero confíamos que Jerónimo Cabrera al menos lo intente con la idea de que TEA reclame, precisamente, ser un Tenerife Espacio de las Artes.

Y Artes hay muchas.

El espacio que ocupa TEA fue antaño una barriada de chabolas cuyos habitantes tienen muchas cosas que contar pero me temo que no hayan escritores que sean capaces de transformarse en sus voces para describir cómo fue aquella vida y de qué manera fueron obligados a marcharse del amplio solar que ocupaban.

Muy próximo al edificio, que es obra de los arquitectos Jacques Herzog, Pierre de Meuron y Virgilio Gutiérrez, se encuentra el Mercado de Nuestra Señora de África aunque todos por aquí lo conocemos como La Recova, y los domingos se instala por toda la zona un Rastro que a mi, particularmente, me hace muy feliz porque por ahí anda toda una isla y turistas en pantalones cortos calzando cholas con calcetines mientras negocian con los ambulantes.

Hay vida.

Si Jerónimo Cabrea firma el contrato asumirá dedicación plena a su nueva responsabilidad.Otra cosa es que tenga las manos libres cuando asuma el reto de gestionar el todavía joven centro que inició su andadura a finales de 2008 no recuerdo ya si como Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Conremporánea o como TEA Tenerife Espacio de las Artes.

Es un hecho que Jerónimo Cabrera realizó bien su trabajo como director gerente del Organismo Autónomo de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife al contar con el respaldo de la entonces concejal de Cultura Clara Segura… Se apostó entonces por explotar ideas y trasladar algunas de esas ideas a la calle. Acciones de las que deberían tomar buena nota el actual equipo responsable de Cultura de la Corporación santacrucera…

Pero esto es un enigma, como un enigma son los planes que tiene ahora en la cabeza Jerónimo Cabrera.

Si al final se decide y el bolígrafo no le tiembal entre los dedos para rubricar el contrato con TEA, esperamos que sea con el objetivo de dar un violento golpe de timón a la nave como capitán, y no gerente, de ese buque fantasma que la gente reconoce en la calle como TEA y no como TEA Tenerife Espacio de las Artes.

(*) La imagen que ilustra este post está tomada de la edición digital de La Opinión de Tenerife. Se accede al enlace de la información si pincha donde se escribe ya anunciado.

Saludos, buenos días y buena suerte, desde este lado del ordenador.

Uno, dos y tres…

Domingo, Junio 19th, 2016

El Casino de Tenerife acoge este lunes 20 de junio y a las 20.30 horas, la conferencia Todo lo que quiso saber de Cervantes y nunca se atrevió a preguntar: claves para comprender a Miguel de Cervantes a los 400 años de su muerte, que expondrá el catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de honor de la Asociación de Cervantistas, José Manuel Lucía Megías.

Daniel María (Agulo, La Gomera, 1985) ha obtenido el XXI Premio Juan Torres Grueso de Periodismo por el artículo El año de Cervantes, publicado en la revista Tarántula. Dotado con 1.000 euros y diploma, el premio será entregado en la Ciudad de Tomelloso (Ciudad Real) el 30 de agosto. En este artículo, María reflexiona sobre la utilización política de la obra cervantina y de algunos aspectos de La Mancha como espacio literario.

Samir Delgado (Las Palmas, 1978) director de los encuentros de literatura 3 Orillas, participa con el apoyo del programa Canarias Crea del Gobierno de Canarias como poeta invitado en la vigésimosexta edición del festival colombiano a celebrar entre los días 18 y 25 de junio en la ciudad de Medellín. Por primera vez las islas estarán representadas en el festival de poesía más grande del mundo, la cita anual en la que participan poetas de cuatro continentes, y que este año cuenta con un homenaje mundial a la figura de Arthur Rimbaud y la poesía griega.