Archive for Noviembre, 2012

Confesiones de un payaso: ¡Siguiente!

Viernes, Noviembre 30th, 2012

Toda nostalgia es un fervor decaído.” (André Gide) 

Alguien me dijo una vez que en esta tierra si levantas una piedra salen tantos poetas como hormigas. La frase se ha convertido ya en un tópico, y podría extenderse a otras áreas creativas: si levantas una piedra volcánica te sorprenderá la cantidad de escritores, pintores y cineastas que salen de debajo corriendo como si fueran hormigas.

Desgraciadamente, y a los hechos me remito, la mayoría de estas hormigas con inquietudes artísticas terminan convirtiéndose en funcionarios, olvidándose de sus pecadillos de juventud, aunque hay otros, probablemente porque estuvieron en el momento justo y en el sitio adecuado, que lograron acariciar el sueño.

Escribo todo esto porque en contra de otras comunidades autónomas, en esta en la que vivo y con todos sus defectos, brota junto a los artistas y creadores gentes de buen y mal vivir que se dedican a escribir sobre lo que hacen ellos. Sobre lo que cocinan los que van de creadores y artistas.

Es verdad que casi siempre en un tono blando y amable, pero es  entendible si tenemos en cuenta que quien lo escribe es, por norma general, uno de sus amigos. O un conocido con algo de estudios.

Esta mañana, mientras tomaba un café con una amiga, se sentó a nuestra mesa un escritor lagunero con una pequeña bolsita donde llevaba ejemplares de su último libro publicado: una compilación de relatos que olían todavía a tinta fresca.

Después de pedir un vino, el escritor soltó una de esas verdades que también se han convertido en tópico en la tierra en la que vivo.

Se quejó de los grupos, las camarillas culturetas que se han acostumbrado a mirarse solo el ombligo y que solo se dedican a liquidar lo que hace la otra tribu.

Tribu  que cae en lo mismo: reírse de los defectos que hace quienes considera sus contrarios.

Le respondí entonces que si no fuera así no viviríamos en Canarias.

Mi amiga, sin embargo, fue de la opinión que es un mal que también sacude la conciencia de este país que aún me atrevo llamar a España, aunque cada vez más con la boquita pequeña.

Soy de los que cree, no obstante, que en islas esta forma de ser se amplifica porque habitamos un territorio demasiado pequeño, en el que casi parece que nos conocemos todos y en el que cada día parece que casi no cabemos todos.

Somos, además, espíritus domésticados.

Claro que, objetivamente, hay que tener en cuenta que la existencia en este archipiélago nunca ha sido fácil. Yo lo justifico –como quien no quiere la cosa– porque los primeros pobladores de Canarias tuvieron miedo al renunciar enfrentarse al mar.

También porque después de la conquista las islas fueron continuamente asaltadas por piratas que venían, precisamente del mar.

Y solo en los años treinta, cuando parecía que la paz podía ser una realidad tras la sangría de la I Guerra Mundial, un grupo de adelantados descubrieron que no todo lo que venía del océano tenía que ser malo. O invasor.

Esa gente, marcianos más bien, formaron lo que más tarde se conoció como facción surrealista de Tenerife. Facción a la que diezmó la inevitable Guerra Civil que dividió nuestros corazones y cuyo eco, ya legendario, todavía alimenta el entusiasmo de muchos de los amigos que conozco, ese aliento para reconocerse en un pasado del que quieren huir.

Pero huir no es renegar.

El problema es que, salvo la dichosa facción surrealista, apenas se reivindica más de unos tiempos pretéritos que, inevitablemente, nos han marcado como personas.

Esta misma semana, un profesor canario de inglés se quejaba del carácter aplatanado del canario.

Explicó que había quedado a las tres de la tarde con un concesionario de coches usados con el fin de preguntarle si podía conseguirle el modelo que buscaba. Cuando llegó a la cita, el vendedor no estaba presente en el lugar.

El profesor de inglés hizo la pertinente llamada y tras sonar varias veces el teléfono, el caballero le respondió que hiciera tiempo porque estaba terminando de comer.

La reacción lógica del profesor canario de inglés fue mandarlo a paseo y  buscar en otro concesionario con la esperanza de que el trato que recibiera fuese, fuera más profesional.

No dijo si tuvo suerte.

Aunque durante su explicación a mi me entró la risa tonta.

Una risa que me vino de muy dentro quizá porque estoy acostumbrado a esta forma de actuar.

Es decir, al inconsciente y aplatanado desprecio con el que me topo todos los días.

En una cafetería, sentado en la barra mientras ojeo el periódico, se está convirtiendo en habitual en que no se acerque el camarero a preguntar qué me apetece tomar.

Por mucho que levanto el brazo y hago llamar la atención, el individuo va a la suyo.

O igual aprovecha ese momento para limpiar la barra con un paño grasiento o conversar con otro cliente del partido de fútbol que televisan esa tarde.

Al pasar unos quince minutos hace como que te ve / hace que toma nota y al final, para desgraciarte un poco más el consumo, te pone un cortadito en vez del barraquito que pediste.

Entonces, solo entonces, es cuando te atreves a pedirle “si es usted tan amable” que te sirva un vaso de aguas de bolitas.

A veces tengo suerte.

Otras me explican, mirando a otra parte, que si quiero agua con bolitas debo pagar una botella pequeña de agua con bolitas…

Con esto quiero decir que me he acostumbrado a la endemoniada pachorra que nos ahoga.

Y que esa pachorra también forma parte de mi.

De hecho, sostengo que ha contaminado a todos los que vivimos en estas islas tan infelices.

Es como una desgana agridulce y resignada. Casi como si te invitara a que asumas que es imposible que las cosas se hagan de otra forma.

Entiendo por eso la queja del profesor canario de inglés aunque no creo que él haya entendido mi risa, más cómplice que burlona ante lo que denunciaba con inquietante mirada de loco.

El caso es que esta triste forma de hacer las cosas se ha extendido a otras áreas en las que me muevo.

En una de las actividades que más detesto como es hacer cola frente a una ventanilla de la administración pública en la que te dan un número como si fueras a la carnicería, continuamente interrumpo la lectura del inevitable libro que llevo siempre conmigo para observar el letrero que avisa que llega tu número.  

Sí, es verdad que logro avanzar algo en la novela pero el ring, ring, ring antipático me hace levantar la mirada una y otra vez al panel donde se avisa de los turnos hasta que, dos horas después, ¡por fin! te toca.

- Buenos días, señorita, vengo a entregarles estos papeles…

La señorita, que tiene una maltratada belleza, coge los papeles sin mirarte a los ojos.

Teclea en el ordenador tras pedirte el DNI que es como se te conoce en ese universo burrocrático con olor a pies kafkiano.

De pronto, levanta la cabeza y sus ojos de un turbio color marrón se tropiezan con los tuyos.

-¿Ha traído el formulario 2040?

- ¿Cómo?, ¿qué?

- Sin el formulario 2040 no podemos hacer nada…

Debe ver mi cara descompuesta.

- Nadien me dijo nada….- pronuncio como un cabrito degollado.

- ¡Siguiente!

Encima de mi cabeza suena la insufrible campanilla y el tipo que tengo detrás ocupa mi espacio, dejándome con mis puñeteros papeles en la mano al tiempo que maldigo por no haber llevado conmigo el puñetero formulario 2040.

Me quedo un rato atontado, pensando en el larriano Vuelva usted mañana.

- ¡Siguiente!- ladra a mis espaldas la funcionaria de belleza maltratada.

Giro entonces la cabeza y observo a quien me seguía en la cola con la misma expresión atontada que debía de haber tenido yo apenas minutos antes.

Entonces me entra una conmovedora solidaridad ante el pobre y desamparado.

Y aunque basta que nos miremos a la cara,  me pregunto si coincide conmigo en que Kafka tuvo razón: El mundo es una Kafka.

Alguien me dijo una vez que en esta tierra si levantas una piedra salen tantos poetas como hormigas. La frase se ha convertido ya en un tópico, aunque olvidó que entre tantas hormigas con aspiraciones creativas también hay hormigas frustradas de belleza maltratada que al final se hicieron funcionarios.

Algunos de estos insectos siente incluso un extraño placer, quiero creer que incluso un diminuto orgasmo estando detrás de la ventanilla cuando exclaman: ¡siguiente!

No sé si el canario profesor de inglés lo entenderá.

Pero a mi me basta.

¡Siguiente! 

Saludos, ¿volveremos mañana?, desde este lado del ordenador.

¿Insisten en tomarnos el pelo?

Jueves, Noviembre 29th, 2012

La matrioska es una muñeca de origen ruso que se encuentra hueca por dentro, de tal manera que en su interior alberga una nueva muñeca, y ésta a su vez a otra, y ésta a su vez otra, y otra…

En su ya tradicional política de marear la perdiz el Gobierno de Canarias ha hecho lo mismo que la tradicional matrioska en cuanto a los recursos dinerarios destinados a su área de Cultura.

La historia comenzó el año pasado, cuando fijó en un 60 por ciento el recorte levantando la protesta de parte del sector.

Una parte del sector que redactó un manifiesto, organizó un presuntuosamente revolucionario Gabinete de Crisis que fue incapaz de aglutinar a todos los afectados aunque hizo algo de ruido en la calle…

Días antes, el 24 de octubre, el poco inspirado viceconsejero de Cultura, Alberto Delgado, mantenía una reunión con parte de los afectados para transmitirle la dramática noticia del tijeretazo.

Ignoro si Delgado ha vuelto a reunirse con parte del sector este año para comunicarles el nuevo recorte –la matrioska– que contemplan los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma para 2013.

Aunque algo me dice que no.

El Ejecutivo regional intenta matizar el feo afeitado anunciando que se trata “solo” de una reducción del 0,9 para sus políticas activas en materia cultural el año próximo.

Es decir, que se contará, chicos y chicas, con 5.879.548 frente a los 5.933.540 euros “empleados” –así está escrito en una nota de prensa– en 2012.

Cabe destacar –otra matrioska– que en esta cifra desaparecen los Presupuestos Generales del Estado que hasta ahora aportaban ayudas y subvenciones, entre otras, las destinadas a la movilidad de los artistas y creadores canarios.

Es decir, que la cantidad de 505.750 euros que pasaba Madrid será cero en 2013.

El Gobierno canario, que no sale de su natural indignación ante este nuevo atentado de la Metrópoli, responde sin embargo con un rapto de generosidad sin precedentes al anunciar que, don´t worry, be happy, aportará de su propio bolsillo, que es el nuestro, 200.000 euros para que los creadores de la isla no jueguen con desventaja frente a los artistas y creadores que residen en la parte continental de ese territorio que aún me atrevo a llamar España, aunque cada día con la boca más pequeña.

Mientras tanto, la mayor preocupación del departamento que dirige la consejera de Cultura del Gobierno de Canarias, Inés Rojas, es la de crear un chiripitiflatulento Observatorio Canario de la Cultura que nadie sabe cuanto nos costará a los que vivimos en estas islas abandonadas de la mano de los dioses.

Casi parece, reflexiono, que a mamá Inés y a su escudero Alberto Delgado, felizmente recuperado de una enfermedad, le parece más importante mirar antes que pasar a la acción

Septenio, oh, Septenio.- Lo que me llama poderosamente la atención si se hace un desglose de las cantidades que se distribuirán por los distintos programas que vertebra el departamento que hoy dirige Delgado bajo la atenta mirada de su consejera, Inés Rojas, es el anuncio de que Septenio –que en 2013 estará dedicado al Turismo– contará con una partida de 780.000 euros.

Entiendan mi asombro.

Más si tenemos en cuenta que el Gobierno de Canarias aplazó recientemente este año la misma convocatoria, dedicada en 2012 Al suelo.

En su momento, el departamento que dirige Inés Rojas y su escudero Alberto Delgado, confiaba en un escrito remitido a los afectados que presentaron proyectos para su edición 2012: “En poder retomar esta convocatoria en próximos ejercicios.”

¿2013?, ¿2014?, ¿2084?

¿Adiós Al suelo y bienvenido Turismo?

La idea de Turismo en contra de la del Suelo, nos vende la cada día menos creíble Consejería de Cultura, es la “de valorar y analizar el estado de Canarias en el ranking turístico mundial y planificar nuevas estrategias futuras, apostando por el turismo cultural como nueva etiqueta para las Islas.”

Mmmm

Y Pienso, porque a veces me da por pensar, ¿qué se hará con los proyectos que se presentaron a la convocatoria de 2012?

¿Tirarlos Al suelo?

Claro que aquí, ya saben, nunca paaasa naaada, mano.

Cine.- El programa Canarias y el Cine dispondrá de 300.000 euros para 2013 con el fin de “seguir manteniendo el trabajo desarrollado en anteriores ejercicios, en el Plan Canario Audiovisual y en la labor de conservación y difusión del patrimonio audiovisual canario, a través de la Filmoteca”, se avisa en la misma nota de prensa…

Claro que ¿esto que cuentan es verdad?

Lo pregunto porque a un mes de que finalice 2012, este año que termina Canarias Cultura en Red aún no ha publicado convocatoria alguna para proyectos de coproducción audiovisual.

Y mucho me temo que lo mismo sucederá en 2013.

Así que ¿qué sentido tendrá la existencia de un Plan Audiovisual de Canarias cuando en Canarias los únicos que están haciendo algo parecido a cine es sin contar con el apoyo de ese mismo Plan Audiovisual de Canarias?

Empiezo a sospechar que la matrioska, a medida que se hace más pequeña también se hace más mentirosa…

O que me oculta argo… 

Para completistas.- Desgloso a continuación las cantidades dinerarias que se distribuirán entre las distintas áreas y programas que la matrioska Cultura, por llamarla de alguna manera, piensa distribuir en 2013.

¡¡¡El año de la serpiente según el horóscopo chino!!!

* Circuito islas de Música, Teatro y Danza: 1.035.000 euros.

* Canarias y la Cultura: 1.664.548 euros que se destinarán presuntamente para promocionar el desarrollo cultural “en diversos planos como la dinamización y promoción de actividades culturales, en el marco de la integración y la difusión de los valores de la cultura canaria.” (¿?)

* Canarias y el Arte: 400.000 euros que pretenden estimular los centros de producción y gestión de las artes plásticas “en los que se promocionan y fomentan la formación, la producción y la exhibición, en el terreno de las artes visuales, así como de los espacios y centros de arte dependientes del Gobierno de Canarias.”

* Canarias y la Cultura Tradicional: 200.000 euros, “con la finalidad de seguir dinamizando la cultura de raíz y el patrimonio cultural, en el ánimo de contribuir a su difusión y preservación.”

* Bibliotecas y Archivos: 4 millones de euros.

* Libro y Publicaciones: 635.651 euros.

* Patrimonio Cultural: 539.005 euros.

Por último, la aportación pública al Festival de Música de Canarias se reduce un 35 por ciento, pasando de los 2.000.000 euros en 2012, a 1.300.000 euros en 2013.

La nota informativa del Gobierno de Canarias termina con un notable pero nada agradecido sentido del humor:

“Aunque estas partidas han sufrido un importante ajuste, el Gobierno, con estas cifras, garantiza un servicio público de calidad.”

Saludos, aquí nunca paaasa naaada, desde este lado del ordenador.

El extraño viaje: ‘Antilia. Navigatio Sancti Brandani’

Miércoles, Noviembre 28th, 2012

No sé si Antilia. Navigatio Sancti Brandani, del cienasta palmero Jorge Lozano Vandevalle, terminará por convertirse en la serie de televisión que intenta promocionar con la exhibición en diversas salas de las islas de su episodio piloto, pero al margen de que esta expectativa se cumpla, y solo con la intención de cotejar por donde transita el audiovisual que se está rodando en estas islas, digamos que verla el pasado martes, 27 de noviembre, en TEA Tenerife Espacio de las Artes ha sido para quien les escribe como un extraño y gozoso viaje.

Un extraño y gozoso viaje que, pese a todos sus defectos, logró llamar mi atención como espectador aunque su inevitable “continuará…” frustrase las expectativas para proponer un análisis global de lo que solo es, por el momento, su capítulo cero.

De todas formas, y salvando este inconveniente, veo en Antilia una atractiva aproximación a la leyenda de San Brandán y su busca del Paraíso perdido rodada con una inspiración lisérgica y sano espíritu de aventura con una voluptuosa mirada técnica que la hace radicalmente distinta a otros trabajos canarios estrenados en esta misma sala de TEA.

En este aspecto, sus imágenes y la historia evocan aventuras marineras y de claro signo iniciático como La Odisea y Las aventuras de Simbad, porque Antilia es, precisamente, un relato fabuloso y fantástico marcado por un asombro en este caso teñido de primitivo cristianismo, cuya puesta en escena parece inspirada por Pier Paolo Pasolini, el Luis Buñuel de Simón del desierto, e incluso por su espíritu extravagante a esa obra maestra del cine fantástico que es la versión alemana de El barón de Münchhausen (Josef von Báky) de 1943.

Sobre todo, en su segunda mitad, cuando apuesta todo a una carta tan difícil como es la fantasía en su estado más puro y salvaje. Ese territorio donde la única regla posible es contar con la complicidad de una audiencia difícil porque está demasiado inmersa en la gris realidad que la estrangula.

Vista así, como un relato donde lo imposible puede suceder, donde los sueños quizá puedan tocarse con los dedos de las manos si les mueve una obsesión que, en el caso de Antilia se hace en el nombre de la fe, la cinta de Lozano Vandewalle desarma y convence.

Lastra, sin embargo, esta curiosidad, esta pequeña pieza que bebe de fuentes genéricas tan dispares, un abuso incómodo de la voz en off, así como algunos diálogos demasiado literarios que marca una notable distancia –no acerca–  al relato que estamos viendo en pantalla.

Un relato que si hubiera respetado más el periodo de creencias hoy superadas en el que se escribieron los fabulosos viajes de San Brandán, hubiera resultado mucho más brillante de lo que realmente es si no pensase que el público que la va a ver es tan mostrenco.  

Afortunadamente y para compensar lo que entiendo una debilidad de juicio y sobre todo de apuesta sincera por el relato de tan insólita singladura, Antilia recupera en ocasiones ese espíritu al que no debió de renunciar para contar una historia que es desbordante fantasía, mostrando los hechos extraños que acontecen como anormalmente normales en un viaje que por irreal, se muestra a veces con un afortunado desprecio por el ridículo que a mi, al menos, supo meterme en el bolsillo porque están representados con una plasticidad que no cae en la parodia.

Y es ahí cuando Jorge Lozano, como si reinterpretase al Passolini de Las mil y una noches y los delirios católicos del más onírico e irreverente Fellini, roza lo imposible: que viva tan extraña aventura

Antilia cuenta así con escenas de una insólita belleza estética que despierta algunas de mis más secretas y primigenias inquietudes, como el encuentro con el ermitaño en el roque perdido en el mar y el delicioso diálogo que mantiene con los monjes navegantes; así como la aparición, en otra isla en la que recala la pequeña embarcación cuyo grupo lidera Brandán, con uno de los siete obispos que gobiernan ese territorio.

Por ello insisto que como vehículo fantástico, rico en situaciones extrañas, Antilia. Navigatio Sancti Brandani es un producto gozoso, que sorprende, que sabe hacerse con ese corazón de niño asombrado que aún debo de tener por algún lado.

Pero soy también consciente que su aparente inocencia no será entendida por un espectador demasiado encerrado en esa otra fantasía que nos venden como realidad. Hay pues que dejar la mente abierta y dejarse seducir por una historia que reproduce con medios limitados el viaje legendario que emprendió ese monje de origen irlandés en pos de un sueño. Monje del que toma nombre la misteriosa isla de San Borondón que, como todo el mundo sabe, es la esquiva y octava isla de Canarias.

Jorge Lozano muestra este itinerario por ese mundo fabulado subrayando la irrealidad con efectos especiales que, pese a su técnica, se ensamblan perfectamente a un relato que, ya lo hemos dicho, apuesta por la fantasía pura y salvaje. Por una geografía que exige la complicidad del espectador con el objetivo de que participe en ese universo imaginario libre de prejuicios, sin ataduras a su experiencia cotidiana.

Porque lo que vemos es un cuento al que no le interesa demasiado los personajes, aunque se explique innecesariamente que Brandán emprende su viaje tras quemar como Don Quijote todos sus libros de caballería al tener como única y obsesiva meta la de buscar el paraíso perdido quizá con la esperanza de que, efectivamente, los sueños existen cuando se transforman en leyenda.

Con un cuidadoso trabajo de dirección artística y una banda sonora que me retrotrae a un cine cuya mirada resultaba felizmente kitch, ver Antilia ha sido como una especie de revelación extrasensorial porque ha consiguido que a veces, solo a veces, dejase de transitar por el camino de baldosas amarillas.

Y escribo solo a veces porque la hipnosis que me produce la visión de la cinta continuamente es interrumpida por una voz en off que me devuelve a la realidad de que estoy viendo una película que no termina de creerse a sí misma. Pienso que bastaba, en este sentido, solo mostrar, y no subrayar con palabras, las distintas maravillas que presencian estos monjes en su viaje.

Maravillas que contribuyen a convertir su fe en una esperanza –llamada Paraíso– que terminará al final sobre el lomo de una ballena.

Saludos, yo también creo en San Borondón, desde este lado del ordenador.

Cristino de Vera por Francisco Umbral

Martes, Noviembre 27th, 2012

“Uno que se había quedado en el Rastro (ya se me olvidaba), haciendo manierismo y puntillismo en su alto buhardillón, era Cristino de Vera, vagamente canario, entrañable y entrañado, alto, estrecho, caído de alma, doliente de acento. Cristino era la víctima de su lucidez.

Cristino de Vera había comprendido en seguida que el hombre tiene que estar solo, soltero, buscándose la aventura de cada atardecer, y dedicando el resto del día al monacato de su creación, que lo suyo era una cosa como de monje medieval que hubiese asistido a las vanguardias de entreguerras. Hacía calaveras, velas, pañitos, soledades, resplandores de llamas, como se sombra, todo mediante un puntillismo/manierismo que martirizaba hasta la locura, y aquello lo exponía una vez cada cinco años, así es que lo exponía, porque lo suyo era, habiéndose elegido tan libre, la prisión del color sin color, la línea sin deleite y el ascetismo romántico, religioso y ateo de sus cuadros.

Cristino de Vera, en buhardillón del Rastro, se llenaba de vino y palabras, y yo le iba viendo (encontrado luego en tantas otras atmósferas madrileñas) el verdugón del alcohol, el moratón traidor del vino en lo más puro de su expresión de hombre feo y bueno. Seguía peinándose como un niño, con la raya a un lado y el pelo cortito, cuando el  amor, el vino, la pintura, la soledad y los años le habían echado siglos sobre la espalda un poco cansada.

Cristino de Vera aparecía y desaparecía en los bosques de alemanas (que no bosques alemanes) que tiene Madrid donde los tiene, entre el Museo del Prado y el Rastro, entre un café y una casa de citas, y su elegancia de hombre inelegante, su tristeza de falso alegre, me devolvían a un presente duro y puro, sin posible progreso, en el que en realidad nos movíamos todos.

-  ¿Y cuánto crees que nos queda, Paquito?

-  Pues no los sé, Cristino.

(Me incluía abusivamente en su generación, que era la anterior a la mía.)

- Ya nos va quedando poco, Paquito.

(Y eso siempre con el acento doliente y canario de su soledad, que le doblaba el guanche.)

-  Sí, Cristino.

- ¿Pero poco de follar o poco de vivir?

(Y me transfería a mí, de pronto, toda la complejidad existencial que era él  quien había desencadenado.)

- Ni se sabe, Cristino.

- Ay qué poco nos queda, Paquito.

- Lo que tú digas, Cristino.

Siempre me gustó mucho su pintura seca y mística, porque Cristino era el Juan Gris de la transverberación atea y puntillista, más que cubista, el hombre de tema limitado y técnica segura, pero siempre la misma, el obsesivo de un rincón del cuadro o de la vida que podía trabajar hasta agotarlo o agotarse.

- Que nos va quedando poco, Paquito.

Pero yo creía que me quedaba mucho, porque aún no había empezado, en aquel año sesenta, que tuvo tantos inviernos y veranos (como que a lo mejor fueron varios años), pero yo no quería llevarle la contraria a Cristino de Vera, pintor consagrado y minoritario, como no quería llevarle la contraria a nadie, a mí que más me daba, oiga, yo había venido a Madrid para darle la razón a todo el mundo, no te jode, que había que colocar un artículo donde fuese, como fuese y con quien fuese y había que levantar un dinero por las ventanillas a fin de mes, para pagar las siete pesetas de realquilado en Getafe (que era lo que pagaba don Antonio Machado, de realquilado en Segovia, tiene cojones esto de la literatura).

- Tiene cojones esto de la pintura, Paquito.

- Yo decía de la literatura, Cristino.

- Es igual, Paquito, hijo, es igual, qué más da una cosa que otra, lo cierto es que tiene cojones.

Cristino de Vera, febril en frío, lejano y cercano de Máximo de Pablo o Tino Grandio, el gallego tardo que murió de cáncer de la picha, Cristino de Vera, solo en la vida, entre mujeres, citándose siempre por la lo otra punta de Madrid. Correa, Costa Fleming, todo eso, con extranjeras gilipollas o señoritas bien menores de edad.

Cristino de Vera, solitario, genial y conventual, de quien  aprecia un bodegón macabro, con los años, en las mejores casas de Madrid.”

Trilogía de Madrid. Memorias, Francisco Umbral. Colección Narrativa, Editorial Planeta, 1984.

Saludos, llueve, desde este lado del ordenador.

Alexis Ravelo presenta ‘Morir despacio’, cuarta entrega de la serie negro criminal Eladio Monroy

Lunes, Noviembre 26th, 2012

El escritor Alexis Ravelo presenta el 5 de diciembre en el Museo Poeta Domingo Rivero, calle Torres, nº 10 de Las Palmas de Gran Canaria, Morir despacio (Anroart Ediciones) cuarta novela de la serie que protagoniza el ex marinero,  gourmet y algo canalla Eladio Monroy.

Esta nueva entrega –tras Tres funerales para Eladio Monroy, Sólo muertos y Los tipos duros no leen poesía–  comienza con un muerto, un supuesto suicida, y la aparición de un Monroy más relajado, que ha renunciado a sus chanchullos y quiere ordenar su vida tras reconciliarse con su hija. Sin embargo, y tras la petición de un asesor laboral retirado, padre del supuesto suicida, que hace trabajos informáticos para un periódico digital, se complican las cosas y aparecen, como en toda novela negra criminal que se precie, muertos y más muertos.

Morir despacio, avanza Ravelo, es una novela pegada a la realidad cuyo transfondo es el de la crisis que nos hace un poco más miserables. De hecho, el escritor saca los colores a los  poderes de toda la vida al denunciar cómo se están aprovechando de la coyuntura actual para vulnerar derechos y reducir libertades.

“La novela transcurre en la primavera de 2012 y comienza con un asesor laboral leyéndose el decretazo de febrero”, explica el escritor grancanario en la que podría ser la novela más políticamente incorrecta de la ya hoy tetralogía Eladio Monroy.

Acompañarán al escritor en la presentación Javier Doreste Zamora, hijo de Ventura Doreste, y Juan Manuel Brito Díaz, miembro de Acción en Red Canarias, también historiador.

Está previsto también que en febrero de 2013 se publique La estrategia del pequinés (Alrevés), una nueva incursión en el género negro criminal de Alexis Ravelo, aunque este título no pertenece al ciclo Monroy sino a la línea más dura, violenta y crítica de uno de los representantes más sólidos e interesantes de la literatura policiaca en el archipiélago.

Saludos, ¡Vuelve Eladio Monroy!, desde este lado del ordenador.

Noticias sobre ese cine que tanto nos (dis)gusta

Lunes, Noviembre 26th, 2012

* TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este martes, 27 de noviembre, a las 20 horas el estreno del mediometraje Antilia, del realizador palmero Jorge Lozano VandewalleAntilia. Navigatio Sancti Brandani es la primera serie histórico-fantástica que se rueda y produce en Canarias. El número cero del relato, dividido en trece episodios, aborda los antecedentes de una leyenda europea que desde el siglo VIII después de Cristo corrió por toda Europa y se quedó situada en Canarias.

Realizada íntegramente en La Palma, en cuyo rodaje participaron más de un centenar de personas, Antilia supone el regreso de Lozano (Santa Cruz de La Palma, 1946) y de Loló Fernández tras una intensa etapa que va de las fotografías en blanco y negro, reveladas en el laboratorio doméstico, a las películas con tomavistas de ocho y súper ocho y, más tarde los dieciséis milímetros –“con una Beaulieu de segunda mano”—hasta el video analógico y digital. Para desarrollar el guión Antilia, firmado por el periodista Luis Ortega y Loló Fernández, Jorge Lozano contó con la participación de, entre otros, José Antonio Hernández, Javier de León García, Carlos de León García, Ángel Prieto Groizard, Andoni Madariaga, Pascual Carlos Jordá, Cristóbal Moreno García, Richard Pérez, Javier Mezquia y Luis Cobiella.

* El Aguere Espacio Cultural, en La Laguna, Tenerife, acoge el 4 de diciembre una retrospectiva del que probablemente sea uno de los cineastas más obstinados y guerrilleros a este lado del Atlántico. Me refiero al grancanario Daniel León Lacave –si pinchan el enlace se sumergirán en su gratamente corrosivo blog, Algo que se parece a cine, que es de donde recojo esta noticia– de quien se exhibirá Autorretrato (2002); Hanna después del tiempo (2004); Los pechos de Paula (2009) y los últimos y gamberros trabajos rodados este año como son El último plano,  Una puta crítica y Las ovejas nunca vienen solas.

He visto la mayoría de los cortos que componen este ¿ciclo?, y de ellos he dado fe en esta bitácora escobillonera, así que animo a profanos e iniciados a repetir la experiencia porque pese a su raquitismo presupuestario se nota que detrás de todas estas experiencias hay una mirada, un sello, una forma de contar historias Lacave. Y esa, a mi juicio, es una característica muy a tomar en cuenta en unos tiempos donde el cine que nos llega de fuera y de dentro si por algo se caracteriza es por su profunda y desarmante fabricación en serie.

* En unos tiempos donde la crisis muerde nuestros bolsillos con descarnada ferocidad es una buena noticia anunciar que este lunes, 26 de noviembre, se celebra la segunda edición del Festival de Cine Gastronómico Ciudad de La Laguna CineEsCena, jornadas que hasta el 1 de diciembre se desarrollará en el Espacio Cultural Aguere. Con Méjico como país invitado, el certamen incluye una interesante retrospectiva dedicada a Alfred Hitchcock y una sección oficial de largometrajes, documentales y cortometrajes. En esta última sección, compite entre otros, Naturaleza viva, de Josep Vilageliú, otro obstinado guerrillero de los que hacen cine en Canarias.

* El  festival Madridimagen, que del 26 de noviembre al 1 de diciembre se celebra en la capital de España, incluye en su sección oficial La senda, de Miguel Ángel Toledo, La última isla, de Dácil Pérez de Guzmán y Seis puntos sobre Emma, de Roberto Pérez Toledo. También se exhibe Fotos, de Elio Quiroga (1996), La vida en las manos, de Mercedes Afonso y En un momento, de Vasni Ramos.

(1) Para los interesados en la leyenda del monje irlandés San Brandán le recomendamos la lectura del libro Mitos y leyendas guanches del escritor y periodista tinerfeño Sabas Martín.

Saludos, lluvia y viento, desde este lado del ordenador.