Archive for Junio, 2010

¡Los artistas son un asco!

Miércoles, Junio 30th, 2010

 

El excelente guionista y dramaturgo Ben Hecht  tituló una de sus novelas ¡Los actores son un asco! Así que recurriendo a tan sabia y provocativa denominación amplio cariñosamente su valoración a los artistas en general: ¡son un asco!

Reflexionen: la mayoría de esta especie pertenece a esa dimensión desconocida que popularizó otro excelente escritor para cine y televisión que nunca estuvo matriculado (afortunadamente) en eso del LEAC, y que se llamó Rod Serling.

No sé como serán los creadores de otras partes del universo mundo, pero en confianza y ahora que no nos lee nadie, puedo afirmar que los de aquí (los de Canarias) son algo así  como una especie de grupo salvaje pero sin la épica de los forajidos del filme de Peckimpah. Es más, y utilizando juguetonamente otro título del director de Mayor Dundee, puedo afirmar que mientras los que gestionan la cosa cultural desde las altas instancias del Gobierno regional, cabildos y ayuntamientos sean los mismos, esto suena sospechosamente a su inmortal Quiero la cabeza de Alfredo García.

Si por algo se caracteriza lo que podría definir científicamente como artista canarius, lo primero que se me ocurre es su obsesión por crear capillas, llevarse bien con el consejero de turno para el reparto de prebendas y despedazarse con sus semejantes como bestias. Lo que ilustra a la perfección aquello de pueblo chico, infierno grande.

Lo paradójico del caso es que entre estas bandas de artistas y artistuchos apenas hay diferencia y en la mayoría de los casos una coincidencia en planteamientos formales que no justifica ese “todo pa’ mí” en el que se  emperran. Es probable, en todo caso, que el problema sea que si no perteneces a la tribu o al clan, genere ese enojoso odio hacia el otro que al final se olvida cuando uno muere o simplemente desaparece del mapa insular.

Los que se salvan de la criba de los carroñeros son aquellos creadores relativamente jóvenes que han pasado a formar parte de la liga de los que están más allá del bien o del mal. Generalmente se tratan de hombres y mujeres que asumieron el riesgo de emigrar con lo puesto y hacerse un hueco en otros territorios. Y si en esos territorios adquirieron un éxito por insuficiente que sea, garantizo que a su regreso serán mirados de otra manera. No sé si con respeto, pero sí al menos como rarezas, como si esa persona materializase los sueños de los creadores que se quedaron en esta bipolar autonomía.

Teniendo en cuenta que en Canarias se crea mucho y que la vieja metáfora de que en esta tierra cuando se levanta una piedra salen tantos poetas como hormigas, ya va siendo hora de que las cosas se pongan en su sitio, y una de esas formas es a través de una crítica que sin venir de estos grupúsculos, evalúe con la suficiente independencia el trabajo que todos ellos están desarrollando gracias aún al dinero del contribuyente.

No es una tarea fácil esto de ser crítico. Es más, creo que es uno de los mejores métodos para procurarse enemigos en este archipiélago infernal, pero sostengo que es necesario. Más si tenemos en cuenta que cuando hablan o escriben no se les suele tener mucho en cuenta afortunadamente. De hecho, pienso que no hay que hacerle ningún caso a quien valora una obra hecha por otros pero sí a saber encajar su opinión. Y que esta opinión suscite debate y si se quiere bronca en unas islas donde el disenso sólo se produce en estos mismos grupos culturetas pero a puerta cerrada y en plan maoísta.

Tal y como está el panorama, con los mensajes de advertencia que están lanzando desde las instituciones avisando que la época de las vacas gordas es ya un pálido recuerdo del pasado, es necesario que los artistas según los bandos (azules o verdes como en la antigua Constantinopla romana) dejen de lado sus estúpidas diferencias y aprendan el valor de la unión. ¡La unión hace la fuerza! que decía el otro. Es recomendable también que empiecen a estrujarse la cabeza para buscar otras fuentes de financiación cuando las oficiales ya no por gestos sino de palabra anuncian que están a punto de tirar la toalla. Claro que esto ya no es tarea para artistas sino de gestores culturales. Y en Canarias, como pasa con los poetas, hoy hay tantos como hormigas cuando uno levanta esa piedra del camino…

No sé si será por el calor o por la invasión de cucarachas que parece que vuelve a repoblar las calles de la capital tinerfeña, pero ya va siendo hora que los diversos colectivos e individualidades creadoras canarias se quiten la mordaza que reprimen su (en la mayor parte de los casos justificada) denuncia y asuman –de una vez por todas– que son artistas, y que como artistas (escritores, cineastas, pintores, músicos, fotógrafos, etc…)  hay que arrimar el hombro porque no vale con estrenar, actuar, publicar, exponer con suerte una vez al año en estas desesperadas siete islas.

Ok, se supone que una de las fuentes de las que emana el programa Septenio pretendía precisamente poner remedio a esto pero visto sus resultados mucho me temo que la política de la Viceconsejería de dar una de cal y otra de arena sólo ha generado más caos donde tendría que haber diseminado semillas.

El problema es que se están agotando las posibilidades para un eficaz golpe de timón. Y la verdad, tampoco veo mucha intención por hacerlo.

Saludos, cabiZbaJos, desde este lado del ordenador.

¡Qué cosas!

Martes, Junio 29th, 2010

ALEGRÍA, ALEGRÍA, ALEGRÍA…

Ustedes perdonen que insista ya que no me canso de escribir sobre el asunto, pero fue leer el artículo que publica hoy el periódico El Día y sentir una de esas pequeñas alegrías que de tanto en tanto sacuden mi maltrecho corazón en unos días donde no sobra ni el vino ni las rosas.

El antiguo cine Víctor de la capital tinerfeña reabrirá probablemente sus puertas en septiembre gracias a un acuerdo que ha suscrito su propietario con un grupo de empresarios que pretende habilitar la señorial sala para teatro, conciertos, danza, exposiciones y espectáculos infantiles, entra otras actividades. No se habla, paradójicamente, de proyecciones cinematográficas o de aprovechar su reapertura para que el Gobierno de Canarias estrene con alfombra roja sus descacharrantes producciones audiovisuales pero tiempo al tiempo… que igual suena la campana…

Tras el polémico abandono del apoyo que recibía del Cabildo de Tenerife por las razones que ya todos sabemos: ¡la crisis!, el Víctor parece que renace ahora con la intención –es un suponer– de animar el cotarro cultural de la capitá, muy concentrado en TEA y La Noria últimamente, y de paso recuperar lo que antaño fue el centro santacrucero, hoy transformado en inquietante tierra de nadie.

A la espera del proyecto que gestarán los responsables de la denominada Asociación para el Desarrollo de la Inteligencia Múltiple, confieso no obstante mi estupor y también cierta admiración por los miembros de este colectivo al ser capaces de poner en marcha lo que otros intentaron perpetrar en el pasado con resultados frustrantes.

El valor añadido es que, según informa El Día, la cosa va en serio. O sea que no es un canto de sirenas como los que sonaron en el pasado. Y ello multiplica mis expectativas y reconocimiento hacia una gente capaz de reabrir el antiguo cine aunque reconvertido en otra cosa porque igual agita colateralmente a ese pedazo de Rambla que hoy parece destinada a agradable paseo de la tercera edad.

Bien es verdad que la oferta inaugural que se anuncia en los exteriores de la sala no ha despertado mi entusiasmo, pero tal y como están las cosas no deja de sorprenderme que esta gente no tiemble ante lo que significa la palabra riesgo.

Así que desde esta apartada orilla les deseo lo mejor.

UN RETRATO DEMOLEDOR

El digitaldecanarias.net recupera una semblanza que el escritor José Manuel Caballero Bonald escribe sobre el poeta canario Luis Feria en su libro La novela de la memoria. Les invito a que se la lean… y a que se queden con este singular párrafo: “Un día, de pronto, se fue Luis Feria a Tenerife y ya no volvió más por Madrid. Me telefoneaba de vez en cuando y prorrumpía en una interminable retahíla de protestas contra la sociedad insular y los burócratas peninsulares de la literatura, reiterando los graves inconvenientes con que contaba para la convivencia. Una cuña de histerismo también se incorporó a su carácter. Enemistado con todos sus paisanos, exceptuando quizá a Domingo Pérez Minik o Fernando Delgado, vegetaba y casi abdicaba de la vida en su encierro de misántropo”.

Da que pensar.

AQUELLOS ARTISTAS SÍ QUE SABÍAN MONTÁRSELO

TEA Tenerife Espacio de las Artes acoge este miércoles, 30 de junio, a partir de las 20 horas, la conferencia titulada Venus en el burdel: imágenes de la prostituta en el arte, en la que la responsable del Departamento de Exposiciones Temporales de TEA, Yolanda Peralta, ahondará las diferentes maneras en las que el mundo de la creación ha representado a las meretrices. Esta conferencia, que forma parte del programa de actividades paralelas de la exposición Picasso y la escultura africana. Los orígenes de Las Señoritas de Avignon -muestra que puede visitarse en este centro de arte contemporáneo del Cabildo de Tenerife hasta el 22 de agosto- será de entrada libre hasta completar el aforo del Salón de Actos.

Ahora la pregunta: ¿dejarán entrar a los menores de 18 años? Ya saben, por lo que aconteció con la exposición del desmadrado (a sus años, caballero) Juan Hidalgo en el mismo TEA.

Y UNA TONIFICANTE REFLEXIÓN SOBRE LA LITERATURA

Contando los días para asistir a la XXIII Semana Negra de Gijón, transcribo a continuación las palabras que su director, el escritor asturmexicano Paco Ignacio Taibo II,  pronunció en la rueda de prensa que este lunes, 27 de junio, se celebró en Madrid para dar a conocer los contenidos de esta edición. Taibo II señaló que la Semana Negra se presenta este año con la vocación de “hacer bueno el concepto de que la literatura, la oferta cultural, gratuita, variada, crítica y abundante, es el gran balón de oxígeno de una sociedad que tiene que apretarse el cinturón”; por ello,  significó que se había aumentado  “el número de autores presentes en el festival, la cantidad de mesas redondas, charlas, tertulias; que aumentáramos en cinco el número de librerías en nuestra feria del libro, que se sostuviera la calidad de los conciertos”.

En cuanto al carácter literario del festival resaltó que “en tiempos oscuros la literatura parece ser el único lugar donde se produce pensamiento crítico y pensamiento utópico. Donde fracasa la geografía. la novela descubre paisajes, nuevas fronteras, atmósferas urbanas; donde la ciencia política da nombres y cifras, la novela descubre nuevas clases sociales, cuenta sus vivencias cotidianas, las explica; donde la economía aparentemente analiza (todo el mundo sabe que los economistas, por una cuestión de principios, mienten) la novela cuenta lo que significa un despido, la reducción de un salario, una hambruna; donde la información genera ruido mediático la novela crea planos narrativos, profundidad, subjetividad, visión de conjunto. Donde las ciencias sociales tradicionales ignoran, la novela inventa la Atlántida. El mundo es complejo, se ha vuelto más complejo, la novela es capaz de enfrentarlo”.

Y yo, desde este modestito El Escobillón, le digo olé, olé y olé.

Saludos, juro sobre la Biblia que sin haber visto el partido de España-Portugal, desde este lado del ordenador.

Esto es literatura para plebeyos

Lunes, Junio 28th, 2010

No sé si existe una literatura, un cine, una música, un arte serio. En todo caso, sí sé que existen obras que consumimos muchos. Un saco enorme donde los miembros de la plebe aprendimos a alimentarnos intelectualmente.

En este pozo sin fondo meto los que unos consideran pesos pesados y los que otros consideran pesos plumas. O moscas, por buscar un símil pugilístico. Me he pasado la mayor parte de mi vida entregado a las realidades imaginadas (propias y ajenas) como para no saber de lo que estoy hablando.

Y ese viaje casi autodidacta, fruto de felices descubrimientos e inteligentes y agudísimas recomendaciones, me ha servido, creo, para tener cierta noción de que no me tomen el pelo. Mi veredicto resulta así bronco como consumidor cultural porque sé lo que me gusta y lo que me disgusta. Sé cuando un artista serio es un fraude como cuando un artista que no va de serio es sincero. Mi palabra, obviamente, no es ley de nadie salvo de mí mismo. Si con eso basta para crucificarme no esperen que haga como Cristo… ya que eso de entregar la otra mejilla no le sirvió de mucho tal y como van los tiempos.

Toda esta perorata viene a cuento de mi reivindicación con totales mayúsculas de un escritor que forma parte de esa fauna que los imbéciles catalogan de segunda o tercera división. No me cabrea que estos tontos lo ubiquen en esa clasificación ya que soy de los que piensan que ellos, precisamente, se lo pierden. Hacerle asco a las cosas es una manera poco elegante de ajustarte a una disciplina que visto lo visto sólo te convierte en mala persona.

El escritor al que me refiero se llama Leon Uris y hoy apenas se le recuerda aunque en la década de los años 50 y 60 fue un escritor de referencia. Un best seller que, compruebo ahora pasado los años, vive pese al paso implacable del tiempo.

Uris  es un gigantesco escritor, y no sólo por el abultado volumen en páginas de casi todas sus novelas, que a veces rebasan las 500, sino por su capacidad para atraer la atención del lector con muchas ganas de evasión.

Me imagino que, como a muchos iniciados, caí en sus redes cuando ví (¿en qué cine fue? Demonios que ya no me acuerdo aunque me imagine el Rex porque fue en el Rex ¿verdad?) la versión cinematográfica que Otto Preminger firmó de una de sus novelas más conocidas: Éxodo, o la crónica del nacimiento de Israel. Si esta película continúa siendo junto a Río sin retorno una de mis preferidas de su director (lapidame si quieren, pero así son las cosas), recuerdo que leer la voluminosa novela que aún se conserva en la librería de mis padres fue como entrar en un estado (si cabe) de mayor shock.

El libro, lo reviso ahora mismo, incluye imágenes del legendario filme protagonizado por Paul Newman y Eva Marie Saint, entre otros actores, pero su historia resulta mucho más compleja que el estimable y épico filme de Preminger.

Pasado el tiempo, supongo que Éxodo ha terminado por convertirse en un título incómodo a causa de las desatadas olas antijudías que asolan este nuestro mundo conocido, pero invito a todos aquellos que sean capaces de leer un libro sin vendas en los ojos a que se sumerjan en sus páginas y disfruten –pese a su tono claramente partidario en favor de la causa hebrea– de esta aventura que sólo pretende ser un vibrante y tenso homenaje a los hombres y mujeres que hicieron posible que Israel exista.

En la bibliografía de Uris hay más títulos, casi todos ellos de carácter bélico y protagonizado por judíos que, en contra de otros autores, se nos presentan como personajes que no están dispuestos a cometer los mismos errores del pasado. Destacaría, en este sentido, su apasionante Mila 18, donde narra con pulso narrativo el levantamiento del gueto de Varsovia y ya en el terreno del espionaje las fuertemente anticomunistas Topaz (llevada al cine por Alfred Hitchcock) y Armagedón: una novela de Berlín, en la que sus protagonistas se mueven por la superficie lunar de la capital alemana ocupada por los aliados en 1945. En este apartado incluyo también su formidable Conspiración en Atenas (o Traición en Atenas según la traducción) en la que un escritor de segunda de novelas policíacas se ve enredado en un turbio asunto en la capital griega durante los primeros años de la ocupación alemana.

Esta novelita (una de las de menor extensión de su autor) funciona con la misma mecánica que un reloj suizo, lo que hace que se lea rápidamente, con los ojos puestos en ella. Robert Aldrich se encargó de su versión cinematográfica. No es una de las mejores películas de Aldrich pero esto es casi lo mismo que decir que es una gran película si la comparamos con el vertedero en el que ha convertido últimamente el cine. Y no sólo el norteamericano.

Insistiendo en la temática judía, Uris penetró también el subgénero procesal con QB VII, donde cuenta la historia de un médico de pasado nazi que hoy vive felizmente con su familia en Gran Bretaña colaborando en misiones humanitarias (¿les suena esto?) a quien las evidencias demuestran durante el juicio que fue un sádico y torturador en los ya tristemente célebres campos de concentración. De esta novela se realizó una excelente miniserie protagonizada por Ben Gazzara y el hoy histriónico Anthony Hopkins como médico de pasado nazi.

Hay otras novelas de Uris, y me imagino que muchas de ellas traducidas al español, como El peregrino, pero aún no he tenido tiempo ni ganas de enfrentarme a ella.

Que lo recuerde ahora en este improvisado post viene a cuento porque acabo de terminar su Conspiración en Atenas, libro que encontré hace algunas semanas en el Rastro de la capital tinerfeña y que –les contaba–   devoré porque a medida que iba a avanzando en su trama poblada de personajes cortados de una pieza, llegué una vez más a la conclusión que la palabra entretenimiento no tiene que estar reñida con aburrimiento por mucho que otros se empeñen.

Su lectura refrescó además mi urismanía pasada y despertó el profundo agradecimiento que le debo a un autor que hoy (llévense las manos a la cabeza) tiene para mi el añejo sabor de los clásicos… best seller.

O esa literatura que prefiero denominar con la cabeza bien alta de y para plebeyos.

Saludos, aullando en la colina, desde este lado del ordenador.

Algo más que periodistas

Domingo, Junio 27th, 2010

De tanto en tanto me sumerjo en el testimonio que algunos grandes periodistas nos han legado en forma de también grandes libros.

Recuerdo con entusiasmo cuando leí México insurgente de John Reed, volumen que devoré en Madrid mientras me movía de un lado a otro en metro o guagua (autobús que dicen por allí) sintiéndome casi como el protagonismo de este relato vivido en tierras aztecas en plena revolución mexicana. Más tarde me abrumaría con su ya mítico 10 días que conmovieron al mundo, crónica entusiasta de los primeros días de la revolución de los soviets y más tarde la de sumergirme en sus artículos compilado en el volumen La guerra en Europa oriental en el que, probablemente, fue uno de mis más visionarios y reveladores viajes como turista de saldo por las geografías de Grecia y Turquía.

En mis lecturas de libros escritos por periodistas también navegué por los océanos del nuevo periodismo aunque debo de reconocer que la fórmula habilitada por Tom Wolfe nunca me hizo demasiado tilín, así como tampoco el periodismo bronco y gonzo de Hunter S. Thompson. Sí que me hizo más gracia la manera gamberra de narrar la realidad que destilaron gente como Terry Southern y otros hippies que se empeñaron en contarnos su propia visión de las cosas, pero no encontré en ninguno de ellos la calidad de Reed ni su implicación en esos momentos decisivos de la historia que tuvo la suerte de describir.

Cuento todo esto porque entre la ya amplia pléyade de periodistas que trascendieron las fronteras del papel diario por el volumen imperecedero se encuentra un excelente articulista italiano que, al modo de mi también admirado Curzio Malaparte, se hizo popular fuera de sus fronteras por una serie de trabajos de carácter histórico que hoy se han convertido en volúmenes de referencia por divulgativos sobre la antigua Grecia y Roma, entre otros. Me refiero al periodista italiano Indro Montenelli, autor también de un interesante volumen de retratos de personajes contemporáneos que tengo en casa en una vieja y apolillada edición de Plaza y Janés, así como su Italia lictoria, en el que narra los primeros años del fascismo y ahora, recién comprado a precio de risa, Indro Montanelli. Memorias de un periodista, testimonios que fueron recogidos por Tiziana Abate y editado en España por RBA.

Ha sido comenzar el libro apenas hace unas horas y darme cuenta que ya he superado más de la mitad de sus apretadas páginas. Quizá sea porque Montanelli –o ese “anarquista conservador” como gustaba definirse– al modo de los buenos maestros reparte su enseñanza con una humildad que no deja de asombrar. Y escribo asombrar porque con su bagaje, su experiencia e incluso con sus en ocasiones controvertidas y polémicas opiniones, habla con la voz del hombre que lo tuvo claro desde sus inicios: ser periodista.

Entre las muchas frases que detesto en este oficio de contar la realidad se encuentra aquella ya tan manida de definir al informador como “un periodista de raza” cuando el secreto, revela Montanelli en este ejemplar relato, es que el buen profesional se fragua a base de mestizaje y de disfraces variopintos con el fin de alcanzar un instinto por lo menos lo más cercano posible a la imposible objetividad. Y por otro, destaca el maestro italiano, a no perder nunca un sentido crítico ante la realidad que lo rodea pese a los numerosos mazazos que reciba.

En unos tiempos donde sólo nos queda satirizar sobre lo que vemos para no ahogarnos con nuestras lágrimas, reitero que para quien les escribe nadar en los recuerdos del periodista italiano ha sido como descubrir un islote en el que descansar antes de volverme a tirar al abismo. Sirvan estas modestas notas a modo de sencillo pero agradecido tributo a su memoria.

Saludos, tras el telón de acero, desde este lado del ordenador.

Fantasías LEAC(nianas) de ayer y hoy presentan…

Sábado, Junio 26th, 2010

 

1.- LA MAÑANA…

La directora del Plan Canario Audiovisual, Patricia González Cámpora (como Gracita Morales), se acerca sigilosamente al viceconsejero de Cultura del Gobierno regional Alberto Delgado (como José Luis López Vázquez) y le grita en la orejota derecha:

- ¡¡¡Señoritoooo!!!

Delgado se despierta de su habitual sopor mientras apaga el móvil al reconocer una nueva llamada perdida de Milagros Luis Brito.

Ya van 300. Ay, Milagros… Ay…

DELGADO (con voz cantarina, quizá porque tararea su inevitable blues):  ¿En qué nuevo embrollo me has metido ahora?

PATRI GRACITA:  Señoritoooo los chicos del LEAC quieren que esté presente en la jornada de puertas abiertas del susodicho Laboratorioooo…

DELGADO:  ¿Y tengo que ir? No ves, m’hija, lo cansadito que estoy…

PATRI GRACITA ¡Señoritooooo..!

Alberto Delgado se despereza como un oso del cómodo sillón. Estira los brazos y se levanta echando pestes. Patizambo, se encierra en el cuarto de baño. Patri Gracita se queda de pie y mira a través de las ventanas a las gaviotas que vuelan alrededor de los barcos anclados en el puerto de la capital grancanaria. Se le ocurre –así, de repente– que aquello, lo de las gaviotas volando en torno a los barcos, podría ser una buena idea para que Víctor Moreno haga algo parecido a El extraño, eso que los de la caspa llaman cortometraje con mensaje. Lo anota radiante con su letra pulcra y redondita en la libreta de Canarias Crea

Delgado sale del baño acompañado de la banda sonora de una cisterna que parece que sigue vomitando agua. La señala con una media sonrisa.

DELGADO (descojonándose): Es que está rota. La puta crisis.

Patri Gracita se ajusta la falda escocesa y asiente altiva con la cabeza.

PATRI GRACITA:  ¿Vamos?

DELGADO (resignado):  Vamos.

2.- LA TARDE

En el Conservatorio Superior de Música de las Palmas de Gran Canaria un cubano cincuentón con pinta de Tomás Millián pasado de vuelta y un chico apellidado K. con ligero parecido a Craig Wasson abren sus abrazotes cuando ven aparecer a Patri Gracita.

CUBANO y K.: Audiovisual canario: ¡Uno!

Patri Gracita entra en la sala mientras ambos dos se inclinan en el suelo como si quisieran besar sus pasos.

Mientras tanto, Alberto Delgado, que sale en ese momento del ascensor, musita como una oración lo de septenium, septenium, septenium

Cuando su cuerpo de oso –el de Alberto Delgado– va a cruzar el umbral de la sala lo detienen las manos del cubano y el otro. El tal K.

AMBOS DOS: ¿Onde tú vas?

DELGADO:  ¿Cómo que onde coño voy? Pues a presentar esta farsa lecaniana.

CUBANO: ¿Y tiene usté invitación?

DELGADO (mientras se rebusca azorado en los bolsillos de la chaqueta): Pues va a ser que no…

EL OTRO, K.: Ahí tiene la salida.

DELGADO (abriendo los ojos escandalizado): ¿Onde está la Patri?

El cubano y el otro, K., se hacen los locos. Del ascensor salen ahora seis personas que se ríen y portan papeles. Van cantando “si soy del LEAC medio puntito de más…”

DELGADO (cabreado): ¿Onde está la Patri?

El cubano y el otro comprueban las invitaciones de los seis recién llegados.

EL OTRO, K. (con sonrisa mefistofélica): Entrad, amiguitos, entrad… y sabed cómo digo yo que hay que escribir…

DELGADO (que insiste): ¿Onde está la Patri?

CUBANO: No moleste más, carajo. Este es un país libre. Deje trabajal.

DELGADO (muy mosca) ¿Y la Patri? ¿Onde está la Patri?

EL OTRO, K. (dando saltitos nerviosos): ¿Tiene usté invitación?

DELGADO (que no sale de su estupor): ¿Invitación? ¿Yo?

El otro, K.,  le hace un gesto al cubano cincuentón, quien arrastra a Delgado disimuladamente al ascensor.

CUBANO: Ay, papito, deje trabajal

DELGADO: ¿Onde está la Patri? ¿Onde está?

Salen del ascensor dos señores conocidos en su casa: Jordi Gasull y Ramón Menéndez.

El cubano aprovecha para meter a empellones a Delgado dentro del elevador.

DELGADO: Pero, pero ¿esto no iba a ser una jornada de puertas abiertas? ¿De esas que revelarían los secretos lecanianos?

CUBANO (moviendo la cabezota como si diera por imposible a Delgado): Eso, mi helmano: lecaniANOS. Ay, qué pena mi osito… ¡la dinámica de trabajo sólo nos permite cursar seis invitaciones que hemos repartido por estricto orden de solicitud…!

DELGADO: Pero si eso lo pagan todos los canarios…

CUBANO (imitando la voz de Patri Gracita): pshhh: ¡Estricto orden de solicitud!

La puerta del ascensor se cierra. Y ahí, sólo, mientras la caja desciende, Alberto Delgado cree (y digo cree) escuchar a Patri Gracita gritar:

- Pero señoritoooo ¿dónde demonios se me ha metido usted?

3.- Y ESA NOCHE: TRISTE, SOLITARIO Y FINAL…

Primer plano de Delgado, que del blanco pasa al rojo y del rojo al violeta.

Dramático pero también piadoso fundido a negro.

Saludos, a lo esto es lo que hay, desde este lado del ordenador.

Buenos días, noche

Sábado, Junio 26th, 2010

Insisto en que algo se está moviendo en los territorios de lo que podríamos denominar nueva novela canaria. Este movimiento (¿?) lo integran escritores que ya han sido publicados y también debutantes que con sus obras están aportando su granito de arena a las literaturas de esta periferia archipielágica. Lo mejor, como ya dejé reseñado en este mismo blog, es que su legión de autores tantea todos los géneros imaginables, huyendo afortunadamente de las miradas ombliguistas que han caracterizado nuestro remoto pasado de papel.

Terminé hace unos días Al sueño polar de golondrinas, de Álvaro Marcos Arvelo, y con la cabeza todavía imbuida en su mundo, les aviso que esta novela se lee de un tirón. No hay momento para el descanso… Te metes dentro, la vives.

Planteada como un largo monólogo, la excusa argumental de Al vuelo polar de golondrinas es un hecho real protagonizado por un grupo de presos republicanos condenados a pasar los días de la rebelión militar del 36 en una prisión norteafricana y su espectacular evasión. Pero esta trama, o subtrama, sólo es el barniz de un relato que explora otras historias quizá mucho más interesantes para el lector y pergeñada de frases con hondo calado literario.

A bote pronto, consultado al azar el volumen editado en la colección Narrativas de ediciones Idea, se me ocurren: “La belleza no es algo que esté ahí fuera para unos pocos elegidos que saben dar con el tesoro en el  muladar”. O “¡Y claro que tenía miedo! Pero a cada uno de nosotros nos está reservado un momento del que no podemos escapar sin que éste nos transforme para siempre”. No puedo renunciar a transcribir también la frase con la que se inicia este relato, esta extraña odisea hacia una redención que parece casi imposible: “Soy un cobarde. No soporto el dolor, Amadou. La sola visión de la sangre me marea. Toda mi vida he huido de los compromisos por temor”.

Pese a su densidad, Al sueño polar de golondrinas no es una novela difícil. En este relato en el que se mastica sinceridad y en el que su moribundo protagonista se confiesa a un inmigrante de nombre Amadou (o no), se percibe algo así como una necesidad de epifanía y de contar en boca de su protagonista el quién soy con todas sus aristas.

Ambientada en Puerto Santo, territorio mítico en el que Marcos Arvelo desarrolló también su primer ejercicio literario, El pasaje (1995), y que podría ser una suerte de Santa Cruz fusionado con la hermosa geografía lisboeta, Al sueño polar de golondrinas (versos de Pedro García Cabrera) es una de esas obras que desarman y descolocan, que exige al lector atención para bucear sin máscara de oxígeno en la realidad de su personaje. Un actor que a ratos se vuelve antipático y algo cínico, pero que necesita confesar su verdad. Ofrecer una versión de los hechos que el peso de la Historia ha terminado por desplazar a los territorios de la leyenda.

Esta es una novela de hombres y no de héroes. Quizá aquí radica su mayor grandeza y la involuntaria lección no sé si moral que el escritor pretende transmitir a sus lectores: todos somos capaces de épicas. El valor sólo existe en el pecho de los que una vez quisieron ser hombres.

Saludos, aquí fumando espero la llamada que más quiero, desde este lado del ordenador.